Axel estaba sumido en ese beso, saboreando ese sabor que lo enloquecía. La tomó por la cintura, acercándola más a su cuerpo; sin embargo, no pudo ir más lejos porque este se rompió de manera abrupta, cuando la puerta se abrió de golpe.Mario se quedó en el umbral, parpadeando con sorpresa al ver la escena ante él. Su mirada pasó de Alicia a Axel, notando la cercanía entre ambos, el leve sonrojo en el rostro de ella y la oscura intensidad en los ojos de Axel.Alicia reaccionó primero. Se apartó bruscamente de él, pero este la retuvo, mientras ella se limpiaba los labios con el dorso de la mano, como si quisiera borrar lo que había ocurrido. —¿No te enseñaron a tocar la puerta? —inquirió Axel con frialdad, girando apenas la cabeza hacia Mario, pero sin apartar su cuerpo del de Alicia.Mario carraspeó, incómodo.—Lo siento… pensé que la reunión ya había terminado.Axel dejó escapar una risa sarcástica.—Definitivamente ha terminado. —Su tono tenía un filo peligroso, como si advirtiera a
Saúl contuvo el impulso de tomarle la mano. —Porque creo en ti —dijo, usando las mismas palabras que ella le había lanzado durante su peor discusión meses atrás—. Y porque todos merecemos una segunda oportunidad, ¿no? Ella palideció. Esa frase… Axel se la había dicho la noche que le pidió matrimonio. —¿Quién eres realmente? —preguntó, bajando la voz. Antes de que él respondiera, el timbre de Alicia sonó. Un mensaje de su abogado: "Thorne presentó una contradicción a la orden de alejamiento. El juez pide revisar las pruebas. Cuidado." Al leerlo, Saúl notó el cambio en su rostro. —¿Ocurre algo? —Nada importante —mintió ella, guardando el teléfono con mano temblorosa—. Solo… un recordatorio de que algunos hombres nunca cambian. Axel sintió el filo de la ironía. Mientras “Saúl” ganaba terreno, “Axel” seguía siendo el villano de su historia. —Alicia, ¿desde cuándo no bailas? ¿Quieres ir a bailar conmigo?Alicia miró a Saúl con sorpresa ante la repentina invitación.—¿Bai
Saúl se quedó allí, impotente, viendo cómo el vehículo se alejaba. Sabía que había cometido un error garrafal. Ahora Alicia desconfiaba de él, tanto de Saúl como Axel.Alicia se dejó caer en el asiento del taxi, su respiración agitada, el pulso desbocado. Miró por la ventana mientras el auto se alejaba, dejando atrás a Saúl, quien permanecía en la acera, observándola con una mezcla de frustración y desesperación."No soy quien crees que soy, pero tampoco soy un peligro para ti."Esas palabras resonaron en su cabeza como un eco incesante. ¿Quién demonios era Saúl realmente? ¿Por qué se sentía tan familiar?Se abrazó a sí misma, como si eso pudiera contener el torbellino que sentía por dentro. Sus manos aún temblaban y su mente estaba dividida entre la desconfianza y una sospecha que no quería admitir.—Dios… ¿Qué está pasando? —susurró, cerrando los ojos.El taxista la miró por el espejo retrovisor.—¿Está bien, señorita?—Sí… solo lléveme a casa, por favor —murmuró dándole la direcció
Cuando Saúl/Axel entró a la casa, recibió una llamada de su asistente, su tono era de alarma al hablar.“Señor, tenemos un problema”.—¿Qué ocurre Samuel?“Por favor, abra la laptop en su computador, para que vea lo que le han enviado de un correo anónimo”.Axel caminó hacia la portátil y se fue directamente a su correo. Había recibido unas imágenes, Fotos de “su esposa” con otro hombre. Fotos que, irónicamente, lo mostraban a él mismo, pero con otro rostro.—Maldita sea… —murmuró, frotándose el rostro.Samuel lo escuchó con nerviosismo.“Señor, si esto sale a la luz… la reputación de la señora y de usted quedará dañada”.—Lo sé.Pensó rápidamente en sus opciones. Si reaccionaba como Axel, haría exactamente lo que Miranda esperaba.Pero si Saúl actuaba primero… podría salvar la situación.Le envió un mensaje a Alicia, esta vez como Saúl."Alicia, necesito verte. Es importante."Ella no respondió. Axel maldijo entre dientes, pero decidió esperarla.Por su parte, Alicia pensaba en la pr
