La semana pasó de volada, me mantuve ocupada todo el tiempo metida entre papeles y memorizando el horario de la ajetreada agenda de Said. Había tenido al menos cinco juntas seguidas en donde tuve que estar presente, la verdad es que temía no alcanzar a tomar notas de lo que decían, hablaban muy rápido y algunos eran extranjeros. Sin embargo pude ser eficiente, es lo que dijo Said.Y hablando de él, viene saliendo de su oficina con el entrecejo fruncido (como suele tenerlo últimamente) se acerca a mi dirección y toma mi mano para dirigirnos a la cafetería. Fingimos tener la mejor relación de pareja al estar en público, una que otras veces charlamos cosas triviales notando que el resto está pendiente de cada unos de nuestros movimientos, y es peor cuando el señor Raschid se le ocurre venir a la empresa a ver cómo va todo. —Mañana me iré de viaje, estaré afuera por tres días más o menos. —Informa revisando su móvil —el abuelo hará una cena benéfica y como no podré asistir, espera que tú
—Gracias —me acerco a tomar las toallas pero las aleja de mí, subiendo el brazo. —¿Pero que...—Todo tiene su precio, ¿No? —lo miro sin entender —te las entrego pero primero tienes que darme algo a cambio.—¿Qué cosa? —mi voz sale temblorosa. Y es que cómo no estarlo si lo veo acercarse como una fiera a punto de devorar a su presa. Da dos paso hacia mí e instintivamente retrocedo, su sonrisa es cada vez más enorme, casi como la del gato de la película fantasiosa. Ya ni sé lo que digo, estoy pendiente de cada uno de sus movimientos. Sin embargo mi espalda choca contra una pared fría y es allí donde me quedo atrapada entre su cuerpo y la estúpida pared.—Estoy casi seguro que si hago lo que estoy pensando, no me apartarás —su aliento sopla mis mechones sueltos.—¿Q-qué dices... Me atrae hacia él y toma mis labios verozmente entre los suyos al tiempo que sus fuertes brazos me rodean la cintura. Intento apartarlo pero siento un deseo desconocido por besarlo de la misma manera. Sus labi
—Bella Annie, me alegra que hayas venido. —Saluda el señor Raschid dándome un abrazo que recibo gustosa.—Disculpe la demora, había tráfico —digo apenada mientras me acerco al comedor donde varias personas se encuentran sentadas.Una de ellas es Azahara que lleva un vestido beige y muchos accesorios, luce preciosa, jamás podría competir con su belleza. Lástima que solo sea el exterior lo que la haga hermosa y no su interior que está más podrido que el alma de tío Braxton.Me siento en la silla que se halla al lado de una mujer morena que sonríe en cuanto su mirada se posa en mí, se ve muy amable.—Hola, soy Marian y ¿Tú eres...—Annie de Arafat, un gusto —expreso devolviéndole el gesto.—Oh, la esposa de Said, eres más hermosa de lo que me contó, eh. —No puedo disimular mi cara de curiosidad al oírla decir aquello.¿Said le habló de mí?«Eres su esposa tonta» dice mi vocecilla interna tan metiche como siempre.—Espero hayan sido cosas buenas —bromeo —¡Sí, bastantes! ¿Verdad Sebas? —l
Muchas veces nos sentimos arrepentidos de haber mostrado esa parte sensible o vulnerable a otros. Quizás es desconfianza y temor a que nos lastimen, todos hemos sido desilusionados, tal vez confiamos en alguien y terminó traicionándonos. Sea cual sea el caso, será difícil confiar de nuevo, abrir nuestro corazón, porque la idea de volver a pasar por lo mismo es desagradable. Desde que Said vió el miedo que cruzaba por mis ojos esa noche de tormenta, su trato hacia mí había cambiado. Se comportaba muy atento y considerado, conversábamos más seguido de cosas triviales, me estaba comenzando a agradar la idea de tener un amigo. Aunque la atracción de ambos era notable, esas miradas fugaces que nos dábamos dejaba al descubierto el deseo que teníamos de besarnos hasta perdernos en el otro.Sin embargo algo me dice que no es lo correcto, dejarme llevar por lo que me grita el corazón, porque, ¿Y si terminaba enamorada? La sola idea de pensarlo me revolvía el estómago, y no estoy hablando de
