Hilda alguna vez le había mostrado alguna de esas revistas de gente millonaria donde mostraban sus lujosas vidas, solo entonces Emily se arrepintió de no haberle prestado atención a la revista ni a su amiga cuando quiso enseñársela, pero nunca pensó que tendría algo que ver con una persona de ese círculo social hasta ese momento.
No faltaba mucho tiempo para que su amiga volviera, así que a pesar de que lo iba a hacer estaba prohibido, se atrevió a descargar el archivo y guardarlo en una memoria USB para leerlo en su propia computadora, porque de otra forma, no podría seguir leyendo sabiendo que podrían descubrirla. Había hecho todo casi bien, a excepción de ese terrible encuentro con el esposo de esa mujer. Solo esperaba y rogaba al cielo que ese hombre no la buscara, porque no sabía que iría a decirle o si le creería que aquella situación tan extraña era tan solo una coincidencia, aunque también estaba el hecho de que la policía ya investigaba la muerte de la joven y temía que ese atrevimiento que se había tomado de ir a buscar ADN para comprobar o descartar si esa chica era o no, su hermana, se descubriera y terminará perdiendo su trabajo solo por esa corazonada qué le insistía en seguir investigando. Para cuando Hilda regreso, Emily ya estaba en su puesto, fingiendo estar apresurándose en sus reportes de la noche. Ambas se sonrieron y aunque Hilda tenía muchas ganas de saber qué había sucedido horas atrás con su amiga. Decidió evitar por el momento la platica para poder terminar sus pendientes, pues ella estaba mucho más atrasada qué Emily. Mientras tanto ella, aunque fingía escribir sobre el teclado, lo que en realidad hacía, era copiar los datos del expediente. En pocos minutos había descubierto qué el nombre de soltera de Mila Lennox era Mila Sophia Clark, pero además de la similitud física qué ambas tenían, los datos de Mila coincidían con los de Emily. La misma fecha de cumpleaños, por lo cual ambas tenían la misma edad e incluso habían nacido en la misma ciudad y curiosamente en el mismo hospital. Mientras más leía, Emily se convencía más y más que aquella joven era en realidad su hermana, quizás ni siquiera hacía falta la prueba de ADN para confirmarlo, pero solo con el expediente, nadie le creería, es decir nadie vería la información sino solo el hecho de que había robado información confidencial de una fallecida. Podía ser qué todo coincidiera, pero ¿Quién era el culpable? ¿Quién se había robado a su hermana y para qué? Emily tenía muchas más preguntas que respuestas, pero ninguna de ellas iba a llegar por obra del cielo. Necesitaba investigar mucho más a fondo ese caso, pero ¿Cómo? Emily tenía poco dinero ahorrado en el banco, no era algo que a ella le gustara hacer, pero su madre la había obligado a empezar a ahorrar para su jubilación, quizás porque la pensión qué ella recibía no era precisamente lo que ella había imaginado de joven. Ya no confiaba en el sistema de ahorro del gobierno, pero con el poco dinero qué tenía, pensó que tal vez podía contratar un detective privado para qué investigará lo que había ocurrido en Colorado la noche de su nacimiento. No tenía más opción qué hacerlo, pues ella no tenía tiempo de ir y venir de los Ángeles hasta Colorado y viceversa. Así que en vez de terminar sus reportes, se dedicó a buscar en diferentes tipos de páginas a un investigador fiable y claro, que no fuese a estafarla, necesitaba alguien de su plena confianza y después de una hora investigando, llego a un solo nombre: Thomas Wellintong. En Internet se decía que aquel hombre de cuarenta y cinco años era el mejor cuando se trataba de encontrar a una persona y eso era precisamente lo que Emily buscaba, deseaba saber que había sido de su hermana, quien al parecer había sido secuestrada de bebé, quizás intercambiada por un bebé muerto, esa podía ser la única respuesta posible. Teniendo en cuenta todo lo que había encontrado en tan poco tiempo, Emily no dudo en escribirle a su correo, aunque había leído varios comentarios sobre qué cabía la posibilidad de que él no respondiera enseguida, ni siquiera la misma semana o en el mismo mes, pues era un destective muy buscado y solicitado. Pero a pesar de la poca esperanza que había en su caso, Emily elevó una oración al cielo antes de enviar el correo electrónico, rogando poder resolver ese extraño asunto y quizás, algún día, poder revelarle a su madre el destino de su hermana, si es que se confirmaba qué Mila y ella compartían más que solo el rostro. Emily salió de su turno a las ocho de la mañana en punto, con una hoja