—Por qué tanto usted como yo sabemos que algo extraño esta pasando y no se quedara tranquila hasta averiguarlo—intuyo, pero lo hizo como un empresario tratando de convencer a un cliente de comprar un producto que no necesitaba y era cierto. Emily no necesitaba saber si esa mujer era su hermana o no, de cualquier forma ¿Qué iba a ganar al averiguar la verdad? ¿Romperle el corazón a su madre? ¿Iniciar una investigación únicamente para que el mundo reconociera qué había encontrado a su gemela en su lecho de muerte? El señor Lennox se alejó de Emily comprendiendo qué realmente había muchas diferencias entre ambas. Mila había sido una chica muy impulsiva, de hecho, ella había sido quien prácticamente lo había conquistado, pero en cuanto aquella señorita. Ella era una chica de pensamiento lógico, pensaba antes de actuar y al parecer era muy meticulosa. Quizás era justo lo que necesitaba en ese momento, tal vez no para cuidar de su hijo, pero sí para terminar lo que necesitaba de Mila.
—Me gustaría pagar para que renueven la lápida de mi hermana, quizás cuando terminen los trabajos podría ir a Colorado y visitarte— expuso como excusa, claro que quería ir a ver a su padre, pero también deseaba terminar con ese asunto del material genético. —Por supuesto, hija. ¿Has hablado con alguien?— dijo refiriéndose a los negocios de servicios funerarios que solían vender todo tipo de lápidas. —Si de hecho, hablé con alguien ayer, pero me dijo que necesito tu permiso para trabajar en la tumba. —Por supuesto que tienes mi permiso, hablaré con Nancy cuando llegue aquí, para que hable a las oficinas del cementerio antes de que cierren. —No te preocupes, papá. No hay prisa— dijo Emily nerviosa, no solo se sentía culpable por su enfermedad, sino que también se sentía mal por mentirle. —No sabia que tu madre ya había hablado contigo sobre nuestra perdida—expreso su padre algo curioso por el tema, ya que ambos habían acordado que no le dirían nada hasta que fuese mayor de edad
El tiempo ahí le pareció eterno, pero al final cuando las puertas se abrieron, se sintió segura luego de ver la elegancia del pasillo, así que reconoció qué ese hombre no solo debía ser importante, sino también rico. El hombre comenzó a caminar hasta el final del pasillo, justo hasta la última puerta, ahí deslizó una tarjeta negra sobre la perilla de la puerta y mágicamente esta cedió. La suite era lo que Emily había visto en películas de mafia o algo por el estilo, era claro que el señor Lennox no era cualquier persona, era un hombre rico y poderoso, al que no le costaba nada tener una habitación de hotel tan hermosa como esa, pero aquel ambiente ostentoso fue interrumpido por el llanto de un pequeño bebé. —Por favor, espere aquí— le indico el hombre. Había una sala de estar bastante elegante, por lo tanto, Emily no se atrevió a sentarse, pero sí elevo la vista para poder observar su entorno, ya que cabía la posibilidad de que no volviera a estar parada en un lugar tan excéntri
Aquella mujer llevaba en sus brazos el diminuto cuerpo de un bebé en sus brazos. Emily se tuvo que detener en seco, al reconocer en el rostro de ese pequeño el de su madre. Tenía ciertos rasgos qué ella no pudo ignorar, sin olvidar qué la pobre criatura no dejaba de llorar. —Disculpe señor Lennox, es probable que debamos ir a urgencias, su hijo se niega a comer, devuelve todo lo que come y no deja de llorar—le informo la enfermera al señor Lennox. Emily giró hacia él por mero instinto, no estaba muy lejos de ella, quizás había intentado detenerla antes de que la enfermera que cuidaba de su hijo los interrumpiera, pero en vez de hacer caso de lo que aquella mujer recomendaba, volvió la mirada hacia Emily. —¿Te vas a quedar parada ahí? —le recriminó a Emily—mi hijo esta sufriendo ¡Haz algo! Emily quiso irse, pero no podía ignorar el sufrimiento del bebé y aunque ella no era más que una enfermera, presintió que tal vez tenía un poco más de conocimiento que esa chica, quien se nota
