SEIK Me metí a la ducha absorto en mis pensamientos. El agua caliente ayudaba a relajar mis músculos, pero mi mente seguía atrapada en los eventos del día. Salí del baño, me até una toalla a la cintura y empecé a secarme el cabello con otra más pequeña. Estaba muy cansado. Cuando apenas terminé de frotar el cabello, alguien llamó a la puerta. Sin pensar demasiado, abrí. Para mi sorpresa, era ella. Por un momento, se quedó congelada en el umbral, como si no supiera si entrar o salir corriendo. Su mirada pasó rápidamente de mi rostro al resto de mi cuerpo. Poco a poco sus mejillas adquirieron un tono rosado. Se armó de valor y dijo: —Buenas noches, comandante. Estoy aquí para... —empezó a decir con un tono un tanto atropellado. La interrumpí, haciendo un gesto con la mano. —No te quedes en el pasillo. Entra.—ordené, sin pensar demasiado. Pareció dudar, pero finalmente obedeció, dio un paso al interior de mi dormitorio. Su postura era rígida, como si estar en mi habitación la p
SEIK Ella asintió lentamente, y por primera vez levantó la mirada del todo, dejando que nuestros ojos se encontraran en un choque cargado de tensión. —Vi tu cuerpo, y no me pasó desapercibido... —susurró, tan bajo que por un momento pensé que lo había imaginado. El calor subió desde su cuello hasta sus mejillas, pero en su mirada no había arrepentimiento, solo un deseo innegable que estaba empezando a arrastrarme con ella. 'M*****a sea'. Mi cuerpo parecía tener voluntad propia. Sin perder más tiempo la besé con ímpetu. Tenía muchas ganas de hacerlo… Mis manos tiraron de ella por los brazos y la estampé contra la pared. La observé unos segundos… me fijé en su cuerpo apretado...sus curvas... ’Quiero tenerla’, pensé. —Comandante… —susurró ella, con la voz temblorosa, insegura. —Hembra… —respondí con firmeza, cortando cualquier formalidad entre nosotros—. No me llames por mi título. No ahora.—Mi mano le tocó la cintura y apreté. — Si...—dijo muy lentamente. —Y otra cosa… si
ARIAEsta mañana decidí darme una vuelta por la arena de entrenamiento. Quería ver cómo estaba Marcus y, de paso, satisfacer mi curiosidad sobre cómo entrenan los hombres lobo de la manada Sombra Nocturna.La arena de entrenamiento estaba más bulliciosa de lo que esperaba. El sonido de los golpes secos y las pisadas rápidas llenaba el ambiente, acompañado por las risas nerviosas de los más jóvenes, creando un caos casi contagioso. Avancé con pasos cautelosos, sintiendo cómo las miradas me seguían desde distintos puntos.Los cachorros y jóvenes entrenaban con intensidad bajo la supervisión de guerreros más experimentados. Entre ellos, distinguí a Marcus, quien, al verme, alzó una mano con entusiasmo.—¡Hermana! —gritó con una sonrisa amplia y sincera, como si mi presencia fuera lo mejor que le había pasado en todo el día.Respondí con una leve inclinación de cabeza, tratando de no llamar la atención. Sin embargo, pronto noté que el resto de los cachorros no compartían su entusiasmo. Sus
ARIAEl sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos cálidos mientras caminaba por los terrenos de la manada Sombra Nocturna. Mi mente no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido desde que llegué aquí.Miré hacia la arena de entrenamiento, donde los guerreros entrenaban con movimientos rápidos y decididos. Una extraña mezcla de envidia y admiración me invadió. Quería ser como ellos, fuerte, capaz de defenderme."Quizás debería intentarlo", me dije, cruzándome de brazos mientras observaba a los guerreros. La idea de pedirle permiso al comandante flotó en mi cabeza, pero la rechacé casi al instante. Era extraño cómo me miraba últimamente, como si estuviera estudiando cada uno de mis movimientos.Caminé hacia el comedor, con la mente aún llena de dudas y preguntas sin respuesta.Estaba comiendo cuando Melia apareció de la nada, su energía habitual brillando en su rostro.—Aria, tengo una idea —dijo, como si se le hubiera ocurrido la mejor de las soluciones.—¿Qué idea?
