—La paciente era igual a mí, incluso me atrevería a decir que podria ser mi gemela perdida— expreso Emily y entonces sus palabras le cayeron como un balde de agua helada sobre todo el cuerpo.
—¿Cómo que tu gemela?— cuestiono Hilda, pero Emily ya no respondió, en vez de eso se levantó y camino fuera del puesto de enfermeras para dirigirse hacia el área de vestidores del personal del hospital. Necesitaba hacer un par de preguntas, sobre todo a su madre y su teléfono estaba guardado en su casillero. —Mamá— expresó Emily cuando su madre tomo la llamada. —¿Pasa algo, hija?— respondió con voz adormilada, eran las doce de la noche—¿Por qué llamas a esta hora? Emily se quedó en silencio meditando lo que pretendía decirle, quizás se estaba precipitando al llamarle a su madre sobre todo a esas horas de la noche, pero necesitaba saber algo o de lo contrario dejaría escapar la oportunidad. —Mamá, voy a hacerte una pregunta y necesito que me respondas con la verdad—le advirtió, esperando que eso fuese suficiente para que su mamá se sincerara con ella. —¿Qué pasa, hija?— cuestiono con voz nerviosa—me asustas. —¿Tuve una hermana gemela?—se animó a preguntar, pero su madre no respondió enseguida. —¿Cómo lo sabés?—cuestiono su madre algo sorprendida, pero al mismo tiempo afligida—¿Lo hizo tu padre? —N-n...—alcanzo a decir Emily con voz nerviosa, no esperaba que su madre lo admitiera o enterarse de esa manera, pero ahora que lo sabia tenía muchas preguntas rondando por su cabeza, solo que antes de que se atreviera a decir alguna palabra, su madre suspiro. —Tu hermana murió al nacer—le aseguro su madre en un tono melancólico. Hacía mucho tiempo que no pensaba en ello, había sido una situación muy dolorosa no solo para ella, sino también para su esposo, de quién se había divorciado por diferentes problemas durante sus quince años de matrimonio, pero la muerte de una de sus hijas había sido el comienzo.—ella murió pocos minutos después de nacer, dejo de respirar y se la llevaron antes de que pudiera tocarla. Emily se quedó en silencio, se había dado cuenta de que había despertado un doloroso recuerdo para su madre, no conocía esa historia, de hecho, estaba enterándose de eso en ese momento, pero algo no cuadraba en ese trágico relato. Si su hermana gemela había muerto ¿Quién era la joven qué acababa de morir en la sala de operaciones? —¿En dónde descansan sus restos, mamá?—insistió Emily, pero ya no para conocer más sobre su supuesta gemela muerta, sino para saber qué había sucedido con ella y su cuerpo. —En el cementerio de San José, en Colorado. ¿Recuerdas que vivimos ahí hasta...? —El divorcio—respondió Emily con un poco de resignación, aquella época había sido la más difícil de toda su vida, claro, siendo una adolescente. —Sí, pero no te entiendo. ¿Para eso llamaste tan tarde?—cuestiono su madre confundida después de mirar la hora en su reloj. Sabia bien qué su hija no era así, de hecho, ella no solía llamarla muy seguido debido a su empleo en el hospital, Emily solía enviarle mensajes, pero nunca llamadas a menos de que fuese una emergencia—¿Sucedió algo? —N-no, mamá, es solo que tenía curiosidad. Acaba de terminar mi turno y simplemente lo recordé, solo que olvidé que ya debías estar dormida—mintió con voz nerviosa, esperando que su madre creyera qué realmente estaba tan abrumada por su empleo como para pensar en ver en su reloj antes de llamar. Su madre sospechó qué su percepción del día y de la noche había sido alterada debido a su cansancio así que quiso dejar pasar aquella llamada por el momento, puesto que ella también estaba cansada y necesitaba dormir. —No te preocupes por ello, fue mi culpa no hablar contigo sobre este tema cuando tuviste la edad suficiente para entender el porqué no te dijimos nada sobre tu hermana. —Entiendo—fue lo único que Emily logro decir luego de descubrir así como si nada que había tenido una gemela la cual, supuestamente, había fallecido al nacer, pero con lo que había visto aquella noche, no estaba del todo segura. Necesitaba averiguar mucho más—debo irme mamá, debo pasar a la oficina de mi supervisor antes de irme. —Mandame mensaje cuando llegues a casa ¿De acuerdo? —Sí, mamá—respondió Emily antes de que la llamada terminará. Entonces suspiro y apoyo sus codos contra sus rodillas para poder sostener su cabeza con sus manos. Así permaneció unos instantes mientras trataba de acomodar sus pensamientos e ideas. Todo indicaba qué su madre no sabia absolutamente nada, al menos no qué había otra chica que era similar a ella y la cual había fallecido aquella noche. Tal vez exageraba, eso quería creer, porque no quería pensar en la otra opción, en la posibilidad de que hubiesen engañado a su madre diciéndole qué una de sus hijas había fallecido para robar a su hermana gemela sin qué nadie hiciera nada. Emily sabia que no podía comentarle sus dudas a su madre, al menos hasta tener pruebas que confirmaran todas sus sospechas, pero mientras tanto, era solo, una sospecha de que algo en esa situación no estaba bien. De pronto, alguien entro a la sala. Se trataba de Cinthia, la otra enfermera de planta quien también había participado en la cirugía fallida de la joven. Emily no dijo nada, puesto que recordó lo que había sucedido mientras la paciente entraba en paro. —¿Qué haces aquí? —cuestiono Cinthia con voz tranquila, pero poco amigable y claro, sin dirigirle la mirada. Por alguna razón y desde el primer día de trabajo, no había logrado congeniar con ella y aunque en ningún momento había tenido algún tipo de problema, simplemente se hablaban cuando el trabajo así lo ameritaba. —Descanso—respondió Emily levantándose de su penosa posición para dirigirse a su casillero y así poder quitarse la ropa quirúrgica qué estaba salpicada de sangre. No podía ir por ahí con esa espantosa imagen y no solo por el líquido en su ropa, sino también por su rostro. Cuando abrió la puertecilla de su casillero, se dio cuenta de que las horas que llevaba trabajando en el hospital ya le habían afectado, tanto como para que tuviera que dirigirle la palabra a esa chica un tanto antipática. Así que se apresuró a cambiarse la ropa quirúrgica para ponerse su usual uniforme azul. Aún faltaban algunas horas más para que su turno terminara, pero había tenido que mentirle a su madre para que no sospechara nada raro, pues sabia que su madre le insistiría día y noche hasta saber la verdad.Cuando finalmente termino de cambiarse, se fue del área de vestidores, sin olvidar dejar su ropa manchada en el área de lavandería. Lo que le agradaba de aquel hospital era que la administración les brindaba muchas facilidades, como por ejemplo varias mudas de uniformes, ademas de servicio de lavandería donde ellos se encargaban de lavar, planchar y doblar sus uniformes, para cada jordana laboral. Emily no se encontraba del todo bien, estaba demasiado confundida como para poder atender a sus pacientes con eficiencia, pero ya que solo faltaban seis horas más para terminar, decidió ponerse manos a la obra y terminar lo antes posible para poder descansar de aquella extraña experiencia. Las siguientes dos horas, paso de habitación en habitación, para verificar el estado de sus pacientes, realizar seguimientos y también para administrar medicamentos al pie de la letra, tal y como el médico indicaba para cada persona. Cuando termino, fue al área de enfermería a realizar un reporte de
Curiosa, por saber cómo y donde estaba el hijo de aquella mujer se acercó al vidrio que separaba la otra sala y ahí, en uno de los cuneros decía el apellido "Lennox" era tan pequeño e indefenso, pero el destino había decidido dejarlo sin su madre ¿Por qué? Luego de un minuto se dio la vuelta con el fin de poder irse para que aquella extraña aventura terminara, pero justo detrás de ella se encontraba un hombre quien la miro con asombro al verla. El señor Lennox era bastante atractivo, de ojos verdes y facciones marcadas, de cabello castaño y bien peinado. El aroma de su perfume era una bomba de hormonas creada justamente para atraer la atención femenina, pero Emily no se paralizó por ello, sino porque en uno de sus bolsillos llevaba el cabello de su esposa fallecida, porque tenía la loca idea de que tal vez ambas podían compartir algo más que solo el rostro. —¡Mila!— pronuncio el hombre sumamente sorprendido, así que sin pensarlo, se abalanzó sobre Emily y la tomo por el brazo con
Hilda alguna vez le había mostrado alguna de esas revistas de gente millonaria donde mostraban sus lujosas vidas, solo entonces Emily se arrepintió de no haberle prestado atención a la revista ni a su amiga cuando quiso enseñársela, pero nunca pensó que tendría algo que ver con una persona de ese círculo social hasta ese momento. No faltaba mucho tiempo para que su amiga volviera, así que a pesar de que lo iba a hacer estaba prohibido, se atrevió a descargar el archivo y guardarlo en una memoria USB para leerlo en su propia computadora, porque de otra forma, no podría seguir leyendo sabiendo que podrían descubrirla. Había hecho todo casi bien, a excepción de ese terrible encuentro con el esposo de esa mujer. Solo esperaba y rogaba al cielo que ese hombre no la buscara, porque no sabía que iría a decirle o si le creería que aquella situación tan extraña era tan solo una coincidencia, aunque también estaba el hecho de que la policía ya investigaba la muerte de la joven y temía que es
