Quince días después
William caminaba de un lado al otro por toda la capilla. La socia que había escogido para la farsa de matrimonio, no llegaba a la iglesia. Verónica llevaba quince minutos de retraso y no daba señales de vida.—Todas las novias se retrasan, es algo normal —lo consoló su abuela.
Una risa por poco escapa de él. Había logrado engañar a su familia. Todos creían que estaba nervioso porque por el gran día. Lo que ellos no sabían, era lo que había detrás. Ni siquiera habían preparado una gran boda. Después de firmar el acuerdo prenupcial, se habían ido cada uno por su lado. Solo cuando el abogado les avisó que tendría los documentos listos para entregárselos al concluir la fiesta, se pusieron manos a la obra. Él contrató a una organizadora de eventos, pero ni, aun así, pudieron tener algo mejor. La iglesia estaba decorada con mucha sencillez, no parecía que un Tanner se iba a casar en cuanto la novia apareciera. A su abuela Hope le había encantado, creía que su nieto estaba tan enamorado que no pudo esperar para una fiesta de más envergadura.
—Yo creo que Verónica se arrepintió. Mi hermano es muy feo —se burló su hermano Simon.
—No seas malo, Simon. Ella es muy dulce, no haría eso. —Hope le dio un suave golpe a su nieto en uno de los brazos. No quería que estuviera molestando—, solo es un ligero retraso. Para mi boda, llegue casi media hora después.
William fue hasta donde estaba su abuela y le dio un beso como agradecimiento. Sabía que no tenía que estar impaciente, que Verónica necesitaba casi más que él aquella boda. Pero los nervios igualmente se adueñaron de su cuerpo.
—William, tu futura esposa, viene llegando. El padre pidió que tomáramos las posiciones que nos toca a cada uno —avisó Emmet, uno de sus primos.
El corazón de William dio varios latidos acelerados. Después de ese día, estaría más cerca de su objetivo.
En la puerta de la iglesia, Verónica estaba con el estómago revuelto. Los nervios tenían su cuerpo en tensión. No tenía miedo de la familia Tanner, ni que la fueran a rechazar. Una semana antes los conoció y quedó enamorada de la abuelita Hope, la anciana había sido un amor desde el momento que llegó a la casa familiar. El resto de la familia le dio la bienvenida como si la conocieran de muchos años atrás. Los nervios que tenía eran porque después de ver la calidad humana de los Tanner, no le gustó el engaño que William y ella les estaban haciendo. Tomó una respiración profunda y pasó un brazo por el de su amiga Pamella. Ella sería la encargada de llevarla al altar.
—Solo desearía que Mildred pudiera verte —le dijo Pamella al oído—, estás preciosa.
—¿Ya no crees que estoy loca por casarme tan rápido? —preguntó en tono de broma.
—Todavía creo que estás loca, pero ¿quién puede juzgarte?, William Tanner está como quiere, es un bombón —respondió Pamella encogiéndose de hombros, mientras le seguía la broma.
—Hey, que estás hablando de mi futuro esposo —Verónica fingió estar muy ofendida, pero estaba que quería morir de risa—, pero puedo presentarte al hermano.
Las dos mujeres miraron hacia el altar donde esperan William y su hermano. Los dos se veían muy guapos, William con su traje azul oscuro y Simon con un traje gris marengo.
—Está guapo, pero nunca me haría caso —respondió Pamella haciendo un mohín con los labios. Luego la apremió para entrar a la iglesia.
Verónica le sonrió en agradecimiento y comenzó a caminar por el pasillo con la música de fondo. Como su madre estaba ingresada, todavía con pronóstico reservado, ni siquiera le había dicho que se iba a casar. Su padre murió cuando ella era pequeña. Y solo tenía a su mejor amiga para acompañarla.
Fue una sorpresa para Verónica conocer la identidad de William. Antes de ir con él a conocer a su familia, Pamella ya le había mostrado todo el árbol genealógico. Los Tanner eran los dueños de la empresa, para la cual llevaba dos años trabajando.
Cuando Verónica puso la mano encima de la mano más grande de William, sus nervios aumentaron. La ceremonia fue un poco incómoda, ellos no tuvieron tiempo de conocerse, ni de aprenderse los votos. En el momento que el padre los declaró marido y mujer, las mejillas de ella se pusieron de rojo escarlata, sabía que el próximo paso era besarse para culminar la ceremonia.
Él le tomó el rostro entre las manos y se acercó a su oído —Olvídate de los presentes. El beso será breve, estamos en una iglesia. Lo único que tienes que hacer, es verte emocionada. Finge que me amas.
