Alicia, después de ceder momentáneamente al beso de Axel, lo apartó bruscamente, como si despertara de un trance. Sus ojos estaban llenos de rabia contenida y confusión.Axel intenta sostenerla de nuevo, pero Alicia lo empuja con fuerza.—Esto no cambia nada, Axel. No puedes pretender que un beso arregle toda tu traición.Esto hace que Axel se aleje, recordándole que aún hay heridas abiertas entre ellos.Ella aprovecha su confusión y se levanta de la cama, conmovida, pero firme, dejando claro que necesita espacio para procesar lo que acaba de suceder.Axel intenta hablar, pero ella lo interrumpe, su tono cortante.—Quédate aquí esta noche, pero no esperes que esto signifique algo más. Tú y yo... tenemos un largo camino por delante, si es que hay un camino juntos.Con esas palabras salió de la habitación y regresó a su habitación, incapaz de olvidar lo ocurrido. Sus pensamientos giran en torno a la traición de Axel y el peso de su propio embarazo. “¿Cómo podría criar a mis hijos con u
Guillermo salió de la presencia de Stella sintiéndose frustrado, porque no encontraba la manera de convencerla de que las cosas no eran así como ella estaba pensando. Decidió ahora buscar la manera de poder acercarse a su hijo, por eso se dirigió a la guardería donde estudiaba. A lo lejos vio cómo Andrea recogiéndolo.Matías corría feliz hacia ella, ajeno a las tensiones que rodeaban su existencia. Guillermo sintió un nudo en el pecho. Había evitado confrontar a Andrea por este asunto demasiado tiempo, pero sabía que ya no podía posponerlo. Tenía que luchar por su hijo.Se acercó lentamente, sus pasos firmes, pero su corazón martillando en su pecho.—Andrea, necesitamos hablar —dijo, su voz seria, pero contenida con la mirada fija en el pequeño que lo miraba fijamente.Andrea lo miró con una mezcla de desdén y falsa sorpresa. Levantó la barbilla, ajustando su bolso mientras tomaba la mano de Matías.—No hay nada que discutir, Guillermo. Tú tomaste tus decisiones, y yo tomé las mías —
Esa misma noche, Guillermo estaba en su casa, con los puños apretados, la frustración hervía bajo su piel. Las palabras de Andrea resonaban en su mente, cargadas de reproches y chantaje. A pesar de su determinación de no ceder, la situación parecía complicarse a cada momento. El abogado le había advertido que enfrentarse a Andrea y su familia no sería sencillo, pero Guillermo no esperaba que los problemas llegaran tan rápido ni de forma tan directa como lo hicieron.El eco de unos pasos fuera de la casa lo puso alerta. Apenas tuvo tiempo de levantarse cuando un fuerte golpe en la puerta principal retumbó en la estancia. Antes de que pudiera reaccionar, cuatro hombres vestidos de negro irrumpieron en su espacio, moviéndose con precisión casi militar.—¿Quién demonios son ustedes? —exigió Guillermo, su tono firme, pero con una chispa de incredulidad. Dio un paso atrás, evaluando rápidamente la situación.Uno de los hombres, alto y de complexión robusta, avanzó hasta quedar frente a él.
