El murmullo de las conversaciones a su alrededor se escuchaba muy lejano. No siquiera la voz de Christian a su lado pudo lograr sacarla del trance que le paralizó el cuerpo. El vestido que un momento antes sentía que realzaba su figura, ahora la ahogaba. Pasaron años desde la última vez que había visto a su ex, pero lograba el mismo efecto en ella que cuando era su esposo.El traje de gala que vestía William realzaba lo guapo que era. La mirada fija que tenía sobre ella seguía logrando que el mundo a su alrededor se desvaneciera. La misma chispa de que iluminaba sus ojos continuaba ahí, burlándose de ella.El corazón de Verónica comenzó a latir con fuerza. A pesar de los años que permaneció alejada, no podía negar que todavía la afectaba. Ni siquiera el resentimiento y los recuerdos dolorosos que seguían dañando su corazón lograban que lo olvidara. Obligándose a fingir, dibujó una sonrisa en los labios antes de hablarle.—No ha pasado el tiempo suficiente, aún te quiero lejos de mí —d
Las sorpresas continuaron para William cuando Verónica anunció que un concurso inspirado en sus joyas se iba a celebrar y que, además, ella iba a ser la jueza principal.—Las reglas se anunciarán un mes antes del inicio del concurso, están todos invitados a participar, ya sea como concursante o un simple espectador —dijo ella, para terminar el concurso.Después del discurso, a William se le hizo imposible acercarse a Verónica como deseaba. Todos querían a felicitarla y agasajarla con elogios. Cada persona allí presente ansiaba congraciarse con el juez principal de un concurso que estaba seguro había pasado a ser el más esperado del año. Tomando una respiración profunda, decidió ser paciente una noche más.Una hora después, William se encontraba buscando una bebida para su abuela y otra para él, cuando de repente, Verónica se detuvo a su lado. Cuando la mirada de ella se cruzó con la de él, en sus ojos se vio sorpresa. Era evidente que no había esperado estar de nuevo a su lado. Para
Verónica sonrió mientras subía en el ascensor que la llevaría al apartamento donde vivía. Contra todo pronóstico, pudo salir temprano del trabajo y llegar a casa antes de la hora que acostumbraba hacerlo. Bajó la cabeza, le dio una breve mirada a la bolsa que traía en la mano y apretó la mano en un puño con emoción, allí llevaba el regalo que compró para su novio. Ese día estaban de aniversario, dos años como pareja, un año viviendo juntos. Como no pudo reservar en uno de los restaurantes que tanto le gustaban a Gustavo, ella decidió preparar su comida favorita, quería demostrarle cuanto disfrutaba estar con él, aunque la celebración sería muy sencilla.Cuando se abrieron las puertas del ascensor y llegó frente a su apartamento, acomodó las bolsas de tal forma en sus brazos, que no le molestaron para abrir la puerta muy despacio y no revelar su presencia tan pronto, quería sorprender a su novio. Sin embargo, cuando la puerta se abrió por completo, la sorprendida fue ella. En el sofá d
—¿Casarnos? ¿Tú y yo? —preguntó Verónica, aguantando la risa.—Sí, tú y yo —respondió él. Ante la carcajada que escapó de los labios de ella, William se puso de pie y, dando una vuelta para que ella lo viera bien, bromeó—: Estoy seguro de que soy más guapo que el infiel de tu ex.Verónica le pidió que diera otra vuelta, pero esta vez un poco más lenta. Quería ver mejor la mercancía, lo que tendría a su lado mientras estuvieran casados. Él obedeció con gusto, aunque estaba bastante ebrio. A pesar de estar bajo los efectos del alcohol, era consciente de que su físico atraía. No tenía problemas para conquistar a una mujer cuando se lo proponía.Varias bromas y copas después, ella aceptó. Con el juicio nublado por el alcohol, pensó que, si Gustavo regresaba a molestarla, se llevaría una sorpresa al ver a su atractivo esposo. No consideró que era una locura casarse con un extraño, con un hombre que acababa de conocer en el primer bar al que entró.—Seré la señora… ¿Cómo te apellidas? —Ella
