Al llegar a casa subí directo a la habitación, encerrándome en ella. Cambié el largo vestido Chanel por una sencilla pijama de algodón. Caminé al baño y enjuagué mi rostro quitando todo el maquillaje. Regresé a la recamara y saqué el cuaderno lleno de retratos, los que solía hacer a escondidas para no ser descubierta, puesto que era un desperdicio de tiempo y les parecía basura a ellos, sobre todo a tío Braxton que se empeñaba en romper y botar mis lápices, pinturas y cuadernos con tal de que no verme dibujar. Por esa razón había decidido hacerlo solo cuando él no se encontrara en la mansión, es decir, los fines de semana que le tocaba ir de viaje de negocios.
Unos toques a la puerta interrumpieron mis pensamientos, escondí el cuaderno debajo del enredón blanco. Acomodé los libros de la universidad simulando estudiar.—Querida, mañana temprano iremos de compras. Necesitas el vestido de boda cuanto antes. —Fruncí el ceño.—Pero, aún no hemos planeado la fecha.Leighton soltó un chasquido.—Eso es lo de menos, el vestido es lo más importante y necesitamos asegurarnos de que sea el mejor. —Rodé los ojos.—Ah, y otra cosa —Volteó a mi dirección. —Deja de comer tantos dulces y comidas grasosas que vas a engordar más de lo que estás y lucirás horrible el día de tu boda. Caminó a la puerta y antes me miró de soslayo con una mueca de asco en su rostro. Ella siempre hacía ese tipo de comentarios hirientes, hasta el punto de obligarme a llevar una dieta estricta que me mantuviera "saludable." Al principio no le prestaba atención e intentaba ignorarla, pero sus críticas fueron cada vez más severas y terminaba vomitando lo poco que había ingerido. Todo comenzó en la adolescencia, mis padres habían muerto y me refugié en los dulces que era lo único que lograba hacerme sentir bien, a los quince años de edad mi peso aumentó y Leighton me obligó a asistir a un nutricionista, además del gimnasio que hay en la mansión. Debo admitir que agradecía que me hubiera ayudado a arreglar mi imagen, sin embargo su obsesividad por mantenerme saludable al igual que ella era demasiado atosigante. Controlaba a su antojo todo lo que tenía que ver con la ropa que usaba, incluso mis amistades. El celular vibró encima de la cómoda, miré la pantalla leyendo el nombre de Lauren, mi mejor amiga. —¿Sí? —respondí colocando el móvil en mi oreja. —¡Amiga! —chilló desde el otro lado. —Te extrañé, tuve que sentarme sola en la cafetería y ni vas a creer quién preguntó por ti.—¿Quién? —Ryan Connor —canturreó. —¿Ryan? —Fruncí el entrecejo sin saber de quién hablaba.—¿Es en serio? !Por dios Annie! ¿Todas mueren por ese bombón y tú no tienes idea de quién es? —Rodé los ojos divertida. —El rubio que rayó tu auto.¡Claro, ya lo recuerdo! Cómo olvidar a el imbécil grosero que no se disculpó por dañar el auto que me había regalado Liam, realmente no fue la gran cosa, apenas se notaba el pequeño rasguño. Sin embargo, lo que si no podía sacar de mi mente fueron aquellos grisáceos ojos que me miraron con intensidad. Escuché que venía de España y sabía hablar varios idiomas, ya entendía porqué las chicas de mi universidad estaban coladas por él nuevo. —Ah, sí, lo recuerdo. —Me limité a decir.—Bueno, me ha pedido que te invite a la fiesta que hará Jordan en el club nocturno de su padre. —Comentó. —No lo sé Lauren, sabes cómo son mis tíos y lo más probable es que no...—¡Tonterías! Basta de que te tengan encerrada las veinticuatro horas del día, están arruinando tu juventud. No sales de fiestas, ni siquiera te dan permiso de salir conmigo, anda Annie, al menos hazlo por mí esta vez. —Suspiré analizando sus palabras.—De acuerdo, pero solo será un rato, y luego me traes de vuelta antes que ellos se den cuenta, ¿Vale? —¡Bien! —Gritó contenta. —¿Cómo estuvo la cena? Mi sonrisa se borró recordando la propuesta de Liam, aún procesaba todo, había aceptado casarme con un hombre que no amaba y todo era por complacerlos a ellos, esas dos personas que se hicieron cargo de mí cuando perdí a mis padres.