Al parecer a Chris le agradado la idea; suelta mi brazo permitiéndome abrir la puerta incluso él y Tom llevan a mi primo a la cama.
He pedido que salgan mientras me cambio, pero a Chris se le ocurrido darme unos minutos para hacerlo. Si no, él entraría y me sacaría a la fuerza.
<< ¡Pero quien se cree!>>
No tardo mucho y salgo con mi pijama, sin antes desmaquillarme a la velocidad luz.
No quiero despertar a Takeru porque si lo hago no dormirá dentro de unas horas. Aún recuerdo cuando todos los primos nos pusimos a tomar y a mi hermano se le ocurrió la gran idea de poner heavy metal en alto volumen, en consecuencia, se quedó con Takeru toda la noche y madrugada cuidándolo como a un bebé; al día siguiente mi primo parecía alguien nuevo y renovado mientras que mi hermano parecía zombi.
***
Narra Chris .........
Me han entrado unos celos del demonio que casi llevo a Emma a mi habitación en contra de su voluntad, y dejar a ese tipo en el pasillo o decirle a Tom que lo lleve muy lejos.
Pero todas esas iras se han desvanecido cuando Emma, acepto pasar la noche en mi habitación.
−Vamos− dice en tono bajo −. Sale con un abrigo de dormir morado que le llega hasta los tobillos, es un poco traslucido y puedo notar que usa una camiseta del mismo color al igual que su short, pero este es alto dejando notar sus muslos. Se mira muy bien, solo de pensar que hubiera pasado si ambos se quedaban solos mis celos aumentan.
−Vamos. – dictamino −. No hay tiempo que perder, solo tenemos dos días más para recorrer Corea. Bueno Tom, que pases buena noche.
−¿Tenemos? − Pregunta ella desconcertada.
−Sí, así que debes dormir y reponer tus fuerzas − lo digo más serio mientras la llevo a mi habitación.
Abro la puerta que por cierto está a lado, entra y sin más se sienta en la sala. Luce un tanto sorprendida, lo digo por su forma en que posiciona su mano bajo el mentón tratando de analizar lo que acaba de pasar.
−¡Haber niño bonito! – enuncio −. ¡Yo no regresare dentro de dos días a Washington!
−Entonces, ¿cuándo lo harás?
−Dentro de un año o dos, quien sabe. – aseguro y por su modo de sonreír suponía que estaba hablando enserio.
−Lo siento, pero solo he pedido cuatro días de permiso, no más. −termine con esa sonrisa.
−Ese no es mi problema.
−Sí lo es.
− ¡No!
− Es tu palabra contra la mía.
− ¡¿Qué?!
−Diste tu palabra tanto a mi padre como a los tuyos de estar a mi lado hasta que la muerte nos separe – le indico una copia del acta e inmediatamente gruñe cual león.
− ¡Maldita sea! Esa acta no tiene valides, éramos solo unos bebes y jamás dije que aceptaría. – afirmó ella mientras se refregaba las cien −. Por favor dime que no estas convencido de eso.
−Lo estoy. – respondí y al instante sus brazos se sueltan dejando escapar un suspiro.
− ¡ES ENSERIO! − gruñó −. Además, en esa acta dice que ambos debemos ser “vírgenes” – mencionó entre comillas −, cosa que es estúpido, tan estúpido como tapar al sol con un helado transparente.
Otra vez esa sonrisa breve se dibuja en su rostro.
−Estas mintiendo. – al instante su expresión cambia a una intimidada.
− ¡No! – responde mientras me da la espalda −. Tú que sabes de mi vida sexual.
No me queda opción. Me acerco cautelosamente y la abrazo por las caderas, no vasta mucho hasta que le susurro en son de broma: ¿quieres hacerlo?
Su primera reacción fue empujarme con sus codos lo más fuerte que pudo, y sí que funciono. Pega duro.
– ¿No que tenías experiencia? – pregunto mientras refriego mi estómago.
