—¡Enfermera!— pronuncio el médico cirujano cuando Annette se sobresaltó luego de ver el rostro de la paciente sobre la plancha de operaciones.
Lo que veía, le parecía insólito, un sueño o quizás una pesadilla. En el rostro de la paciente miraba su propio rostro, pero era imposible. ¿Quién era ella? La enfermera en jefe la tomo del brazo y la saco de la sala de operaciones. No estaba en condiciones para ser la asistente del cirujano, sobre todo porque la paciente estaba en condición crítica, su ritmo cardiaco estaba descendiendo por debajo de lo normal, todo indicaba que moriría. El llanto del pequeño bebe que lloraba en el interior de la sala, la hizo regresar en sí. Se miró las manos, estas le temblaban, debido a la sorpresa de verse a sí misma, era extraño, pero lo más lógico que pudo pensar fue que tal vez tenía un ataque de pánico o ansiedad, después de todo ya llevaba doce horas en el hospital sin poder pegar el ojo. Seguramente estaba demasiado cansada como para poder imaginar cosas semejantes. Una vez afuera del quirofano, suspiro y comenzó a caminar por el pasillo, se quitó el gorro quirúrgico para poder aclarar sus ideas. Estaba segura de que el cirujano en turno le daría un sermón memorable a la mañana siguiente y no era para menos, había contaminado gran parte de los instrumentos quirúrgicos durante la sorpresa que se había llevado al ver aquella señora. Si no mal recordaba, su nombre era Isabella Lennox. Mientras recorría el pasillo, trato de recordar lo que decía su expediente médico. Acudía a cirugía de emergencia por una hemorragia interna después de caerse por la escaleras, el recién nacido había nacido sin complicaciones, pero la presión sanguínea de la señora Lennox, había caído drásticamente a tal grado que estaba a tan solo segundos de tener un paro cardiaco. La única explicación podía ser que ella tuviera un mal congénito en su corazón, quizás un soplo o quizás preeclampsia sin diagnóstico, porque su estado de salud había empeorado en segundos, lo cual no era normal en una embarazada que había llevado su gestación a término. Emily, camino hasta llegar al final del pasillo, ahí se apoyó contra el muro mientras observaba como sus compañeras miraban por las pequeñas ventanas de ambas puertas. Algo grave debia estar ocurriendo ahí, pero no se animó a regresar, sino que apoyo su cabeza contra la pared fría para serenar ese miedo que la había paralizado en la sala de operaciones. Luego de quitarse el cubrebocas, logro introducir más oxígeno a sus pulmones. Levanto la vista y a lo lejos, en la sala de espera, vio a varias personas con trajes oscuros y elegantes. Algunos llevaban alguna especie de micrófono y audífonos, ademas de un par de gafas oscuras que en cierto modo cubría parte de su rostro, todos llevaban esa combinación de ropa a excepción de un joven, el único que estaba sentado en los sofás, de hecho daba la impresión que todo ese gentío estaba ahí para protegerlo. Desde su perspectiva no pudo ver su rostro a detalle, pero si pudo percibir los detalles de su ropa. Llevaba puesto un traje azul en su totalidad, una camisa blanca y una corbata negra, así como zapatos del mismo color, pero a pesar de las circunstancias, el hombre no se notaba para nada preocupado, sino todo lo contrario. El joven padre, estaba atento a su teléfono móvil con una serenidad que ni siquiera la jefa de enfermeras qué, por lo regular no solía hacer casi nada, podía tener. Emily quiso acercarse a mirar, puesto que intuyo que esa joven en estado grave debia ser su esposa, quería preguntar acerca del parecido que ambas tenían, claro que la idea le parecio extraña incluso para ella, pero ¿Que más podía hacer? Al dar el primer paso, escucho el timbre del sonido del altavoz y enseguida, la voz de su compañera de trabajo, Olivia, decir las palabras "Código Ámbar" Emily se detuvo en seco y en vez de acercarse al hombre, decidió seguir su instinto. Aquel código solo indicaba que se había perdido la vida de un adulto, pero, aquel hospital era una institución privada, por lo que conocía a casi todos los pacientes, ninguno tenía alguna enfermedad terminal o bastante grave como para quitarle la vida, a excepción de esa joven madre que había entrado en crisis al dar a luz a su primogénito. Emily sintió un zumbido resonar en sus oídos, fue como si perdiera el sentido del oído mientras avanzaba de vuelta a la sala, para comprobar si la muerte que había anunciado por el alta voz se trataba de la chica que había dado a luz a un pequeño bebe varón. Al llegar al grupo de enfermeras que habían llegado al pasillo por mera curiosidad, se dio cuenta de que la gran mayoría la miraban con interés, pero claramente no del bueno. —¿Qué paso?