Miro el lugar con un poco de desconfianza, las lucen neón inundan todo el oscuro interior del club nocturno. Las personas se mueven al ritmo de la música que suena a todo volumen, la mayoría debe tener la mayoría de edad que se permiten en estos clubes, yo por el contrario logré entrar porque Said es un arquitecto famoso y tiene conocidos en todas partes. Observo a una mujer rubia enfundada en un vestido negro ajustado y largo, el diseño hace resaltar sus pronunciadas curvas siguiendo las exigencias del club en lo que respecta a la vestimenta que debe ser de etiqueta. Por eso opté por un vestido plateado de Versace, tiene un escote en mi espalda y en la parte de mis pechos haciendo que luzca más pequeños, a comparación de los de la rubia de la barra que parecen estar a punto de salirse de esa ajustada prenda.«Al menos los míos son naturales»Aunque a los hombres no parece importarles cuando se trata de traseros enormes y pechos, estén o no operados.«Hombres»Ladeo la cabeza hacia S
Suspiro cansada.Organizar reuniones, atender llamadas y tomar notas es estresante. No llevo ni un mes trabajando de asiente personal para Said y ya no lo soporto, es demasiado exigente, y todo lo quiere perfecto, con razón los empleados se esconden al verlo. Aunque a las mujeres les parece fascinante su carácter y según lo que oí en el baño, Said es el “Sexi mandón”. No me extrañaría escuchar que desean que sea el padre de sus hijos.«Pobres ilusas»Llego a la cafetera y sirvo el Capuccino que me ha encargado Said.Sí, ahora también debo llevarle el café. Fabuloso.Doy media vuelta dispuesta a regresar a la oficina cuando de pronto siento como una persona choca conmigo tirando el café encima de los papeles que llevo en mi mano. ¡Maldición! Me agacho recogiendo los documentos que se supone le entregaría a Said, pero ahora están estropeados con una enorme mancha oscura haciendo que la tinta se haya regado. Bufo molesta.—Oh, cuanto lo siento, no te ví querida.—Alzo la mirada y apr
Barro la vista por todo el lugar en busca de alguien conocido, aunque no creo encontrar a nadie. Sin embargo mi mirada se detiene en un hombre alto de cabello oscuro que mira a mi dirección y me da una sonrisa ladeada mientras levanta su copa en forma de saludo. Giro la cabeza recibiendo la bebida que me entrega el barman, le pago y camino hasta la pista con intensión de pasar un buen rato. Lo que no noto es que el hombre se ha acercado hacia donde estoy y se planta frente a mí. Viéndolo más de cerca no puedo evitar observar que es muy guapo, sus ojos son de color avellana con unas largas pestañas que cualquier mujer quisiera tener, más unas espesas cejas oscuras. Nariz perfilada y labios gruesos.«Recoge la baba»Parpadeo sacándome de mi ensoñación, suena un poco exagerado pero lo ví como si estuviera en cámara lenta.—Hola, soy Lucca, ¿Puedo saber el nombre de tan hermosa dama? —dice con un acento extranjero.¡Oh dios! ¡Que voz! Es ronca y muy sexi.—Annie, un gusto —extiendo mi ma
«Y no luce para nada contento»De pronto tengo el impulso de apartar a Lucca, pero eso sería hacerle saber a Said que es el único que tiene el derecho de andar besuqueándose con quién le de la gana. —¿Es tu nov... —Estampo mis labios con los de Lucca tomándolo desprevenido. Al principio se queda paralizado, así que subo mis manos a sus mejillas y siento como sus músculos se relajan bajo su camisa negra, sé deja llevar y comienza a devorar mi boca que lo sigue con la misma intensidad. Pero como debí suponer, siento una mano tironear de mi brazo haciendo que me separe abruptamente del hombre, todo sucede tan rápido que debo maniobrar para mantener el equilibrio sobre mis altos tacones. De pronto Said se encuentra sujetando a Lucca por la camisa, alguna de las personas presentes dejan de bailar y la música se detiene. Las miradas de todos están puestas sobre nosotros.—Said, suéltalo él no... Lucca le susurra algo que no logro escuchar, lo que viene después es el puño de Said estrell
