—Dorothy—dijo el señor Lennox dirigiéndose a ella, no solo para llamar su atención, sino para que Emily estuviera al tanto de su nombre— mi esposa tiene algo que mostrarme. ¿Puedes abrir su oficina? Dorothy, quien se desempeñaba como la asistente personal de la señora Mila Lennox, giro a ver a Emily, esperando la respuesta habitual de su señora, puesto que Mila, por nada del mundo habría permitido que John entrara a ese lugar. Emily, quien desconocía esta situación, se percató de que la mujer esperaba su respuesta y, ya que esta oficina le pertenecía a Mila, no vio inconveniente en que el señor Lennox entrara en ella. —Por favor, haz lo que dice— expreso Emily cometiendo un error en esa solicitud. Mila rara vez solía sonreír, a menos que estuviera frente a personas importantes, aunque por supuesto, únicamente para guardar las apariencias, ya que eran pocas personas quienes realmente conocían a la persona detrás del nombre de Mila Lennox y una de esas personas era precisamente D
—Dije que me la des—ordeno Emily sintiéndose culpable por gritarle, pero solo de esa forma Dorothy obedecío su orden y ella finalmente pudo entrar para después cerrar la puerta en la cara de Dorothy. En la oficina no había nada del otro mundo, estantes con libros, seguro solo de decoración, puesto que, gracias a lo que John le había contado de Mila, Emily comenzaba a hacerse una idea de quién era en realidad y los libros no parecían ir muy bien con ella. John había avanzado hasta un hermoso escritorio de madera de color rojo, encima de este se encontraba una computadora portátil, plateada y seguramente de última generación, además de un par de fotografías de Mila siendo apenas una niña. Emily se impresionó al verse reflejada en esas fotografías. Mila era idéntica a ella aún en la niñez, pero a diferencia de las fotografías que Emily conservaba en su departamento, donde lucia muy feliz al lado de su madre en festivales, en ferias del condado y graduaciones. Mila lucia bastante seri
—Me parece que los videos que tomaba de sí misma te servirán para conocer más de ella—le indico John, lo cierto es que no sabia como podrían mantener esa mentira a flote. Mila tenía asuntos privados de los cuales él no sabía y de hecho no había querido involucrarse desde el mismo instante en que descubrió qué ella lo había embaucado. Temía qué Mila lo inculpará de sus acciones y él terminará en la cárcel por su causa, así que en cierto modo, el qué ella hubiese muerto, en realidad era como una bendición. —De acuerdo—acepto Emily tomando el teléfono, sin embargo, no pudo desbloquearlo en ese momento ya qué, el señor Lennox la condujo hacia la puerta, puesto que se suponía qué él llevaba a Mila a descansar. Ambos salieron de la oficina y Emily cerro la puerta para después guardar la llave en su propio cuello. Sabiendo que Mila tenía bastantes secretos, no podía perder esa llave mientras ella fingiera ser Mila Lennox. John condujo a Emily hasta su habitación, la qué alguna vez había co
Ella le habría regresado la bofetada, no solo porque Alessandra no era su madre y no había forma de que llegase a respetar a alguien como ella, sino porque una voz en su cabeza le susurro qué debía abstenerse de hacer una estupidez semejante. Si lo que John decía era cierto, probablemente ella se daría cuenta. —¡Yo te di todo lo que tienes y también te lo puedo quitar!—le recordó sin darse cuenta de que ella no era su hija y esas palabras dejaron a Emily en silencio. ¿Qué significaba eso? Alessandra finalmente la soltó y camino un par de metros hacia atrás para calmarse. —Se suponía qué John debía estar en prisión ¿Por qué él sigue aquí?—cuestiono Alessandra exasperada. Emily no supo qué decir al respecto, no entendía a que se refería. —Lo lamento—musito tocándose la mejilla, con cierta timidez y miedo. —¿Lo lamentas? —cuestiono Alessandra con cierto tono de sarcasmo— ¿Qué estúpida excusa es esa? ¿Por qué diablos no llamaste a la policía cuando tuviste la oportunidad? —¿P
