Arianna. - “Muy bien señora Graham todo va genial, está usted de cinco semanas, como ve en la pantalla, las dimensiones del feto son las correctas para ese periodo de gestación, le voy a dar unas recetas de unos complementos que tiene que tomar, como son ácido fólico, y algunas vitaminas y hierro, ya que según el análisis que se acaba de hacer, tiene el hierro bajo. ¿Cómo van las náuseas?”- le pregunto el nuevo obstetra de Dartacan, mientras, tanto ella, como yo, mirábamos emocionada en la pantalla como se veía un pequeño bultito, con la forma de una judía, al mismo tiempo que oíamos el latido de un corazón fuerte y rápido. - “Mas o menos, soportable”- dijo mi amiga, pero tuve que corregirla, había veces que Dartacan era una niña pequeña. - “De más o menos nada, hay días que no puede comer nada. La película del exorcista es un cuento de niños a su lado porque no se había hecho a la idea de que iba a ser madre, y pensaba que, si lo ignoraba, como a un mal cliente, desaparecería, pe
Narrador. Durante toda la mañana Calthon heredero y primogénito de la familia Memphis, había estado liado con varios proyectos de su grupo, entre otros documentos que recibía a diarios, hoy se había entregado como siempre, y puntualmente, la información mensual que solicitaba sobre la familia Powell, y ahora, mientras se dirigía a la exposición de arte en la galería del centro comercial Memphis South Center, se dedicaba a repasarla. Calthon siempre se había preciado, de ser muy meticuloso en todo lo que hacía, criado por un padre estricto y exigente, cuyo lema era “Tienes que ser el mejor”, la rivalidad que tenía con la familia Powell, por parte de su familia, y el odio, además de la envidia que sentía por uno de los miembros de dicha familia, el cual le había hecho perder, al gran ejecutivo, en muchas ocasiones, proyectos, mujeres, y apuestas. Esa legendaria rivalidad, de hecho, todo el mundo la conocía en el mundo empresarial, y en casi todos los terrenos. Era la más que nombrada,
Arianna. Si pudiera describir la primera reacción de mi hombre al verme convertida en la hermana sexy de Jessica Rabbit, usaría dos calificativos. De un desconcierto, Keanu controla sus sentimientos, el autocontrol es su lema, solo que conmigo, desde que lo conozco, por alguna razón, y esta es una de ellas, suelo saltarme sus barreras infranqueables y por unos segundos deja ver cómo le afecto, sobre todo si, como en este caso, es un asalto inesperado. Justamente eso fue lo que le pasó cuando entré en el vestíbulo de la sede de Powell Holding, en Nueva York, el pobre recibió una sobre carga de circuitos, que tardó más de unos segundos en cubrir, por eso pude darme cuenta de su desconcierto. La segunda de las reacciones era una mescla entre deseo, ira, y celos, muy comprensible las dos. Por mi parte, no deseaba ser el centro de atención, nunca me ha gustado, eso es más un detalle que lleva en su genética, Elena por su empresa, y Miriam, porque literalmente nunca le han importado lo q
Jason. Estaba agotado desde que me subí a la limusina, tras salir del aeropuerto JFK, sabía que tenía que replantearme un poco mi vida. Mi volumen de trabajo no era normal, que mi esposa estuviera tanto tiempo sola tampoco, había venido tras de mí, desde España, y en total no habíamos pasado ni dos semanas juntos. Tenía claro que esta vez fue para arreglar los problemas de las empresas de mi esposa, pero entré las de Emy, el astillero de mi familia, y la actitud casi despótica de mi jefe y amigo, casi me había centrado en trabajar, y había dejado un poco de lado a mi esposa. Mientras me colocaba cómodamente en el sillón de la limusina, decidí llamarla para poder reunirnos como habíamos acordado, así que me sorprendió cuando al coger el móvil tenía un mensaje de ella. En el mensaje me pedía que nos reuniéramos en la suite principal del hotel Hilton, una sonrisa se dibujó en mis labios. - “¿Qué tendrás preparado la peligrosa señora Graham?”- pensé, mientras le daba la nueva direcc
