Suspiró y comenzó a caminar hacia la sala de espera. Aquel médico de apellido Spencer, era conocido por ser bastante frío y cruel a la hora de dar un diagnóstico, ni siquiera se dignó a protestar la presencia de todo aquel gentío, sino que los ignoro hasta que llego a la sala de espera. Solo cuando él hizo acto de presencia, el esposo de la joven madre, alzó la vista hacia él. Emily no pudo contemplar el rostro del doctor, pero sí logro notar la expresión del joven padre.
—¿Sucede algo, doctor?— cuestiono el hombre con una voz bastante gruesa y varonil, justo el tono indicado para derretir las bragas de una mujer con un susurro. El médico asintió con la cabeza, algo decepcionado, pero Emily no pudo ver si lo hacía por haber perdido a la paciente o simplemente por ser él, quien le diera la mala noticia de su esposa, era lo más obvio. —Su esposa tenía un mal congénito— intentó explicar el médico cirujano— creemos que ella no sabia nada al respecto sobre su condición ya qué, nunca menciono que tuviese alguna complicación médica, aunque hicimos algunas pruebas de rutina, estas pruebas no demuestran con exactitud cuál era su problema. —¿Era?— cuestiono el joven padre dándose cuenta del cómo se referían a su esposa— ¿Dónde esta ella? ¿Se encuentra bien? ¿Y el bebé? El doctor volvió a ladear la cabeza. —Señor Lennox, lamento informarle que su esposa ha fallecido por complicaciones cardiacas de nacimiento— respondió el médico mostrándose, casi genuinamente abrumado y después de darle aquella noticia a un hombre tan extravagante y seguramente importante, no era para menos, comúnmente no llegaban a ese hospital personas tan importantes o influyentes como ese hombre parecía serlo— mis condolencias y pronta resignación para su familia. El doctor se alejó del hombro por protocolo, era bastante alto, tal vez media un metro con ochenta centímetros o entre el metro con setenta y cinco, Emily no estaba del todo segura, pero la reacción no fue la que todo el mundo esperaba. El joven padre había desviado la mirada y luego había dejado escapar un suspiro doloroso, para después volver a su asiento como si nada hubiese pasado, como si su esposa no fuese más que un pedazo de carne con el que podía jugar. Emily sintió rabia al imaginar que aquella mujer que tenía el mismo rostro que ella, había sufrido a manos de ese menudo idiota que no se preocupaba por la mujer que había dado su vida para darle la oportunidad a su hijo, era un mal agradecido. El doctor se volvió y camino de vuelta, solo entonces, Emily y sus compañeras, tuvieron que dispersarse para no llamar su atención y ser regañadas, aunque claramente Emily no iba a salvarse no solo de un regaño sino también de un buen castigo. Emily le echo de nuevo un vistazo al hombre que había quedado viudo, esta vez se había acercado un poco más. El maldito bastardo sin corazón era muy atractivo. De espalda ancha y cintura delgada, se notaba que hacía bastante ejercicio, cabello bien peinado y claro un rostro casi tallado por los mismos ángeles o debería decir, demonios. El hombre parecía ligeramente afectado, pero no es que estuviera llorando o estuviese sufriendo interiormente, sino que parecía que estaba enfadado que su esposa hubiese fallecido. Aquello era sumamente extraño. Emily estaba molesta por lo que sus ojos contemplaban, pero también sentía mucha curiosidad de saber quién era esa chica y porque compartían el mismo rostro. No podía ser una coincidencia, A menos que ambas compartieran algún pariente, quizás algún abuelo, eso fue lo que pensó, que tal vez alguno de sus abuelos había tenido una vida sexual muy activa como para dejar semillas en otros sitios, eso podía explicarlo, aunque incluso la idea le parecía extraña. En vez de quitarse el uniforme quirúrgico, decidió ir a averiguar en ese momento quién era aquella joven. Llego a la estación de enfermeras donde estaba su mejor amiga Hilda, una enfermera muy experimentada y quien le había dado muchos consejos desde su primer día como residente del aquel hospital. —¡Hilda!— la tomo de la mano sin previo aviso y se la llevo lejos, justo a un pasillo oscuro donde no estaba transitando nadie. —¿Qué sucede contigo?— le recrimino su amiga, pues no era propio de ella, Emily no solía actuar así por muy alterada que estuviera. —Necesito el expediente de un paciente—dijo Emily acorralándola sobre la pared. Hilda frunció el ceño y enseguida negó con la cabeza. —¿Acaso te volviste loca?—protesto en un murmullo para que los demás empleados no se volvieran hacia ellas por mera curiosidad— sabes que no puedo dártelos a menos que estés autorizada. —Lo sé, lo sé, lo sé, pero esto en realidad es una emergencia— le suplico e incluso junto a sus manos como muestra de ello. —¿Para qué lo necesitas?