de suspensión temporal en la mano por la negligencia médica qué había cometido durante la operación de la señora Lennox, pero a Emily no le importó ser suspendida tres días por ello, aunque agradecía que por el momento el cirujano no la mencionara durante su declaración o al menos eso había sido lo que su jefa de piso le había dicho. A pesar de la situación, se mantenía positiva porque además de obtener tiempo para seguir investigando a la familia de aquella chica similar a ella, el investigador había respondido a su solicitud, aunque su respuesta era algo que Emily no esperaba: “Llámeme en cuanto pueda” El mensaje tenía adjunto un número de teléfono con una lada qué, claramente pertenecía al estado de Colorado, eso la tranquilizaba pensando que el investigador no tendría problemas en trasladarse por el estado. No tenía mucho dinero como para estar gastando en los viáticos de aquel hombre. Así que una vez que se alejó del hospital, llamo al número del investigador. —¿Diga? —respondió un hombre de voz rasposa y también algo vieja. Emily, enseguida se percató de que el hombre debía ser alguien mayor o quizás estaba enfermo de la garganta. —Buenos días—comenzó aclarándose la garganta, lo cierto era qué comunicarse con un investigador no era algo que ella hubiese planeado por simple gusto. Lo que le había pasado era algo imposible de creer, pero por ello deseaba contratarlo para averiguar si sus sospechas eran ciertas—mi nombre es Emily Johnson, creo que no hace falta volver a explicar lo que redacte en el correo que le envié durante la madrugada.—Un correo bastante extenso, pero entretenido—expreso el hombre, pero Emily no supo si sus palabras eran más bien una broma pesada o realmente era un hombre sincero y directo. —Sí, verá, mi caso es algo reciente acabo de descubrirlo y solo quiero confirmar mis sospechas—dijo un tanto nerviosa, se arrepintió de no haber ensayado aquella conversación antes en su cabeza. —Señorita, los casos qué suelo manejar, son cosas que la gente común nunca espera. Entiendo su situación, sé que no quiere mezclarse tanto en el tema, pero quiere una solución pronta y confiable, por ello me llamo ¿No es verdad? —Por suerte, mi caso le ha interesado—logro decir, aunque por un momento recordó lo que había leído sobre él en Internet. Se decía que era un hombre con un carácter bastante cuestionable, pero si se trataba de resultados, él nunca fallaba. —Hablando de ello, quiero ser sincero sobre el porqué me interesó su caso—dijo con cierto tono de advertencia, cosa que Emily no pudo ignorar—hace más d
Emily se pregunto que tipo de mujer habría sido Mila, si de haberla conocido antes, se habrían comunicado para resolver aquel asunto. Mientras las gotas de agua caliente caían y resbalaba por su piel, Emily trato de rememorar lo que había sucedido en el quirófano. Ella aún recordaba el sonido de la máquina emitiendo el sonido de su corazón. Sus latidos eran fuertes y lo cierto era qué tenía una razón para vivir, su bebé, pero mientras ella le daba los instrumentos al cirujano, de un segundo a otro comenzó la tragedia. Sus latidos cayeron rápidamente, las enfermeras se movían de aquí para allá para administrarle medicamentos, para subir su presión arterial. Emily no se había movido de su lugar hasta que el cirujano finalmente saco al producto de su interior, en ese momento la enfermeras se dividieron, unas atendían a la joven madre y otras al pequeño qué acababa de ver la luz del mundo y en medio de todo ese desastre, estaba Emily, haciendo su trabajando permanecido tranquila e impe
—Por qué tanto usted como yo sabemos que algo extraño esta pasando y no se quedara tranquila hasta averiguarlo—intuyo, pero lo hizo como un empresario tratando de convencer a un cliente de comprar un producto que no necesitaba y era cierto. Emily no necesitaba saber si esa mujer era su hermana o no, de cualquier forma ¿Qué iba a ganar al averiguar la verdad? ¿Romperle el corazón a su madre? ¿Iniciar una investigación únicamente para que el mundo reconociera qué había encontrado a su gemela en su lecho de muerte? El señor Lennox se alejó de Emily comprendiendo qué realmente había muchas diferencias entre ambas. Mila había sido una chica muy impulsiva, de hecho, ella había sido quien prácticamente lo había conquistado, pero en cuanto aquella señorita. Ella era una chica de pensamiento lógico, pensaba antes de actuar y al parecer era muy meticulosa. Quizás era justo lo que necesitaba en ese momento, tal vez no para cuidar de su hijo, pero sí para terminar lo que necesitaba de Mila.
