Aiko hizo una pausa. En su opinión, era una pregunta injusta, pero aquello era como cualquier otra entrevista de trabajo y debía responderle. Literalmente si la aceptaban, se contratarían sus servicios a cambio de una compensación económica.
Llenó sus pulmones de aire y recuperó su asiento.—Acabo de ser aceptada en un programa para obtener mi doctorado por la Universidad de Harvard, pero me han denegado la beca que solicité. Por eso estoy aquí. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para conseguir el aporte financiero que necesito para alcanzar mis metas.«Metas» Hiroshi se inclinó hacia adelante.—¿Tienes muchas metas muñequita?Ella rodó los ojos frustrada, le miró de frente y notó que por primera vez en años el la estaba viendo. No estaba simplemente mirando en la dirección general en la que ella estaba, sino que la estaba viendo en serio. Tener toda su atención y su oscura mirada encima, era alucinante y, aunque el despacho no estaba exageradamente iluminado, temió sonrojarse de lo alterada que estaba su temperatura corporal.—¿No tenemos todos varias metas en la vida?Él le sostuvo la mirada. —Tal vez. Pero, ¿te motivan a diario?—Sin ningún tipo de duda. Deseo irme a Estados Unidos y hacer mi doctorado. Soy más que una simple mujer lista, soy una mujer que sabe lo que quiere. —Parece que tenemos algo en común.- murmuró él, preguntándose cómo se vería su hijo o hija si tuviera los enormes ojos y la inteligencia que sabía de sobra que ella poseía.Pero, habrían demasiados inconvenientes si la aceptaba.—¿ Estarías dispuesta a vivir conmigo durante la duración del proyecto?«Proyecto.»A Aiko no le ofendió su metódica visión de la subrogación; por alguna razón se sentía mejor sabiendo que era él lo consideraba un acuerdo profesional.—¿Qué implicaría exactamente vivir contigo? Creí que llevaba años haciendo eso precisamente.Su expresión recelosa hizo que el corazón de Hiroshi diera un vuelco, haciéndole pensar en otras cosas, en escenarios turbios y carnales que dede hacia años no imaginaba con una mujer. Y se escandalizó.— Te mudarías a otra casa. A mi residencia permanente y nuestra convivencia sería estrictamente profesional. Se te proporcionará todo cuanto puedas necesitar, además de custodia y atenciones mientras dure el embarazo.Aiko entró en pánico momentáneo. No sabía que tendría que vivir con él. Se sintió un poco nerviosa , y le dio la impresión de que él le decía aquello solo para asustarla. Aunque aquella sensación podía deberse a su naturaleza desconfiada.Aiko Kimura no confiaba en nadie.—No entiendo. No sabía que era una de las condiciones para ser aceptada. ¿Qué sentido tiene que viva contigo en otro lugar cuando siempre he vivido aquí?—Hay ciertas cosas… que se esperan de ti durante el proyecto.—¿Perdona?- exclamó ella, en un tono de voz alto, observándole, furiosa.Con un poco sorpresa, Hiro se dio cuenta de lo que había dicho y cómo lo habíabinterpretado ella.—No — dijo él de repente. —No he querido decir eso. En absoluto. Lo que se espera de ti es...- le entregó una carpeta y Aiko la tomó cautelosamente.—Aquí está todo detallado.— Ella la abrió y leyó las primeras líneas.Lo que debería comer. Lo que NO debería comer. Lo que debería evitar.Qué cantidad de qué se le permitiría consumir. Con qué se le permitiría salir de casa, y a qué lugares. Qué vehículo le sería asignado. El nombre de su chófer personal…—¿Chófer? No necesito un chófer.—Viene con el puesto. Una vez que te quedes embarazada, tu seguridad y salud serán mis máximas prioridades.Aiko sintió que se detuvo corazón el corazón. «Embarazada.»Aquella locura se estaba convirtiendo en realidad. Estaba delante del hombre que había amado desde su infancia, un hombre que irradiaba energía, vitalidad y fuerza. Un hombre peligroso, y ella tendría que gestar su bebé. Se iba a quedar embarazada; le iba a engordar la barriga y el bebé se iba a mover dentro de ella( el bebé de él).La entrevista de repente adquirió un matiz muy íntimo, al menos para ella. Y se mordió el labio solo de pensar en la forma natural en que se conciven los bebés.Desvió la mirada,reprendiéndose mentalmente por pensar en aquello, e intentó alentarse a sí misma para escapar de aquella atmosfera lujuriosa en la que sencintraba. Aún no la había contratado; sólo le estaba proporcionando una idea de lo que representarían los próximos meses si era aceptada.—En ese caso,respondiendo a tu pregunta anterior, no me importaría vivir contigo durante la duración del embarazo.