Abro el mensaje que acabo de recibir y se trata de papá. Avisa que ya ha llegado a casa. Le respondo que voy en camino para allá.Luego de salir al estacionamiento, subimos al auto y nos marchando del lugar. En todo el transcurso a casa, hablamos de cosas triviales y de vez en cuando compartimos una mirada cómplice. Es una de esa dónde no es necesario hablar para saber lo que el otro piensa. Una conexión que ambos sentimos y no parece incomodarnos a ninguno de los dos. —Nuevamente te agradezco por esta noche, la pasé increíble —digo sincera.—Debemos repetirlo, ¿No lo crees? Alzo una ceja sin entender.—E-eh...—Ava, yo debo confesarte algo —me interrumpe—. Quizás sea muy pronto para ti, pero estoy seguro de lo que siento. Me gustas.Ahogo un jadeo de sorpresa, mis mejillas se han tirando rojas al instante. Miro haci todos lados menos a su rostro, me cuesta creer que esto esté sucediendo.Abro la boca para emi
La sola idea de conocer a su familia me daba un poco de miedo quizás porque imaginaba y no iba agradarle o no sería la clase de novia que Jackson solía tener. Sin embargo, me obligue apartar aquellos pensamientos de mi mente y otro Lidia me agradó.—Me parece perfecto, me gustaría volver a ver a tu madre y conocer a tu padre —digo acomodando las gafas sobre el puente de mi nariz.—Sí, ellos están ansiosos de que vayas a cenar con nosotros un día de estos —de mis labios surca una sonrisa genuina—. ¿Es que es muy pronto que te lleve a casa de mis padres?—¿Por qué lo preguntas? —inquiero.Se encoge de hombros.—No lo sé, quizás porque todavía no hemos formalizado lo que tenemos y además no quiero apresurar las cosas y hacer que te sientes incómoda. Mi padres suelen ser un poco intensos cuando se trata de sus hijos y aunque no eres la primera chica a la que llego a casa, no no pasarán por alto que eres distinta a muchas de las que han ido. ¿
La cena en casa de los Mckellen fue de maravilla. Me hicieron sentir parte de la familia apenas crucé la enorme puerta de la mansión. Se mostraron muy cordiales y cariñosos conmigo, sobre todo la madre de Jackson que no dejaba de sacarme conversación. La velada transcurrió entre anécdotas de las familia, se podía notar lo unidos que eran todos. Luego, Jackson me mostró su hogar, en cada rincón veía una fotografía de él y su hermano Noah. El pequeño de los Mckellen me pareció de lo más tierno y adorable. —Bueno, esta es mi habitación —gira la perilla dejándome ver un dormitorio muy masculino. Hay muebles color negro, una enorme cama ocupa el centro del espacioso lugar. Estanterías llenas de libros, escritorio, armario y una repisa dónde se pude apreciar las medallas y fotos del pelinegro. —Es muy bonita —digo dándome la vuelta para mirarlo. Sonríe amable. —Gracias —revuelve su cabello desordenándolo—. ¿Quieres ver una película? Alzo las cejas sorprendida. —Claro. P-pero, ¿T
Corté el filete y llevé la carne a mi boca, dejando el cubierto al lado, rápidamente sentí ganas de escupirlo en el plato reluciente, igual que todo lo que había en ese restaurante. Odiaba esas reuniones, la mayoría aparentaban ser educados pero destilaban arrogancia, se creían mejores que el resto solo por haber estudiado es prestigiosas universidades y tener carreras que la sociedad solía catalogar como "la vida de millonarios". Y lo cierto es que así nos veíamos, nuestro apellido era reconocido en todo el país, la marca de "Palmer Hays" la más famosa joyerías de la ciudad. —¡Atención! —Despegué la vista del elegante mantel con piedrería brillante, había tanto que llegaba a aturdirme. Tío Braxton golpeo su copa con delicadeza y todos lo miramos esperando que hablara. —Como ya saben, la empresa pronto será dirigida por mi querida sobrina Annie, y no me puedo sentir más orgullo de que sea ella quien siga con el legado familiar. —¿Orgullo? Si claro. Plasmó una sonrisa tan falsa que m