Ella cerró los ojos y esperó. Sintió el roce de los labios, la leve presión mientras le daba un pequeño beso y luego se apartaba. Nunca se lo iba a confesar, pero le pareció demasiado breve.
—Ya estamos casados, Nicki —susurró él acariciándole el labio inferior con un dedo.
Verónica bajó la mirada con las mejillas arreboladas. Era la primera vez que él la llamaba con el diminutivo de su nombre.
El resto del tiempo en la iglesia pasó como un borrón. Cuando se dieron cuenta, ya estaban en la fiesta.
—Hay más cosas de las que acordamos con la organizadora, ¿verdad? —preguntó Verónica mirando alrededor.
—Por supuesto, hay más flores, un poco más de todo. No podía permitir que uno de mis nietos tuviera una boda tan simple —respondió Hope, orgullosa de lo que había hecho.
—Pero, no era necesario. William y yo estábamos conforme —señaló Verónica.
—Pero yo no —respondió Hope con cara de lástima—. Ya estoy vieja, no creo que pueda ver muchas bodas de mis nietos. Mis hijos solo me dieron varones con fobia al matrimonio.
—Yo me voy a casar pronto, abuela. Y soy tu nieto —protestó Emmet fingiendo estar herido.
—Estoy al pensar que no se casarán nunca —Hope movió la cabeza negando. Se le había hecho una eternidad la espera de esa boda.
Verónica sonrió, por lo que había escuchado, la boda de Emmet y su prometida llevaba más de un año posponiéndose, por ese motivo, la anciana creía que nunca se casarían.
Hasta ese momento, todo estuvo bien. La tarde noche se complicó cuando los invitados y la familia les pedían que se besaran, que se abrazaran o estuvieran muy cerca para una foto. Ellos no se sentían en confianza para ser la pareja enamorada que todos esperaban. La noche que se conocieron, para ellos no contaba como preámbulo de una relación, se acordaban muy poco de esa noche y estaban seguros de que fue de sexo desordenado.
—No actúas como un esposo normal. Pareces un robot. Recuerda que te casaste rápido porque no podías mantener lo suficiente lejos de mí —Le dijo Verónica entre dientes para no ser escuchado por los demás.
—Y tú eres pésima actriz. Estoy seguro de que, si no es por mi intervención, ya todos supieran por qué nos casamos —contraatacó él.
—No sé cómo actuar por tu culpa.
—No me culpes, eres pésima actriz y ya —ironizó William—, tenía que haber contratado u a profesional. Así iba a estar seguro de mi inversión.
—Podemos anular el matrimonio. Así podrás buscar alguien a tu gusto —Verónica estaba enojada.
—Puff, ya no puedo. Por algo que no logro entender, mi abuela está encantada contigo.
—Por algo será, ¿no? —dijo ella y se alejó de él para caminar entre los invitados.
William la vio alejarse con una sonrisa dibujada en los labios. Le había dicho que quería otra, pero no era verdad. Estaba seguro de que ella era la indicada hasta que el amor de su vida llegará a robar su corazón. Solo entonces, anularía el matrimonio, no antes, ni después.
—Me gusta esa chica. No sé qué peleaba contigo, pero se notó que se llevó la victoria. —escuchó que su abuela decía a su lado.
—Eso pensó ella y por lo que veo, tú también, pero estoy seguro de que esta batalla me la llevé yo —bromeó William y luego abrazó a la anciana—, pero las dejaré creer que acabaron conmigo.
—Lo mejor que harás, así podremos quedarnos con ella —bromeó Hope.
William se sintió un poco mal por engañar a su abuela. Podía afirmar que le sería difícil a la anciana cuando ellos se divorciaran. Pero tenía que hacerlo, los socios de la empresa esperaban que estuviera casado y la mujer, que estaría con él hasta el final de sus días, no había hecho acto de presencia.
Horas después, se despidieron de los invitados y entre bromas de doble sentido, se fueron a la casa de William. Allí los estaría esperando el abogado con una copia del acuerdo prenupcial. Sin embargo, para los demás, sería la primera noche de bodas. Cómo William había tomado la presidencia de la empresa, no podían hacer un viaje largo. Mintieron, diciendo, que lo harían en otro momento.
—¿Está todo como pediste? —preguntó William mientras revisaba la copia que le entregaron a él.
—Sí, no falta nada —respondió ella—, ¿y tus exigencias?
—Todo está perfecto, muy bien plasmadas. ¿Segura que está todo?
