La luna, que brillaba intensamente, se escondió durante unos segundos en las sombras de la noche. La penumbra cubría las hojas y hierba a su alrededor. El corazón de Kara latía desbocado, como si estuviera en una carrera y no retorciéndose de dolor. Ella no escuchaba los murmullos a su alrededor, ni siquiera las ramas crujiendo, siendo aplastadas por los ancianos que se acercaban a ella y a Darius llegaron a sus oídos.Dolores agudos la atacaban como puñales, su abdomen era atravesado como si estuviera en una batalla campal. Su respiración agitada la obligó a apoyarse en Darius, para recuperar fuerzas y volver a respirar con normalidad. Su mente se inundó de pensamientos llenos de pánico, sabía que significaba ese dolor. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas por el miedo que sentía.«No, no, no». murmuraba, rogando por un milagro.Darius la abrazaba, intentando calmarla. Él no entendía lo que estaba sucediendo con su mujer. Lo único que podía ver era que ella estaba sufrien
Darius obedecía a todo lo que la sanadora le pedía; sin embargo, no podía apartar la mirada del rostro pálido y preocupado de su mujer. Podía escuchar los latidos del corazón de Kara anunciando la angustia que ella sentía. Su propio corazón estaba acelerado, igual que el de su compañera, a pesar de que no veían actuar a la sanadora con ansiedad. Nyra les hablaba con voz tranquilizadora y una sonrisa amable en los labios.—Tienes una pequeña macha, pero no lo suficiente para un aborto —dijo Nyra luego de examinarla.—¿Y el fuerte dolor? —preguntó Kara con miedo, pero con esperanzas.—Pudo ocurrir por varios factores —anunció la sanadora—. Llevas mucho estrés desde el primer día de embarazo. Dos rituales fallidos, una misión a un sitio donde no querías volver, una pelea con otra mujer.El rostro de Kara se puso rojo de la vergüenza que sentía frente a la sanadora y ella misma. Quería mucho a su bebé, pero no se había cuidado mucho.La sanadora comprendió sin palabras lo que estaba pensa
El amanecer estaba cerca de caer sobre la manada y ya comenzaban a escucharse las voces de los miembros del clan. Darius se apoyó en el marco de la ventana de su habitación mientras observaba como su gente se iban despertando para continuar con el funcionamiento de la manada. Todos ajenos al peso que cargaba sobre sus hombros para lograr que ellos pudieran seguir con la vida que tenían cuando él se fuera junto a la Diosa.Un suspiro profundo salió a través de sus labios en el momento en que el recuerdo de la noche anterior llegó a su mente. Por muy poco no perdió a su heredero, el pequeño ser que iba a traer alegría al clan, a su madre y a su compañera luego de su partida. La mezcla de emociones ante el recuerdo lo abrumó.«Eres fuerte, hijo mío. Luchaste para sobrevivir. Compartirás esa fortaleza con tu madre cuando se sienta sola sin mí». Pensó antes de apartarse de la ventana y dirigirse al baño.Decidido a ayudar más en la recuperación de su compañera, Darius comenzó a llenar la b
La luz de amanecer nunca había sido tan molesta para Kara, por mucho que intentaba proteger sus ojos del resplandor, el brillo de forma siniestra se colaba entre sus párpados. Enojada con Darius por dejar la ventana abierta, pero con el mínimo deseo de levantarse y cerrarla, se dio la vuelta para taparse el rostro con una almohada. Sin embargo, la luz persistía como gritándole que despertara. Frunciendo el ceño y sintiéndose exasperada, Kara abrió los ojos, dispuesta a estar enojada con todo el que se atravesara en su camino, pero la escena que vio frente a ella la dejó horrorizada.A unos pasos de donde ella estaba, Darius yacía encima de un charco de sangre e intentaba levantarse del piso sin conseguirlo porque las fuerzas de su cuerpo fallaban. Kara no podía moverse, estaba paralizada al ver tanta sangre saliendo del cuerpo de su compañero. Sangre que no solo empapaba el suelo, también manchaba las sábanas que estaban sobre la cama. Cada vez que ella intentaba entender como Darius
