¿Os esta gustando la novela? ¿Os gusta Aria y Seik? ¿Cambiará la situación de Aria o irá a peor? Os leo.
ARIALlegó la hora de partir hacia el territorio de la manada Sombra Nocturna. El atardecer tiñó el cielo con su manto dorado, marcando el inicio de nuestro viaje. Para el viaje de ida nos van a escoltar dos novatos, Jasper y Kiro, ya que conocen el lugar. El cachorro estaba nervioso pero parece que no le desagrada la idea venir conmigo a Sombra Nocturna. No lo culpo, veo como le brillan los ojos las pocas veces que se ha encontrado con el Comandante…parece que lo respeta y lo admira. En cambio, yo estoy preocupada, no paro de pensar en si los miembros de Sombra Nocturna aceptaran a mi cachorro. Saqué la cabeza ligeramente por la ventana del Jeep, dejando que el aire fresco del bosque abofeteara mi cara. El aire estaba cargado con el aroma del bosque: tierra y hierba húmeda, cortezas viejas…Todo parecía respirar vida, pero no podía evitar sentir una inquietud latente en mi pecho, algo en el bosque me pareció extraño...El motor del Jeep comenzó a emitir un ruido extraño, un gruñido
ARIAMientras avanzábamos hacia el territorio de Sombra Nocturna, mi mente viajaba en direcciones opuestas al camino. Estaba hecha un lío. No podía dejar de pensar en todo lo que se avecinaba. Tendría que adaptarme a las leyes y costumbres de una nueva manada, algo que ya de por sí era intimidante. Pero además de eso… iba a casarme. Era surrealista.Supongo que no debería preocuparme tanto por la vida marital, ¿no? El comandante probablemente ni me hará caso. Pero entonces, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Cómo debería comportarme? Voy a ser “la chica nueva de Luna Menguante”, la que se casa con el comandante pero no pinta nada en la manada. Un cero a la izquierda.Aunque le agrade a Melia, eso no significa que los demás me acepten, mucho menos como su futura Luna. Todos saben que no soy apta para ocupar ese puesto. '¿Estan locos?', puede que solo necesitan a alguien que se encargue de las tareas administrativas y del trabajo que nadie quiere hacer. Seré más una "empleada" que un miembr
ARIA Después de unos segundos en silencio, el comandante nos miró con seriedad y habló: —Quería hablar contigo a solas. La boda está planeada para dentro de tres semanas. Supongo que mi hermana ya te lo habrá comentado. —Sí, comandante. —Las hembras te ayudarán con los preparativos —añadió sin rodeos, como si estuviera enumerando una lista de tareas. Luego giró su atención al pequeño. —En cuanto al cachorro, supongo que ya sabe que debe obedecerme, ¿no es así?. El niño asintió rápidamente, aunque el nerviosismo seguía reflejado en su rostro. —Mañana mismo comenzará su entrenamiento físico. —¿Entrenamiento físico? ¿Tan pequeño? —repliqué, incapaz de ocultar mi sorpresa. El comandante me dirigió una mirada calculadora antes de responder: —En esta manada, el entrenamiento es obligatorio para todos. Un guerrero debe estar preparado para proteger a su manada y a las hembras. Se les entrena desde jóvenes. Cuando cumpla quince años, podrá decidir si quiere dedicarse a otra cosa, per
SEIKRegresé del entrenamiento matutino con los guerreros y fuí directo a la ducha. El agua fría fue un alivio después de un día tan agotador. Hoy, mi beta había estado a cargo de los cachorros, y no tenía dudas de que estaría exhausto y con ganas de tomar una copa. Los pequeños eran un torbellino de energía, y no tenían disciplina, por lo que eran dificiles de manejar.Cuando salí de la ducha, busqué a Jaro para preguntarle dónde estaba Roberto. Me dijo que lo encontraría en una de las habitaciones de la mansión de la manada.Al llegar ví que el ya estaba veviendose una copa de whisky.Me dejé caer en el sofá mientras me servia una copa a mí y se rellenaba una segunda para él.—¿Cómo fue el entrenamiento con los cachorros? —le pregunté, curioso.—Como siempre —respondió con una sonrisa cansada—. Te agotan. Necesitaba esta copa más que nunca jaja.Ambos reímos, compartiendo el cansancio de nuestros respectivos días.—¿Y Marcus? —pregunté rápidamente.—Bueno, para ser su primer día, no