El silencio que siguió fue ensordecedor. Axel permaneció inmóvil, como una estatua atrapada entre dos identidades. Alicia dio un paso hacia él, su mano temblando ligeramente mientras se acercaba a su rostro.—Eres tú, ¿verdad? —susurró, su voz apenas audible —Axel… —susurró sin querer. —Creo que me estás confundiendo. ¡Vamos! Salgan por la puerta trasera y entran por la puerta del cobertizo —ordenó, evitando su mirada.—¿Cómo sabes que allí hay una puerta del cobertizo? —preguntó Stella, entrecerrando los ojos. —¡No hay tiempo para conversar de eso! —rugió.Abrió la puerta trasera, pero lamentablemente los periodistas habían rodeado la casa, incluso se subieron a la valla del patio trasero. Cuando él vio esto, las volvió a meter dentro de la casa.—No pueden salir en este momento, tienen que quedarse aquí, los periodistas están en todos lados —informó Axel y la preocupación se dibujó en el rostro de Alicia. Sin embargo, Stella no podía evitar apartar la mirada del hombre, se le h
El aire dentro de la villa era denso, cargado de un peligro silencioso.Axel y Stella se miraban fijamente.Ella con la certeza de quien acaba de descubrir la verdad.Él con la desesperación de quien está a punto de perderlo todo.—Habla. —Stella cruzó los brazos—. Quiero escucharlo de tu boca.Axel suspiró, pasando una mano por su cabello, se sentó en el escritorio. Ya no tenía sentido seguir negándolo.—Lo siento, no quise jugar con Alicia.La incredulidad se mezcló con la furia en los ojos de su hermana.—¡Pero lo estás haciendo! ¡¿Cómo pudiste hacer algo tan bajo?! ¡Engañarla, manipularla así! ¡¿Acaso te volviste loco?! —vociferó, clavándole una mirada que mezclaba rabia y lágrimas—. ¿Jugar a ser otro hombre para acercarte a ella? ¡Es enfermizo! Axel apretó la mandíbula, las manos apoyadas en el escritorio, los hombros hundidos bajo el peso de meses de mentiras. —¡No entiendes! No me quedaba otra opción. Cada vez que intentaba ser yo mismo, la alejaba más. Ella odia a Axel. En
Stella sostuvo el cuerpo inconsciente de Guillermo, su corazón latiendo desbocado. —¡Alicia! ¡Ayúdame, por favor! —gritó desesperada.Alicia salió corriendo de la casa, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver la escena.—¡Dios mío! ¿Qué pasó? —preguntó mientras ayudaba a Stella a sostener a Guillermo.—No lo sé, lo encontré así en el jardín. Está ardiendo en fiebre.Entre las dos lograron sostenerlo, hasta que llegaron el par de guardaespaldas y las ayudaron a subirlo a la habitación de Stella y tenderlo en la cama.—Hay que bajarle la fiebre —dijo Alicia.Alicia corrió por toallas y agua fría mientras Stella le quitaba la camisa empapada.La habitación olía a alcohol y menta. Stella ajustó la compresa en la frente de Guillermo, cuyos labios temblaban entre escalofríos. —Quédate quieto —murmuró, evitando que su mano temblara al tocar su piel ardiente—. Estás hecho un desastre.Guillermo abrió los ojos vidriosos, la fiebre nublando su mirada. —Stella desde la primera vez que te v
En la villa de Alicia, Guillermo comenzaba a despertar de su delirio febril. Abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada preocupada de Stella.—¿Dónde... dónde estoy? —murmuró confundido.—Shh, tranquilo —respondió Stella, colocando una mano en su frente—. Estás en mi habitación. Te encontramos inconsciente en el jardín.Los recuerdos comenzaron a inundar la mente de Guillermo. Había venido a buscarla, a explicarle todo.—Stella, yo... —comenzó a decir, pero ella lo interrumpió.—Ahora no, Guillermo. Necesitas descansar.Él negó con la cabeza, incorporándose con dificultad.—No… necesito que me escuches, por favor. Vine a explicarte que no tengo nada amoroso con Andrea, ella es parte de mi pasado. La rechacé y le dije que no puedo estar con ella… porque te amo a ti, Stella.Ella sintió que su corazón se aceleraba. Quería creerle, pero el miedo a salir lastimada de nuevo la paralizaba.—¿Qué estás diciendo? —susurró.—La verdad, Stella. Te amo. Siempre has sido tú.Las lágri