—Me gustaría pagar para que renueven la lápida de mi hermana, quizás cuando terminen los trabajos podría ir a Colorado y visitarte— expuso como excusa, claro que quería ir a ver a su padre, pero también deseaba terminar con ese asunto del material genético. —Por supuesto, hija. ¿Has hablado con alguien?— dijo refiriéndose a los negocios de servicios funerarios que solían vender todo tipo de lápidas. —Si de hecho, hablé con alguien ayer, pero me dijo que necesito tu permiso para trabajar en la tumba. —Por supuesto que tienes mi permiso, hablaré con Nancy cuando llegue aquí, para que hable a las oficinas del cementerio antes de que cierren. —No te preocupes, papá. No hay prisa— dijo Emily nerviosa, no solo se sentía culpable por su enfermedad, sino que también se sentía mal por mentirle. —No sabia que tu madre ya había hablado contigo sobre nuestra perdida—expreso su padre algo curioso por el tema, ya que ambos habían acordado que no le dirían nada hasta que fuese mayor de edad
El tiempo ahí le pareció eterno, pero al final cuando las puertas se abrieron, se sintió segura luego de ver la elegancia del pasillo, así que reconoció qué ese hombre no solo debía ser importante, sino también rico. El hombre comenzó a caminar hasta el final del pasillo, justo hasta la última puerta, ahí deslizó una tarjeta negra sobre la perilla de la puerta y mágicamente esta cedió. La suite era lo que Emily había visto en películas de mafia o algo por el estilo, era claro que el señor Lennox no era cualquier persona, era un hombre rico y poderoso, al que no le costaba nada tener una habitación de hotel tan hermosa como esa, pero aquel ambiente ostentoso fue interrumpido por el llanto de un pequeño bebé. —Por favor, espere aquí— le indico el hombre. Había una sala de estar bastante elegante, por lo tanto, Emily no se atrevió a sentarse, pero sí elevo la vista para poder observar su entorno, ya que cabía la posibilidad de que no volviera a estar parada en un lugar tan excéntri
Aquella mujer llevaba en sus brazos el diminuto cuerpo de un bebé en sus brazos. Emily se tuvo que detener en seco, al reconocer en el rostro de ese pequeño el de su madre. Tenía ciertos rasgos qué ella no pudo ignorar, sin olvidar qué la pobre criatura no dejaba de llorar. —Disculpe señor Lennox, es probable que debamos ir a urgencias, su hijo se niega a comer, devuelve todo lo que come y no deja de llorar—le informo la enfermera al señor Lennox. Emily giró hacia él por mero instinto, no estaba muy lejos de ella, quizás había intentado detenerla antes de que la enfermera que cuidaba de su hijo los interrumpiera, pero en vez de hacer caso de lo que aquella mujer recomendaba, volvió la mirada hacia Emily. —¿Te vas a quedar parada ahí? —le recriminó a Emily—mi hijo esta sufriendo ¡Haz algo! Emily quiso irse, pero no podía ignorar el sufrimiento del bebé y aunque ella no era más que una enfermera, presintió que tal vez tenía un poco más de conocimiento que esa chica, quien se nota
—¿Por qué? —cuestiono Emily algo desconcertada—¿A caso les tenía afecto? —Mila los detestaba, pero a mi parecer ellos la chantajeaban, aunque como siempre, Mila nunca me dijo por qué. El señor Lennox frunció el ceño y Emily lo noto, al parecer su matrimonio no era el más cercano, de hecho entre ambos había muchos secretos. —¿Y ellos quienes son? —señaló la fotografía, justo del otro lado, donde solo se encontraban dos personas, un hombre y una mujer. —Mi padre y mi hermana—expreso el señor Lennox con cierta incomodidad, cosa que Emily no quiso pasar por alto. —¿Cómo era su relación con Mila?—quiso saber, no quería cometer un error. El señor Lennox ya le había comentado más o menos como era la personalidad de Mila y como solía comportarse tanto en público como en privado. —Mi padre adoraba a Mila, ella siempre supo como complacerlo y mi hermana, bueno ella la odiaba, aunque el sentimiento era mutuo—expresó soltando un suspiro casi doloroso, pero Emily no entendió exactamen
Fue como si aquella pregunta la hubiese comprendido el hijo de John, porque de pronto, guardo silencio. —No te preocupes por eso ahora. Tu única preocupación debe ser mi hijo ¿De acuerdo? —expresó John seguro de que nadie sabría la verdad, pero Emily intuyo qué tarde o temprano alguien sospecharia de ella— si alguien dice algo diremos qué sufres depresión postparto, eso nos dará un poco de tiempo para que aprendas y repliques la personalidad de Mila. Antes siquiera de que Emily pudiera decir algo, divisó a lo lejos la propiedad qué pertenecía a la familia Lennox. Era una hermosa construcción mucho más hermosa y elegante qué las casas qué había visto durante el camino, solo entonces Emily comprendió qué el poder de ese hombre debía ser enorme. Cuando John Lennox abrió la puerta para Emily, ella se aferró al cuerpo del pequeño en sus brazos, respiro hondo y salió sin perder ningún detalle de la fachada de la casa. La entrada tenía un par de columnas al estilo griego qué parecían s