Capítulo 36.

Alejandro parqueó su coche al otro lado del café, primero se permitió apreciar a Nathalie a través del cristal, como ella estaba llevando a los labios una taza de café humeante, y mientras se saboreaba el contenido de su boca y también está sumamente pensativa. Con los hombros decaídos y desanimado se desmonta de su carro sabiendo que su gran deseo está perdido; no la puede obligar a que lo ame, eso nunca lo hará.

Cuando la puerta de cristal sonó al entrar forzó una sonrisa, que no expresara su dolor.

—hola, cariño qué tal ha sido tu viaje— le preguntó con normalidad saludándola con dos besos a cada lado de las mejillas.

—hola, Alejandro— le dijo ella efusiva alegrándose de verdad por verlo—maravilloso la verdad— terminó por decir emocionada. Nathalie hizo silencio mirando como él se acomoda en la sill
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