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Suspiro cansada.

Organizar reuniones, atender llamadas y tomar notas es estresante. No llevo ni un mes trabajando de asiente personal para Said y ya no lo soporto, es demasiado exigente, y todo lo quiere perfecto, con razón los empleados se esconden al verlo.

Aunque a las mujeres les parece fascinante su carácter y según lo que oí en el baño, Said es el “Sexi mandón”. No me extrañaría escuchar que desean que sea el padre de sus hijos.

«Pobres ilusas»

Llego a la cafetera y sirvo el Capuccino que me ha encargado Said.

Sí, ahora también debo llevarle el café. Fabuloso.

Doy media vuelta dispuesta a regresar a la oficina cuando de pronto siento como una persona choca conmigo tirando el café encima de los papeles que llevo en mi mano.

¡Maldición!

Me agacho recogiendo los documentos que se supone le entregaría a Said, pero ahora están estropeados con una enorme mancha oscura haciendo que la tinta se haya regado.

Bufo molesta.

—Oh, cuanto lo siento, no te ví querida.

—Alzo la mirada y apr
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