Me encontraba en mi oficina, completamente desconcertado. El peso de la ira y la confusión me mantenía atado a mi silla, incapaz de concentrarme en cualquier otra cosa que no fuera Esmeralda y la devastación que había causado. Brandon estaba sentado frente a mí, haciendo lo posible por calmarme, pero sus palabras se deslizaban sobre mí sin llegar a penetrar el muro de furia que me envolvía.El nombre de Esmeralda resonaba en mi mente como un eco incesante. ¿Cómo había sido capaz de esconderme a mi propio hijo durante todos esos años? Omar... Mi pequeño Omar, quien me había impresionado desde el primer momento en que lo vi. Era un niño tan hermoso y despierto, lleno de energía y curiosidad, como una réplica perfecta de mí cuando tenía su edad. La idea de haberme perdido sus primeros años de vida, sus primeras palabras, sus primeros pasos, era un golpe que no sabía cómo soportar.Sentía la frustración arder en mi interior, mezclándose con una tristeza profunda que me hacía querer gritar
La noche había llegado, y con ella la cena en la mansión White. Sabía que iba a ser una noche difícil, llena de tensiones y miradas juzgadoras, así que me aseguré de vestirme a la altura de la ocasión. Elegí un vestido rojo, elegante y sofisticado, que me hiciera sentir segura aunque por dentro estuviera llena de incertidumbre. También vestí a Omar con un pequeño traje que lo hacía ver como un caballero en miniatura.Cuando llegamos, la mansión White se alzaba imponente ante nosotros, un recordatorio del poder y la riqueza que esta familia poseía. Nos recibió la señora Olivia, vestida con una elegancia que parecía natural en ella. A su lado estaba su esposo, Luis, quien nos saludó con una sonrisa cordial. Livia también estaba allí, y su mirada hacia mí no podría haber sido más fría. Sentí que su desdén atravesaba mi piel como una daga.—Bienvenidos a nuestro hogar —dijo la señora Olivia, con una sonrisa impecable—. Por favor, acompáñennos a la mesa.—Gracias, señora Olivia —respondí,
Después de la cena, me dirigí al jardín con Omar. El aire fresco de la noche y las risas de mi hijo jugando con los carritos que le había regalado Brandon me brindaron un alivio momentáneo. Me reí al verlo correr detrás de una mariposa, su pequeño cuerpo se movía con una energía contagiosa. Sin embargo, mi tranquilidad se vio interrumpida cuando sentí un brazo cálido rodeando mi cintura. Me giré para encontrar a Alessandro mirándome con una intensidad que me hizo detenerme en seco.—Muñeca, quiero decirte que lo que le dije a Omar es verdad —susurró él en mi oído, su aliento cálido me erizó la piel—. Tú eres la única mujer que me importa. Estoy muy enojado contigo, pero no dejas de ser mía, Esme. En estos años no he dejado de amarte ni un segundo.No pude evitar un escalofrío al escuchar sus palabras. La mezcla de enojo y amor en su voz era abrumadora. Me giré para enfrentarlo, buscando en su mirada alguna señal de sinceridad. —Ya basta, Alex —dije con voz temblorosa, tratando de man
Acepté ir a desayunar con Edmundo a pesar de la confusión y el dolor que aún sentía. No había visto a Edmundo en años y, a pesar de todo, no podía olvidar que él era mi padre biológico. La vida me había engañado, haciéndome creer que Rodolfo era mi verdadero padre. Aunque nuestra relación siempre fue extraña, sabía que Rodolfo me quería y había sido amable conmigo, pero no podía evitar la sensación de traición por parte de Edmundo y mi madre. El restaurante en el que habíamos acordado encontrarnos tenía un ambiente acogedor y elegante. Me senté en una mesa cerca de la ventana, observando el movimiento de la ciudad a través de los cristales. Edmundo llegó puntual, con un semblante serio pero decidido. Vestía un traje oscuro, cuidadosamente ajustado, y su cabello estaba peinado de forma impecable. —Esmeralda —dijo Edmundo al verme, con una voz que intentaba ocultar el temblor que sentía—. Gracias por aceptar este encuentro. Me levanté y le extendí la mano para un saludo, aunque no po