Axel, por su parte, cuando se despertó, se quedó viendo a los lados. A pesar de haber estado ebrio, estaba consciente de todo lo ocurrido, recordaba el beso que le había dado a Alicia. Se levantó con la firme intención de buscarla para hablarle, pero ya se había ido. Estaba dispuesto a esperarla, pero en ese momento su celular repicó y era su asistente.Apenas atendió la voz del hombre se escuchó al otro lado de la línea.“Señor, tengo los resultados de los análisis de las fotografías que me pidió, en donde se evidencia que fue un montaje, además gracias a la investigación, tenemos hasta el estudio fotográfico donde se realizó el montaje y hay un dato más, está vinculado con Miranda Sullivan”.Axel escuchó las palabras de su asistente. Así que había sido esa mujer para traer conflicto con Alicia.—Envíame toda la información ahora mismo a mi correo —ordenó con voz tensa—. Y programa una reunión con el equipo legal para dentro de una hora.Colgó el teléfono y se pasó una mano por el ro
Axel miró la pantalla de su teléfono, sintiendo como si el suelo se estuviera moviendo bajo sus pies. Alicia estaba cuestionando la identidad de Saúl, y él no tenía idea de cómo responder sin revelar la verdad. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando una salida que no lo delatara. No podía permitir que Alicia lo descubriera. No ahora, cuando todo estaba tan mal entre ellos y esa era la única cercanía que tenía con ella.Con un suspiro de frustración, decidió ganar tiempo. Escribió una respuesta rápida."Claro que te conozco, Alicia. Te vi en el centro comercial hace unos días. Estabas tan hermosa, tan tranquila, que no quise acercarme por miedo a asustarte. Ibas a pensar que te estaba acosando. Aunque eso no evito que pudiera observarte. Tu sonrisa, tu manera de moverte... me cautivaron."Envió el mensaje y se recostó en el asiento del auto, esperando ansiosamente la respuesta de Alicia. Sabía que era una mentira descarada, pero no tenía otra opción. Necesitaba mantener el enga
Axel observó su reflejo en el espejo de la suite privada de la villa. El maquillista, un hombre delgado con manos precisas, había trabajado como un escultor moldeando arcilla: cejas más gruesas, un tono de piel dorado bajo luces cálidas, y una especie de máscara que transformaba la textura natural de su piel, lentillas de color verde que ocultaba sus ojos de azul glacial.Su cabello, que ahora era una peluca de color oscuro, estaba peinado con una rigidez que jamás habría usado como él mismo. Incluso su postura se había modificado: hombros relajados, una sonrisa ligeramente torcida, como si la vida le hubiera enseñado a no tomarse nada en serio.—Nadie lo reconocerá —aseguró el maquillista, ajustando el cuello postizo que disimulaba la cicatriz en su clavícula—. Pero evite el contacto físico prolongado. Los detalles pequeños traicionan.Axel asintió, aunque sus dedos temblaron al tomar el reloj de plata que siempre llevaba. Lo dejó sobre el tocador. “Saúl no tendría que usar un detal
Alicia sintió que el mundo se detenía. El abrazo de Saúl la envolvió en una nostalgia que la atravesó como un relámpago. Su aroma, la presión de sus manos en su espalda… demasiado parecido a “él”. Un nudo se formó en su garganta. —¡Suélteme! —murmuró, empujándolo con fuerza. Saúl retrocedió, aturdido, mientras ella daba un paso atrás. Sus ojos, azules y ajenos bajo las lentillas, reflejaron preocupación. Alicia buscó en ellos una respuesta, pero solo vio un vacío que la heló. —Lo siento, no debí… —comenzó él, pero ella ya giró sobre sus talones, el vestido de seda ondeando como una sombra escapando de la luz. Salió corriendo, y las luces del jardín de los Lotos se difuminaron tras una cortina de lágrimas. El eco de sus tacones sobre los puentes de piedra repitió la misma pregunta: “¿Por qué? ¿Por qué la había abrazado? ¿Por qué la hacía recordar a Axel?”Llegó al auto, las manos temblorosas al buscar las llaves. No miró atrás. No podía. Subió al auto, cerrando la puerta, sinti
Axel se quedó en silencio por un momento, sopesando sus opciones.—Está bien, Samuel. Tienes razón. Es hora de dejar de esconderme y enfrentar las consecuencias de mis acciones.Con renovada determinación, Axel comenzó a quitarse el disfraz de Saúl. Mientras lo hacía, su mente trabajaba en un plan para acercarse a Alicia como él mismo, sin máscaras ni engaños.—Samuel, necesito que canceles todas mis reuniones para mañana. Voy a pasar el día en la fundación de Alicia.El asistente se asombró, sorprendido, pero complacido por la decisión de su jefe.—Muy bien, señor. ¿Algo más qué necesitas?Axel pensó por un momento antes de responder.—Sí, consígueme información sobre los proyectos actuales de la fundación. Quiero estar preparado para ofrecer ayuda real, no solo dinero.Samuel suena levemente, reconociendo el cambio en la actitud de Axel.—Lo haré de inmediato, señor. Y si me permite decirlo, creo que está tomando la decisión correcta.Axel asintió, sintiendo una mezcla de nerviosism