SEIK "Así que ese era su plan… Quieren usar a la hembra para forzar una nueva y definitiva alianza con nosotros", pensé. —¿Qué opinas, Axel? —dijo Lucciano, con una mirada astuta—. Tu primogénito, sigue soltero a pesar de su edad… Sabes bien que un macho joven necesita a una hembra a su lado para apoyarlo... —continuó el Alfa Lucciano, tratando de influir en la decisión. —En esto no tengo nada que decir —respondió Axel con firmeza—. Mi hijo elegirá a la hembra que quiera. —Bueno, no parece que le desagrade la idea… —Créeme, Lucciano… Si le disgustara, ya habríamos visto sangre en esta sala —replicó Axel, mirándolo desafiante. Justo entonces, la puerta se abrió, dejando pasar al Maestro de Aria de vuelta al despacho, cortando la tensión que se estaba abriendo paso. El Alfa Lucciano carraspeó, ligeramente nervioso y luego dijo: —¿Entonces qué te parece la propuesta? —mirándome directamente con una sonrisa burlona. —No voy a obligarla —respondí, sosteniendo su mirada. —¿Oh? ¿Dice
SEIK Cuando nos disponíamos a cenar, otros cambia formas se unieron a la mesa: Loren, Geronimo y una mujer lobo de piel inusualmente pálida. —Hola, comandante. Nos volvemos a encontrar —dijo el hermano de Aria, esbozando una sonrisa—. Mis felicitaciones por el compromiso y el futuro matrimonio. —Hola, soy la hermana de Aria. Me llamo Marlene. Felicidades a los dos —dijo la mujer con amabilidad. —Gracias —respondí, dedicándole una mirada breve antes de salir al balcón. Estas reuniones me resultaban sofocantes, parece que a la hembra le pasa lo mismo. Tengo la sensación que cuando está su padre o el Alfa Lucciano no es la misma. Salí a la terraza a tomar aire. y unos minutos después, alguien entró al balcón. Era Loren. —Ja, ja... —rió en un susurro, acercándose. Por el reflejo en el cristal, noté cómo sus ojos se deslizaban hacia el interior del salón. —Vaya, parece que tienes suerte... Casarte con una de las hijas de nuestro Beta —comentó, dejando caer una mirada fugaz hacia Ma
ARIAEsa misma noche, la imagen del Alfa seguía rondando mi mente, como un eco imposible de ignorar. Esa sonrisa burlesca, estaba satisfecho porque había conseguido su objetivo. Tengo que admitir que me irrita darles lo que quieren. Por otro lado, mi maestro me dijo que me fuera a Sombra Nocturna, que eso era exactamente lo que necesitaba…alejarme de Luna Menguante. No le faltaba razón. Estoy harta de esta manada, de las miradas, críticas y el peso de vivir bajo las reglas de mi padre. Lo único que me ataba a esta manada era mi madre y el cachorro.He estado pensando mucho en ellos. Ahora, sé que puedo llevarme al cachorro conmigo, pero mi madre… eso es otro tema. Mi padre jamás permitiría que se fuera, y tampoco puedo llevármela sin más, mi padre nunca lo permitiría. Es imposible… Para hacer algo así, necesitaría un grupo de guerreros, y eso no es una opción para mí. ‘¿Quién me apoyaría?’.…Las prendas estaban esparcidas sobre la cama, cada una cuidadosamente doblada. Suspiré, lanza
ARIALlegó la hora de partir hacia el territorio de la manada Sombra Nocturna. El atardecer tiñó el cielo con su manto dorado, marcando el inicio de nuestro viaje. Para el viaje de ida nos van a escoltar dos novatos, Jasper y Kiro, ya que conocen el lugar. El cachorro estaba nervioso pero parece que no le desagrada la idea venir conmigo a Sombra Nocturna. No lo culpo, veo como le brillan los ojos las pocas veces que se ha encontrado con el Comandante…parece que lo respeta y lo admira. En cambio, yo estoy preocupada, no paro de pensar en si los miembros de Sombra Nocturna aceptaran a mi cachorro. Saqué la cabeza ligeramente por la ventana del Jeep, dejando que el aire fresco del bosque abofeteara mi cara. El aire estaba cargado con el aroma del bosque: tierra y hierba húmeda, cortezas viejas…Todo parecía respirar vida, pero no podía evitar sentir una inquietud latente en mi pecho, algo en el bosque me pareció extraño...El motor del Jeep comenzó a emitir un ruido extraño, un gruñido