— pregunto Emily, algo desconcertada. No era usual que se perdiera la vida de una mujer embarazada, ni siquiera porque tuvieran preeclampsia. Había protocolos a seguir, tratamientos y también métodos para preservar su vida, aunque su enfermedad fuese bastante grave. Después de todo, tenía a medio hospital esperando afuera de la sala de operaciones, ya no solo eran unas cuantas enfermeras, sino también doctores de diferentes áreas médicas. —¿No se supone que deberías estar ahí adentro?— le cuestiono Clara, una de las pocas enfermeras que le hablaban, pero no porque quisiera tener una relación amistosa con ella, sino simplemente por el trabajo. —Tuve que salir— se justificó Emily algo nerviosa de que el personal se enterara del motivo que la había orillado a perder el control de sí misma hasta tocar el instrumental sin querer. Nadie más se atrevió a decir ni una sola palabra cuando el médico cirujano salió de la sala de operaciones. Su aspecto no era bueno, aunque claro, él no era exactamente joven ni atractivo, pero lucia demacrado. Él al igual que Emily, se quitó el gorro quirúrgico y ni siquiera se atrevió a levantar la mirada del suelo, no estaba para nada contento.Suspiró y comenzó a caminar hacia la sala de espera. Aquel médico de apellido Spencer, era conocido por ser bastante frío y cruel a la hora de dar un diagnóstico, ni siquiera se dignó a protestar la presencia de todo aquel gentío, sino que los ignoro hasta que llego a la sala de espera. Solo cuando él hizo acto de presencia, el esposo de la joven madre, alzó la vista hacia él. Emily no pudo contemplar el rostro del doctor, pero sí logro notar la expresión del joven padre. —¿Sucede algo, doctor?— cuestiono el hombre con una voz bastante gruesa y varonil, justo el tono indicado para derretir las bragas de una mujer con un susurro. El médico asintió con la cabeza, algo decepcionado, pero Emily no pudo ver si lo hacía por haber perdido a la paciente o simplemente por ser él, quien le diera la mala noticia de su esposa, era lo más obvio. —Su esposa tenía un mal congénito— intentó explicar el médico cirujano— creemos que ella no sabia nada al respecto sobre su condición ya qué, nunca m
—La paciente era igual a mí, incluso me atrevería a decir que podria ser mi gemela perdida— expreso Emily y entonces sus palabras le cayeron como un balde de agua helada sobre todo el cuerpo. —¿Cómo que tu gemela?— cuestiono Hilda, pero Emily ya no respondió, en vez de eso se levantó y camino fuera del puesto de enfermeras para dirigirse hacia el área de vestidores del personal del hospital. Necesitaba hacer un par de preguntas, sobre todo a su madre y su teléfono estaba guardado en su casillero. —Mamá— expresó Emily cuando su madre tomo la llamada. —¿Pasa algo, hija?— respondió con voz adormilada, eran las doce de la noche—¿Por qué llamas a esta hora? Emily se quedó en silencio meditando lo que pretendía decirle, quizás se estaba precipitando al llamarle a su madre sobre todo a esas horas de la noche, pero necesitaba saber algo o de lo contrario dejaría escapar la oportunidad. —Mamá, voy a hacerte una pregunta y necesito que me respondas con la verdad—le advirtió, esperando q
Cuando finalmente termino de cambiarse, se fue del área de vestidores, sin olvidar dejar su ropa manchada en el área de lavandería. Lo que le agradaba de aquel hospital era que la administración les brindaba muchas facilidades, como por ejemplo varias mudas de uniformes, ademas de servicio de lavandería donde ellos se encargaban de lavar, planchar y doblar sus uniformes, para cada jordana laboral. Emily no se encontraba del todo bien, estaba demasiado confundida como para poder atender a sus pacientes con eficiencia, pero ya que solo faltaban seis horas más para terminar, decidió ponerse manos a la obra y terminar lo antes posible para poder descansar de aquella extraña experiencia. Las siguientes dos horas, paso de habitación en habitación, para verificar el estado de sus pacientes, realizar seguimientos y también para administrar medicamentos al pie de la letra, tal y como el médico indicaba para cada persona. Cuando termino, fue al área de enfermería a realizar un reporte de