−Eso...eso...es otra cosa− su cara roja delata otra cosa –. ¿Dime tú? Debes haber pasado por más de mil piernas, así que esa acta no sirve. No hay valides. Todo eso es estúpido.
−¿Me crees un don Juan? – pregunto un poco decepcionado.
−¡Sí!
−No lo soy querida.
−Y como se supone que yo lo voy a saber.
−Fácil− respondo, ahora soy yo quien pone una sonrisa −. Vamos a mi habitación y ahí podríamos comprobar quién miente de verdad. ¿Quién tendrá más experiencia que los dos?
−¡No me jodas!− se torna totalmente roja −. Es claro que los dos tenemos experiencia y….. – deja escapar un suspiro −, esta conversación no tiene sentido ningún sentido. Somo adulto y estábamos hablando de cosas tan triviales.
Es lo último que dice antes de dirigirse a una de las habitaciones para salir por las mismas.
−¿Qué sucedió? – pregunto un tanto juguetón.
−Sucede que esa habitación huele a ti y ¿sabes qué? – pregunta un tanto molesta −. No me gusta.
***
Narra Emma......
<<¡Está loco!>>
¿Cómo va a decir eso? Estaba tan molesta que baje la guardia y ese abrazo, oh…… sí que me sorprendió. Aunque no tenga mucha experiencia se cómo besar.
Pero ese: ¿quieres hacerlo? Y ese "vamos a mi habitación y ahí podríamos comprobar quién miente de verdad" .... me revuelve la cabeza.
Tiro una de las suaves almohadas contra la puerta, seguido de eso me refundo en las sábanas hasta quedarme dormida.
Al día siguiente salgo a pasear, pero antes Takeru me ha invitado a cenar. No sé si aceptar.
Y yo que quería pasar todo el día con Takeru, me sale con que – hoy tengo tantas reuniones como lo tiene Corea de turistas −, maravilloso.
Las cosas que tenía planeado hacer se vieron opacadas por Chris, y el problema radica en que todo el vendito día está siguiendo junto con Tom, y cada vez que alguien me habla, en espacial los hombres, se acerca como perro rabioso ahuyentándolos. No se cuanta más voy a aguantar, me siento totalmente vigilada y no lo culpo, hubo ratos en que no sabía dónde estaba o yo me dejaba llevar por el gentío.
Así termina la tarde, bajo total vigilancia. Aún no he aceptado ir con Takeru porque sé que alguien me seguiría, pero después se me ocurre una idea.
Llamo a mi primo y digo que nos veremos en el restaurante del hotel mientras me alisto informo a la recepcionista que me alquile un auto. Tengo la seguridad de que ella le informara cada paso que doy a Chris.
Según lo planeado despisto a la recepcionista y por teléfono pido al conductor del auto que se dirija al restaurante central de Seúl. No tardo en esperar y el auto de Chris sale detrás, mientras yo me quedo en el hotel para ir al restaurante.
El plan perfecto.
−Emma, por aquí− dice mi primo alzando su brazo.
−Vaya, que elegante que estas, ¿cuál es el motivo? Espera, no me digas que ya tienes novia – le digo en forma picarona.
−Nada que ver, hoy tuve un manojo de reuniones. – expone en un tono bastante cansado.
−Si estas cansado ¿por qué no dejamos esto para otro día?
−Pues...es a los tiempos que te veo además te lo debía por lo de ayer.
Así pasamos el rato recordando una vez más los buenos tiempos de cuando éramos unos chiquillos sin responsabilidades y de las locuras que hacíamos.
−Recuerdas cuando por "accidente" – puso énfasis en esa última palabra −, te cortamos el cabello a la mitad y te pusiste a llorar.
−Tonto.... eso nunca lo voy a olvidar, después de eso jamás volví a jugar a los estilistas con ustedes. − Hago un puchero y Takeru solo sonríe.
−Ya basta, vas a hacer que todo el vino se me salga. – se llevó la última bocana de vino y continuo −. Por cierto, escuche que te comprometiste.
Solo de escuchar aquello el vino se me queda en media garganta.
