Me quedo mirándolo atónita. Contemple en su mirada un brillo intenso que refleja victoria. Un ardor emana de mis mejillas. No puedo contestarle.- ¿Niegas haberlo hecho? —Insiste mostrando una sonrisa en sus labios medio torcida. Sin dejar de mirarme. Parece impaciente.—N-no sé de que hablas — Instintivamente mis puños se cierran. Mis ojos se clavan en el piso del auto. Desearía no haber hecho tal cosa ¿Cómo lo sabe? ¿Estaba despierto?—Sabes perfectamente a que me refiero— dice en tono serio— ¡Estada despierto cuando me besaste!- ¿Qué? —Replico asombrada. Esforzándome para mantener la calma y la poca dignidad que me queda.- ¡Sí! —Afirma— Aun no lo puedo creer… te odio por eso.Mis músculos se entumecieron al instante y la sangre dejo de correr por mis venas. Sentí un frio aterrador en cuanto menciono que me odiaba. No quería esto, no quería que me despreciara más, de lo que ya había hecho antes. De saber que me diría algo así, jamás lo habríamos hecho.Yo bastante el cinturón de s
Esa noche Emily soñó de nuevo con Mila. Solo que en esa ocasión, ella llevaba puesto un vestido rojo ajustado y justo estaba parada en el balón principal mirando el mausoleo a la distancia. Por supuesto, como en cada sueño, ella no hablaba, pero parecía entre molesta y al mismo tiempo melancólica. Emily intuyo qué sé debía al hecho de que Mila había muerto de forma inesperada y de forma prematura, aunque tal vez también era porque había comenzado a conocerla a través de las perdonas con las que había convivido. Ahora Emily sabia que su hermana había sido una perra de lo peor, pero aun así ella estaba segura de que de no haber sido secuestrada, ella habría sido una persona diferente, pero simplemente no había tenido la oportunidad de ser diferente. Cuando despertó, lo hizo gracias a su teléfono qué no había dejado de sonar, ella tuvo que responder para que el sonido de la llamada no despertara a Jacob. —¿Diga?—dijo con voz somnolienta mientras intentaba sentarse en la cama. —¿Emily?
Emily se fue de casa con cierta pena, tanto por la noticia de su padre, así como por dejar al pequeño Jacob sin su compañía cuando ya estaba tan acostumbrada a él, técnicamente ya era como su hijo, el que no había nacido de sus entrañas, pero del que se había enamorado casi a primera vista y pensaba criarlo hasta poder decirle la verdad sobre su madre, aunque esperaba que ese tiempo tardara mucho en llegar.Cuando llego al aeropuerto, se cambió de ropa en el baño de mujeres y de pronto al mirarse al espejo volvió a ser ella misma, cosa que no pensó sucedería pronto, sin la ropa ostentosa de Mila, ni tampoco el maquillaje excesivo, era como ver a otra persona diferente, menos arrogante y más alguien común.Sintiéndose nuevamente libre, viajo hasta colorado y en un par de horas volvió aquella ciudad que había sido su hogar hasta que tuvo que mudarse con su madre a causa de lo difícil que era para ambas conservar una enorme casa cuando su padre no les daba absolutamente nada para pagarla
Emily se aproximó aquella sombra que alguna vez había sido su padre y enseguida tomo su mano para tratar de recordar como era tomar la mano de su padre, puesto que tenía años, de hecho, desde que era niña que no la tomaba.—Papá—expreso en voz baja para tratar de despertarlo con cierta delicadeza, después de todo, él no tenía idea de que ella estaba ahí y no quería asustarlo, pero su papá no respondió, sino que permaneció inmóvil. Instintivamente, Emily miro el monitor que vigilaba sus latidos cardiacos y en efecto, él seguía vivo, solo que sus latidos estaban por debajo de lo normal, lo que significaba que su corazón pronto dejaría de funcionar. Emily tragó saliva luego de ver los datos del monitor, incluso llego a pensar que su papá ya no despertaría, pero cuando volvió la mirada hacia él, su padre la estaba mirando con una tenue sonrisa en los labios.—Te has convertido en toda una mujer, Emily—menciono su padre notando por primera vez lo mucho que había crecido su hija y lo much
