Pov Oliver
—Sigue siendo tan hermosa cómo en ese entonces. —Musité mientras veía la mano con la que antes la acaricié. ¿Su piel siempre fue tan suave? Lo había olvidado. Incluso olvidé su rostro hasta el momento en que la vi. Su mirada y sus mejillas coloradas junto a esos enormes ojos marrones hacen de la vista algo sublime. Y pensar que yo me quedé con su pureza, eso definitivamente eleva mi ego. Me pregunto si sigue siendo soltera. Caminé hasta mi escritorio y pulsé un botón que me comunicaría directamente con mi secretaria. —¿En qué puedo ayudarle,señor? —Encuentra a quien envió los documentos con esa empleada y tráelo de inmediato. —Ordené. —Enseguida. Mi vida es así de simple, siempre que quiero algo basta con que lo deseé, después de todo se trata de mí. No hay manera de que sea diferente. Los minutos transcurrían lentamente y no había respuestas por parte de mi secretaria, lo que comenzaba a impacientarme. Me dispuse a leer los documentos que tenía pendientes sobre el escritorio mientras esperaba pero apenas y podía concentrarme. No sé qué tenga esa chica pero siempre que aparece mi capacidad de razonamiento disminuye. Fue exactamente igual aquella noche: «—Nunca te exigí pensar en un matrimonio pero al menos quisiera formalizar nuestra relación, si no lo decides pronto, no sé si continuaré esperando. —Dramatizó la chica rubia sentada frente a mí. —No tienes porqué hacerlo. —Contesté tomando de mi copa de champaña. No sé qué esperaba de mí, ni siquiera soy capaz de recordar su nombre, desde el inicio comencé a salir con ella por su apariencia. —¿Qué quieres decir? —Preguntó incrédula—. ¿Crees que no puedo conseguir otro hombre además de ti? —Inquirió mientras dejaba caer las lágrimas de sus hermosos ojos azules. Por supuesto que podría conseguir, no uno, sino decenas de pretendientes. Es por eso que es absurdo que estuviera suplicando por mi atención, porque eso es lo único que siempre le brindo a todas. No conseguiría nada más de mí. Me alcé de hombros y tomé otro sorbo de champaña ignorando sus pequeñas manos sobre la mesa que temblaban con temor. No sé si lo meditó o no pero antes de que pudiera pensar en una manera de romper con ella,vertió el contenido de su copa sobre mi rostro. No hubo una disculpa ni nada que justificara sus acciones, sin decir más simplemente tomó su bolso y se encaminó hacia la salida. Quizás de haber dicho lo que pensaba las cosas no habrían terminado de una manera tan dramática pero no es que importe,de todas maneras no hay forma de que yo pueda tener algo diferente. Uno de los meseros me ofreció una toalla que utilicé para secar mi rostro y tras pagar la cuenta salí de aquel lugar. Era de mis restaurantes preferidos pero aún así dudo que pueda regresar allí después de tal humillación. Entré al asiento trasero de mi automóvil y de inmediato el chófer emprendió el viaje. El teléfono móvil en el bolsillo de mi traje sonó probablemente se trataba de mi madre preocupada tras haberse enterado de lo sucedido. Decidí ignorar la llamada y me dispuse a esperar llegar a mi destino. Pronto sería el cumpleaños de mi madre, la complaceré con alguna joya exuberante que la hiciera olvidar el tema. —A la calle Leicester Square,por favor. —Pidió una voz temblorosa abriendo la puerta del asiento trasero. Fruncí el ceño y me dispuse a esperar una explicación pero ella lo ignoró. Cerró la puerta y se sentó cómodamente a mi lado. —Disculpe,señor ¿No le importa si compartimos taxi,verdad? —Me preguntó con amabilidad. No parecía estar bromeando ¿Realmente confundió un Rolls Royce con un taxi ordinario de Londres?. El olor a alcohol se hizo presente en tanto habló. Era evidente que estaba ebria. Suspiré con pesadez y paseé la mano por mi cabello buscando la manera de evadir la situación. Asentí resignado,al conductor que avanzó el vehículo en tanto el semáforo cambió de color. Ignoré a la desconocida a mi lado que no dejaba de observar por la ventana. Dudo que estuviera consciente del peligro al que se expone haciendo este tipo de escenas. —Hemos llegado, señorita. —Informé en tanto nos estacionamos en Leicester. —¿A dónde? —Preguntó en un murmullo apenas audible. —Leicester Square. —Le recordé. Ella frunció el ceño y negó de inmediato. —No es aquí. —Dijo,mas bien preguntó—. Vivo cerca de la