++A pesar de todas las dificultades, ella ha demostrado su valía. Podrán aceptarla como Luna? Gracias por seguir la novela.
SEIKLa rabia me consume en estos últimos días… Me carcome, me devora desde adentro. Ver a la hembra en ese estado hizo que algo dentro de mí se rompiera, se astillara en pedazos imposibles de volver a unir. No duermo, no como...Culpa.Caímos en una trampa. Fuimos unos idiotas. Dejamos a las hembras y a los cachorros desprotegidos… o, al menos, sin los soldados más fuertes. Y por si fuera poco, aún no sabemos qué ocurrió realmente. La incertidumbre es un veneno que me hierve en las venas, que convierte cada latido de mi corazón en una punzada de furia contenida. A pesar del caos, atrapamos a un salvaje que huía, pero antes de que pudiéramos reaccionar, antes de que pudiera comprender lo que estaba pasando, se quitó la vida. En un abrir y cerrar de ojos, la única oportunidad de obtener respuestas se desvaneció.No puedo permitirme fallar otra vez. No después de lo que ví.Tras despedir a Kevin y al resto de Sangre Carmesí, me dirigí a mi despacho. Roberto y yo nos sentamos a repa
SEIK Después de encargarme de todos los asuntos relacionados con la invasión de los Rogues, estaba agotado, estresado y de mal humor. Mi padre, Roberto y yo pasábamos los días discutiendo, alterados, tratando de encontrar respuestas. Divagábamos sobre lo que pudo haber ocurrido… y cada vez estaba más claro: había un topo. O quizá varios. Y eso sería un desastre. No había forma de que hubieran logrado atacar sin alguien dentro que les informara sobre los planes del Alfa y los míos. Alguien tuvo que decirles por dónde entrar para sorprendernos y asesinar a los centinelas del norte. Para colmo, lograron ocultar su olor. Solo cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Aria pudo detectarlos… Estaban organizados. Tenían un plan. Incluso el Rogue que capturamos se suicidó. Eso no es normal. Los salvajes no hacen sacrificios. No planean. Cuando entré en el dormitorio, vi a Aria ajustándose unas botas, preparándose para salir. En cuanto me descuido un poco, hace lo que quiere. Solté un
ARIA —No veo que te estés oponiendo con demasiada convicción… —me dice el Comandante, con una mirada engreída. ‘¡Pues claro que no, maldita sea!’ Mi mente es un campo de batalla cada vez que estoy con él. Una lucha constante. Mi cuerpo quiere rendirse, dejarse llevar, perderse en el placer y liberar todo este deseo contenido… pero mi mente se aferra con fiereza a la realidad. Me recuerda, sin descanso, que el Comandante no es mío. Que comparte su cama con otras hembras. Puedo ser su compañera pero no llevo su marca. Desde pequeña me enseñaron que la mayoría de los machos, aun teniendo compañera, se aparean con otras. Que no se guardaban solo para una. Para mí era normal que la mayoría de los machos tuvieran varias mujeres. Pero en aquel entonces, no sabía cuánto dolía. Y lo peor… no puedo quejarme. No voy a mostrar debilidad confesándole que me duele saber que estuvo con Gema… o con quién sabe cuántas más. Y sin embargo, aquí estoy… gimiendo, incapaz de contenerme, buscando s
SEIK¿Qué ha sido eso?Se supone que tenía que hacerla sentir bien para que deseara estar conmigo cada noche, para que me buscara…pero lo único que he hecho es derramarme sobre su camiseta.No he podido evitarlo, me he quedado en blanco en cuento Aria se llenó de saliva la mano mirándome fijamente.‘Estaba tan preciosa, con esa mirada provocativa’ La sigo con la mirada porque me está ignorando. Veo como se quita la camiseta y va a coger otra del armario, puedo intuir que esta sonriendo.'Me la ha jugado.'Me subo el pantalón rápidamente.—Tú…—dije en un susurro.Aria me ignora mientras limpia el suelo y se quita la camiseta, pero en su actitud percibo un atisbo de picardía. Y, en el fondo, me gusta.Un sonido en la puerta me saca de mis pensamientos, y al instante entran al dormitorio de Aria mi hermana Melia y Roberto. Mi beta me lanza una sonrisa traviesa y se rie en voz baja al verme. —Seik, aquí estás, te estaba buscando.No sé qué que ve en mi expresión, pero se rie otra vez,