Un mes despuésEl sol comenzaba a ocultarse tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas, pero Kara no se daba cuenta de la belleza del atardecer, ella no podía apartar la mirada de los pequeños que corrían por la plaza. Imaginaba a su propio hijo corriendo con los demás. Se tocó el vientre, que había cambiado y ahora estaba abultado, mostrando a todo el mundo que una vida creía en su interior. Un escalofrío recorrió la espalda de Kara al imaginar lo que podían hacer sus enemigos si descubrían que iba a ser madre junto a Darius. El aire que refrescaba la tarde no podía eliminar el miedo que crecía a la vez que su vientre lo hacía.«¿Y si descubre que estoy embarazada y viene por mi bebé?» Pensó, luego cerró los ojos para borrar ese pensamiento. La idea de que su hijo resultara dañado por la maldad, la angustiaba. Sabía que Darius era mucho más poderoso que Rohan, pero el otro alfa había demostrado que no tenía honor.Mientras seguía sumida en sus pensamientos, Leif se acercó a ella. Se
Las velas iluminaban la noche, creando una atmósfera cálida. Kara estaba recostada en el amplio pecho de Darius mientras él acariciaba su cabello. Ambos estaban en silencio mientras disfrutaban del momento.—Te amo, Kara —susurró Darius, rompiendo el silencio.—Yo también te amo —dijo ella y se alejó de él para poder girarse y sentarse sobre su regazo para envolverlo con sus piernas.Él no podía resistirse a sus labios llenos y se inclinó para besarlos. Ella le devolvió el beso que estaba lleno de la pasión que sentía el uno por el otro.—Te ves hermosa con los labios hinchados por mis besos —volvió a susurrar el alfa con ternura.Kara le creía, él la hacía sentirse amada sin sentirse insegura por su físico. El vínculo que los unía era tan fuerte que parecía que sus corazones latían al mismo tiempo. Nadie más que él, lograba hacerla sentir segura.—¿Cuándo me viste por primera vez imaginaste que estaríamos así?—No —respondió él con sinceridad—. Sabía que eras mi mate. La única oportun
Darius esperaba la llegada de Cillian Darkmoon en una de las ubicaciones secretas del clan dentro de la jungla. Las nubes oscuras que presagiaban una inminente tormenta contrastaban con la secreta reunión. El ambiente estaba tenso dentro de la habitación, por primera vez desde que había forjado una amistad con Cillian, el beta principal de la manada Luna oscura, se reunían a escondidas. Darius permanecía sentado, sin embargo, en su interior estaba inquieto, no le gustaba ni un poco tanto secretismo.—¿Crees que te pida ayuda para derrocar a su padre y tomar el mando de la manada? —conjeturó Leif, que se encontraba sentado al final de la mesa del consejo.—No creo. Cillian puede solo con Cormac. Si quisiera tomar el poder, la manada lo apoyaría —respondió Darius.Para nadie era un secreto que Cillian Darkmoon era el alfa que el clan Luna oscura necesitaba, pero para lograrlo, tendría que enfrentarse a su propio padre. Entre padre e hijo había una relación de amor y odio desde que Cilli
Cuatro días despuésEl sol se había ocultado dejando una nube oscura que ocultaba la luna. Los ánimos de los presentes contrastaban con la noche sin luz que presagiaba una inminente tormenta. La manada Hijos de la luna se estaban preparando para una guerra, no tenían seguridad de que el clan Luna roja, liderados por alfa Rohan, no hubiesen encontrado aliados dispuestos a tomar parte del asedio al que querían enfrentarlos, luego de que Cillian Darkmoon tomara el mando de su manada dos días antes. Darius levantó la mirada de las armas que estaba tomando y supervisó con la vista que sus guerreros estuvieran tomando las mismas precauciones.El eco de los gritos que se escuchaban en la plaza amortiguaban el ruido que hacían las armas al ser levantadas. Para no levantar sospecha de que estaban al tanto del día que iba a realizar el ataque, los miembros de la manada que no iban a participar de forma activa en la batalla fingían estar celebrando, mientras el resto estaban casi listos para re