−¿De dónde escuchaste eso? – pregunto mientras me limpio la boca. −Pues papá me dijo que el tío Oliver lo llamo preguntando si tú no estás en Corea y de paso le menciono el porqué no apareces.
−¿Le dijiste que estoy aquí?
−No, pero deberías regresar, te espera una gran hablada− sugirió −. Escapar de tu prometido es para volverse loco. ¿Cómo es? ¿Ya lo hicieron? ¿Se han besado? ¿Vive contigo? ¿Cuándo te casas?
El está más feliz que yo, así que lo interrumpo.
−¿Qué es esto, un sala de interrogaciones? – pregunto con desagrado− Pues no hemos hecho nada de eso, hace más de tres días que lo conozco y tampoco quiero verlo. Es suficiente con verlo todo el día.
−¿Todo el día? Entonces él está aquí.... – se detuvo para concluir en lo más obvio −. Me estás diciendo que él te ha seguido desde Washington hasta Corea.
De pronto escucho una voz singular que proviene detrás de mi asiento y me temo que sé de quién se trata.
Chris.
−Emma, hiciste que Tom gastara gasolina en vano. − Siento un escalofrió que recorre todo mi cuerpo.
<<Entonces fue Tom quien se fue en el auto y no Chris.>>
Esa voz es nada más y nada menos que la de Chris Bacardí. −Supongo que eres bastante sigiloso y rápido, me rindo. – Bufe con todas la de perder, no puedo creer que este diciendo esto, pero debo admitir que es muy astuto tanto que me da un poco de miedo−. Tú, ganas. −¿Entonces te diste cuenta de que estoy un paso más adelante?− inquirió victorioso. −No es eso, solo que quiero descansar y no voy a salir corriendo como veinteañera. De pronto un mar de carcajadas sale de Takeru. −Se ven bien los dos, no puedo creer que te rindieras. Jamás lo había escuchado de ti, Emma White rindiéndose, − no paro de reír − ¡Por primera vez alguien te contra resta! Masao…..mo…morira de risa cuando le cuente lo que paso. −TA---KE---RUU si no te callas te matare aquí mismo. – demande. −Lo lamento, es que es tan gracioso, pero sabes ... −¡Qué! −pregunto con iras. −Me alegra verte así con esos cambios de humor tan repentinos
Al siguiente día voy a las oficinas de mi padre. Sí, estoy a punto de llevarme una hablada.−¿Papá? −pregunto un tanto temerosa.−¡Emma Adelaide White! ¡COMO TE ATREVEZ A DEJAR EL PAÍS SIN AVISARNOS!−Papá lo siento, okay.<<Aquí vamos.>> −NADA DE QUE LO SIENTO PAPÁ ¡SEÑORITA ESTÁS CASTIGADA! LAS LLAVES DE TU AUTO. – Dictaminó con toda la autoridad de un padre.−Pero papá ese es mi auto yo lo pague.−NO ME IMPORTA, LAS LLAVES − golpea el escritorio, se las entrego sin tener opción −. TOM, NO SE LAS VAS A ENTREGAR HASTA QUE PASE UN MES.−Entendido señor. – Asiente.−Bueno ya me quitaste mi auto por un mes, ¿puedo retirarme? – pregunto irritada.−NO TAN RÁPIDO SEÑORITA TU
− Tengo mis trucos. Gracias Tom desde aquí yo me encargo. Ve a descansar. – Ordenó. −Por supuesto señor. Tengan buena noche. −De nada Tom, descansa. − Solo escucho como la puerta se cierra mientras me dirijo a la ventana. −Dime, ¿qué quieres hacer? – Pregunta y deja a un lado su abrigo que a simple vista parece pesado. −Nada, debes estar cansado. −Hace rato estabas molestando a Tom, por querer salir y ahora no quieres, ¿prefieres quedarte viendo por la ventana en vez de salir? −Dime, si salgo para ir de compras ¿puedo ir sola sin que me sigas? −No. <<Quedirecto.>> − Hay por favor. No escaparé... a dónde puedo ir si ni auto tengo. – Replique con las pocas ganas de salir victoriosa. −No quiero correr. – Respondió de inmediato. −¿Quién dijo algo de correr? Aunque sería buena idea, − enfatice con una sonrisa −, tal vez te gane, pero siempre sales en el momento menos esperad