—Hay algo más, pero no es algo que tenga que estar en el acuerdo —respondió ella y guardó silencio unos segundos—, No quiero que en la empresa sepan que estamos casados.
—Tu amiga lo sabe y ella trabaja allí —él frunció el ceño sin entender.
—Ella no dirá nada. Al igual que yo, sabe que me van a acusar de usarte para obtener algo en la empresa. Tengo metas que quiero cumplir, por favor, no digas nada.
Él aceptó, mientras no afectara sus planes con los socios, no le importaba si alguien más estuviera al tanto de su matrimonio.
Nicki apretó el bolso contra su cuerpo mientras caminaba apresurada, llegaba tarde al trabajo y eran muy estrictos con el horario. Le dio una breve mirada al reloj, diez minutos tardes, su jefe le daría un sermón o la despediría. Ella esperaba que fuera la primera opción, le encantaba su trabajo, además de necesitarlo. —Señorita Gardener, ¿cree usted que son horas de llegar? —Franklin Peak señalaba el reloj que tenía puesto en la muñeca de su mano izquierda.—Señor Peak, no volverá a ocurrir, tengo a mi madre en el hospital y tuve que pasar primero por allí —Ella esperaba que su jefe directo comprendiera. Sin embargo, no fue así.—Si su madre está enferma, programe los horarios de visitas fuera del laboral. Esta empresa no es una ONG, tiene que cumplir con su parte o será remplazada —al hombre no le importó que Mildred estuviera en el hospital, solo pensaba que su empleada llegó diez minutos tarde.Los ojos de Verónica se humedecieron, estaba consciente de que llegar tarde y faltar a
La inconformidad que sentía Verónica por la actitud de William, le hizo tensar el cuello mientras fruncía el ceño y mandíbula se apretaba con fuerza. Ella volvió a hacerle la pregunta, pero él se negó a responder, miró hacia un lado como si ya estuviera aburrido de la conversación.—Bien, no respondas nada. Estás siendo irracional, no puedes prohibirme relacionarme con mis compañeros de trabajo. Para poder realizar el mío, tengo que interactuar con ellos. —Ella solo recibió una mirada irritada de su falso esposo por sus palabras.Sin embargo, él todavía estaba sorprendido por su arrebato celoso, no quiso decir algo más que lo llevara a decir otra tontería. Ella malinterpretó su silencio, creyendo que continuaba decidido a cumplir la tonta amenaza, movió la cabeza de un lado al otro y se marchó de la oficina de William, dejándolo reflexionando su actitud.Varias horas después, cuando concluyó el horario laboral, un torrencial de agua impedía que muchos empleados de la compañía se pudie
—¿Hola?, ¿eso es lo único que puedes decirme? —protestó una mujer del otro lado de la línea—, ¡esperé tu llamada por días!William sonrió, a Magnolia Abram, le encantaba exagerar y hacer drama. Estaba seguro, que, si hubiese estudiado actuación, sería una actriz muy galardonada.—Maggie, no he tenido tiempo de nada. He tenido que ponerme al día con la empresa, me dejaron mucho trabajo, que necesita muchas revisiones —respondió con cariño.—Tuviste tiempo para una boda, a la cual no fui invitada. —En la voz de Magnolia se escuchaba pesar—. ¿Ya no me consideras tu amiga, Will?Él se disculpó, la boda había sido tan rápida, que no le dio tiempo de pensar mucho en otra cosa que no fuera el casamiento. Además, supuso que su amiga de la infancia estaba fuera del país. Ni siquiera se había detenido a asegurarse de que Maggie estuviera en la ciudad. La mujer viajaba cada vez que le era posible y muchas veces se quedaba un tiempo largo en la ciudad que visitaba.—Hablamos antes de que abandona
A la mañana siguiente, William se sentía avergonzado. Los recuerdos de la noche anterior, vinieron a su mente y no deseaba enfrentar a Verónica. Pero no podía permanecer encerrado en su habitación, tenía que continuar con su vida, aunque la sensación de incomodidad durara varios días. Cuando salió de la habitación, se dirigió al comedor para tomar su desayuno, pero al llegar allí, se sonrojó un poco, Verónica estaba sentada a la mesa tomando una taza de café. Se acercó con pasos lentos, saludó esperando que ella se burlara, pero al ver que ella le devolvía el saludo sin mencionar lo sucedido, respiró aliviado y se relajó mientras esperaba su comida.—Tu abuela se quedó preocupada por ti, deberías ir a verla o al menos llamarla por teléfono —le dijo Verónica mientras dejaba la taza sobre el platillo.—La llamaré, aunque sospecho, que no es tanta su preocupación, y si más drama para que vuelva a visitarla pronto —dijo él, y se llevó un trozo de pan a la boca.—Su preocupación parecía ge
