Ni crea que haré lo me pide, tampoco pude obligarme a regresar si me caso con Said.¡Claro! Si me convierto en la esposa de Said, ya no estaré bajo la responsabilidad de tío Braxton. Perderá el derecho que tiene sobre mí por el hecho de tener un esposo.¡Ja! No te saldrás con la tuya esta vez, tío.(***)Termino de firmar el último documento, después que el juez nos indica que eso es todo y salimos del registro civil cada uno por su lado, todo lo contrario a lo enamorados esposos que se besan con amor mientras los demás aplauden.«Espero algún día tener a alguien que me ame de verdad»Un carraspeo me saca de mi distraída mente, alzo la mirada mis ojos se topan con los suyos. —Steven nos llevará a la mansión, lamento dejarte sola, aunque los empleados estarán allí y si deseas salir puedes pedirle a mi chófer que te lleve a dónde sea que vayas. —Explica abriendo la puerta del auto para que suba. Me acomodo en el asiento y seguido de esto tengo a Said a mi lado embriagandome con su per
No me da tiempo de voltear porque enseguida acorta la distancia y une nuestros labios en un beso tierno, apenas un roze, su boca se mueve lento, con una subida que hace saltar mi corazón. Es una sensación que se me instala en el pecho e incita a corresponderle de la misma manera. De pronto el beso cambia de ritmo llevandonos al compás de mi desenfrenado corazón, siento las piernas débiles y un cosquilleo en mi estómago que aumenta sintiendo la mano de Said aferrarse a mis caderas. Me dejo llevar, me pierdo en esa extraña sensación que no estoy segura de que se trata, pero sacude todos mis sentidos al ir tornándose cada vez más intenso. De repente me separo abruptamente al darme cuenta lo que he hecho, no soy capaz de mirarlo a los ojos, con tan solo ver sus labios hinchados basta para entender lo que ha pasado. Volteo a la ventana y me aseguro de que no nos estén viendo, subo mi mano y la estrello en la mejilla de Said haciendo que mi palma arda por la brusquedad.—Que sea la última
Sé que si no le digo no me dejara en paz, es mejor contarle del contrato.Escucho el auto de Said en la cochera, creo que acaba de llegar, quito el altavoz y me levanto del sofá para subir a mi habitación.—Bueno, te explicaré resumiendo todo —subo los escalones con lentitud. —Tío Braxton bloqueó mi tarjeta de crédito y justo me di cuenta cuando iba a cancelar en la tienda de ropa y Said las pagó por mí. —¿Debo decirle que es un amigo, conocido, o peor, que es mi esposo? —Lo conocí en el avión, de hecho lanzó sin querer su café en mi blusa y como si con eso no bastara nos alojamos en el mismo hotel y... —Me debato si le digo la verdad.Confío en Lauren, solo que no sé como reaccionará cuando se entere de que acepté casarme con un hombre que apenas conozco y que debemos fingir un matrimonio para beneficio de ambos.La verdad es que sonaba muy descabellado.—¿Y? —tomo una bocanada de aire.—Nos casamos —suelto y prosigo a hablar antes que Lauren malinterprete las cosas. —Es un contrato,
Salgo de la ducha envuelta en una toalla alrededor de mi cuerpo y otra envuelta en mi cabeza. Voy al closet y elijo un lindo vestido que haga resaltar mis curvas pero sin dejar de ser modesto, me enfundo en el, es de color celeste y tiene encaje en la parte del busto, coloco mis tacones altos que son de un blanco adornado con piedrerías plateadas. Maquillaje sencillo y natural, mascara de pestañas que hace lucir mis pestañas voluminosos, un poco de brillo en los labios y listo. Veo mi reflejo en el espejo, satisfecha con lo que observo.—Vas a divertirte esta noche —digo para mis misma.Reúno toda la valentía que tengo y me atrevo a abrir la puerta de la habitación dispuesta a salir, sin embargo esta se bate tan fuerte que golpea a Said. No tenía idea de que estaba por tocar a mi puerta.—¡Oh dios! ¡Perdón, perdón! Que torpe. —Lo veo sobando su nariz dónde hay un pequeño bulto que está comenzando a hincharse. —¿Estás bien? No fue mi intención...—Dime, ¿Qué tan mal se ve? —hago un
Ingresamos al impotente edificios de vidrio azules, el interior es maravilloso, no puedo evitar barrer con la mirada el sitio donde me encuentro. El personal camina de un lado a otro, vienen y van con papeles en las manos en el trajín laboral, todos se ven muy ocupados y estresados.—¡Al fin llega Señor! —ladeo la cabeza en dirección a la mujer vestida con un traje de dos piezas color azul oscuro. Se detiene al frente y me da una mirada desdeñosa. —Señor Said, los inversionistas lo están esperando en la sala de junta. ¿Quiere que le lleve un café?—No, gracias Samara. Diles que enseguida voy, primero debo llevar a mi esposa a la oficina. —Ahora la tal Samara eleva sus cejas sorprendida, me da una mirada de disculpa y se marcha excusándose de que le avisará a los inversionistas.Siento una mano tomar la mía y entrelazar los dedos, tironea de mí e ingresamos al elevador.—Te dejaré unos papeles que debo organizar por fechas, es lo único que debes hacer además de atender las llamadas y..
—Toqué a tu habitación pero como no atendiste me atreví a ingresar, pensé que te habías quedado dormida de nuevo en la bañera. —Ruedo los ojos ignorando el hecho de que se enteró de mi siesta en el baño.¡Rayos! Tendré que hablar seriamente con Jazmine para que no le de información relevante a Said. —Estaba cansada —me excuso.—Bueno, en fin. No sabía que te gustaba la pintura —comenta secando sus dedos con la servilleta.—Nunca preguntaste —digo encogiéndome de hombros.—Sí claro como si conversáramos seguido, apenas si logras soltar dos palabras. —Murmura con ironía. —parezco no ser de tu agrado, siempre huyes o me ignoras.Abro la boca dispuesta a replicar, pero la cierro de golpe al recuerdor las ocasiones en las que ha intentado acercarse a mí para charlar y yo rehuyo como un animalito asustado. «De acuerdo, tiene razón»Estar en una habitación a solas con él me hace sentir nerviosa. Y no es para menos, las veces que hemos estado lo dos en la mansión termino arrinconada en la
Miro el lugar con un poco de desconfianza, las lucen neón inundan todo el oscuro interior del club nocturno. Las personas se mueven al ritmo de la música que suena a todo volumen, la mayoría debe tener la mayoría de edad que se permiten en estos clubes, yo por el contrario logré entrar porque Said es un arquitecto famoso y tiene conocidos en todas partes. Observo a una mujer rubia enfundada en un vestido negro ajustado y largo, el diseño hace resaltar sus pronunciadas curvas siguiendo las exigencias del club en lo que respecta a la vestimenta que debe ser de etiqueta. Por eso opté por un vestido plateado de Versace, tiene un escote en mi espalda y en la parte de mis pechos haciendo que luzca más pequeños, a comparación de los de la rubia de la barra que parecen estar a punto de salirse de esa ajustada prenda.«Al menos los míos son naturales»Aunque a los hombres no parece importarles cuando se trata de traseros enormes y pechos, estén o no operados.«Hombres»Ladeo la cabeza hacia S
Suspiro cansada.Organizar reuniones, atender llamadas y tomar notas es estresante. No llevo ni un mes trabajando de asiente personal para Said y ya no lo soporto, es demasiado exigente, y todo lo quiere perfecto, con razón los empleados se esconden al verlo. Aunque a las mujeres les parece fascinante su carácter y según lo que oí en el baño, Said es el “Sexi mandón”. No me extrañaría escuchar que desean que sea el padre de sus hijos.«Pobres ilusas»Llego a la cafetera y sirvo el Capuccino que me ha encargado Said.Sí, ahora también debo llevarle el café. Fabuloso.Doy media vuelta dispuesta a regresar a la oficina cuando de pronto siento como una persona choca conmigo tirando el café encima de los papeles que llevo en mi mano. ¡Maldición! Me agacho recogiendo los documentos que se supone le entregaría a Said, pero ahora están estropeados con una enorme mancha oscura haciendo que la tinta se haya regado. Bufo molesta.—Oh, cuanto lo siento, no te ví querida.—Alzo la mirada y apr