El llanto del niño hizo que despertara de golpe, por la brusquedad siento la cabeza palpitar, presiono los costados de mi sien masajeándolos suavemente para aliviar el aguijón que se produce cada vez que los gritos del mocoso son más fuertes. Entorno los ojos al hombre que está a mi lado, sus dedos se mueven con rapidez en el teclado de su computador.
Ya va, ¿No se había dañado?El sonido que hace es molesto, quiero tomar aunque sea una siesta antes de aterrizar, pero por lo que veo el universo parece conspirar en mi contra. Toco su hombro pero está tan concentrado en lo que hace que debo volver a darle un leve golpecito en el brazo, aún así nada.Frustrada, e irritada por el ruido, tomo el impulso de cerrar la pantalla de su portátil importándome un pepino si he aplastado sus dedos. Furibundo voltea a verme, lo miro de la misma manera elevando una de mis pobladas cejas castañas.—Algunos intentamos descansar, puedes tener la amabilidad de ser menos ruidoso con lo que sea que estás haciendo. —Su expresión cambia a una de sorpresa, tal vez no se esperaba que me comportara así. Pero cuando de dormir se tratase no medía mis acciones con tal de descansar plácidamente.Sus ojos azules se conectaron con los míos, dios, si que es guapo. Pero ni eso le quitaba lo idiota.—Disculpa, pero esto no es tu recamara para que andes ordenando que guarde silencio, tú necesitas descansar, y yo trabajar. —Abrió su portátil ignorando mi mirada fulminante. —Escucha, tengo menos de una hora para terminar con un proyecto, si tanto te obstina el sonido de las teclas pues cambia de puesto o lánzate por la ventana.¿Qué se ha creído este?Estoy por protestar pero la voz chillona de la azafata llega a mis oídos, le pregunta al zopenco de al lado si todo está bien.—Sí—NoDecimos los dos al unisono, la mujer con cabello rubio nos observa fastidiada. Es su trabajo, no debería de quejarse si algunos pasajeros tienen un problema durante el viaje.Me apresuro a hablar.—Verá, lo que sucede es que solo le he pedido que no haga tanto ruido con su portátil.El hombre resopla.—No entiendo porqué te molesta tanto si yo he tenido que aguantarme tus estruendosos ronquidos. Te pareces a mi abuela.Abro la boca indignada, ahora si que acaba de pasarse. Y eso no es todo, tengo ganas de arrancarle las horribles extenciones a la estúpida azafata al verla aplanar sus labios para no reírse. Simula seriedad pero ya es tarde porque palidece al darse cuanta de mi cara, se marcha excusándose de que la llaman.Cruzo lo brazos sobre mi pecho imitando el gesto del idiota, este clava la mirada en la abertura de mi blusa manchada.—¿Se te perdió algo allá abajo? —cuestiono a casi nada de estampar mi pequeña valija en su hermosa cara.¿Dije hermosa? ¡Agh!El pervertido niega con la cabeza apartando sus ojos de mis pechos, vuelve su vista al ordenador y lo cierra.—No creo que encuentre algo allí de todos modos. —Seguido de eso se levanta del asiento dejándome con los miles de insultos que he querido soltarle desde que manchó mi blusa.(***)Bajo del lujoso auto con techo rosa, sí, muy extraño, ¿No? Pero aquí en Dubái es de lo más normal, son taxis exclusivos para el uso del género femenino. Fue lo que me explicó la mujer con acento extranjero. También agregó que estando en la ciudad, me sentiría en un mundo completamente diferente, en medio de lujos, oro y extravagancias. Y vaya que tenía razón. Pude ver a muchas personas paseando animales salvajes como mascotas, casi solté un gritito observando al enorme león acercarse a la ventana.Reviso el mapa que obtuve al bajar de la avión, ya que en Dubái no hay direcciones ni código postal, ubicarme en la gran ciudad sería un poco complicado. Me acerco al majestuoso edificio de vidrios azules, ingreso al interior y es mucho más sorprendente, detrás del mostrador se encuentra una mujer con rasgos llamativos, supongo que es de aquí. Viste un uniforme blanco con rojo bien arreglado y prolijo que consiste en dos piezas. Debe ser la recepcionista.—Buenas noches —levanta la vista de la tablet.—Buenas noches, bienvenida al hotel Arafat ¿En qué puedo ayudarle? —Dice en un perfecto inglés.—Sí, bueno quiero reservar una habitación en el hotel. —Informo colocando la valija en el suelo reluciente.—De acuerdo, ¿Para cuándo quiere hacer la reserva? —Habla con amabilidad.—Desde hoy, y solo por una semana.—Bien, ¿Qué tipo de habitación quiere? —Pregunta.—Una habitación con jacuzzi.—Todas la habitación cuentan con jacuzzis octogonal con hidromasajes, cama Queen, dos Tv de cuarenta y ocho pulgadas, secador de cabello, servicio de wifi, Bar tridimensional, muebles, cuatro pufs con mesa, ducha doble, secador de cabello, servicio Wifi y estacionamiento. También disponemos de saunas, gimnasio, spa, piscina y un restaurante.