Al día siguiente, después de visitar a su madre en el hospital, Verónica decidió ir a la casa de Hope. Quería consejos de la anciana. Quien mejor que su abuela, para saber qué comidas eran las favoritas de William.—No todas las mujeres tienen que ser expertas en la cocina, Verónica —le dijo Hope con una sonrisa, luego que ella le planteara su problema—, si quieres aprender, hazlo por ti, no para demostrarle a mi nieto que eres buena en ello. Él sabe que eres excelente en otras cosas.—No me daré por vencida, Hope, aprenderé de alguna forma —En el rostro de Nicki estaba reflejada la terquedad. Lo conseguiría como mismo lo había hecho toda su vida. Con una sonrisa traviesa, le preguntó—: ¿O usted quiere que envíe otra vez a su nieto para el hospital?Hope comenzó a reír, le gustaba la chica, le recordaba un poco a ella misma cuando tenía su edad. Aceptó ayudarla, con la condición de estar en cada etapa del aprendizaje, tomarían la cocina de su casa como escuela culinaria.Las dos se pu
Verónica llegó a la casa del trabajo emocionada. Buscó por las habitaciones y no encontró a William. Eso le gustó, le daría tiempo de preparar la cena que, junto a la guía de Hope, iba a preparar para él.—Bien, estoy lista, comencemos —le dijo a Hope, treinta minutos después, con todos los ingredientes listos.—¿Ya tienes listo el pato y la salsa de frutos rojos? —preguntó Hope con su mejor rostro de profesora estricta.—¡¿Pato?, ¡¿salsa roja?!, ¿de qué me hablas? —preguntó Verónica poniéndose las manos en la cabeza mientras miraba hacia el teléfono—, ¿y la receta que me enviaste?Verónica se desesperaba con cada segundo de la videollamada, Hope le preguntó de qué receta le hablaba. En todo momento había pensado que cocinaría magret de pato con calabaza y salsa de frutos rojos. Verónica buscó la receta en internet, se veía un plato exquisito, pero no tenía el pato, ni se creía capaz de cocinar un plato tan elaborado.—Abuela Hope —la anciana le había pedido, la noche anterior, que la
Verónica caminaba al lado de William con la barbilla levantada sin mirar a ninguna parte que no fuera frente a ella. Desde que entró al edificio, estuvo recibiendo muchas miradas curiosas, algunas se veían maliciosas.—Te dije que sería mala idea que llegáramos juntos —le dijo ella entre dientes.—No me voy a estar escondiendo, solo tú, tienes problemas para que nos vean juntos —dijo él, encogiéndose de hombros.Ella le lo miró con los ojos entrecerrados, él no quería entender, que todos pensarían que, si lograba algo dentro de la empresa, dirían que sería gracias a la relación que tenían, no por mérito propio. Pero no se lo repitió, sería caer en oídos sordos. No gastaría saliva, William estaba decidido a acompañarla hasta la puerta del departamento donde trabajaba. Cuando se sentó en su mesa de trabajo, siguió sintiendo las miradas maliciosas.—Señorita Gardener, no me importa si está detrás del jefe, tiene que llegar en tiempo, hay trabajos que no pueden esperar. —Franklin Peak, no
En la tarde, cuando verónica visitó a su madre en el hospital, tuvo que explicarle casi, nada más llegar, porque tenía vendas en algunas partes del cuerpo. Trató de no mencionar mucho, a la amiga de William, no quería darle preocupaciones de más a su mamá.—Tu jefe es muy atento contigo, ¿tienen algo ustedes dos?—Él es así, ya te lo dije, lo mismo hubiera hecho por otro empleado.—Es un hombre muy guapo —insistió Mildred.—Lo sé, lo veo a diario. Pero, aun así, no tenemos nada —le dijo Verónica.Mildred la miró con suspicacia, pero no siguió insistiendo. Conocía a su hija, en cuanto estuviera lista, le contaría lo que estaba sucediendo en su vida.No obstante, las sospechas de que su hija y William tenían más que una relación laboral, se incrementaron cuando él fue por Verónica para llevarla a la casa. Mildred no veía normal, tanta amabilidad. Incluso, llevó flores para ella.—Nicki es mi única hija, solo tengo tiempo para cuidarla a ella. Si me hubiese enterado antes, lo que hizo el