—¿Por qué? —cuestiono Emily algo desconcertada—¿A caso les tenía afecto? —Mila los detestaba, pero a mi parecer ellos la chantajeaban, aunque como siempre, Mila nunca me dijo por qué. El señor Lennox frunció el ceño y Emily lo noto, al parecer su matrimonio no era el más cercano, de hecho entre ambos había muchos secretos. —¿Y ellos quienes son? —señaló la fotografía, justo del otro lado, donde solo se encontraban dos personas, un hombre y una mujer. —Mi padre y mi hermana—expreso el señor Lennox con cierta incomodidad, cosa que Emily no quiso pasar por alto. —¿Cómo era su relación con Mila?—quiso saber, no quería cometer un error. El señor Lennox ya le había comentado más o menos como era la personalidad de Mila y como solía comportarse tanto en público como en privado. —Mi padre adoraba a Mila, ella siempre supo como complacerlo y mi hermana, bueno ella la odiaba, aunque el sentimiento era mutuo—expresó soltando un suspiro casi doloroso, pero Emily no entendió exactamen
Fue como si aquella pregunta la hubiese comprendido el hijo de John, porque de pronto, guardo silencio. —No te preocupes por eso ahora. Tu única preocupación debe ser mi hijo ¿De acuerdo? —expresó John seguro de que nadie sabría la verdad, pero Emily intuyo qué tarde o temprano alguien sospecharia de ella— si alguien dice algo diremos qué sufres depresión postparto, eso nos dará un poco de tiempo para que aprendas y repliques la personalidad de Mila. Antes siquiera de que Emily pudiera decir algo, divisó a lo lejos la propiedad qué pertenecía a la familia Lennox. Era una hermosa construcción mucho más hermosa y elegante qué las casas qué había visto durante el camino, solo entonces Emily comprendió qué el poder de ese hombre debía ser enorme. Cuando John Lennox abrió la puerta para Emily, ella se aferró al cuerpo del pequeño en sus brazos, respiro hondo y salió sin perder ningún detalle de la fachada de la casa. La entrada tenía un par de columnas al estilo griego qué parecían s
Emily pensó que debía ser otro vividor igual que George, pero mantuvo silencio, en primer lugar porque se suponía qué en ese momento era Mila, quien al parecer complacía a todo el mundo sin importar sus intenciones. No debía exponerse en ese momento haciendo reclamos inútiles cuando no conocía los motivos por las cuales la chantajean, necesitaba un poco de información. —Felicidades, hermana—se atrevió a decir con una sonrisa descarada, estirando la mano hacia Emily, pero ella no se la dio por obvias razones, el bebé. —Mi esposa acaba de tener un hijo, así que lo mejor sería que te hicieras a un lado para que ella pueda subir a descansar—reclamo John Lennox quitándole las palabras de la boca a Emily, aunque ella solo habría utilizado el término “Quitate” para abrirse paso. La sonrisa de Charlie se borró de inmediato y enseguida se apartó de su camino para que ambos pudieran continuar con su trayecto a la habitación del bebé. Emily permaneció en silencio siguiéndole la corriente
—Dorothy—dijo el señor Lennox dirigiéndose a ella, no solo para llamar su atención, sino para que Emily estuviera al tanto de su nombre— mi esposa tiene algo que mostrarme. ¿Puedes abrir su oficina? Dorothy, quien se desempeñaba como la asistente personal de la señora Mila Lennox, giro a ver a Emily, esperando la respuesta habitual de su señora, puesto que Mila, por nada del mundo habría permitido que John entrara a ese lugar. Emily, quien desconocía esta situación, se percató de que la mujer esperaba su respuesta y, ya que esta oficina le pertenecía a Mila, no vio inconveniente en que el señor Lennox entrara en ella. —Por favor, haz lo que dice— expreso Emily cometiendo un error en esa solicitud. Mila rara vez solía sonreír, a menos que estuviera frente a personas importantes, aunque por supuesto, únicamente para guardar las apariencias, ya que eran pocas personas quienes realmente conocían a la persona detrás del nombre de Mila Lennox y una de esas personas era precisamente D