—cuestiono Hilda ahora más interesada en saber qué haría con él, su amiga se notaba claramente desesperada. —No me lo vas a creer— comenzó Emily tratando de explicar qué había sucedido— la paciente que llego por una cesárea de emergencia acaba de fallecer. Hilda negó con la cabeza e incluso se santiguó al recibir aquella fatal noticia, pero no era algo que no hubiese visto o escuchado antes, en el hospital eran muy común recibir ese tipo de noticias. —Esas cosas suelen pasar— respondió Hilda aceptando la muerte prematura de aquella joven madre. —¿La viste?— insistió Emily— ¿Viste su rostro? —No— respondió Hilda haciendo memoria— la verdad es que no la vi, pero su expediente decía que tenía veintiocho años, era una mujer bastante joven. —¿Veintiocho?— cuestiono Emily mostrándose algo desconcertada— ¿Tenemos la misma edad? —Extraña coincidencia ¿No?— expreso Hilda rodeando a Emily aprovechando ese lapso de distracción para volver a su puesto— ¿Me vas a decir por qué necesitas ver el expediente de la paciente? Cuando reacciono, Hilda ya se encontraba a dos metros de ella, ya no podía traerla de nuevo, porque habían llegado más personas al puesto de enfermeras, así que Emily camino hasta el puesto de Hilda y se sentó a su lado.—La paciente era igual a mí, incluso me atrevería a decir que podria ser mi gemela perdida— expreso Emily y entonces sus palabras le cayeron como un balde de agua helada sobre todo el cuerpo. —¿Cómo que tu gemela?— cuestiono Hilda, pero Emily ya no respondió, en vez de eso se levantó y camino fuera del puesto de enfermeras para dirigirse hacia el área de vestidores del personal del hospital. Necesitaba hacer un par de preguntas, sobre todo a su madre y su teléfono estaba guardado en su casillero. —Mamá— expresó Emily cuando su madre tomo la llamada. —¿Pasa algo, hija?— respondió con voz adormilada, eran las doce de la noche—¿Por qué llamas a esta hora? Emily se quedó en silencio meditando lo que pretendía decirle, quizás se estaba precipitando al llamarle a su madre sobre todo a esas horas de la noche, pero necesitaba saber algo o de lo contrario dejaría escapar la oportunidad. —Mamá, voy a hacerte una pregunta y necesito que me respondas con la verdad—le advirtió, esperando q
Cuando finalmente termino de cambiarse, se fue del área de vestidores, sin olvidar dejar su ropa manchada en el área de lavandería. Lo que le agradaba de aquel hospital era que la administración les brindaba muchas facilidades, como por ejemplo varias mudas de uniformes, ademas de servicio de lavandería donde ellos se encargaban de lavar, planchar y doblar sus uniformes, para cada jordana laboral. Emily no se encontraba del todo bien, estaba demasiado confundida como para poder atender a sus pacientes con eficiencia, pero ya que solo faltaban seis horas más para terminar, decidió ponerse manos a la obra y terminar lo antes posible para poder descansar de aquella extraña experiencia. Las siguientes dos horas, paso de habitación en habitación, para verificar el estado de sus pacientes, realizar seguimientos y también para administrar medicamentos al pie de la letra, tal y como el médico indicaba para cada persona. Cuando termino, fue al área de enfermería a realizar un reporte de
Curiosa, por saber cómo y donde estaba el hijo de aquella mujer se acercó al vidrio que separaba la otra sala y ahí, en uno de los cuneros decía el apellido "Lennox" era tan pequeño e indefenso, pero el destino había decidido dejarlo sin su madre ¿Por qué? Luego de un minuto se dio la vuelta con el fin de poder irse para que aquella extraña aventura terminara, pero justo detrás de ella se encontraba un hombre quien la miro con asombro al verla. El señor Lennox era bastante atractivo, de ojos verdes y facciones marcadas, de cabello castaño y bien peinado. El aroma de su perfume era una bomba de hormonas creada justamente para atraer la atención femenina, pero Emily no se paralizó por ello, sino porque en uno de sus bolsillos llevaba el cabello de su esposa fallecida, porque tenía la loca idea de que tal vez ambas podían compartir algo más que solo el rostro. —¡Mila!— pronuncio el hombre sumamente sorprendido, así que sin pensarlo, se abalanzó sobre Emily y la tomo por el brazo con