universidad. —Musitó. Suspiré ante su imprudencia. Embriagarse de esta manera sin siquiera tener noción de su ubicación. —¿Tiene algún contacto al que pueda llamar en una emergencia? —Pregunté. Lo primero era encontrar a alguien que se hiciera cargo de ella. La chica soltó una carcajada repleta de sorna que no hizo más que enfadarme, pues obviamente se burlaba de mí. Al menos eso creí pero las lágrimas descendiendo de sus ojos me dieron otra opinión. —No tengo a nadie, no tengo a nadie a quien pueda llamar o a quien le importe. —Se lamentó intentando secar sus incesantes lágrimas con esa sonrisa que se había tornado melancólica. Le ofrecí un pañuelo que ella apenas notó por lo que tuve que hacerme cargo. Paseé el pañuelo por sus pómulos,comenzando a secar las lágrimas. Ella me dejó hacerlo sin oponer resistencia alguna. Su rostro era hermoso, tenía una piel tan firme pero suave y unos grandes ojos marrones que hipnotizaban. No tengo idea de cuánto tiempo estuve así pero cuando reaccioné ella estaba adormilada en mis manos. —Llevanos al hotel. —Ordené al chófer. —Lo sabía, eres igual que todos los hombres. Sólo buscas aprovecharte de mí. —Acusó en tanto despertó. Debo admitir que dejarla sobre la cama de un hotel no era la mejor manera para ganar la confianza de alguien pero mi intención nunca fue aprovecharme de la situación. —Disculpe señorita, se ha quedado dormida y no me ha dado su dirección ¿Cómo esperaba que la llevara a casa? —Dije entregándole antibióticos para la resaca junto a un vaso con agua. Ella los tomó sin poner objeción pero sólo para arrojarlos hacia mí. Por suerte pude esquivar el vaso que eventualmente se rompió en el suelo pero la gran mayoría del agua y los antibióticos fue a parar a mi ropa. Suspiré mientras me quitaba la chaqueta ¿Debería acostumbrarme a esto? —Debí suponerlo,soy demasiada fea cómo para que alguien cómo usted se fije en mí. —Sollozó—. Ni siquiera el idiota de Nathan pudo fijarse en mí, aún menos alguien decente. Suspiré por enésima vez, me senté a su lado e intenté nuevamente secar sus lágrimas mientras ella sollozaba palabras sin sentido sobre su novio o algo parecido. Supongo que seguía ebria. —Cualquiera que piense eso, y disculpe mi atrevimiento, es un idiota. —Opiné. —¿En serio lo cree? —Inquirió mirándome fijamente. Yo asentí y ella sonrió. Su sonrisa era radiante y al hacerlo en su mejilla derecha se dibujaba un hoyuelo. No creo que exista algo más adorable. Absorto en su sonrisa,ella me besó. Era torpe e inexperta pero su calidez era inigualable. No esperaba aprovecharme de la situación pero no había sido yo quien lo había iniciado. Profundicé el beso y la recosté sobre la cama, conmigo sobre ella. —No te arrepientas. —Ordené sobre sus labios. Ella asintió extasiada, mientras su cabello negro se desbordaba por todo el espaldar de la cama (…) Los toques en la puerta de la oficina me sacaron de mis pensamientos. —Buenos días, señor O’Sullivan ¿Me mandó llamar? —Preguntó una mujer entrando a mi oficina. —¿Eres quien envió a esa chica de antes? —Pregunté con sarcasmo. Si ha sido traída aquí la respuesta es obvia,la pregunta es absurda. —¿Se refiere a Agnes? —Preguntó nuevamente. Así que su nombre es Agnes—. La envié con el presupuesto del proyecto de este mes. Soy la directora creativa así que mi trabajo —No es lo que pregunté. —Le interrumpí. Ella pasó saliva. —Así es,yo fui quien la envió. —Dijo armándose de valor. Podía sentir el miedo en su voz. —¿Qué sabes sobre ella? —Inquirí. —Es una excelente empleada,en todo este tiempo no ha habido ni una sola queja sobre ella o su trabajo. —Contestó. No me sorprende, la manera en la que se comportó cuando estaba ebria y la manera en la que se comporta ahora,son completamente diferentes. Lo más lógico es que también lo fuera en el trabajo. —¿Y su vida personal? ¿Qué opinas sobre eso? —Pregunté. Sé que no es profesional hacerlo pero no puedo evitarlo, después de lo que le hice es probable que no haya querido tener otra relación pero si lo hizo mi ego se verá bastante afectado. —A pesar de ser madre soltera es una excelente madre y hace todo por su hija, así que —¿Madre soltera? —Interrumpí nuevamente—. ¿Estás segura? —Sí, su hija solía quedarse en la guardería de la empresa cuando a penas tenía algunos meses. —Informó. No