Arianna. Mientras nos dirigíamos a la Torre Powell, los nervios comenzaron a acrecentarse en mi interior, esperaba que Keanu se tomara bien lo que habíamos conseguido las herederas, eso era lo que él siempre había querido, que el puesto de CEO general fuera asociada al trabajo, y a los éxitos empresariales, no a sus habilidades como semental procreador de descendencia. La relación con su primo había mejorado, y en el fondo, según me había comentado Miriam, las ganas de ser CEO de Kevin, eran mas un exigencia de su madre que por él mismo, en cuanto a mi cuñado Michael, nunca le había interesado ese puesto, sólo mi marido llevaba toda su vida soñando con él. Y con sus razones, era el mejor preparado, y el que más se conocía los entresijos del grupo, incluso su personalidad era casi una copia que la del CEO al que iba a suceder. El abuelo Powell y mi marido, eran dos putas gotas de agua, si hablábamos de personalidad, éxito y ambición. Durante toda esa noche, una extenuante noche,
Arianna. Aún no podía creer que el Keanu me hubiera dicho lo que me dijo, ¿cómo se pude creer que yo desee abortar a nuestro hijo?, es verdad que no fui totalmente sincera con los medios, pero en definitiva lo hice por él, para darle lo que él quería. Me costó mucho regresar a casa, tenía que pensar como hablarlo con él, para arreglar esto, y desde luego que me pidiera perdón por las palabras que me dijo. Nunca me hubiera creído que Keanu podía ser así, había ido a la yugular, a donde más duele, sin importarle el dolor que sus palabras me podían causar. Cuando entré en la mansión me fui directa su despacho, era el lugar donde él se encerraba, siempre que tenía una preocupación o teníamos una desavenencia, pero al entrar en él vi que estaba vacío. - “Quizás esté en su piso de soltero.”- pensé, así que llamé a William para que me dijera si sabía algo de mi marido. Tras dar el primer tono de llamada, oí el móvil de mi jefe de escoltas por el pasillo, y voces que venían del sal
Arianna. - "¿Está segura de eso es lo que quieres hacer, Dogos?"- preguntó Elena a Miriam. - "Déjala no vez que prácticamente tiene ya la maleta hecha, ya solicitó a personal, el puesto de secretaria de dirección en Seattle va a trabajar con el número dos de la empresa que dirige su marido."- le respondí yo. La culpa me atenazaba el estómago, y aunque me había disculpado con ellas, por le lio en las que las había metido, ninguna de las tres me reprochó nada, es más me dijeron que yo no tenía la culpa, si ellas hubieran querido hablar con sus maridos, lo hubieran hablado, pero se acobardaron y no lo hicieron, así que la estúpida dedición también fue tomada por ellas. -"¿Y vosotras que vais a hacer para recuperar a vuestros maridos?"- nos preguntó abrazándonos Miriam, la notaba triste, algo raro de ver en ella. -"Yo tengo que acompañar al jefe del departamento de logística internacional al evento que se realiza en las empresas de Nueva York. Los chicos se quedan con el abuelo
Keanu. - “Vaya veo que la recepción está siendo un éxito. Pero es normal todo lo que sale del grupo Powell, tiene su sello de calidad”- esa voz se me hizo más que conocida, y no pude evitar sonreír. - “Vaya Margot veo que no te pierdes ningún evento, al parecer hay cosas que no cambian.”- le dije dándole un beso en la mejilla. Hacía más de un año que no veía a mi exnovia y mejor amiga Margot Mitchell. Justo desde que me fui a España, a la nueva sede central europea, aún continuamos teniendo una buena relación de amistad. Incluso antes de aparecer Arianna en mi vida, había contemplado la idea de proponerle matrimonio, Margot y yo éramos muy parecidos, para nosotros nuestras empresas eran lo primero, cumplir con nuestra herencia era la base de todo, ambos éramos muy ambiciosos, teníamos nuestras ideas muy claras, al ser tan parecidos, nos conocíamos muy bien, y nos respetábamos. Pero, como dije, todo acabó en el momento que puse mis ojos en esa preciosa sirena rubia, ojos del co