ARIA Mi corazón dio un vuelco. No esperaba que ella fuera tan directa, y de alguna manera, me sentí invadida por una mezcla de sorpresa y gratitud. —La relación con mi familia... no es fácil —respondí, con la voz quebrada por el peso de todo lo que no había dicho antes. Melia se quedó en silencio por un momento, observándome con una expresión seria. Conocía a la Melia extrovertida y llena de vida, pero aquí había algo más profundo en su mirada, como si pudiera ver algo que yo misma aún no quería admitir. —¿Qué pasó? —preguntó, con curiosidad, pero también con una cautela que reflejaba que no quería presionarme. Suspiré, mirando las estrellas que se asomaban por la ventana, buscando un respiro para las palabras que no quería decir. Pero al final, todo salió de golpe. —Mi madre... está aislada, por cul
SEIKDespués de aquella noche, intenté evitar cruzarme con la hembra alborotadora. Cada vez que la veía, una incomodidad extraña se apoderaba de mí. Me sentía ansioso.Me había consolado pensando en ella…‘¿Por qué lo hice?’La pregunta retumbaba en mi cabeza como un eco que no podía silenciar. ‘Sólo me dejé llevar’... traté de justificarme. ‘No es para tanto…¿o sí?’.‘No he hecho nada malo’, hace tiempo que no tengo relaciones, he estado demasiado ocupado protegiendo y guiando a los miembros de mi manada. Tengo demasiadas responsabilidades. Ser el líder que todos quieren no es fácil.‘Estaba frustrado’. ‘Eso es… estoy frustrado’. Recordé cómo ella había venido a mi habitación esa noche. Su sonrisa... ‘No es para tanto’, volví a repetirme. ‘¿Por qué debería sentirme nervioso?’ No le hice daño, ni le falté al respeto... Ella será mi compañera, después de todo. ‘¿No es normal que un hombre desee a su prometida?’ Sí, eso tiene sentido. Ella será mía…y entonces... El pensamiento me hiz
ARIAEstaba nerviosa. El gran día se acercaba. Mañana es mi boda. Todavía me resultaba difícil de aceptar. Todo estaba casi listo. Melia, con su entusiasmo inagotable, se encargaba de los últimos detalles. Decía que organizar bodas le emocionaba, aunque para mí era agotador. Las ceremonias de unión entre compañeros no tenían que ser ostentosas, pero tratándose del hijo del Alfa, la lista de invitados parecía interminable, y había demasiadas decisiones que tomar.Melia apareció con un grupo de hembras veteranas. Se reunieron conmigo para discutir sobre la comida y bebida que se serviría después de la ceremonia. No tenía ningún interés en esas cosas pero para ellas parecía un asunto de vida o muerte. Hablaban con una seriedad pasmosa, debatiendo entre opciones de vinos, sabores de pasteles y hasta la textura de los aperitivos.—El vino tiene que ser dulce, no fuerte. A los jóvenes les encanta algo más ligero. —dijo una.—Sí, pero que no falte el tinto, los machos siempre lo toman.—replic
ARIAPor la noche se llevaría a cabo una reunión formal con todas las hembras de la manada, una tradición que ocurre siempre antes de una ceremonia de emparejamiento. No solo el Comandante y yo nos unimos ese día; también se habían programado otras uniones, convirtiendo el evento en una celebración colectiva para toda la manada.La reunión de esta noche no solo tenía un propósito social, sino también práctico: las mujeres más veteranas compartían consejos sobre la vida marital, cómo adaptarse a los cambios y otros aspectos importantes de la vida en pareja. Era una oportunidad para aprender de la experiencia de quienes ya habían recorrido ese camino. Este tipo de reuniones me parecen molestas, la verdad. Además…sé que a muchas hembras no les parece bien que yo me case con el Comandante.Entré al salón donde todas las hembras estaban reunidas y me dirigí hacia Melia, quien conversaba animadamente con Sali, la modista que había diseñado mi vestido. Sin embargo, en cuanto me acerqué lo su