William hizo gestos con una mano, no podía darle una fecha exacta, no sabía en qué momento el contrato no iba a concluir. Podían ser meses, o tal vez un año o dos.—Todo dependerá de si necesito una esposa y no he encontrado esa mujer que me haga replantearme una vida con ella —continuó diciendo él—, pero serás recompensada. Pagaré las facturas médicas de tu madre. Y por cada mes que estemos juntos, tendrás otros pagos. Te daré dinero para tus gastos personales.Ella lo sopesó, se escuchaba bien lo que él decía. Pero, no estaba segura de que fuera a cumplir con el trato. ¿Y si la engañaba?—¿Qué me aseguras que pagarás? —inquirió ella—, ¿Qué no me usarás en tu beneficio y te olvidarás de la promesa de pagar el tratamiento de mi madre?—Hablaré con mi abogado, él preparará un contrato prenupcial. Ahí dejará claro lo que cada uno de nosotros tiene que cumplir con este matrimonio —respondió él.—¿Se puede poner en un acuerdo así, pagar gastos médicos?, ¿es legal? —Verónica tenía dudas so
Quince días despuésWilliam caminaba de un lado al otro por toda la capilla. La socia que había escogido para la farsa de matrimonio, no llegaba a la iglesia. Verónica llevaba quince minutos de retraso y no daba señales de vida.—Todas las novias se retrasan, es algo normal —lo consoló su abuela.Una risa por poco escapa de él. Había logrado engañar a su familia. Todos creían que estaba nervioso porque por el gran día. Lo que ellos no sabían, era lo que había detrás. Ni siquiera habían preparado una gran boda. Después de firmar el acuerdo prenupcial, se habían ido cada uno por su lado. Solo cuando el abogado les avisó que tendría los documentos listos para entregárselos al concluir la fiesta, se pusieron manos a la obra. Él contrató a una organizadora de eventos, pero ni, aun así, pudieron tener algo mejor. La iglesia estaba decorada con mucha sencillez, no parecía que un Tanner se iba a casar en cuanto la novia apareciera. A su abuela Hope le había encantado, creía que su nieto estab
Nicki apretó el bolso contra su cuerpo mientras caminaba apresurada, llegaba tarde al trabajo y eran muy estrictos con el horario. Le dio una breve mirada al reloj, diez minutos tardes, su jefe le daría un sermón o la despediría. Ella esperaba que fuera la primera opción, le encantaba su trabajo, además de necesitarlo. —Señorita Gardener, ¿cree usted que son horas de llegar? —Franklin Peak señalaba el reloj que tenía puesto en la muñeca de su mano izquierda.—Señor Peak, no volverá a ocurrir, tengo a mi madre en el hospital y tuve que pasar primero por allí —Ella esperaba que su jefe directo comprendiera. Sin embargo, no fue así.—Si su madre está enferma, programe los horarios de visitas fuera del laboral. Esta empresa no es una ONG, tiene que cumplir con su parte o será remplazada —al hombre no le importó que Mildred estuviera en el hospital, solo pensaba que su empleada llegó diez minutos tarde.Los ojos de Verónica se humedecieron, estaba consciente de que llegar tarde y faltar a
La inconformidad que sentía Verónica por la actitud de William, le hizo tensar el cuello mientras fruncía el ceño y mandíbula se apretaba con fuerza. Ella volvió a hacerle la pregunta, pero él se negó a responder, miró hacia un lado como si ya estuviera aburrido de la conversación.—Bien, no respondas nada. Estás siendo irracional, no puedes prohibirme relacionarme con mis compañeros de trabajo. Para poder realizar el mío, tengo que interactuar con ellos. —Ella solo recibió una mirada irritada de su falso esposo por sus palabras.Sin embargo, él todavía estaba sorprendido por su arrebato celoso, no quiso decir algo más que lo llevara a decir otra tontería. Ella malinterpretó su silencio, creyendo que continuaba decidido a cumplir la tonta amenaza, movió la cabeza de un lado al otro y se marchó de la oficina de William, dejándolo reflexionando su actitud.Varias horas después, cuando concluyó el horario laboral, un torrencial de agua impedía que muchos empleados de la compañía se pudie