Keanu. Me sentía nervioso, sabía que William no me iba a engañar, pero como jefe de escoltas de la señora Powell, le debía su lealtad a ella, primero, así que el único mensaje que recibí de él fue el siguiente: - “Señor, aumentado el nivel de protección de la señora, va a ser una noche larga, preparado plan de escapé para el que pierda, y lamentablemente, hoy pude ser el día en el que pierda la batalla, sea usted.”- ante esto mi mente se preparó para lo que quiera que hubiera previsto, esa estratega de amiga de Napoleón. Pero ni en mis mejores previsores me prepararon para ver a la diosa tentadora que entró del brazo del Gordon, esa noche, ni yo, ni ningún hombre con sangre en las venas, estaría preparado. Sabía de la belleza de esa maldita mujer, hasta la había visto desnuda, cosa que, en estos momentos, no era mejor no pensar, o mi derrota sería la más rápida de la historia, para colmo mi cuerpo estaba más que dispuesto a perder, sólo mi mente luchaba con lo que mi traidor cora
Arianna. - “Ahora sí que veo porque el idiota de Keanu ha perdido el interés en su esposa, al parecer señora Cortes, tiene usted unos motivos más que deseables, comparados con los que yo detecté al principio. Se ha vuelto usted un problema interesante.”- una voz me interrumpió mientras yo recorría el pasillo para llegar al salón de festejos, donde se producía la fiesta, William hizo un amago de quedarse conmigo, pero yo hice una señal disimulada con mi mano, para que continuara sin descubrirnos a los dos. Así que mi fiel escolta continuó su camino como si hubiera sido un invitado que regresaba del aseo masculino, sabía que, desde que doblara la esquina del pasillo, se quedaría allí controlando la situación, mientras daba parte a los otros escoltas que estuvieran preparados por si tenían que intervenir. Me giré hacia la impertinente voz, y me encontré de bruces con el enemigo empresarial de mi esposo, Calthon Memphis, al parecer hoy no era mi día de suerte, todas las ratas habían s
Arianna. -” No importa cuánto las llame, esas tres no cogen el teléfono, ¿Qué demonios estarán haciendo?.”- me queje en alto tras ducharme, y quitarme ese maldito color rojo de mi pelo, y tras ponerme un camisón ligero, mientras me tomaba una copa de vino blanco. -” Como si no supieras, o están descansado de haber tenido un sexo alucinante, o están por tenerlo, dependiendo del uso horario en el que se encuentren. La única que está aquí comiéndose los mocos, por estúpida, eres tú.”- me dijo mi conciencia, diciéndome lo que ya sabía, que mi orgullo y mis miedos, cada día me ponían las cosas peores. Simple y llanamente, teníamos que acabar con este juego estúpido y hablar como una pareja, nada de temores, ni de imposiciones, acuerdos, y ya está, nos amábamos, no podía ser tan difícil. Una lágrima de impotencia rodó por mi mejilla, tras la ira inicial, y al mirar ese lujoso salón tan solitario, comencé a echar de menos mucho a mi marido, hacía ya más de tres semanas que no estábamos
Arianna. Me encontraba en la sala de espera del consultorio médico en espera de las pruebas antes de que el doctor me diera los resultados, sufrió un ligero mareo durante la junta de jefes, por insistencia de mi jefe Gordon, la verdad era que llevaba varios días con mareos y nauseas, Keanu insistió que fuera al médico, pero yo siempre eludía que era pasajero. Hasta que llegó el chantaje de mi jefe, que me obligó ir al médico a hacerme un chequeo, o como opción alternativa, me despediría, y llamaría a mi marido para comunicarle el motivo de mi despido. Es por esto por lo que odiaba que mi identidad se hubiera descubierto, todo el mundo estaba pendiente de mí. Hace un maldito mes que, toda la sede de Nueva York había descubierto que la pelirroja y extraña señora Cortes, no era otra, sino que la señora Powell, desde el evento donde mi marido había terminado a puños con su rival Calthon Memphis, detalle que había salido por todos los periódicos de sociedad, que pronto fue retirado por