Arianna. - “¿Dónde estás? Tenemos que hablar.”- le dije a Emy nada más salir de la sala donde se estaba produciendo el gran evento de promoción de Beauty Powell, la empresa dedicada al cuidado personal y belleza de grupo Powell. - “Espera déjame pensar, por tu tono de voz iracundo, han pasado dos cosas, o que te en contrastes con tu marido y no te reconoció, o si lo hizo, pero te ignoró”- dijo Emy muerta de risa. - “La dos cosas”- dije yo pensado en siete formas de asesinar a mi marido. - “Espera eso de las dos cosas es nuevo para mí, explícate, porque de verdad entre el embarazo, y que aún no me he podido acercarme a Jason por culpa de estúpido de tu marido, que lo mando a Seattle, a la sede central del grupo por trabajo, llevo dos semanas de un lado para otro como alma en pena.”- volví a sentirme culpable y rebajé un poco la tensión de mi enfado. Era verdad que Emy viajó conmigo para reunirse con su marido, al que le diría que, tras resolverlo todo en las empresas, había viajad
Emy. -“ Explícame de nuevo, que no lo entiendo, ¿Por qué la zorra Mitchell sigue viva?”- le pregunté por tercera vez. -“ Porque no puedo descubrirme así de claro, he venido para hacer una trabajo, y quitando mi jefe, por insistencia de mi suegra, nadie debe saber que soy la mujer del CEO, y la heredera de Keanu J. Powell.”- me dijo Pontos intentando ser razonable y ecuánime, cosa que a mi entender estaba más que sobrevalorado, cuando una zorra te intentaba robar a tu marido. -“Simplemente no lo entiendo, soy yo, y ya hubiera barrido el piso de la fiesta con ella, la hubiera llevado delante de mí hombre, y después de haberlo besado como si no hubiera un mañana, delante de ella y del mundo, para que supiera a quien pertenecía, le hubiera dicho cuatro cositas bien dichas.”- le dije muy seria, a veces no entendía a estas herederas, se complicaban mucho la vida. -“Si claro, pero uno, estas embarazada , y es peligroso para ti sobre esforzarte, dos, tienes la hormonas a flor de piel,
Arianna. - “¡Esto es un castigo!, ¡Un maldito castigo!”- me dije a mi misma, cuando al fin pude huir del despacho del CEO. Por tercera vez esta semana me obligaba a ir su despacho con una estúpida excusa para tenerme una media de una hora seduciéndome de diferentes formas. El primer día me dijo que su asistente estaba ocupado, cosa que era verdad ya que tras la primera noche que Jason Graham paso haciendo feliz a mi amiga, de mil maneras, maldita suertuda, antes del amanecer tuvo que salir de nuevo de viaje, esta vez por un problema que había surgido en la sede las empresas Taylor, en Singapur, empresa que el marido de mi amiga administraba, como su esposo y gerente, para que ella se dedicara a lo que más le gustaba, ser Chef en los restaurantes de su familia, en España. Así que a día de hoy Dartacan estaba de los conglomerados, los grupos empresariales y los Holdings, según sus palabras textuales: - “¡Hasta el coño!”- muy explícita la hispanoamericana. Para colmo aún no había
Arianna. - “¿Podría secarme esto con el secador de mano del aseo de mi despacho, señora Cortes?, es que hoy no traje muda de cambio, como usted muy sabiamente acaba de decir, estos accidentes nunca me pasan.”- la ironía de sus palabras fueron más que captadas por mí. Pero no podía hacer nada yo solita me había metido en este lio. Tras coger su ropa me fui al baño, murmurando por lo bajo. - “Pues será que yo le pongo nervioso, pero desde que me hace venir a este despacho, es el ser más patoso del mundo.”- sabía que él me había escuchado, porque su sonrisa se amplió. - “¡Maldito descarado, provocador!”- pensé mientras me dedicaba a la tarea de secar la camisa, que, al ponerla en contacto con el aire de secador de mano, desprendió el delicioso aroma que yo tenía asociado a ese hombre. - “¡Perfecto! ¡Esto es perfecto!, ahora actúan las feromonas, maldita seas Keanu Powell. “- pensé mientras cerraba los ojos, e intentaba controlarme. Mientras, un semidesnudo CEO, me miraba desde la pue