ARIANo estoy acostumbrada a tener tanto tiempo libre. Cuando estaba en mi manada, apenas podía permitirme un respiro. Me parece extraño que nadie me haya asignado tareas administrativas u otro tipo de trabajo.Estaba desayunando, perdida en mis pensamientos, cuando Melia se acercó y se sentó a mi lado. Parecía que ya había desayunado, porque no llevaba bandeja. Me miró con una expresión divertida y dijo:—Hoy vamos a elegir el vestido para la boda. La modista y algunas hembras veteranas nos esperan en unos veinte minutos. Puedes terminar tu desayuno tranquilamente, no te preocupes.Asentí con un gesto mientras terminaba de comer, pero mi tranquilidad se desvaneció cuando Elisabeth hizo su entrada triunfal en el comedor, seguida por su séquito. Su mirada llena de desdén no pasó desapercibida para Melia, que frunció el ceño.—Esa chica… me odia —comenté en voz baja.—Ah, no te preocupes… —respondió Melia con aire despreocupado—. Es porque quiere estar con mi hermano. Su padre le metió
SEIKDespués de las patrullas matutinas, los guerreros y novatos nos dirigimos al comedor. En el camino, nos topamos con un grupo de hembras que parecían enfrascadas en una discusión. Como siempre, la hembra alborotadora estaba en el centro de la discordia. Alcancé a oír cómo Elisabeth llamaba ‘poca cosa’ a alguien con aire despectivo. Lo que más me llamó la atención fue que Aria, la destinataria del insulto, no pareció inmutarse; parecía acostumbrada a ese trato.No podía dejar que aquello escalara, así que tuve que intervenir antes de que la situación se convirtiera en un problema mayor. 'Las hembras siempre dan problemas', no pude evitar pensar.Cuando el grupo de hembras se dispersó. Nosotros nos disponiamos a irnos pero Elisabeth me llamó con una voz melosa, su tono cargado de intención. No queria detenerme pero tenía que hacerlo. Los machos al ver que se acercaba la hembra se retiraron, dejándonos intimidad.—Seik, hola. ¡Hace tiempo que no te veo!La miré serio, sin ganas de en
SEIKMe uní a los hombres lobo de mi manada mientras se dirigían hacia la arena de entrenamiento. Esta tarde teníamos una sesión especial con los cachorros que recién comenzaban su instrucción. Entre ellos estaba Marcus. '¿Cómo le estará yendo?'me pregunté, sin poder evitarlo.Al llegar a la arena, encontramos a algunos cachorros agrupados en pequeños círculos. Sin embargo, Marcus estaba apartado, de pie, con la mirada perdida en el horizonte. Había algo en su postura que me hizo pensar que no se sentía del todo parte del grupo, como si no encajara.Cuando los cachorros notaron nuestra presencia, se enderezaron de inmediato y nos ofrecieron el saludo formal, firmes y respetuosos. Sus movimientos rígidos dejaban claro cuánto nos admiraban, o quizás cuánto nos temían. Mi beta no perdió tiempo y dio las primeras órdenes.—Cachorros, a calentar.La arena cobró vida al instante. Por todo el campo de entrenamiento, pequeños de entre seis y quince años comenzaron a correr, saltar y realizar e
ARIAEstuve pensando toda la tarde en la escena que vi en el pasillo. Esta vez me costó más de lo habitual ponerme la máscara de indiferencia. Era lógico que el comandante tuviera mujeres, y supongo que las seguirá teniendo… después de todo, es un hombre lobo joven. Ni siquiera sé por qué estoy dándole tantas vueltas al asunto… ya sabía a lo que venía. Solo soy una pieza útil para mi manada, un instrumento para cumplir sus propósitos.Después de lo que me pareció una eternidad, un joven guerrero se acercó a mí para decirme que Seik me esperaba en su despacho. ‘¿Habrá pasado algo?’ La preocupación se apoderó de mí, y sin perder tiempo, salí rápidamente hacia él. Mis pasos eran apresurados, y mi mente no dejaba de especular. Estaba nerviosa.Cuando llegué, llamé a la puerta. La voz de Seik me invitó a pasar. Al entrar, lo encontré tranquilo, sentado tras su escritorio. Eso alivió un poco mi ansiedad, pero no del todo.—Siéntate —dijo con su tono usual, firme pero calmado.Obedecí y, s