Me desperté desorientada, con un dolor punzante que se extendía por cada fibra de mi cuerpo. La luz del cuarto era suave, pero aún así me lastimaba los ojos, y me costó un momento darme cuenta de dónde estaba. Al moverme ligeramente, un dolor agudo en el costado me hizo soltar un quejido. —Señora Del Valle, ¿puede escucharme? —La voz calmada de una doctora interrumpió mis pensamientos. Su figura se materializó a mi lado, vestida con su bata blanca y una expresión seria pero compasiva. —¿Yo... señora Del Valle? —murmuré, confusa. ¿Por qué me llamaba así? Mi mente trataba de procesar la información, pero todo era un caos. —Sí, su esposo Alessandro está muy preocupado por usted —respondió la doctora, con un tono que intentaba tranquilizarme. El nombre de Alessandro resonó en mi mente, trayendo consigo una mezcla de emociones: confusión, miedo, pero también algo más, algo que no podía identificar del todo en ese momento. —¿Dónde estoy? —pregunté, mi voz apenas un susurro mientras luch
Estaba en el baño, arremangándome la camisa mientras intentaba mantener a Omar quieto en la bañera. El pequeño no dejaba de chapotear, salpicando agua por todos lados, riendo a carcajadas cada vez que me empapaba un poco más. —Omar, quédate quieto un momento, por favor —le pedí, tratando de sonar autoritario, pero sin poder evitar sonreír ante su entusiasmo. —¡No quiero, papá! —respondió entre risas, lanzando una vez más agua hacia mí con sus manos pequeñas—. ¡Es divertido! Suspiré, rendido ante su energía inagotable. Nunca imaginé que bañar a un niño de su edad sería tan complicado. Me había enfrentado a negociaciones empresariales, lidiado con situaciones peligrosas, pero esto… Esto era otro nivel de desafío. —Está bien, está bien —cedí finalmente, con una sonrisa—. Pero si sigues salpicando así, ambos vamos a necesitar un baño. Omar me miró con esos ojos grandes y traviesos que tanto me recordaban a Esme, y su risa se hizo aún más contagiosa. No podía enojarme con él. Al cont
Hoy me dieron el alta de la clínica y nos mudamos con Alex a su casa. Es la misma casa que mandó a construir hace años para mí, con cada detalle pensado, incluso las rampas que instaló cuando mi hermanita estaba ciega. Al entrar, me sorprendió la mezcla de nostalgia y emoción que sentí al ver ese lugar, ahora nuestro hogar. Alex insistió en cargarme en brazos mientras cruzábamos la entrada, como si fuera nuestro primer día juntos, y me mostró cada rincón de la propiedad con orgullo. Cada habitación estaba impregnada de recuerdos y promesas del pasado. —Mira, muñeca —dijo al abrir la puerta de lo que sería nuestra habitación—. Todo aquí está pensado para ti. No pude evitar reírme cuando, sin aviso, me llevó directamente a la cama, como si fuéramos recién casados otra vez. Nos encontrábamos solos por primera vez en días, ya que Omar estaba en el colegio. —Mi amor... —murmuró él, mientras me acomodaba suavemente sobre las sábanas—. No quiero lastimarte, ¿cómo sigue ese hermoso b
Ha pasado más de un mes desde el accidente que casi me cuesta la vida y desde que Matt intentó lastimarme. Afortunadamente, Alex ha tomado medidas drásticas para protegerme; ha colocado guardias en la casa y en la oficina para garantizar mi seguridad y la de Omar. Aunque estos cuidados a veces me hacen sentir encerrada, sé que son necesarios. Me he sumergido en el trabajo en la empresa de mi padrino, lo cual me ha dado un propósito renovado. Sin embargo, esta dedicación también ha generado tensiones. Alex no está del todo contento con la cantidad de tiempo que paso con Andrés. A veces puedo ver en sus ojos una mezcla de celos e inseguridad, aunque nunca lo ha expresado abiertamente. Siento la presión de equilibrar mi trabajo y mi relación, especialmente ahora que los sentimientos de Alex son más profundos y vulnerables. Además, Edmundo ha comenzado a presionarme para que me haga cargo de su empresa, ahora que ha revelado que soy su única hija biológica. Aunque al principio me sent