—Sonríe con profesionalismo.sí que es lujoso...—Eh, esa está bien. —Balbuceo procesando todo lo que acaba decirme.—Perfecto, ¿Me podría decir su nombre, por favor? —inquiere sin borrar su sonrisa.—Oh, sí, Annie Palmer. —Teclea en el portátil.—Vale. Para garantizar su reserva necesito los datos de su tarjeta de crédito. —Se la tiendo y le indico el número. —Muy bien. Tome nota de su reserva, es la trescientos veintiséis y queda en el octavo piso. Muchas gracias por elegir nuestro hotel, buenas noches.Entrega mi tarjeta de crédito y la otra tarjeta de llave para acceder a la habitación. Me despido agradeciéndole y subo al elevador pulsando el piso correspondiente, antes de que las puertas se cierren un cuerpo lo detiene ingresando al interior del amplio ascensor. Lo veo y no puedo creer que se tarda del mismo hombre.—¿Acaso me persigues? — apenas las palabras salen de mi boca y me siento estúpida de lo que acabo de preguntar.El pervertido, (ya que no me sé el nombre) ladea la cabeza hacia mí, cabe destacar que debe bajar su rostro para poder verme, y no es para menos, parezco Tinkerbell a comparación de su prominente altura de metro noventa. Viéndolo bien, su presencia es intimidante.—¿Quién te crees, de la realeza? —bromea con voz gruesa y vibrante.¡Oh dios mío! ¡Hasta su voz fue sexy! Escucho mi vocecilla interior.¿Qué? ¡Claro que no! Es un idiota y eso le quita todo lo lindo.—Eso tú no lo sabes, tal vez escapé del palacio y vine de infiltrada para averiguar secretos del hotel. —Necesito cerrar la boca para no seguir diciendo estupideces sin sentido.Definitivamente estoy loca.Me sobresalto oyendo la risa ronca que suelta el pervertido, sin notarlo las comisuras de mis labios se elevan en una sonrisa. —A ver, ¿Y por qué vendrías tú y no otra persona? Debes ser una princesa muy arriesgada, eh. —Niego con la cabeza entre divertida y avergonzada. —¿Es tu primera ves en el país? —pregunta cambiando de tema. Su hombro roza con el mío al darle paso a un señor de barba que lo saluda con un asentimiento de cabeza.—Sí, ¿Tú? Intercambia algunas palabras con el señor de aspecto serio. Es inevitable no oír su perfecta pronunciación en árabe, finjo checar la hora en mi reloj que adorna la pálida piel de mi muñeca. —No, de hecho vivo prácticamente aquí. —Contesta. Frunzo el ceño sin entender. —Negocios —añade viendo mi confusión. —Oh. Guardamos silencio en lo que resta el transcurso en el elevador, a los pocos minutos las puertas se abren en el piso al que me dirijo, salgo del ascensor y el pervertido también lo hace. Solo que él va directo a una de las habitacione
El camino al centro comercial fue relativamente rápido, agradezco que el pervertido se ofreciera a traerme, sino estaría perdida en este lugar tan inmenso. La primera tienda a la que fuí tenían ropas muy extrañas, la descarté inmediatamente y me dirigí a la próxima tienda donde hay ropa de todos los estilos. Le tiendo la tarjeta de crédito a la chica de gafas y cabello rizado, ella mira por encima de mi hombro, enseguida sus mejillas se tornan rosadas. Avergonzada de que la haya descubierto observándolo, aparta los ojos del hombre a mi lado. No la culpo, la verdad es que es muy atractivo, posee una belleza perfecta en términos matemáticos, es decir, la distancia entre los rasgos de su rostro es la adecuada. Tiene unos llamativos ojos azules de forma ovalada, cejas con un espesor medio, rectas con los extremos curvos, nariz delgada y perfilada, de longitud media y recta. Sus labios no son ni delgados ni gruesos, tienen la medida correspondiente. El cabello oscuro y abundante cubren pa
A los doce años de edad supe que quería dedicarme al arte y a la fotografía. Un retrato capta en la foto la personalidad, e incluso el alma de la persona retratada, transmitiendo en ocasiones lo que está sintiendo al espectador, cautivándolo, a pesar de que este se encuentre a kilómetros o esté a años de distancia del momento de la toma. Pero que se encarga de capturar la esencia de esa persona ya sea destacando la mirada, la pose o sus cualidades físicas en general y transmitir su estado de ánimo u otro tipo de sensaciones.A mis tíos no les gustó esa idea, ya que estaba decidida a dar todo por ello. Recuerdo la sensación que sentí al pintar el primer cuadro, lo llevé al colegio para mostrarlo a mis amigos, la maestra me animó a tomar clases de pintura en la academia de arte y pintura. Sin embargo, tío Braxton se negó rotundamente, pero para mí el arte era todo lo que tenía y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en el gran sueño de ser una pintora. Así que comencé a ir a cl
«Esperen, ¿Él es su abuelo?»¿Por qué tuvo que aparecer justo hoy? No estoy lista para inventar una historia de como conocí a su nieto, ni siquiera sé que diré. Comienzo a arrepentirme de haber aceptado el estúpido contrato.Said carraspea y posa su mano en mi espalda, el tacto es tibio, es inevitable no sobresaltarme y que mi cuerpo se tense.—Lo siento abuelo, es que estaba entretenido con mi chica. —Me acerca a su cuerpo dejando una distancia prudente.¿Ah? «Ni que fuera juguete»Las espesas cejas del señor se elevan, fija sus invernales ojos en mí, su mirada es analítica y eso hace que incremente el nerviosismo en mi sistema. Luego del eterno escudriño, sonríe amable.—Tú debes ser la hermosa mujer de la que tanto me ha hablado Said. —Asiento sonriente.«Mentirosa»—Sí. Annie, un gusto conocerlo señor...—Raschid Arafat —complementa. —Y dime abuelo, "señor" me hace sentir viejo. —Bromea haciendo que suelte una risita.Debo admitir que lo imaginé intimidante, pero es todo lo contr
—Y tú mejor amigo. —Añade y Said ríe.—Al fin tengo el privilegio de conocerte, este idiota no deja de hablarme de tí.—Me envuelve en un pequeño abrazo que me toma por sorpresa. —Lo traes enamorado, ya ni un mensajito me envía. —Suelto una risita al igual que todos.¿Lo dice en serio? Si son mejores amigos debe de saber que todo es mentira, ¿No?O quizás también se lo va a ocultar a él.—Esperé mucho para poder verla de nuevo, así que déjame en paz. —Bromea Said mientras que baja la mirada guiñándome un ojo. Le doy una sonrisa forzada.¿Por qué no me siento bien haciendo esto? ¿Mentir para obtener dinero? «Esto no es lo que mis padres me inculcaron»Mis padres me enseñaron que mentir está mal, por más que sea una pequeña falacia sigue siendo una mentira. Sin embargo, sino quería regresar a la vida que tenía y casarme obligada, debía seguir con este teatro falso.—¿Nos vamos, amor? —Pregunta Said sacándome de mis pensamientos.No puedo pasar por alto que me llamado así, hasta que me
Despierto sobresaltada escuchado la alarma sonar encima del buró, me siento sobre la cama soltando un bostezo, miro el suelo sumida en un punto fijo.«Hoy me casaré»Said me explicó que tenía un viaje de negocios y duraría una semana fuera, así que se le ocurrió que podíamos adelantar la boda para no tener que esperar hasta su regreso. No me quedó de otra que aceptar.Parece broma pero al final voy a hacer lo mismo que me negué en un principio, con Liam, la diferencia es que este matrimonio durará menos de dos meses y no toda la vida. Sin embargo, no es real, ni siquiera conozco bien al hombre que se convertirá en mi esposo falso. Pero es la única solución a mi problema, no pienso regresar a nueva York.Camino al baño a tomar una ducha, cepillos mis dientes, y a los pocos minutos salgo envuelta en un cálido albornoz de seda. Elijo una falda suelta que cubre mis piernas y un suéter de tela fina para no morir de calor.La mañana está siendo muy calurosa, el sol brilla en todo su esplen
Ni crea que haré lo me pide, tampoco pude obligarme a regresar si me caso con Said.¡Claro! Si me convierto en la esposa de Said, ya no estaré bajo la responsabilidad de tío Braxton. Perderá el derecho que tiene sobre mí por el hecho de tener un esposo.¡Ja! No te saldrás con la tuya esta vez, tío.(***)Termino de firmar el último documento, después que el juez nos indica que eso es todo y salimos del registro civil cada uno por su lado, todo lo contrario a lo enamorados esposos que se besan con amor mientras los demás aplauden.«Espero algún día tener a alguien que me ame de verdad»Un carraspeo me saca de mi distraída mente, alzo la mirada mis ojos se topan con los suyos. —Steven nos llevará a la mansión, lamento dejarte sola, aunque los empleados estarán allí y si deseas salir puedes pedirle a mi chófer que te lleve a dónde sea que vayas. —Explica abriendo la puerta del auto para que suba. Me acomodo en el asiento y seguido de esto tengo a Said a mi lado embriagandome con su per
No me da tiempo de voltear porque enseguida acorta la distancia y une nuestros labios en un beso tierno, apenas un roze, su boca se mueve lento, con una subida que hace saltar mi corazón. Es una sensación que se me instala en el pecho e incita a corresponderle de la misma manera. De pronto el beso cambia de ritmo llevandonos al compás de mi desenfrenado corazón, siento las piernas débiles y un cosquilleo en mi estómago que aumenta sintiendo la mano de Said aferrarse a mis caderas. Me dejo llevar, me pierdo en esa extraña sensación que no estoy segura de que se trata, pero sacude todos mis sentidos al ir tornándose cada vez más intenso. De repente me separo abruptamente al darme cuenta lo que he hecho, no soy capaz de mirarlo a los ojos, con tan solo ver sus labios hinchados basta para entender lo que ha pasado. Volteo a la ventana y me aseguro de que no nos estén viendo, subo mi mano y la estrello en la mejilla de Said haciendo que mi palma arda por la brusquedad.—Que sea la última