Desayuno con Andrés

Después de la cena, me dirigí al jardín con Omar. El aire fresco de la noche y las risas de mi hijo jugando con los carritos que le había regalado Brandon me brindaron un alivio momentáneo. Me reí al verlo correr detrás de una mariposa, su pequeño cuerpo se movía con una energía contagiosa. Sin embargo, mi tranquilidad se vio interrumpida cuando sentí un brazo cálido rodeando mi cintura. Me giré para encontrar a Alessandro mirándome con una intensidad que me hizo detenerme en seco.

—Muñeca, quiero decirte que lo que le dije a Omar es verdad —susurró él en mi oído, su aliento cálido me erizó la piel—. Tú eres la única mujer que me importa. Estoy muy enojado contigo, pero no dejas de ser mía, Esme. En estos años no he dejado de amarte ni un segundo.

No pude evitar un escalofrío al escuchar sus palabras. La mezcla de enojo y amor en su voz era abrumadora. Me giré para enfrentarlo, buscando en su mirada alguna señal de sinceridad.

—Ya basta, Alex —dije con voz temblorosa, tratando de man
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