ARIAMientras avanzábamos hacia el territorio de Sombra Nocturna, mi mente viajaba en direcciones opuestas al camino. Estaba hecha un lío. No podía dejar de pensar en todo lo que se avecinaba. Tendría que adaptarme a las leyes y costumbres de una nueva manada, algo que ya de por sí era intimidante. Pero además de eso… iba a casarme. Era surrealista.Supongo que no debería preocuparme tanto por la vida marital, ¿no? El comandante probablemente ni me hará caso. Pero entonces, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Cómo debería comportarme? Voy a ser “la chica nueva de Luna Menguante”, la que se casa con el comandante pero no pinta nada en la manada. Un cero a la izquierda.Aunque le agrade a Melia, eso no significa que los demás me acepten, mucho menos como su futura Luna. Todos saben que no soy apta para ocupar ese puesto. '¿Estan locos?', puede que solo necesitan a alguien que se encargue de las tareas administrativas y del trabajo que nadie quiere hacer. Seré más una "empleada" que un miembr
ARIA Después de unos segundos en silencio, el comandante nos miró con seriedad y habló: —Quería hablar contigo a solas. La boda está planeada para dentro de tres semanas. Supongo que mi hermana ya te lo habrá comentado. —Sí, comandante. —Las hembras te ayudarán con los preparativos —añadió sin rodeos, como si estuviera enumerando una lista de tareas. Luego giró su atención al pequeño. —En cuanto al cachorro, supongo que ya sabe que debe obedecerme, ¿no es así?. El niño asintió rápidamente, aunque el nerviosismo seguía reflejado en su rostro. —Mañana mismo comenzará su entrenamiento físico. —¿Entrenamiento físico? ¿Tan pequeño? —repliqué, incapaz de ocultar mi sorpresa. El comandante me dirigió una mirada calculadora antes de responder: —En esta manada, el entrenamiento es obligatorio para todos. Un guerrero debe estar preparado para proteger a su manada y a las hembras. Se les entrena desde jóvenes. Cuando cumpla quince años, podrá decidir si quiere dedicarse a otra cosa, per
SEIKRegresé del entrenamiento matutino con los guerreros y fuí directo a la ducha. El agua fría fue un alivio después de un día tan agotador. Hoy, mi beta había estado a cargo de los cachorros, y no tenía dudas de que estaría exhausto y con ganas de tomar una copa. Los pequeños eran un torbellino de energía, y no tenían disciplina, por lo que eran dificiles de manejar.Cuando salí de la ducha, busqué a Jaro para preguntarle dónde estaba Roberto. Me dijo que lo encontraría en una de las habitaciones de la mansión de la manada.Al llegar ví que el ya estaba veviendose una copa de whisky.Me dejé caer en el sofá mientras me servia una copa a mí y se rellenaba una segunda para él.—¿Cómo fue el entrenamiento con los cachorros? —le pregunté, curioso.—Como siempre —respondió con una sonrisa cansada—. Te agotan. Necesitaba esta copa más que nunca jaja.Ambos reímos, compartiendo el cansancio de nuestros respectivos días.—¿Y Marcus? —pregunté rápidamente.—Bueno, para ser su primer día, no
ARIANo estoy acostumbrada a tener tanto tiempo libre. Cuando estaba en mi manada, apenas podía permitirme un respiro. Me parece extraño que nadie me haya asignado tareas administrativas u otro tipo de trabajo.Estaba desayunando, perdida en mis pensamientos, cuando Melia se acercó y se sentó a mi lado. Parecía que ya había desayunado, porque no llevaba bandeja. Me miró con una expresión divertida y dijo:—Hoy vamos a elegir el vestido para la boda. La modista y algunas hembras veteranas nos esperan en unos veinte minutos. Puedes terminar tu desayuno tranquilamente, no te preocupes.Asentí con un gesto mientras terminaba de comer, pero mi tranquilidad se desvaneció cuando Elisabeth hizo su entrada triunfal en el comedor, seguida por su séquito. Su mirada llena de desdén no pasó desapercibida para Melia, que frunció el ceño.—Esa chica… me odia —comenté en voz baja.—Ah, no te preocupes… —respondió Melia con aire despreocupado—. Es porque quiere estar con mi hermano. Su padre le metió