—¡Enfermera!— pronuncio el médico cirujano cuando Annette se sobresaltó luego de ver el rostro de la paciente sobre la plancha de operaciones. Lo que veía, le parecía insólito, un sueño o quizás una pesadilla. En el rostro de la paciente miraba su propio rostro, pero era imposible. ¿Quién era ella? La enfermera en jefe la tomo del brazo y la saco de la sala de operaciones. No estaba en condiciones para ser la asistente del cirujano, sobre todo porque la paciente estaba en condición crítica, su ritmo cardiaco estaba descendiendo por debajo de lo normal, todo indicaba que moriría. El llanto del pequeño bebe que lloraba en el interior de la sala, la hizo regresar en sí. Se miró las manos, estas le temblaban, debido a la sorpresa de verse a sí misma, era extraño, pero lo más lógico que pudo pensar fue que tal vez tenía un ataque de pánico o ansiedad, después de todo ya llevaba doce horas en el hospital sin poder pegar el ojo. Seguramente estaba demasiado cansada como para poder imagina
Suspiró y comenzó a caminar hacia la sala de espera. Aquel médico de apellido Spencer, era conocido por ser bastante frío y cruel a la hora de dar un diagnóstico, ni siquiera se dignó a protestar la presencia de todo aquel gentío, sino que los ignoro hasta que llego a la sala de espera. Solo cuando él hizo acto de presencia, el esposo de la joven madre, alzó la vista hacia él. Emily no pudo contemplar el rostro del doctor, pero sí logro notar la expresión del joven padre. —¿Sucede algo, doctor?— cuestiono el hombre con una voz bastante gruesa y varonil, justo el tono indicado para derretir las bragas de una mujer con un susurro. El médico asintió con la cabeza, algo decepcionado, pero Emily no pudo ver si lo hacía por haber perdido a la paciente o simplemente por ser él, quien le diera la mala noticia de su esposa, era lo más obvio. —Su esposa tenía un mal congénito— intentó explicar el médico cirujano— creemos que ella no sabia nada al respecto sobre su condición ya qué, nunca m
—La paciente era igual a mí, incluso me atrevería a decir que podria ser mi gemela perdida— expreso Emily y entonces sus palabras le cayeron como un balde de agua helada sobre todo el cuerpo. —¿Cómo que tu gemela?— cuestiono Hilda, pero Emily ya no respondió, en vez de eso se levantó y camino fuera del puesto de enfermeras para dirigirse hacia el área de vestidores del personal del hospital. Necesitaba hacer un par de preguntas, sobre todo a su madre y su teléfono estaba guardado en su casillero. —Mamá— expresó Emily cuando su madre tomo la llamada. —¿Pasa algo, hija?— respondió con voz adormilada, eran las doce de la noche—¿Por qué llamas a esta hora? Emily se quedó en silencio meditando lo que pretendía decirle, quizás se estaba precipitando al llamarle a su madre sobre todo a esas horas de la noche, pero necesitaba saber algo o de lo contrario dejaría escapar la oportunidad. —Mamá, voy a hacerte una pregunta y necesito que me respondas con la verdad—le advirtió, esperando q
Cuando finalmente termino de cambiarse, se fue del área de vestidores, sin olvidar dejar su ropa manchada en el área de lavandería. Lo que le agradaba de aquel hospital era que la administración les brindaba muchas facilidades, como por ejemplo varias mudas de uniformes, ademas de servicio de lavandería donde ellos se encargaban de lavar, planchar y doblar sus uniformes, para cada jordana laboral. Emily no se encontraba del todo bien, estaba demasiado confundida como para poder atender a sus pacientes con eficiencia, pero ya que solo faltaban seis horas más para terminar, decidió ponerse manos a la obra y terminar lo antes posible para poder descansar de aquella extraña experiencia. Las siguientes dos horas, paso de habitación en habitación, para verificar el estado de sus pacientes, realizar seguimientos y también para administrar medicamentos al pie de la letra, tal y como el médico indicaba para cada persona. Cuando termino, fue al área de enfermería a realizar un reporte de