Emy. Mientras pensaba como preparar mi arma secreta, oía a las herederas repartirse las habitaciones, sabía que los primeros mojitos que habíamos tomado en mi casa ya habían hecho su efecto, pero nada las iba preparar para lo que yo les tenía pensado, en cierta forma esta era mi venganza por las veces que, por culpa de sus estúpidas desavenencias con sus maridos, en especial con Ariana, mi marido me abandonaba para cuidar del llorón de su jefe. -” Me quedó con esa habitación-” dijo Elena, refiriéndose a la que más cerca estaba del despacho, que era la más aislada. -” No quiero que oigan llorar al playboy cuando lo castigue esta noche.”- no pude evitar reírme ante su cometario, porqué sabía que esto sólo era un arma más para cierta deslenguada soltara una de sus lindezas. -” ¿Y cómo lo vas a castigar, Aramis? ¿Qué te haga el amor tres veces, en vez de cuatro? Creo que hasta eso lo agradecerá, tu técnica de agotar al playboy funciona, ya ni mira a otras mujeres, lo tienes seco, moren
Arianna. Mientras nos dirigíamos a la Torre Powell, los nervios comenzaron a acrecentarse en mi interior, esperaba que Keanu se tomara bien lo que habíamos conseguido las herederas, eso era lo que él siempre había querido, que el puesto de CEO general fuera asociada al trabajo, y a los éxitos empresariales, no a sus habilidades como semental procreador de descendencia. La relación con su primo había mejorado, y en el fondo, según me había comentado Miriam, las ganas de ser CEO de Kevin, eran mas un exigencia de su madre que por él mismo, en cuanto a mi cuñado Michael, nunca le había interesado ese puesto, sólo mi marido llevaba toda su vida soñando con él. Y con sus razones, era el mejor preparado, y el que más se conocía los entresijos del grupo, incluso su personalidad era casi una copia que la del CEO al que iba a suceder. El abuelo Powell y mi marido, eran dos putas gotas de agua, si hablábamos de personalidad, éxito y ambición. Durante toda esa noche, una extenuante noche,
Arianna. Aún no podía creer que el Keanu me hubiera dicho lo que me dijo, ¿cómo se pude creer que yo desee abortar a nuestro hijo?, es verdad que no fui totalmente sincera con los medios, pero en definitiva lo hice por él, para darle lo que él quería. Me costó mucho regresar a casa, tenía que pensar como hablarlo con él, para arreglar esto, y desde luego que me pidiera perdón por las palabras que me dijo. Nunca me hubiera creído que Keanu podía ser así, había ido a la yugular, a donde más duele, sin importarle el dolor que sus palabras me podían causar. Cuando entré en la mansión me fui directa su despacho, era el lugar donde él se encerraba, siempre que tenía una preocupación o teníamos una desavenencia, pero al entrar en él vi que estaba vacío. - “Quizás esté en su piso de soltero.”- pensé, así que llamé a William para que me dijera si sabía algo de mi marido. Tras dar el primer tono de llamada, oí el móvil de mi jefe de escoltas por el pasillo, y voces que venían del sal
Arianna. - "¿Está segura de eso es lo que quieres hacer, Dogos?"- preguntó Elena a Miriam. - "Déjala no vez que prácticamente tiene ya la maleta hecha, ya solicitó a personal, el puesto de secretaria de dirección en Seattle va a trabajar con el número dos de la empresa que dirige su marido."- le respondí yo. La culpa me atenazaba el estómago, y aunque me había disculpado con ellas, por le lio en las que las había metido, ninguna de las tres me reprochó nada, es más me dijeron que yo no tenía la culpa, si ellas hubieran querido hablar con sus maridos, lo hubieran hablado, pero se acobardaron y no lo hicieron, así que la estúpida dedición también fue tomada por ellas. -"¿Y vosotras que vais a hacer para recuperar a vuestros maridos?"- nos preguntó abrazándonos Miriam, la notaba triste, algo raro de ver en ella. -"Yo tengo que acompañar al jefe del departamento de logística internacional al evento que se realiza en las empresas de Nueva York. Los chicos se quedan con el abuelo