Curiosa, por saber cómo y donde estaba el hijo de aquella mujer se acercó al vidrio que separaba la otra sala y ahí, en uno de los cuneros decía el apellido "Lennox" era tan pequeño e indefenso, pero el destino había decidido dejarlo sin su madre ¿Por qué? Luego de un minuto se dio la vuelta con el fin de poder irse para que aquella extraña aventura terminara, pero justo detrás de ella se encontraba un hombre quien la miro con asombro al verla. El señor Lennox era bastante atractivo, de ojos verdes y facciones marcadas, de cabello castaño y bien peinado. El aroma de su perfume era una bomba de hormonas creada justamente para atraer la atención femenina, pero Emily no se paralizó por ello, sino porque en uno de sus bolsillos llevaba el cabello de su esposa fallecida, porque tenía la loca idea de que tal vez ambas podían compartir algo más que solo el rostro. —¡Mila!— pronuncio el hombre sumamente sorprendido, así que sin pensarlo, se abalanzó sobre Emily y la tomo por el brazo con
Hilda alguna vez le había mostrado alguna de esas revistas de gente millonaria donde mostraban sus lujosas vidas, solo entonces Emily se arrepintió de no haberle prestado atención a la revista ni a su amiga cuando quiso enseñársela, pero nunca pensó que tendría algo que ver con una persona de ese círculo social hasta ese momento. No faltaba mucho tiempo para que su amiga volviera, así que a pesar de que lo iba a hacer estaba prohibido, se atrevió a descargar el archivo y guardarlo en una memoria USB para leerlo en su propia computadora, porque de otra forma, no podría seguir leyendo sabiendo que podrían descubrirla. Había hecho todo casi bien, a excepción de ese terrible encuentro con el esposo de esa mujer. Solo esperaba y rogaba al cielo que ese hombre no la buscara, porque no sabía que iría a decirle o si le creería que aquella situación tan extraña era tan solo una coincidencia, aunque también estaba el hecho de que la policía ya investigaba la muerte de la joven y temía que es
—Un correo bastante extenso, pero entretenido—expreso el hombre, pero Emily no supo si sus palabras eran más bien una broma pesada o realmente era un hombre sincero y directo. —Sí, verá, mi caso es algo reciente acabo de descubrirlo y solo quiero confirmar mis sospechas—dijo un tanto nerviosa, se arrepintió de no haber ensayado aquella conversación antes en su cabeza. —Señorita, los casos qué suelo manejar, son cosas que la gente común nunca espera. Entiendo su situación, sé que no quiere mezclarse tanto en el tema, pero quiere una solución pronta y confiable, por ello me llamo ¿No es verdad? —Por suerte, mi caso le ha interesado—logro decir, aunque por un momento recordó lo que había leído sobre él en Internet. Se decía que era un hombre con un carácter bastante cuestionable, pero si se trataba de resultados, él nunca fallaba. —Hablando de ello, quiero ser sincero sobre el porqué me interesó su caso—dijo con cierto tono de advertencia, cosa que Emily no pudo ignorar—hace más d
Emily se pregunto que tipo de mujer habría sido Mila, si de haberla conocido antes, se habrían comunicado para resolver aquel asunto. Mientras las gotas de agua caliente caían y resbalaba por su piel, Emily trato de rememorar lo que había sucedido en el quirófano. Ella aún recordaba el sonido de la máquina emitiendo el sonido de su corazón. Sus latidos eran fuertes y lo cierto era qué tenía una razón para vivir, su bebé, pero mientras ella le daba los instrumentos al cirujano, de un segundo a otro comenzó la tragedia. Sus latidos cayeron rápidamente, las enfermeras se movían de aquí para allá para administrarle medicamentos, para subir su presión arterial. Emily no se había movido de su lugar hasta que el cirujano finalmente saco al producto de su interior, en ese momento la enfermeras se dividieron, unas atendían a la joven madre y otras al pequeño qué acababa de ver la luz del mundo y en medio de todo ese desastre, estaba Emily, haciendo su trabajando permanecido tranquila e impe
—Por qué tanto usted como yo sabemos que algo extraño esta pasando y no se quedara tranquila hasta averiguarlo—intuyo, pero lo hizo como un empresario tratando de convencer a un cliente de comprar un producto que no necesitaba y era cierto. Emily no necesitaba saber si esa mujer era su hermana o no, de cualquier forma ¿Qué iba a ganar al averiguar la verdad? ¿Romperle el corazón a su madre? ¿Iniciar una investigación únicamente para que el mundo reconociera qué había encontrado a su gemela en su lecho de muerte? El señor Lennox se alejó de Emily comprendiendo qué realmente había muchas diferencias entre ambas. Mila había sido una chica muy impulsiva, de hecho, ella había sido quien prácticamente lo había conquistado, pero en cuanto aquella señorita. Ella era una chica de pensamiento lógico, pensaba antes de actuar y al parecer era muy meticulosa. Quizás era justo lo que necesitaba en ese momento, tal vez no para cuidar de su hijo, pero sí para terminar lo que necesitaba de Mila.