—¿Por qué? —cuestiono Emily algo desconcertada—¿A caso les tenía afecto? —Mila los detestaba, pero a mi parecer ellos la chantajeaban, aunque como siempre, Mila nunca me dijo por qué. El señor Lennox frunció el ceño y Emily lo noto, al parecer su matrimonio no era el más cercano, de hecho entre ambos había muchos secretos. —¿Y ellos quienes son? —señaló la fotografía, justo del otro lado, donde solo se encontraban dos personas, un hombre y una mujer. —Mi padre y mi hermana—expreso el señor Lennox con cierta incomodidad, cosa que Emily no quiso pasar por alto. —¿Cómo era su relación con Mila?—quiso saber, no quería cometer un error. El señor Lennox ya le había comentado más o menos como era la personalidad de Mila y como solía comportarse tanto en público como en privado. —Mi padre adoraba a Mila, ella siempre supo como complacerlo y mi hermana, bueno ella la odiaba, aunque el sentimiento era mutuo—expresó soltando un suspiro casi doloroso, pero Emily no entendió exactamen
Fue como si aquella pregunta la hubiese comprendido el hijo de John, porque de pronto, guardo silencio. —No te preocupes por eso ahora. Tu única preocupación debe ser mi hijo ¿De acuerdo? —expresó John seguro de que nadie sabría la verdad, pero Emily intuyo qué tarde o temprano alguien sospecharia de ella— si alguien dice algo diremos qué sufres depresión postparto, eso nos dará un poco de tiempo para que aprendas y repliques la personalidad de Mila. Antes siquiera de que Emily pudiera decir algo, divisó a lo lejos la propiedad qué pertenecía a la familia Lennox. Era una hermosa construcción mucho más hermosa y elegante qué las casas qué había visto durante el camino, solo entonces Emily comprendió qué el poder de ese hombre debía ser enorme. Cuando John Lennox abrió la puerta para Emily, ella se aferró al cuerpo del pequeño en sus brazos, respiro hondo y salió sin perder ningún detalle de la fachada de la casa. La entrada tenía un par de columnas al estilo griego qué parecían s
Emily pensó que debía ser otro vividor igual que George, pero mantuvo silencio, en primer lugar porque se suponía qué en ese momento era Mila, quien al parecer complacía a todo el mundo sin importar sus intenciones. No debía exponerse en ese momento haciendo reclamos inútiles cuando no conocía los motivos por las cuales la chantajean, necesitaba un poco de información. —Felicidades, hermana—se atrevió a decir con una sonrisa descarada, estirando la mano hacia Emily, pero ella no se la dio por obvias razones, el bebé. —Mi esposa acaba de tener un hijo, así que lo mejor sería que te hicieras a un lado para que ella pueda subir a descansar—reclamo John Lennox quitándole las palabras de la boca a Emily, aunque ella solo habría utilizado el término “Quitate” para abrirse paso. La sonrisa de Charlie se borró de inmediato y enseguida se apartó de su camino para que ambos pudieran continuar con su trayecto a la habitación del bebé. Emily permaneció en silencio siguiéndole la corriente
—Dorothy—dijo el señor Lennox dirigiéndose a ella, no solo para llamar su atención, sino para que Emily estuviera al tanto de su nombre— mi esposa tiene algo que mostrarme. ¿Puedes abrir su oficina? Dorothy, quien se desempeñaba como la asistente personal de la señora Mila Lennox, giro a ver a Emily, esperando la respuesta habitual de su señora, puesto que Mila, por nada del mundo habría permitido que John entrara a ese lugar. Emily, quien desconocía esta situación, se percató de que la mujer esperaba su respuesta y, ya que esta oficina le pertenecía a Mila, no vio inconveniente en que el señor Lennox entrara en ella. —Por favor, haz lo que dice— expreso Emily cometiendo un error en esa solicitud. Mila rara vez solía sonreír, a menos que estuviera frente a personas importantes, aunque por supuesto, únicamente para guardar las apariencias, ya que eran pocas personas quienes realmente conocían a la persona detrás del nombre de Mila Lennox y una de esas personas era precisamente D