Keanu. - “Vaya veo que la recepción está siendo un éxito. Pero es normal todo lo que sale del grupo Powell, tiene su sello de calidad”- esa voz se me hizo más que conocida, y no pude evitar sonreír. - “Vaya Margot veo que no te pierdes ningún evento, al parecer hay cosas que no cambian.”- le dije dándole un beso en la mejilla. Hacía más de un año que no veía a mi exnovia y mejor amiga Margot Mitchell. Justo desde que me fui a España, a la nueva sede central europea, aún continuamos teniendo una buena relación de amistad. Incluso antes de aparecer Arianna en mi vida, había contemplado la idea de proponerle matrimonio, Margot y yo éramos muy parecidos, para nosotros nuestras empresas eran lo primero, cumplir con nuestra herencia era la base de todo, ambos éramos muy ambiciosos, teníamos nuestras ideas muy claras, al ser tan parecidos, nos conocíamos muy bien, y nos respetábamos. Pero, como dije, todo acabó en el momento que puse mis ojos en esa preciosa sirena rubia, ojos del co
Arianna. - “¿Dónde estás? Tenemos que hablar.”- le dije a Emy nada más salir de la sala donde se estaba produciendo el gran evento de promoción de Beauty Powell, la empresa dedicada al cuidado personal y belleza de grupo Powell. - “Espera déjame pensar, por tu tono de voz iracundo, han pasado dos cosas, o que te en contrastes con tu marido y no te reconoció, o si lo hizo, pero te ignoró”- dijo Emy muerta de risa. - “La dos cosas”- dije yo pensado en siete formas de asesinar a mi marido. - “Espera eso de las dos cosas es nuevo para mí, explícate, porque de verdad entre el embarazo, y que aún no me he podido acercarme a Jason por culpa de estúpido de tu marido, que lo mando a Seattle, a la sede central del grupo por trabajo, llevo dos semanas de un lado para otro como alma en pena.”- volví a sentirme culpable y rebajé un poco la tensión de mi enfado. Era verdad que Emy viajó conmigo para reunirse con su marido, al que le diría que, tras resolverlo todo en las empresas, había viajad
Emy. -“ Explícame de nuevo, que no lo entiendo, ¿Por qué la zorra Mitchell sigue viva?”- le pregunté por tercera vez. -“ Porque no puedo descubrirme así de claro, he venido para hacer una trabajo, y quitando mi jefe, por insistencia de mi suegra, nadie debe saber que soy la mujer del CEO, y la heredera de Keanu J. Powell.”- me dijo Pontos intentando ser razonable y ecuánime, cosa que a mi entender estaba más que sobrevalorado, cuando una zorra te intentaba robar a tu marido. -“Simplemente no lo entiendo, soy yo, y ya hubiera barrido el piso de la fiesta con ella, la hubiera llevado delante de mí hombre, y después de haberlo besado como si no hubiera un mañana, delante de ella y del mundo, para que supiera a quien pertenecía, le hubiera dicho cuatro cositas bien dichas.”- le dije muy seria, a veces no entendía a estas herederas, se complicaban mucho la vida. -“Si claro, pero uno, estas embarazada , y es peligroso para ti sobre esforzarte, dos, tienes la hormonas a flor de piel,
Arianna. - “¡Esto es un castigo!, ¡Un maldito castigo!”- me dije a mi misma, cuando al fin pude huir del despacho del CEO. Por tercera vez esta semana me obligaba a ir su despacho con una estúpida excusa para tenerme una media de una hora seduciéndome de diferentes formas. El primer día me dijo que su asistente estaba ocupado, cosa que era verdad ya que tras la primera noche que Jason Graham paso haciendo feliz a mi amiga, de mil maneras, maldita suertuda, antes del amanecer tuvo que salir de nuevo de viaje, esta vez por un problema que había surgido en la sede las empresas Taylor, en Singapur, empresa que el marido de mi amiga administraba, como su esposo y gerente, para que ella se dedicara a lo que más le gustaba, ser Chef en los restaurantes de su familia, en España. Así que a día de hoy Dartacan estaba de los conglomerados, los grupos empresariales y los Holdings, según sus palabras textuales: - “¡Hasta el coño!”- muy explícita la hispanoamericana. Para colmo aún no había