—¡No hice nada de lo que ellos pretendían acusarme! —reclamó John al percatarse de su sorpresa y quizás sus dudas. —Explicame en que diablos me he metido porque no entiendo nada—solícito Emily esta vez con voz sería y algo preocupada, puesto que lo poco que había vivido desde su llegada le indicaba qué debía marcharse antes de meterse en un problema grave. —Para no hacerte el cuento largo—dijo John levantándose de su sitio para encaminarse hacia su propio guardarropa, dándole la espalda a Emily, no por mala educación, sino por vergüenza—Mila y su madre confabularon en mi contra para quitarme todo mi dinero, poner mis propiedades a su nombre y acusarme de fraude y lavado de dinero para deshacerse de mí. Emily se quedó en silencio mientras reflexiona a sobre las acciones de Mila. No solo era soberbia y pretenciosa, sino que también era una criminal. Cada segundo en ese lugar le hacía pensar que tal vez se había equivocado y quizás Mila solo era una extraña y quizás terrible coincidenc
Todo por supuesto, de marcas exclusivas para un cuidado profundo, pero al mismo tiempo una limpieza delicada con su piel. Mila lo tenía todo, mascarillas, humectantes y todo tipo de cosas, algunas claramente innecesarias. Emily qué era una enfermera, alguna vez había asistido, únicamente porque el personal estaba escaso aquella vez, a la dermatóloga qué atendía en su hospital y le había escuchado decir que muchos de los productos de limpieza qué existían, eran meramente una forma de seguir sacando dinero de las consumidoras. Y aunque su piel nunca se sintió tan fresca y renovada, Emily decidió no sobre estimular su piel con tanto productos cuando solo bastaba un poco de jabón y agua, además de un humectante. Cuando termino, se animó a entrar al guardarropa de Mila y lo que vio no le sorprendió en lo absoluto. El lugar estaba repleto de ropa, hermosos vestidos de gala y para cócteles, blusas y también abrigos de buena calidad y estilo, zapatillas de todos los colores y tamaños, as
—S-sí—respondió Emily con la voz rasposa y es que después de ver el banquete frente a ella, se dio cuenta de muchas cosas, de hecho, descubrió algo que realmente la sorprendió. Mila había cambiado su dieta o al menos eso era lo que Dorothy le había informado sin querer, por supuesto, ella no tenía idea de cuál había sido su dieta anterior, pero siendo enfermera y teniendo un poco en cuenta lo que ella sabia sobre cuidados de la mujer en etapa de puerperio. Mila había considerado diferentes tipos de alimentos, por supuesto, en porciones diminutas, pero en gran abundancia, por lo cual estaba plenamente equilibrada. Por supuesto para una persona ajena al área de la salud, habría pensado que Mila únicamente se había preocupado en preparar todo para bajar de peso en cuanto su hijo naciera, pero para Emily en realidad era una forma de cariño hacia el pequeño, puesto que en realidad las mujeres en estado de lactancia necesitan consumir alimentos en alta cantidad de vitaminas, minerales, f
—El conjunto beige, por favor. —¿Y los zapatos? —cuestiono Dorothy, pero ya que Emily no tenía ni idea del cual usar o mejor dicho, cuáles tenía Mila en su armario, decidió darle esa tarea a Dorothy, algo que no solía suceder casi nunca. Dorothy volvió al armario, mientras Emily terminaba de consumir sus alimentos, pero en cierto momento, recibió un mensaje en el teléfono de Mila. “Supe que regresaste a la residencia. ¿Cómo te encuentras?” El número había sido agendado únicamente por dos iniciales “J. L.” como si Mila hubiese deseado esconder su nombre. Por un momento Emily creyó qué sé trataba del propio John Lennox ya qué no conocía a nadie más con ese apellido y era muy improbable qué existiera alguien más con esas mismas iniciales, al menos dentro del círculo social de Mila. Sin embargo, de ser el señor Lennox, no tendría por qué mandarle un mensaje con ese tipo de preguntas, sabiendo que ella no era Mila, pero antes de llegar a una conclusión recibió un nuevo mensaje: