Capítulo 2

—La paciente era igual a mí, incluso me atrevería a decir que podria ser mi gemela perdida— expreso Emily y entonces sus palabras le cayeron como un balde de agua helada sobre todo el cuerpo.

—¿Cómo que tu gemela?— cuestiono Hilda, pero Emily ya no respondió, en vez de eso se levantó y camino fuera del puesto de enfermeras para dirigirse hacia el área de vestidores del personal del hospital. Necesitaba hacer un par de preguntas, sobre todo a su madre y su teléfono estaba guardado en su casillero.

—Mamá— expresó Emily cuando su madre tomo la llamada.

—¿Pasa algo, hija?— respondió con voz adormilada, eran las doce de la noche—¿Por qué llamas a esta hora?

Emily se quedó en silencio meditando lo que pretendía decirle, quizás se estaba precipitando al llamarle a su madre sobre todo a esas horas de la noche, pero necesitaba saber algo o de lo contrario dejaría escapar la oportunidad.

—Mamá, voy a hacerte una pregunta y necesito que me respondas con la verdad—le advirtió, esperando que eso fuese suficiente para que su mamá se sincerara con ella.

—¿Qué pasa, hija?— cuestiono con voz nerviosa—me asustas.

—¿Tuve una hermana gemela?—se animó a preguntar, pero su madre no respondió enseguida.

—¿Cómo lo sabés?—cuestiono su madre algo sorprendida, pero al mismo tiempo afligida—¿Lo hizo tu padre?

—N-n...—alcanzo a decir Emily con voz nerviosa, no esperaba que su madre lo admitiera o enterarse de esa manera, pero ahora que lo sabia tenía muchas preguntas rondando por su cabeza, solo que antes de que se atreviera a decir alguna palabra, su madre suspiro.

—Tu hermana murió al nacer—le aseguro su madre en un tono melancólico. Hacía mucho tiempo que no pensaba en ello, había sido una situación muy dolorosa no solo para ella, sino también para su esposo, de quién se había divorciado por diferentes problemas durante sus quince años de matrimonio, pero la muerte de una de sus hijas había sido el comienzo.—ella murió pocos minutos después de nacer, dejo de respirar y se la llevaron antes de que pudiera tocarla.

Emily se quedó en silencio, se había dado cuenta de que había despertado un doloroso recuerdo para su madre, no conocía esa historia, de hecho, estaba enterándose de eso en ese momento, pero algo no cuadraba en ese trágico relato. Si su hermana gemela había muerto ¿Quién era la joven qué acababa de morir en la sala de operaciones?

—¿En dónde descansan sus restos, mamá?—insistió Emily, pero ya no para conocer más sobre su supuesta gemela muerta, sino para saber qué había sucedido con ella y su cuerpo.

—En el cementerio de San José, en Colorado. ¿Recuerdas que vivimos ahí hasta...?

—El divorcio—respondió Emily con un poco de resignación, aquella época había sido la más difícil de toda su vida, claro, siendo una adolescente.

—Sí, pero no te entiendo. ¿Para eso llamaste tan tarde?—cuestiono su madre confundida después de mirar la hora en su reloj. Sabia bien qué su hija no era así, de hecho, ella no solía llamarla muy seguido debido a su empleo en el hospital, Emily solía enviarle mensajes, pero nunca llamadas a menos de que fuese una emergencia—¿Sucedió algo?

—N-no, mamá, es solo que tenía curiosidad. Acaba de terminar mi turno y simplemente lo recordé, solo que olvidé que ya debías estar dormida—mintió con voz nerviosa, esperando que su madre creyera qué realmente estaba tan abrumada por su empleo como para pensar en ver en su reloj antes de llamar.

Su madre sospechó qué su percepción del día y de la noche había sido alterada debido a su cansancio así que quiso dejar pasar aquella llamada por el momento, puesto que ella también estaba cansada y necesitaba dormir.

—No te preocupes por ello, fue mi culpa no hablar contigo sobre este tema cuando tuviste la edad suficiente para entender el porqué no te dijimos nada sobre tu hermana.

—Entiendo—fue lo único que Emily logro decir luego de descubrir así como si nada que había tenido una gemela la cual, supuestamente, había fallecido al nacer, pero con lo que había visto aquella noche, no estaba del todo segura. Necesitaba averiguar mucho más—debo irme mamá, debo pasar a la oficina de mi supervisor antes de irme.

—Mandame mensaje cuando llegues a casa ¿De acuerdo?

—Sí, mamá—respondió Emily antes de que la llamada terminará.

Entonces suspiro y apoyo sus codos contra sus rodillas para poder sostener su cabeza con sus manos. Así permaneció unos instantes mientras trataba de acomodar sus pensamientos e ideas.

Todo indicaba qué su madre no sabia absolutamente nada, al menos no qué había otra chica que era similar a ella y la cual había fallecido aquella noche.

Tal vez exageraba, eso quería creer, porque no quería pensar en la otra opción, en la posibilidad de que hubiesen engañado a su madre diciéndole qué una de sus hijas había fallecido para robar a su hermana gemela sin qué nadie hiciera nada.

Emily sabia que no podía comentarle sus dudas a su madre, al menos hasta tener pruebas que confirmaran todas sus sospechas, pero mientras tanto, era solo, una sospecha de que algo en esa situación no estaba bien.

De pronto, alguien entro a la sala. Se trataba de Cinthia, la otra enfermera de planta quien también había participado en la cirugía fallida de la joven. Emily no dijo nada, puesto que recordó lo que había sucedido mientras la paciente entraba en paro.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono Cinthia con voz tranquila, pero poco amigable y claro, sin dirigirle la mirada. Por alguna razón y desde el primer día de trabajo, no había logrado congeniar con ella y aunque en ningún momento había tenido algún tipo de problema, simplemente se hablaban cuando el trabajo así lo ameritaba.

—Descanso—respondió Emily levantándose de su penosa posición para dirigirse a su casillero y así poder quitarse la ropa quirúrgica qué estaba salpicada de sangre. No podía ir por ahí con esa espantosa imagen y no solo por el líquido en su ropa, sino también por su rostro.

Cuando abrió la puertecilla de su casillero, se dio cuenta de que las horas que llevaba trabajando en el hospital ya le habían afectado, tanto como para que tuviera que dirigirle la palabra a esa chica un tanto antipática. Así que se apresuró a cambiarse la ropa quirúrgica para ponerse su usual uniforme azul. Aún faltaban algunas horas más para que su turno terminara, pero había tenido que mentirle a su madre para que no sospechara nada raro, pues sabia que su madre le insistiría día y noche hasta saber la verdad.

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