Me sobresalto oyendo la risa ronca que suelta el pervertido, sin notarlo las comisuras de mis labios se elevan en una sonrisa.
—A ver, ¿Y por qué vendrías tú y no otra persona? Debes ser una princesa muy arriesgada, eh. —Niego con la cabeza entre divertida y avergonzada. —¿Es tu primera ves en el país? —pregunta cambiando de tema. Su hombro roza con el mío al darle paso a un señor de barba que lo saluda con un asentimiento de cabeza.—Sí, ¿Tú?Intercambia algunas palabras con el señor de aspecto serio. Es inevitable no oír su perfecta pronunciación en árabe, finjo checar la hora en mi reloj que adorna la pálida piel de mi muñeca.—No, de hecho vivo prácticamente aquí. —Contesta. Frunzo el ceño sin entender. —Negocios —añade viendo mi confusión.—Oh.Guardamos silencio en lo que resta el transcurso en el elevador, a los pocos minutos las puertas se abren en el piso al que me dirijo, salgo del ascensor y el pervertido también lo hace. Solo que él va directo a una de las habitaciones exclusivas del hotel.Millonario, ¿Por qué no me sorprende?Registro la tarjeta magnética por medio de un pequeño electroimán que emite un sonido agudo y rápidamente se activa la cerradura de la puerta, dándome acceso al interior. Mis ojos se agrandan recorriendo la suites, es una gran habitación con cama king size, dotada de una esmerada exquisitez y decorada con elegantes y lujosos textiles. Sala de estar de gran dimensión con varios sofás, sillones y mesa de café; además del Baño en mármol con jacuzzi y ducha incluida. Las paredes de un color marfil dan la sensación de estar en un palacio, una lámpara de araña que cuelga del techo ilumina la estancia creando un ambiente elegante.Dejo la valija en la cómoda y voy al baño a tomar un largo baño de espumas, me despojo de la ropa, sin perder más tiempo entro a la bañera y sumerjo mi cuerpo desnudo en el agua tibia. En el acto cierro los ojos relajándome por completo, solo espero no quedarme dormida.(***)Observo mi reflejo en el espejo, estoy enfundada en un vestido rojo de tirantes finos, más arriba de las rodillas. Llevo minutos debatiéndome si debo salir con esta prenda, debido al código estricto de la vestimenta en el país, por otro lado es la única ropa que traje y tengo que ir de compras. Las maletas quedaron en el auto de tío Braxton, no podía arriesgarme de bajar con ellas para el baño, sino iba a ser muy sospechoso y lo más probable es que todo mi plan por escapar se hubiese arruinado.Me armo de valor y salgo de la habitación, camino de prisa subiendo al elevador que por fortuna se encuentra vacío. No tardo mucho en llegar al primer piso, varios hombres usan el thawb o dishdash, una túnica blanca que llega hasta los tobillos, además, lo acompañan con un turbante llamado kafiyyeh que usan en la cabeza. Me siento fuera de lugar, y la incomodidad crece cuando las personas, incluyendo aquellos hombres, se fijan en mi presencia. Me miran con desaprobación, claramente estoy pasando por alto el protocolo, tengo entendido que hay que ser conservador y no es bien visto que las mujeres usen ropa ajustada, faldas muy cortas, poca ropa o sugestiva en espacios públicos.—Estupendo. Ahora me expulsaran del país por romper sus reglas.—No llegan a tanto, pero por lo que veo eres muy dramática. —Me sobresalto escuchando esa voz ronca. —Sígueme la corriente.¿Ah...?—Usted, necesito que venga conmigo. —Ordena un hombre barbudo con traje azul oscuro. —Señor Ara...—¡Akram! Amigo mío, cuánto tiempo sin verte. —Lo interrumpe dándole un apretón de mano. —Ah, ella es Annie, mi novia.¡¿Qué?! ¿Cómo sabes mi nombre?Giro la cabeza viéndolo confundida, él por el contrario posa su mano en mi hombro en un movimiento fugaz.—Un gusto señora. —Debo dibujar una sonrisa amable, que sale más como una mueca, no me culpen, aún proceso lo que él pervertido acaba de decir.—Igualmente —respondo.El hombre se acerca al pervertido y le susurra algo en el oído que no logro escuchar, luego se despide retirándose por el largo pasillo.—¿Qué fue... —Una mano tironea de mi brazo, de pronto tengo la espalda pegada al metal frío del elevador.—De nada —emite con sarcasmo.—¿Por qué se supone que deba agradecerte?Frunce el ceño.—¿No es obvio? —eleva una ceja. —Te iban a obligar a pagar una multa o peor, pasarías la noche en la cárcel por tu ropa. —Explica escaneando mis piernas descubiertas hasta el pronunciado escote en el pecho. Instintivamente crucé los brazo para cubrirme.—No fue mi intención, mis maletas se extraviaron. —Miento apartando la mirada de la suya. —Bueno, y ¿Por qué le dijiste que era tu novia? —me encuentro preguntando.—Ah, pues no lo sé, es lo único que se me ocurrió. —Dice encogiéndose de hombros.Salimos del ascensor, caminamos en silencio por el largo pasillo iluminado, se detiene en la puerta de la suite de su habitación. Achico los ojos no entendiendo lo que hace, ni crea que se pasará de listo.—Hey, lo que sea que esa cabecita esté pensando, está muy equivocada. Te prestaré un abrigo y así no llamarás la atención de los hombres. —Vuelve a agarrar mi brazo y me arrastra al interior cerrando la puerta tras él.El lugar es tres veces más grande que mi suite, sin duda todo es completamente lujoso. Hay una enorme ventana con vista a la ciudad. Dubái es conocida por su increíble visión de futuro y sus innovadoras hazañas arquitectónicas, por lo que no es de extrañar que albergue algunos edificios impresionantes y se puedan apreciar todos esos majestuosos—Creo que este te quedará perfecto —coloca encima de mis hombros un abrigo dorado de tela brillante. —Es de mi hermana, lo olvidó la última vez que vino a visitarnos. —Menciona notando que observo el abrigo. —Vaya, eres muy pequeña.Ignoro lo último y volteo quedando de frente.—Gracias —murmuro.—De nada. —Guarda las manos en los bolsillos de su vaquero blanco. —Si quieres te indico dónde quedan las tiendas, así no te pierdes en el centro comercial.—De acuerdo, te lo agradezco.—No hay de qué, preciosa. —Me sonrojo al ver que guiña un ojo a mi dirección y se dirige a la puerta.¿Preciosa? ¿Está coqueteando...? Sacudo la cabeza. Seguro le dice así a todas, le resto importancia y lo sigo detrás.El camino al centro comercial fue relativamente rápido, agradezco que el pervertido se ofreciera a traerme, sino estaría perdida en este lugar tan inmenso. La primera tienda a la que fuí tenían ropas muy extrañas, la descarté inmediatamente y me dirigí a la próxima tienda donde hay ropa de todos los estilos. Le tiendo la tarjeta de crédito a la chica de gafas y cabello rizado, ella mira por encima de mi hombro, enseguida sus mejillas se tornan rosadas. Avergonzada de que la haya descubierto observándolo, aparta los ojos del hombre a mi lado. No la culpo, la verdad es que es muy atractivo, posee una belleza perfecta en términos matemáticos, es decir, la distancia entre los rasgos de su rostro es la adecuada. Tiene unos llamativos ojos azules de forma ovalada, cejas con un espesor medio, rectas con los extremos curvos, nariz delgada y perfilada, de longitud media y recta. Sus labios no son ni delgados ni gruesos, tienen la medida correspondiente. El cabello oscuro y abundante cubren pa
A los doce años de edad supe que quería dedicarme al arte y a la fotografía. Un retrato capta en la foto la personalidad, e incluso el alma de la persona retratada, transmitiendo en ocasiones lo que está sintiendo al espectador, cautivándolo, a pesar de que este se encuentre a kilómetros o esté a años de distancia del momento de la toma. Pero que se encarga de capturar la esencia de esa persona ya sea destacando la mirada, la pose o sus cualidades físicas en general y transmitir su estado de ánimo u otro tipo de sensaciones.A mis tíos no les gustó esa idea, ya que estaba decidida a dar todo por ello. Recuerdo la sensación que sentí al pintar el primer cuadro, lo llevé al colegio para mostrarlo a mis amigos, la maestra me animó a tomar clases de pintura en la academia de arte y pintura. Sin embargo, tío Braxton se negó rotundamente, pero para mí el arte era todo lo que tenía y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en el gran sueño de ser una pintora. Así que comencé a ir a cl
«Esperen, ¿Él es su abuelo?»¿Por qué tuvo que aparecer justo hoy? No estoy lista para inventar una historia de como conocí a su nieto, ni siquiera sé que diré. Comienzo a arrepentirme de haber aceptado el estúpido contrato.Said carraspea y posa su mano en mi espalda, el tacto es tibio, es inevitable no sobresaltarme y que mi cuerpo se tense.—Lo siento abuelo, es que estaba entretenido con mi chica. —Me acerca a su cuerpo dejando una distancia prudente.¿Ah? «Ni que fuera juguete»Las espesas cejas del señor se elevan, fija sus invernales ojos en mí, su mirada es analítica y eso hace que incremente el nerviosismo en mi sistema. Luego del eterno escudriño, sonríe amable.—Tú debes ser la hermosa mujer de la que tanto me ha hablado Said. —Asiento sonriente.«Mentirosa»—Sí. Annie, un gusto conocerlo señor...—Raschid Arafat —complementa. —Y dime abuelo, "señor" me hace sentir viejo. —Bromea haciendo que suelte una risita.Debo admitir que lo imaginé intimidante, pero es todo lo contr