Al llegar a casa. −¿Cómo se llama el señor?- Pregunto. −Ten, me dio esta tarjeta. − Al leer la dirección me resulta familiar- ¿Sabes quién es? −No, pero la dirección si la conozco. Es un conjunto residencial enorme. −¿Tienes un familiar en esa residencia? – Pregunta dudoso, y por la forma en que me observa es fácil saber que está pensado con sus celos, no con su cabeza. −No exactamente. − Me dirijo a mi computador. −¿Qué haces? – Se acerca. −Parece que escuchado ese apellido antes. −¡Espera! − Lo dice con sorpresa −. Ese es el sistema de clientes. −Sí, ¿sorprendido? Padre me enseño. – Sigo buscando ese nombre −. ¿Señor y señora Slim dónde están? - Luego de unos minutos grito - ¡Bingo! Los encontré. −Los Slim, dueños de las constructoras "Smith ". −Yes, son buenos clientes. No sabía que vivían en esa residencia. Supongo que es el destino. – Murmuro esa última parte sin que ese tumulto de cel
No tuve más opción que montar un caballo y seguirlo. A pesar de la hora pude alcanzarlo. −¡Te atrape! – Lo digo por detrás. − ¿Por qué esta aquí? – Pregunto enojado. −¿Por qué tú estás aquí? – Volví a preguntar. −Vete, es mejor que vayas con Evans. Paso preguntan
Narra Emma….. Hace un frío de los mil demonios que incluso puedo ver mi propio aliento. −Hace frío Martín, ya cambiaste de decisión. – Lo presiono un poco. −Eres débil y por tu culpa tendré que regresar a casa. – Sus ojos me recriminan como si yo fuese la muchac
Narra Emma... −Te daré tres segundos para que me golpees, si es que puedes. −Tres segundos para... – Me interrumpe y se abalanza sobre mis labios robándome un beso −Uno, dos, tres ¿por qué no lo haces? - Pregunta alejándose. Me quedo sin palabras por segundos. <<Pensé que se rendiría de estar conmigo, pero no es así. Qué es para él rendirse>> Presa de mis pensamientos, no me doy cuenta de que nuevamente sus labios se acercan como un par de lobos acechadores. La fuerza de su beso hace que mi espalda se planche más con el espaldar del asiento. Duele. –Chris...........mi espalda. −Vamos al hospital. - La punta de su lengua rosa su labio inferior como si lo estuviera saboreando. − ¿Por qué .....lo hiciste? –Pregunto desconcertada. −¿Pensaste que me rendiría y te dejaría sola? −Sí. – Le aseguré. −Eso no va a pasar. Eres descuidada, to
−Em, si un día me pasa algo prométeme que encontrarás nuevamente la felicidad. −Por ahora, tú eres mi felicidad. − Y tú la mía, Em...... –Sí. –Je t'aime.... Después de aquella palabra abro mis ojos. Se trata de un sueño. De uno que ya lo estaba olvidando por su semi amargura. <<¿Por qué? >> Ha pasado tiempo desde la última vez que lo soñé. −Señorita Emma. – Es Tom, tocando la puerta. −Sí Tom. ¿Qué sucede? −El joven ha salido por un momento y pidió que se arregle para salir. −¿Te dijo a dónde? −No. −Está bien. Gracias Tom. Tomo un baño, no sé a dónde iremos. Mientras estoy bajo las gotas cálidas, pienso en lo que me dijo Chris.− Sabes que no me rendiré fácilmente.− Sé que no se rendirá y eso me da miedo. Dejo de pensar en cosas negativa y me alisto tan rápido como puedo. Usaré un vestido corto de c