Al llegar a casa subí directo a la habitación, encerrándome en ella. Cambié el largo vestido Chanel por una sencilla pijama de algodón. Caminé al baño y enjuagué mi rostro quitando todo el maquillaje. Regresé a la recamara y saqué el cuaderno lleno de retratos, los que solía hacer a escondidas para no ser descubierta, puesto que era un desperdicio de tiempo y les parecía basura a ellos, sobre todo a tío Braxton que se empeñaba en romper y botar mis lápices, pinturas y cuadernos con tal de que no verme dibujar. Por esa razón había decidido hacerlo solo cuando él no se encontrara en la mansión, es decir, los fines de semana que le tocaba ir de viaje de negocios. Unos toques a la puerta interrumpieron mis pensamientos, escondí el cuaderno debajo del enredón blanco. Acomodé los libros de la universidad simulando estudiar.—Querida, mañana temprano iremos de compras. Necesitas el vestido de boda cuanto antes. —Fruncí el ceño.—Pero, aún no hemos planeado la fecha.Leighton soltó un chasq
Días después...Caminé sin rumbo fijo por la acera desolada, había despertado con ganas de recorrer la ciudad, era agradable tener un día como las demás personas que por razones de la vida a pesar de no tener todo el dinero y las comodidades que yo si, eran felices, se les notaba en sus rostros cansados después de su ardua labor de trabajo, y aún así conservaban esa pizca de alegría que nada ni nadie, les podía robar.Quizás muchos pensaban que la fama era sinónimo de éxito. Pero no estaba tan segura de ello. Había una frase muy conocida que mi padre solía decirme.“Ten cuidado con lo que deseas, porque se te puede cumplir”Papá una vez me contó la historia sobre uno de los máximos representantes de la Ilustración, Voltaire, escritor y filósofo francés, que deseaba la fama. En su juventud escribió que le encantaría ser muy conocido, admirado y respetado. Muy normal en el ser humano, ¿No? La vida así se lo cumplió. Su intelecto y talento lo convirtieron en una de las p
El llanto del niño hizo que despertara de golpe, por la brusquedad siento la cabeza palpitar, presiono los costados de mi sien masajeándolos suavemente para aliviar el aguijón que se produce cada vez que los gritos del mocoso son más fuertes. Entorno los ojos al hombre que está a mi lado, sus dedos se mueven con rapidez en el teclado de su computador.Ya va, ¿No se había dañado? El sonido que hace es molesto, quiero tomar aunque sea una siesta antes de aterrizar, pero por lo que veo el universo parece conspirar en mi contra. Toco su hombro pero está tan concentrado en lo que hace que debo volver a darle un leve golpecito en el brazo, aún así nada.Frustrada, e irritada por el ruido, tomo el impulso de cerrar la pantalla de su portátil importándome un pepino si he aplastado sus dedos. Furibundo voltea a verme, lo miro de la misma manera elevando una de mis pobladas cejas castañas. —Algunos intentamos descansar, puedes tener la amabilidad de ser menos ruidoso con lo que sea que estás
Me sobresalto oyendo la risa ronca que suelta el pervertido, sin notarlo las comisuras de mis labios se elevan en una sonrisa. —A ver, ¿Y por qué vendrías tú y no otra persona? Debes ser una princesa muy arriesgada, eh. —Niego con la cabeza entre divertida y avergonzada. —¿Es tu primera ves en el país? —pregunta cambiando de tema. Su hombro roza con el mío al darle paso a un señor de barba que lo saluda con un asentimiento de cabeza.—Sí, ¿Tú? Intercambia algunas palabras con el señor de aspecto serio. Es inevitable no oír su perfecta pronunciación en árabe, finjo checar la hora en mi reloj que adorna la pálida piel de mi muñeca. —No, de hecho vivo prácticamente aquí. —Contesta. Frunzo el ceño sin entender. —Negocios —añade viendo mi confusión. —Oh. Guardamos silencio en lo que resta el transcurso en el elevador, a los pocos minutos las puertas se abren en el piso al que me dirijo, salgo del ascensor y el pervertido también lo hace. Solo que él va directo a una de las habitacione