hay manera de que eso sea cierto ¿O sí?. Ella dijo que comenzó a trabajar aquí hace cuatro años y nuestro encuentro fue hace cinco años, si la niña tenía algunos meses entonces sólo sería posible que fuera de alguien más si nació antes de conocerme pero eso es imposible ella era completamente virgen cuando la conocí. ¿Acaso esa niña es mía? —Retírate. —Ordené. Ella asintió y salió de la oficina. De inmediato tomé mi teléfono móvil y llamé a la única persona que podría resolver mis dudas—. Necesito que investigues algo por mí. —Le dije al detective tras la línea telefónica en tanto contestó el teléfono.Pov Agnes.Como esperaba pude obtener las vacaciones pagadas que necesitaba,ni siquiera tuve que prometer nada,accedieron bastante fácil. Lejos de considerarlo extraño es liberador, ahora Amy y yo podemos disfrutar tiempo juntas. Me levanté temprano, a la misma hora que solía ir a trabajar y me dispuse a continuar mi rutina diaria, hacer el desayuno,limpiar el desastre que ocasionaba en la cocina y despertar a Amy.Mientras esté de vacaciones no es necesario que vaya a la guardería, así que por lo pronto serán unas vacaciones familiares.Al terminar de preparar el desayuno me dirigí a la ducha. Al poco tiempo salí de esta con una toalla alrededor de la cabeza y una bata blanca cubriendo mi cuerpo. Para entonces Amy ya estaba despierta restregandose los ojos en la cama. Sonreí al verla con su cabello alborotado y me dispuse a ir a su habitación (...)—Por aquí,por favor. —Dijo el mesero del restaurante al que había llegado con Amy. Luego de que dije a nombre de quien estaba mi reserva
Es casi indeleble, pensar que algo cómo esto es real me provoca un sin fin de emociones.Oliver O'sulivan, director general de la empresa SIP, la sede principal del grupo UI, el conjunto de empresas más grandes e influyentes en todo el reino unido me ha pedido ser su esposa, o mas bien me lo ordenó y aun sigo sin poder creerlo, mientras él sostiene mi mano tras haber colocado el anillo sigo ensimismada con la joya, es casi irreal, hasta ahora solo había visto un diamante de ese tamaño en television, ni siquiera soñaba con algo así.—¡¿De qué habla? no podemos casarnos! —Exclamé sin poder evitarlo.Él no dijo nada pero su mirada parecía la de un demonio, me intimidaba, incluso si apartaba mi mirada aun podía sentir la suya incrustada en mí, escudriñando mi alma para poder aplastarla ¿Desde cuando se volvió así? cuando lo conocí no sentí esta presión en el aire cuando me miraba.—Me parece que tienes una idea equivocada sobre mí. —Dijo soltando mis manos—. No me interesa tu opinión. Así
P.O.V Oliver—No lo olvides, papá, me prometiste que vendrás mañana. —Me recordó mi hija antes de aceptar entrar a ese lugar al que llama hogar.La petición de mi pequeña hija la noche anterior me había mantenido en vela toda la noche, apenas había podido dormir esperando el día en el que vería nuevamente el hermoso rostro de mi pequeño ángel.“Por supuesto que volveré,nunca podría no hacerlo. No te dejaré tener una vida cómo esa,cuando volvamos a vernos nunca más permitiré que me separen de ti”.—Está todo listo,señor director. —Dijo mi asistente personal abriendo la puerta del despacho de mi casa.Sin tiempo que perder salí de allí y subí al auto rumbo a casa de esa mujer. No puedo evitar sentir un nudo en mi interior cada vez que pienso en ella. Mi pequeña hija ha vivido precariedades toda su vida y es por culpa de su madre.Si en ese momento no hubiera escapado del hotel, si hubiera esperado a que despertara, habríamos tenido una cita y otra más hasta el momento en que descubriera
El ambiente no podía ser más tenso entre él y yo, que mientras viajamos de regreso a casa ni siquiera podemos dirigirnos la palabra. Obviamente está enojado conmigo pero no sé si es por lo de Amy, todo lo que digo parece enojarlo y es por eso que nunca quise involucrarlo... Llegamos a un estudio fotográfico, al menos eso supuse cuando el auto se estacionó y pude ver el letrero. Bajé del auto luego de que el señor O'Sullivan abriera la puerta para mí y me quedé de piedra sin saber qué hacer. Él caminó hacia adentro y yo le seguí. —Por aquí,por favor. —Dijo amable la recepcionista del lugar guiándonos hacia el primer salón. Tan pronto entramos al lugar un camarógrafo nos recibió y antes de que pudiera razonar sobre qué hacíamos allí unas chicas me guiaron a un cubículo apartado de él. No quise hacer preguntas para no enojar al señor O'Sullivan y solo me dejé guiar por ellas que me dieron una bolsa con algo de ropa dentro que me pidieron que usara. —¿Puedo entrar,Agnes? Te ayudaré c