—Y tú mejor amigo. —Añade y Said ríe.—Al fin tengo el privilegio de conocerte, este idiota no deja de hablarme de tí.—Me envuelve en un pequeño abrazo que me toma por sorpresa. —Lo traes enamorado, ya ni un mensajito me envía. —Suelto una risita al igual que todos.¿Lo dice en serio? Si son mejores amigos debe de saber que todo es mentira, ¿No?O quizás también se lo va a ocultar a él.—Esperé mucho para poder verla de nuevo, así que déjame en paz. —Bromea Said mientras que baja la mirada guiñándome un ojo. Le doy una sonrisa forzada.¿Por qué no me siento bien haciendo esto? ¿Mentir para obtener dinero? «Esto no es lo que mis padres me inculcaron»Mis padres me enseñaron que mentir está mal, por más que sea una pequeña falacia sigue siendo una mentira. Sin embargo, sino quería regresar a la vida que tenía y casarme obligada, debía seguir con este teatro falso.—¿Nos vamos, amor? —Pregunta Said sacándome de mis pensamientos.No puedo pasar por alto que me llamado así, hasta que me
Despierto sobresaltada escuchado la alarma sonar encima del buró, me siento sobre la cama soltando un bostezo, miro el suelo sumida en un punto fijo.«Hoy me casaré»Said me explicó que tenía un viaje de negocios y duraría una semana fuera, así que se le ocurrió que podíamos adelantar la boda para no tener que esperar hasta su regreso. No me quedó de otra que aceptar.Parece broma pero al final voy a hacer lo mismo que me negué en un principio, con Liam, la diferencia es que este matrimonio durará menos de dos meses y no toda la vida. Sin embargo, no es real, ni siquiera conozco bien al hombre que se convertirá en mi esposo falso. Pero es la única solución a mi problema, no pienso regresar a nueva York.Camino al baño a tomar una ducha, cepillos mis dientes, y a los pocos minutos salgo envuelta en un cálido albornoz de seda. Elijo una falda suelta que cubre mis piernas y un suéter de tela fina para no morir de calor.La mañana está siendo muy calurosa, el sol brilla en todo su esplen
Ni crea que haré lo me pide, tampoco pude obligarme a regresar si me caso con Said.¡Claro! Si me convierto en la esposa de Said, ya no estaré bajo la responsabilidad de tío Braxton. Perderá el derecho que tiene sobre mí por el hecho de tener un esposo.¡Ja! No te saldrás con la tuya esta vez, tío.(***)Termino de firmar el último documento, después que el juez nos indica que eso es todo y salimos del registro civil cada uno por su lado, todo lo contrario a lo enamorados esposos que se besan con amor mientras los demás aplauden.«Espero algún día tener a alguien que me ame de verdad»Un carraspeo me saca de mi distraída mente, alzo la mirada mis ojos se topan con los suyos. —Steven nos llevará a la mansión, lamento dejarte sola, aunque los empleados estarán allí y si deseas salir puedes pedirle a mi chófer que te lleve a dónde sea que vayas. —Explica abriendo la puerta del auto para que suba. Me acomodo en el asiento y seguido de esto tengo a Said a mi lado embriagandome con su per
No me da tiempo de voltear porque enseguida acorta la distancia y une nuestros labios en un beso tierno, apenas un roze, su boca se mueve lento, con una subida que hace saltar mi corazón. Es una sensación que se me instala en el pecho e incita a corresponderle de la misma manera. De pronto el beso cambia de ritmo llevandonos al compás de mi desenfrenado corazón, siento las piernas débiles y un cosquilleo en mi estómago que aumenta sintiendo la mano de Said aferrarse a mis caderas. Me dejo llevar, me pierdo en esa extraña sensación que no estoy segura de que se trata, pero sacude todos mis sentidos al ir tornándose cada vez más intenso. De repente me separo abruptamente al darme cuenta lo que he hecho, no soy capaz de mirarlo a los ojos, con tan solo ver sus labios hinchados basta para entender lo que ha pasado. Volteo a la ventana y me aseguro de que no nos estén viendo, subo mi mano y la estrello en la mejilla de Said haciendo que mi palma arda por la brusquedad.—Que sea la última
Sé que si no le digo no me dejara en paz, es mejor contarle del contrato.Escucho el auto de Said en la cochera, creo que acaba de llegar, quito el altavoz y me levanto del sofá para subir a mi habitación.—Bueno, te explicaré resumiendo todo —subo los escalones con lentitud. —Tío Braxton bloqueó mi tarjeta de crédito y justo me di cuenta cuando iba a cancelar en la tienda de ropa y Said las pagó por mí. —¿Debo decirle que es un amigo, conocido, o peor, que es mi esposo? —Lo conocí en el avión, de hecho lanzó sin querer su café en mi blusa y como si con eso no bastara nos alojamos en el mismo hotel y... —Me debato si le digo la verdad.Confío en Lauren, solo que no sé como reaccionará cuando se entere de que acepté casarme con un hombre que apenas conozco y que debemos fingir un matrimonio para beneficio de ambos.La verdad es que sonaba muy descabellado.—¿Y? —tomo una bocanada de aire.—Nos casamos —suelto y prosigo a hablar antes que Lauren malinterprete las cosas. —Es un contrato,