—Nada interesante, ya sabes, charlas aburridas, quedé con hambre puesto que solo te sirven un bocado y... —Dudé en contarle que estaba comprometida con Liam, sabía lo que Lauren pensaba de él, tampoco le agradaba al engreído de Livingston. —Y eso. Me limité a decir, por ahora lo mantendría en secreto hasta que decidiera comentarle de la futura boda. Boda...Mi boda, jamás imaginé que terminaría haciendo lo que tanto odiaba, casarme por obligación con un hombre que no amaba. —¿Cómo vas con Blake? —cambié de tema. El suspiro de Lauren sonó de que todo iba de maravilla.Comenzó a contarme de la cita en el concierto de la banda en la que tocaba el moreno de ojazos verdes, a decir verdad era muy atractivo y traía enamorada a Lauren. El chico tenía una personalidad estupenda, desde que lo conocí me infundió tanta confianza, y eso no me sucedía siempre. Había leído que era normal reaccionar así, puesto que todos en algún momento de sus vidas hemos sentido desconfianza, siendo una emoción tan desagradable que puede originarse en el temor a que nos hagan daño y/o a pasarlo mal. Y aunque también suele ser hacia una persona en concreto, en ocasiones puede darse ante una situación o cosa. Lauren continuó hablando de su príncipe, como ella le decía, y luego tuvo que colgar ya que debía cuidar de su hermano pequeño. Nos despedimos prometiéndole que iría la la fiesta de Ryan. Me quedé observando el techo blanco adornado con la brillante lámpara de metal, mis ojos se sentían pesados y poco a poco sin darme cuenta me quedé dormida.Días después...Caminé sin rumbo fijo por la acera desolada, había despertado con ganas de recorrer la ciudad, era agradable tener un día como las demás personas que por razones de la vida a pesar de no tener todo el dinero y las comodidades que yo si, eran felices, se les notaba en sus rostros cansados después de su ardua labor de trabajo, y aún así conservaban esa pizca de alegría que nada ni nadie, les podía robar.Quizás muchos pensaban que la fama era sinónimo de éxito. Pero no estaba tan segura de ello. Había una frase muy conocida que mi padre solía decirme.“Ten cuidado con lo que deseas, porque se te puede cumplir”Papá una vez me contó la historia sobre uno de los máximos representantes de la Ilustración, Voltaire, escritor y filósofo francés, que deseaba la fama. En su juventud escribió que le encantaría ser muy conocido, admirado y respetado. Muy normal en el ser humano, ¿No? La vida así se lo cumplió. Su intelecto y talento lo convirtieron en una de las p
El llanto del niño hizo que despertara de golpe, por la brusquedad siento la cabeza palpitar, presiono los costados de mi sien masajeándolos suavemente para aliviar el aguijón que se produce cada vez que los gritos del mocoso son más fuertes. Entorno los ojos al hombre que está a mi lado, sus dedos se mueven con rapidez en el teclado de su computador.Ya va, ¿No se había dañado? El sonido que hace es molesto, quiero tomar aunque sea una siesta antes de aterrizar, pero por lo que veo el universo parece conspirar en mi contra. Toco su hombro pero está tan concentrado en lo que hace que debo volver a darle un leve golpecito en el brazo, aún así nada.Frustrada, e irritada por el ruido, tomo el impulso de cerrar la pantalla de su portátil importándome un pepino si he aplastado sus dedos. Furibundo voltea a verme, lo miro de la misma manera elevando una de mis pobladas cejas castañas. —Algunos intentamos descansar, puedes tener la amabilidad de ser menos ruidoso con lo que sea que estás
Me sobresalto oyendo la risa ronca que suelta el pervertido, sin notarlo las comisuras de mis labios se elevan en una sonrisa. —A ver, ¿Y por qué vendrías tú y no otra persona? Debes ser una princesa muy arriesgada, eh. —Niego con la cabeza entre divertida y avergonzada. —¿Es tu primera ves en el país? —pregunta cambiando de tema. Su hombro roza con el mío al darle paso a un señor de barba que lo saluda con un asentimiento de cabeza.—Sí, ¿Tú? Intercambia algunas palabras con el señor de aspecto serio. Es inevitable no oír su perfecta pronunciación en árabe, finjo checar la hora en mi reloj que adorna la pálida piel de mi muñeca. —No, de hecho vivo prácticamente aquí. —Contesta. Frunzo el ceño sin entender. —Negocios —añade viendo mi confusión. —Oh. Guardamos silencio en lo que resta el transcurso en el elevador, a los pocos minutos las puertas se abren en el piso al que me dirijo, salgo del ascensor y el pervertido también lo hace. Solo que él va directo a una de las habitacione