La semana pasó de volada, me mantuve ocupada todo el tiempo metida entre papeles y memorizando el horario de la ajetreada agenda de Said. Había tenido al menos cinco juntas seguidas en donde tuve que estar presente, la verdad es que temía no alcanzar a tomar notas de lo que decían, hablaban muy rápido y algunos eran extranjeros. Sin embargo pude ser eficiente, es lo que dijo Said.Y hablando de él, viene saliendo de su oficina con el entrecejo fruncido (como suele tenerlo últimamente) se acerca a mi dirección y toma mi mano para dirigirnos a la cafetería. Fingimos tener la mejor relación de pareja al estar en público, una que otras veces charlamos cosas triviales notando que el resto está pendiente de cada unos de nuestros movimientos, y es peor cuando el señor Raschid se le ocurre venir a la empresa a ver cómo va todo. —Mañana me iré de viaje, estaré afuera por tres días más o menos. —Informa revisando su móvil —el abuelo hará una cena benéfica y como no podré asistir, espera que tú
—Gracias —me acerco a tomar las toallas pero las aleja de mí, subiendo el brazo. —¿Pero que...—Todo tiene su precio, ¿No? —lo miro sin entender —te las entrego pero primero tienes que darme algo a cambio.—¿Qué cosa? —mi voz sale temblorosa. Y es que cómo no estarlo si lo veo acercarse como una fiera a punto de devorar a su presa. Da dos paso hacia mí e instintivamente retrocedo, su sonrisa es cada vez más enorme, casi como la del gato de la película fantasiosa. Ya ni sé lo que digo, estoy pendiente de cada uno de sus movimientos. Sin embargo mi espalda choca contra una pared fría y es allí donde me quedo atrapada entre su cuerpo y la estúpida pared.—Estoy casi seguro que si hago lo que estoy pensando, no me apartarás —su aliento sopla mis mechones sueltos.—¿Q-qué dices... Me atrae hacia él y toma mis labios verozmente entre los suyos al tiempo que sus fuertes brazos me rodean la cintura. Intento apartarlo pero siento un deseo desconocido por besarlo de la misma manera. Sus labi
—Bella Annie, me alegra que hayas venido. —Saluda el señor Raschid dándome un abrazo que recibo gustosa.—Disculpe la demora, había tráfico —digo apenada mientras me acerco al comedor donde varias personas se encuentran sentadas.Una de ellas es Azahara que lleva un vestido beige y muchos accesorios, luce preciosa, jamás podría competir con su belleza. Lástima que solo sea el exterior lo que la haga hermosa y no su interior que está más podrido que el alma de tío Braxton.Me siento en la silla que se halla al lado de una mujer morena que sonríe en cuanto su mirada se posa en mí, se ve muy amable.—Hola, soy Marian y ¿Tú eres...—Annie de Arafat, un gusto —expreso devolviéndole el gesto.—Oh, la esposa de Said, eres más hermosa de lo que me contó, eh. —No puedo disimular mi cara de curiosidad al oírla decir aquello.¿Said le habló de mí?«Eres su esposa tonta» dice mi vocecilla interna tan metiche como siempre.—Espero hayan sido cosas buenas —bromeo —¡Sí, bastantes! ¿Verdad Sebas? —l
Muchas veces nos sentimos arrepentidos de haber mostrado esa parte sensible o vulnerable a otros. Quizás es desconfianza y temor a que nos lastimen, todos hemos sido desilusionados, tal vez confiamos en alguien y terminó traicionándonos. Sea cual sea el caso, será difícil confiar de nuevo, abrir nuestro corazón, porque la idea de volver a pasar por lo mismo es desagradable. Desde que Said vió el miedo que cruzaba por mis ojos esa noche de tormenta, su trato hacia mí había cambiado. Se comportaba muy atento y considerado, conversábamos más seguido de cosas triviales, me estaba comenzando a agradar la idea de tener un amigo. Aunque la atracción de ambos era notable, esas miradas fugaces que nos dábamos dejaba al descubierto el deseo que teníamos de besarnos hasta perdernos en el otro.Sin embargo algo me dice que no es lo correcto, dejarme llevar por lo que me grita el corazón, porque, ¿Y si terminaba enamorada? La sola idea de pensarlo me revolvía el estómago, y no estoy hablando de