—Un correo bastante extenso, pero entretenido—expreso el hombre, pero Emily no supo si sus palabras eran más bien una broma pesada o realmente era un hombre sincero y directo. —Sí, verá, mi caso es algo reciente acabo de descubrirlo y solo quiero confirmar mis sospechas—dijo un tanto nerviosa, se arrepintió de no haber ensayado aquella conversación antes en su cabeza. —Señorita, los casos qué suelo manejar, son cosas que la gente común nunca espera. Entiendo su situación, sé que no quiere mezclarse tanto en el tema, pero quiere una solución pronta y confiable, por ello me llamo ¿No es verdad? —Por suerte, mi caso le ha interesado—logro decir, aunque por un momento recordó lo que había leído sobre él en Internet. Se decía que era un hombre con un carácter bastante cuestionable, pero si se trataba de resultados, él nunca fallaba. —Hablando de ello, quiero ser sincero sobre el porqué me interesó su caso—dijo con cierto tono de advertencia, cosa que Emily no pudo ignorar—hace más d
Emily se pregunto que tipo de mujer habría sido Mila, si de haberla conocido antes, se habrían comunicado para resolver aquel asunto. Mientras las gotas de agua caliente caían y resbalaba por su piel, Emily trato de rememorar lo que había sucedido en el quirófano. Ella aún recordaba el sonido de la máquina emitiendo el sonido de su corazón. Sus latidos eran fuertes y lo cierto era qué tenía una razón para vivir, su bebé, pero mientras ella le daba los instrumentos al cirujano, de un segundo a otro comenzó la tragedia. Sus latidos cayeron rápidamente, las enfermeras se movían de aquí para allá para administrarle medicamentos, para subir su presión arterial. Emily no se había movido de su lugar hasta que el cirujano finalmente saco al producto de su interior, en ese momento la enfermeras se dividieron, unas atendían a la joven madre y otras al pequeño qué acababa de ver la luz del mundo y en medio de todo ese desastre, estaba Emily, haciendo su trabajando permanecido tranquila e impe
—Por qué tanto usted como yo sabemos que algo extraño esta pasando y no se quedara tranquila hasta averiguarlo—intuyo, pero lo hizo como un empresario tratando de convencer a un cliente de comprar un producto que no necesitaba y era cierto. Emily no necesitaba saber si esa mujer era su hermana o no, de cualquier forma ¿Qué iba a ganar al averiguar la verdad? ¿Romperle el corazón a su madre? ¿Iniciar una investigación únicamente para que el mundo reconociera qué había encontrado a su gemela en su lecho de muerte? El señor Lennox se alejó de Emily comprendiendo qué realmente había muchas diferencias entre ambas. Mila había sido una chica muy impulsiva, de hecho, ella había sido quien prácticamente lo había conquistado, pero en cuanto aquella señorita. Ella era una chica de pensamiento lógico, pensaba antes de actuar y al parecer era muy meticulosa. Quizás era justo lo que necesitaba en ese momento, tal vez no para cuidar de su hijo, pero sí para terminar lo que necesitaba de Mila.
—Me gustaría pagar para que renueven la lápida de mi hermana, quizás cuando terminen los trabajos podría ir a Colorado y visitarte— expuso como excusa, claro que quería ir a ver a su padre, pero también deseaba terminar con ese asunto del material genético. —Por supuesto, hija. ¿Has hablado con alguien?— dijo refiriéndose a los negocios de servicios funerarios que solían vender todo tipo de lápidas. —Si de hecho, hablé con alguien ayer, pero me dijo que necesito tu permiso para trabajar en la tumba. —Por supuesto que tienes mi permiso, hablaré con Nancy cuando llegue aquí, para que hable a las oficinas del cementerio antes de que cierren. —No te preocupes, papá. No hay prisa— dijo Emily nerviosa, no solo se sentía culpable por su enfermedad, sino que también se sentía mal por mentirle. —No sabia que tu madre ya había hablado contigo sobre nuestra perdida—expreso su padre algo curioso por el tema, ya que ambos habían acordado que no le dirían nada hasta que fuese mayor de edad
El tiempo ahí le pareció eterno, pero al final cuando las puertas se abrieron, se sintió segura luego de ver la elegancia del pasillo, así que reconoció qué ese hombre no solo debía ser importante, sino también rico. El hombre comenzó a caminar hasta el final del pasillo, justo hasta la última puerta, ahí deslizó una tarjeta negra sobre la perilla de la puerta y mágicamente esta cedió. La suite era lo que Emily había visto en películas de mafia o algo por el estilo, era claro que el señor Lennox no era cualquier persona, era un hombre rico y poderoso, al que no le costaba nada tener una habitación de hotel tan hermosa como esa, pero aquel ambiente ostentoso fue interrumpido por el llanto de un pequeño bebé. —Por favor, espere aquí— le indico el hombre. Había una sala de estar bastante elegante, por lo tanto, Emily no se atrevió a sentarse, pero sí elevo la vista para poder observar su entorno, ya que cabía la posibilidad de que no volviera a estar parada en un lugar tan excéntri