—Dije que me la des—ordeno Emily sintiéndose culpable por gritarle, pero solo de esa forma Dorothy obedecío su orden y ella finalmente pudo entrar para después cerrar la puerta en la cara de Dorothy. En la oficina no había nada del otro mundo, estantes con libros, seguro solo de decoración, puesto que, gracias a lo que John le había contado de Mila, Emily comenzaba a hacerse una idea de quién era en realidad y los libros no parecían ir muy bien con ella. John había avanzado hasta un hermoso escritorio de madera de color rojo, encima de este se encontraba una computadora portátil, plateada y seguramente de última generación, además de un par de fotografías de Mila siendo apenas una niña. Emily se impresionó al verse reflejada en esas fotografías. Mila era idéntica a ella aún en la niñez, pero a diferencia de las fotografías que Emily conservaba en su departamento, donde lucia muy feliz al lado de su madre en festivales, en ferias del condado y graduaciones. Mila lucia bastante seri
—Me parece que los videos que tomaba de sí misma te servirán para conocer más de ella—le indico John, lo cierto es que no sabia como podrían mantener esa mentira a flote. Mila tenía asuntos privados de los cuales él no sabía y de hecho no había querido involucrarse desde el mismo instante en que descubrió qué ella lo había embaucado. Temía qué Mila lo inculpará de sus acciones y él terminará en la cárcel por su causa, así que en cierto modo, el qué ella hubiese muerto, en realidad era como una bendición. —De acuerdo—acepto Emily tomando el teléfono, sin embargo, no pudo desbloquearlo en ese momento ya qué, el señor Lennox la condujo hacia la puerta, puesto que se suponía qué él llevaba a Mila a descansar. Ambos salieron de la oficina y Emily cerro la puerta para después guardar la llave en su propio cuello. Sabiendo que Mila tenía bastantes secretos, no podía perder esa llave mientras ella fingiera ser Mila Lennox. John condujo a Emily hasta su habitación, la qué alguna vez había co
Ella le habría regresado la bofetada, no solo porque Alessandra no era su madre y no había forma de que llegase a respetar a alguien como ella, sino porque una voz en su cabeza le susurro qué debía abstenerse de hacer una estupidez semejante. Si lo que John decía era cierto, probablemente ella se daría cuenta. —¡Yo te di todo lo que tienes y también te lo puedo quitar!—le recordó sin darse cuenta de que ella no era su hija y esas palabras dejaron a Emily en silencio. ¿Qué significaba eso? Alessandra finalmente la soltó y camino un par de metros hacia atrás para calmarse. —Se suponía qué John debía estar en prisión ¿Por qué él sigue aquí?—cuestiono Alessandra exasperada. Emily no supo qué decir al respecto, no entendía a que se refería. —Lo lamento—musito tocándose la mejilla, con cierta timidez y miedo. —¿Lo lamentas? —cuestiono Alessandra con cierto tono de sarcasmo— ¿Qué estúpida excusa es esa? ¿Por qué diablos no llamaste a la policía cuando tuviste la oportunidad? —¿P
—¡No hice nada de lo que ellos pretendían acusarme! —reclamó John al percatarse de su sorpresa y quizás sus dudas. —Explicame en que diablos me he metido porque no entiendo nada—solícito Emily esta vez con voz sería y algo preocupada, puesto que lo poco que había vivido desde su llegada le indicaba qué debía marcharse antes de meterse en un problema grave. —Para no hacerte el cuento largo—dijo John levantándose de su sitio para encaminarse hacia su propio guardarropa, dándole la espalda a Emily, no por mala educación, sino por vergüenza—Mila y su madre confabularon en mi contra para quitarme todo mi dinero, poner mis propiedades a su nombre y acusarme de fraude y lavado de dinero para deshacerse de mí. Emily se quedó en silencio mientras reflexiona a sobre las acciones de Mila. No solo era soberbia y pretenciosa, sino que también era una criminal. Cada segundo en ese lugar le hacía pensar que tal vez se había equivocado y quizás Mila solo era una extraña y quizás terrible coincidenc