El camino al centro comercial fue relativamente rápido, agradezco que el pervertido se ofreciera a traerme, sino estaría perdida en este lugar tan inmenso. La primera tienda a la que fuí tenían ropas muy extrañas, la descarté inmediatamente y me dirigí a la próxima tienda donde hay ropa de todos los estilos. Le tiendo la tarjeta de crédito a la chica de gafas y cabello rizado, ella mira por encima de mi hombro, enseguida sus mejillas se tornan rosadas. Avergonzada de que la haya descubierto observándolo, aparta los ojos del hombre a mi lado. No la culpo, la verdad es que es muy atractivo, posee una belleza perfecta en términos matemáticos, es decir, la distancia entre los rasgos de su rostro es la adecuada. Tiene unos llamativos ojos azules de forma ovalada, cejas con un espesor medio, rectas con los extremos curvos, nariz delgada y perfilada, de longitud media y recta. Sus labios no son ni delgados ni gruesos, tienen la medida correspondiente. El cabello oscuro y abundante cubren pa
A los doce años de edad supe que quería dedicarme al arte y a la fotografía. Un retrato capta en la foto la personalidad, e incluso el alma de la persona retratada, transmitiendo en ocasiones lo que está sintiendo al espectador, cautivándolo, a pesar de que este se encuentre a kilómetros o esté a años de distancia del momento de la toma. Pero que se encarga de capturar la esencia de esa persona ya sea destacando la mirada, la pose o sus cualidades físicas en general y transmitir su estado de ánimo u otro tipo de sensaciones.A mis tíos no les gustó esa idea, ya que estaba decidida a dar todo por ello. Recuerdo la sensación que sentí al pintar el primer cuadro, lo llevé al colegio para mostrarlo a mis amigos, la maestra me animó a tomar clases de pintura en la academia de arte y pintura. Sin embargo, tío Braxton se negó rotundamente, pero para mí el arte era todo lo que tenía y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en el gran sueño de ser una pintora. Así que comencé a ir a cl
«Esperen, ¿Él es su abuelo?»¿Por qué tuvo que aparecer justo hoy? No estoy lista para inventar una historia de como conocí a su nieto, ni siquiera sé que diré. Comienzo a arrepentirme de haber aceptado el estúpido contrato.Said carraspea y posa su mano en mi espalda, el tacto es tibio, es inevitable no sobresaltarme y que mi cuerpo se tense.—Lo siento abuelo, es que estaba entretenido con mi chica. —Me acerca a su cuerpo dejando una distancia prudente.¿Ah? «Ni que fuera juguete»Las espesas cejas del señor se elevan, fija sus invernales ojos en mí, su mirada es analítica y eso hace que incremente el nerviosismo en mi sistema. Luego del eterno escudriño, sonríe amable.—Tú debes ser la hermosa mujer de la que tanto me ha hablado Said. —Asiento sonriente.«Mentirosa»—Sí. Annie, un gusto conocerlo señor...—Raschid Arafat —complementa. —Y dime abuelo, "señor" me hace sentir viejo. —Bromea haciendo que suelte una risita.Debo admitir que lo imaginé intimidante, pero es todo lo contr
—Y tú mejor amigo. —Añade y Said ríe.—Al fin tengo el privilegio de conocerte, este idiota no deja de hablarme de tí.—Me envuelve en un pequeño abrazo que me toma por sorpresa. —Lo traes enamorado, ya ni un mensajito me envía. —Suelto una risita al igual que todos.¿Lo dice en serio? Si son mejores amigos debe de saber que todo es mentira, ¿No?O quizás también se lo va a ocultar a él.—Esperé mucho para poder verla de nuevo, así que déjame en paz. —Bromea Said mientras que baja la mirada guiñándome un ojo. Le doy una sonrisa forzada.¿Por qué no me siento bien haciendo esto? ¿Mentir para obtener dinero? «Esto no es lo que mis padres me inculcaron»Mis padres me enseñaron que mentir está mal, por más que sea una pequeña falacia sigue siendo una mentira. Sin embargo, sino quería regresar a la vida que tenía y casarme obligada, debía seguir con este teatro falso.—¿Nos vamos, amor? —Pregunta Said sacándome de mis pensamientos.No puedo pasar por alto que me llamado así, hasta que me
Despierto sobresaltada escuchado la alarma sonar encima del buró, me siento sobre la cama soltando un bostezo, miro el suelo sumida en un punto fijo.«Hoy me casaré»Said me explicó que tenía un viaje de negocios y duraría una semana fuera, así que se le ocurrió que podíamos adelantar la boda para no tener que esperar hasta su regreso. No me quedó de otra que aceptar.Parece broma pero al final voy a hacer lo mismo que me negué en un principio, con Liam, la diferencia es que este matrimonio durará menos de dos meses y no toda la vida. Sin embargo, no es real, ni siquiera conozco bien al hombre que se convertirá en mi esposo falso. Pero es la única solución a mi problema, no pienso regresar a nueva York.Camino al baño a tomar una ducha, cepillos mis dientes, y a los pocos minutos salgo envuelta en un cálido albornoz de seda. Elijo una falda suelta que cubre mis piernas y un suéter de tela fina para no morir de calor.La mañana está siendo muy calurosa, el sol brilla en todo su esplen