«Ni siquiera lo decidí yo» quiero decir, pero eso sería darle detalles de mi complicada vida y contarle del porqué huí de mi hogar.Una historia muy larga.Suspiro.—No sabía que elegir, ya sabes, tal vez lo mismo que le sucedió a tu familia.Se me queda viendo con una expresión que no logro decifrar, él es muy difícil de leer. Al contrario de mí que soy un libro abierto.«Y que lo diga»Muchas veces somos capaces de notar cómo se siente una persona que está cerca de nosotros por su lenguaje corporal. Debido a que el cuerpo se mueve inconscientemente según nuestro estado emocional, ya sea una postura confiada y abierta, o los movimientos espasmódicos cuando alguien está nervioso o inquieto. La tensión en los hombros cómo ponen las manos, o la manera en que se paran son indicadores del estado emocional de la persona.Lo había leído en alguna parte. También decía que las mujeres tendemos a captar este lenguaje más rápido que los hombres porque solemos responder al lenguaje corporal de o
Decidí pasear por las calles de París, por nada del mundo me perdería el exquisito capuchino que había tenido la oportunidad de probar cuando vine con Leighton a un viaje de negocios. Ese día me dejó sola y encerrada en la habitación del hotel, así que no soporté ni un minuto más de lo aburrida que llevaba allí dentro, y me escapé por el balcón que daba a la calle. Fue de locos, casi parecía spiderman saltando de balcón en balcón. Lo bueno es que logré disfrutar un buen capuchino con un pedazo de tarta de mora, se me hace agua a la boca de solo recordar.Me detengo frente a la cafetería Rose's un lindo local pintado de rojo, ingreso a su interior y la campanilla suena apenas abro la puerta, el olor a café impregna toda la estancia. Examino el lugar en busca de una mesa vacía cerca de los grandes ventanales, veo una ubicada al final y camino hacia ella. La camarera no tarda en llegar y pido mi orden, Capuccino express y tarta de mora. A los pocos minutos regresa y deja lo que he ordena
Recorro mi cuerpo a través del espejo, sonrío ante el reflejo que veo en el. Llevo puesto un bañador negro con estampado de flores rojas, el color contrasta con mi piel resaltando lo pálida que soy. «Un bronceado no estaría mal»Tomo el móvil entre mis manos y salgo de la habitación de invitados, en el living se encuentra Said que charla con el señor Charpentier y su prometida Megan, una despampanante rubia diez años más joven que él. Se nota desde lejos que la edad no importa si hay "dinero" de por medio. «Interesada»—Oh, ahí estás linda —es lo primero que dice al verme. Sonríe amistosamente.La verdad es que no puedo decir que me cae mal, porque desde que llegué se ha portado muy amable conmigo.Los dos hombres en el living giran la cabeza, Said clava sus ojos y recorre mi cuerpo sin disimulo alguno, apenas nuestras miradas se conectan y es como si todo a nuestro al rededor desapareciera, el tiempo se detiene. Un carraspeo explota nuestra burbuja, haciendo que volvamos a la reali
—Me iré a bañar, ¿Vienes conmigo? —inquiere Megan incorporándose de la tumbona. —Sí, vamos. Me pongo de pie y caminamos hasta la enorme piscina, hago amago de ingresar al agua pero Megan me detiene.—No pensarás entrar así, ¿Cierto?—¿Cómo así? —señala la sudadera con obviedad. —Said dice que muestro demasiado con este bañador, es tan exagerado —ruedo los ojos.Ella por otro lado suelta una risita divertida, mira por encima de mi hombro, supongo que hacia donde están el señor Charpentier, su hijo Antoine y Said. —Eso lo hace porque teme que otro mire lo que le pertenece. Pero linda, te sentirás incómoda cuando se empape, además serás la única que esté vestida mientras ves al resto casi desnudas. Créeme, vendrá más personas en un rato, mejor disfrutemos de la piscina para nosotras solas. —menciona recogiendo su larga cabellera rubia en una coleta, luego baja los escalones de la piscina sumergiéndose en el agua azul.—¿Qué haces todavía allí? Vamos, quítate eso y ven conmigo Annie.D