Hilda alguna vez le había mostrado alguna de esas revistas de gente millonaria donde mostraban sus lujosas vidas, solo entonces Emily se arrepintió de no haberle prestado atención a la revista ni a su amiga cuando quiso enseñársela, pero nunca pensó que tendría algo que ver con una persona de ese círculo social hasta ese momento. No faltaba mucho tiempo para que su amiga volviera, así que a pesar de que lo iba a hacer estaba prohibido, se atrevió a descargar el archivo y guardarlo en una memoria USB para leerlo en su propia computadora, porque de otra forma, no podría seguir leyendo sabiendo que podrían descubrirla. Había hecho todo casi bien, a excepción de ese terrible encuentro con el esposo de esa mujer. Solo esperaba y rogaba al cielo que ese hombre no la buscara, porque no sabía que iría a decirle o si le creería que aquella situación tan extraña era tan solo una coincidencia, aunque también estaba el hecho de que la policía ya investigaba la muerte de la joven y temía que es
—Un correo bastante extenso, pero entretenido—expreso el hombre, pero Emily no supo si sus palabras eran más bien una broma pesada o realmente era un hombre sincero y directo. —Sí, verá, mi caso es algo reciente acabo de descubrirlo y solo quiero confirmar mis sospechas—dijo un tanto nerviosa, se arrepintió de no haber ensayado aquella conversación antes en su cabeza. —Señorita, los casos qué suelo manejar, son cosas que la gente común nunca espera. Entiendo su situación, sé que no quiere mezclarse tanto en el tema, pero quiere una solución pronta y confiable, por ello me llamo ¿No es verdad? —Por suerte, mi caso le ha interesado—logro decir, aunque por un momento recordó lo que había leído sobre él en Internet. Se decía que era un hombre con un carácter bastante cuestionable, pero si se trataba de resultados, él nunca fallaba. —Hablando de ello, quiero ser sincero sobre el porqué me interesó su caso—dijo con cierto tono de advertencia, cosa que Emily no pudo ignorar—hace más d
Emily se pregunto que tipo de mujer habría sido Mila, si de haberla conocido antes, se habrían comunicado para resolver aquel asunto. Mientras las gotas de agua caliente caían y resbalaba por su piel, Emily trato de rememorar lo que había sucedido en el quirófano. Ella aún recordaba el sonido de la máquina emitiendo el sonido de su corazón. Sus latidos eran fuertes y lo cierto era qué tenía una razón para vivir, su bebé, pero mientras ella le daba los instrumentos al cirujano, de un segundo a otro comenzó la tragedia. Sus latidos cayeron rápidamente, las enfermeras se movían de aquí para allá para administrarle medicamentos, para subir su presión arterial. Emily no se había movido de su lugar hasta que el cirujano finalmente saco al producto de su interior, en ese momento la enfermeras se dividieron, unas atendían a la joven madre y otras al pequeño qué acababa de ver la luz del mundo y en medio de todo ese desastre, estaba Emily, haciendo su trabajando permanecido tranquila e impe
—Por qué tanto usted como yo sabemos que algo extraño esta pasando y no se quedara tranquila hasta averiguarlo—intuyo, pero lo hizo como un empresario tratando de convencer a un cliente de comprar un producto que no necesitaba y era cierto. Emily no necesitaba saber si esa mujer era su hermana o no, de cualquier forma ¿Qué iba a ganar al averiguar la verdad? ¿Romperle el corazón a su madre? ¿Iniciar una investigación únicamente para que el mundo reconociera qué había encontrado a su gemela en su lecho de muerte? El señor Lennox se alejó de Emily comprendiendo qué realmente había muchas diferencias entre ambas. Mila había sido una chica muy impulsiva, de hecho, ella había sido quien prácticamente lo había conquistado, pero en cuanto aquella señorita. Ella era una chica de pensamiento lógico, pensaba antes de actuar y al parecer era muy meticulosa. Quizás era justo lo que necesitaba en ese momento, tal vez no para cuidar de su hijo, pero sí para terminar lo que necesitaba de Mila.
—Me gustaría pagar para que renueven la lápida de mi hermana, quizás cuando terminen los trabajos podría ir a Colorado y visitarte— expuso como excusa, claro que quería ir a ver a su padre, pero también deseaba terminar con ese asunto del material genético. —Por supuesto, hija. ¿Has hablado con alguien?— dijo refiriéndose a los negocios de servicios funerarios que solían vender todo tipo de lápidas. —Si de hecho, hablé con alguien ayer, pero me dijo que necesito tu permiso para trabajar en la tumba. —Por supuesto que tienes mi permiso, hablaré con Nancy cuando llegue aquí, para que hable a las oficinas del cementerio antes de que cierren. —No te preocupes, papá. No hay prisa— dijo Emily nerviosa, no solo se sentía culpable por su enfermedad, sino que también se sentía mal por mentirle. —No sabia que tu madre ya había hablado contigo sobre nuestra perdida—expreso su padre algo curioso por el tema, ya que ambos habían acordado que no le dirían nada hasta que fuese mayor de edad