Dicen que la primera vez siempre es difícil, incluso el primer beso. Aunque no soy capaz de opinar al respecto, apenas y recuerdo mi primera noche junto a un hombre pero lo que sí recuerdo son los besos, esos labios calentitos que besaban mi cuerpo y me hacían gemir, los besos, las caricias, todo se sentía bien. Y pensé que hacerlo la segunda vez con la misma persona se sentiría igual de bien pero ahora me siento ultrajada, mancillada, humillada. Hasta ayer era una mujer soltera y esta que podría considerarse mi noche de bodas se convirtió en mi pesadilla.Al ver lo ilusionada que estaba Amy con la idea de vivir con su padre no pude negarme y terminé por aceptar vivir con él. Siempre es igual, sin importar lo que yo quiera él siempre elige por nosotras y me impone su criterio incluso cuando Amy preguntó si dormiríamos juntos y no acepté, él sin ningún titubeo aceptó dormir conmigo.Salí del baño luego de usar la secadora en mi cabello y mi mirada se cruzó con la suya que leía un lib
Sin importar cual sea la situación, una madre siempre ve primero por sus hijos. Al menos eso es lo único en lo que pienso ahora. Si trato de pensar de otra manera entonces todo mi mundo se irá cuesta abajo y seguramente perdería la cabeza, figurativa y literalmente. Siento que si doy un paso en falso e intento escapar con Amy, él me buscará, nos encontrará y con todo el poder que tiene probablemente podría matarme y nadie lo sabría jamás.—Buenos días, mami. —Dijo mi hija en tanto entré a su habitación. —Buenos días bebé. —Contesté—. ¿No dormiste bien? —Pregunté acercándome a ayudarle a quitar su pijama. No es algo normal en ella despertar temprano.—Dormí muy bien pero quise despertar temprano. Papá dijo que mis tíos vendrían a visitarnos. —Dijo emocionada. Sonreí pero por dentro quería,deseaba que mi hija dejara de llamarlo “papá”—. No sabía que tenía tíos ¿Tú los conoces, mamá? —Sí, bueno, un poco. —Susurré terminando de desvestir a Amy mientras la llevaba a la ducha.—¿Y cómo s
Quedé enmudecida, no tenía palabras para describir el nudo en mi interior. Las risas de Amy mientras se divertía con el manatí de juguete retumbaban en la habitación y aun así me era completamente indiferente, las palabras de Wen resonaban como un eco persistente. ¿Realmente una disculpa era todo lo que necesitaba? ¿Y si eso solo empeora las cosas? No puedo imaginar qué decirle, ni siquiera considero que haya sido un error. La teoría la entiendo, bien podría ser un error de mi parte no intentar buscarlo pero no soy una maga y no puedo retroceder en el tiempo como en esos dibujos animados. —Agnes, ¿Estás bien? —Preguntó la señorita Wen, rompiendo el silencio y las voces en mi cabeza. —Sí, solo... estoy pensando. —Respondí intentando esbozar una sonrisa que hasta yo sabía que lucía falsa. La señorita Wendy suspiró y se acercó a mí, con una mirada compasiva. Ni bien lo hizo colocó una mano en mi hombro. —No tienes que decidir ahora, pero piénsalo. No por Amy, si no por ti. —Dij
Después de su discurso de odio hacia mí solo pude correr fuera de la habitación, mientras esperaba que él no me estuviera siguiendo. Estaba aterrada, sin fuerzas en las piernas y totalmente desequilibrada. Tan pronto divisé la puerta de el estudio aun abierta, me encerré en él.La luz mortecina de la lámpara del escritorio apenas alcanzaba a iluminar las sombras de los estantes repletos de libros.Permanecía de pie frente a la puerta cerrada, mis manos aun temblorosas y sudadas se aferraba al cerrojo y mi cabello sudoroso se dejaba caer sobre mis hombros. No podía sacar de mi mente las palabras del CEO. La ira y el miedo batallaban dentro de mí como una guerra sin tregua para ver quien tomaría el control.Me dirigí con pasos cautelosos hacia la pequeña ventana, tras el escritorio, buscando un respiro en la vista nocturna del jardín. Las gotas de agua de los aspersores parecía danzar bajo las luces del jardín. Por un momento, me permití deslizarme hasta el suelo, abrazando mis pierna