ARIA —Hembra… —Dime, ¿ha ocurrido algo? —volví a preguntar, viendo cómo se quedaba inmóvil, mirándome fijamente. Su mirada intensa me puso nerviosa. Aparté los ojos por instinto, pero casi de inmediato me arrepentí. No quería que pensara que me intimidaba. —¿Has bebido? No respondió. Solo gruñó, molesto. En un parpadeo, cerró la distancia entre nosotros y hundió el rostro en mi cuello, inhalando profundamente. Su aliento cálido sobre mi piel me hizo estremecer. —¿Te pasa algo? ¿Estás bien? —pregunté con preocupación. Él nunca venía a mi dormitorio… y hoy se comportaba de un modo extraño. —No, no estoy bien —murmuró contra mi cuello. Mientras hablaba, deslizó la mano bajo mi camiseta y atrapó mi pecho desnudo. Se detuvo un segundo, como esperando mi reacción, antes de comenzar a morder y lamer mi piel. Joder… aquí vamos de nuevo. Este hombre lobo va a volverme loca. —Quiero tomarte esta noche… —susurró con voz ronca mientras que su mano descendió por mi vientre hasta llegar
SEIKNecesito que entienda que no puede rechazar a mi lobo.Ni a mí…La giro con facilidad y me coloco de rodillas más cerca de su trasero. Mis dedos se aferran a su cintura, firmes, posesivos, mientras con una de mis manos le presiono la cabeza contra el colchón, dejándola completamente a mi merced.Esta vez, le dí a mi lobo lo que quería: tenerla a cuatro patas.'Estas son muy buenas vistas....'Trago saliva imaginando lo que está por venir.Ella no se resiste…y está tan mojada que mi parte lobo aúlla en mi interior.—Portate bien y quédate así hasta que yo te lo diga.Aria susurró algo que no logré comprender.Estuve unos segundos grabandome su imagen a cuatro patas en mi mente pero como mi autocontrol pendía de un hilo, le metí mi entrepierna en su centro sin avisar. Ella gimió tan alto que mi ego se agrandó.—Buena chica, tómala entera.Mis embestidas son duras y tan fuertes que hacían que el cuerpo de Aria se moviera demasiado. Para estabilizarnos le cojo del cabello posesivamen
ARIAMe desperté con la garganta seca, el cuerpo adolorido y un hombre lobo enorme jugando con mis pechos. Mordía, lamía… y su mano en mi vientre me mantenía inmóvil.Me sentía diminuta a su lado.Y avergonzada. Sobre todo avergonzada.Los recuerdos de la noche anterior volvían a mi mente sin permiso. Si no quería excitarme otra vez, debía dejar de pensar en la noche anterior.—Buenos días, Seik.—Buenos días, cosita —murmuró, sin dejar de juguetear con mis pechos.Intenté incorporarme, pero su mano me lo impidió.—¿Se puede saber a dónde vas?—Tengo que prepararme para...Un gruñido bajo vibró en su pecho. Su mano se deslizó desde mi vientre hasta mi sexo y le dio una pequeña palmada.—Tú no vas a ninguna parte...—Ah... —gimotee. Aunque me estaba empezando a excitar de nuevo.—Cosita, pórtate bien...¿Por qué eres tan escurridiza, eh?—me mordió la oreja.De repente, escuché voces en el pasillo. Al principio no les presté atención, pensando que simplemente seguirían de largo, hasta que
ARIA Me dirigí a la reunión de las hembras con una sensación punzante en el pecho. Había intentado hablar con mi madre tantas veces sin éxito que la inquietud me carcomía. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si mi padre me lo estaba ocultando? Mis pensamientos oscuros se disiparon momentáneamente cuando Melia me interceptó en el camino con una sonrisa. Sentí cómo mi pecho se relajaba, como si su simple presencia me devolviera cierta calma. —Hermana, ¿cómo estás? —preguntó con calidez. Nuestra conversación se interrumpió cuando Helena se acercó y me saludó con un beso en la mejilla. Su gesto me reconfortó. Al llegar al salón de celebraciones, noté que casi todas las hembras de la manada ya estaban ahí. Estas reuniones se realizaban cada dos meses, un espacio donde discutíamos nuestras tareas, orientábamos a las más jóvenes y guiábamos a las nuevas hembras que se unían a la manada tras un emparejamiento. Todo transcurría con normalidad hasta que Helena sugirió que cada una de nosotras s