—Estupendo.— Susurró Hiroshi, con la sangre corriendo por sus venas y sintiéndose entusiasmado por primera vez desde que había comenzado la búsqueda, sin embargo mantuvo su rostro inexpresivo. —Mi gente se pondrá en contacto contigo, en caso de que decida contratarte. Muchas gracias por tu tiempo. * * *Hiroshi volvió a llamar a su jefe de guardaespaldas, quien le informó que todavía no tenían todos los resultados. Para entonces, estaba convencido de que los resultados de ella arrojarían que tenía una salud perfecta.«Aiko era la elegida.» Lo sentía de manera instintiva.Había entrevistado a otras mujeres durante los últimos dos días, pero descubrió que ninguna le parecía adecuadas además nadie había demostrado las agallas y la confianza en sí misma como Aiko.Su equipo de médicos ( aquellos cabrones incompetentes)no tenían ninguna prisa por procesar los análisis para poder dar la búsqueda por concluida.Una hora más tarde, alguien llamó a la puerta de su despacho, y el representante del equipo médico que había contratado especialmente para el proyecto, entró y se aproximó al escritorio deslizando un documento sobre él.—El informe detallado de la Srta. Kimura.Hiro lo abrió y frunció el ceño. —No esperarás que lea todo esto. Dime si es apta o no.El doctor retrocedió ante aquel inesperado ataque de impaciencia. —Es completamente apta, Señor. De hecho, la ecografía ha mostrado que sus ovarios están excepcionales sanos, la concepción no debería suponer ningún problema.Hiro suspiró, inhaló y exhaló el aire de forma relajada por primera vez en los dos últimos días. Asintiendo con la cabeza, despidió al hombre y llamó a Kai para darle instrucciones con el fin de que le informara a Aiko que había sido aceptada. No tendría que hacer nada en su piso, sólo quedarse sentada y dar órdenes mientras el servicio de mudanzas empaquetaba sus cosas.Dedicó la siguiente hora a repasar su historial médico y a pensar en ella. Le intrigaba el tipo de mujer que era, era cierto que se conocían desde hacía años, pero nunca le había prestado tanta atención y si era sincero, admiraba sus motivos para llevar a cabo la surrogación.La mayoría de las candidatas no habían estado muy seguras de sus motivaciones para ser madres subrogadas, lo que le hizo sospechar que sólo les importaba el dinero. Para Aiko también se trataba de dinero, pero lo iba a utilizar como trampolín para continuar sus estudios. En muchos aspectos, era como él, haciendo todo lo posible por conseguir lo que quería.Hiroshi Yamamoto sonrió ampliamente por primera vez en dos largos años. Sentía curiosidad por saber hasta dónde era capaz de llegar la muñequita con tal de conseguir lo que quería.Ella estaba nerviosa y emocionada; no sabía cuál de las dos emociones era la dominante, pero no le importaba. ¡La habían contratado! Había estado negociando los términos con los abogados de Hiroshi, algo que le dijeron que debía hacer, y el propio Hiro la había llamado para decirle que se mostrara exigente, que lo esperaba de alguien que se estaba sometiendo a un proceso tan importante para él. Así que había intentado establecer algunos términos. Era difícil pensar en algo cuando los abogados estaban empeñados en darle todo lo que quería. Pidió una oficina en casa para poder estudiar y redactar su trabajo de investigación, y le dijeron que sí. Después le preguntaron qué coche quería, y ella dijo que le parecía bien cualquiera, pero le dijeron que no, que tenía que especificar. Fue difícil, pero lo consiguió. Por alguna razón, los abogados se habían negado de manera obstinada a proporcionarle el pequeño coche que la habían obligado a especificar. Tenía la sensación de que todo aquell
—Los informes están en camino. Tardarán unos minutos.Hiroshi suspiró con impaciencia y Aiko se recostó en su asiento, incómoda, nerviosa y un poco avergonzada. Aún quedaba una semana para que le viniera el período, pero le habían hecho un análisis de sangre y ahora estaban allí esperando a averiguar si estaba embarazada.Ni en sus más descabelladas fantasías (si es que alguna vez se había imaginado en una situación;en la que estuviera esperando los resultados de un embarazo ) hubiera concebido aquel panorama:Sentada allí con un médico desconocido, el hombre que la ponía a arder de ganas, y dos guardaespaldas al fondo de la consulta, mientras esperaba. Era como una película( y una película de terror.)—¿Han embalado los guardaespaldas tus pertenencias?Ella se giró ante aquel intento de conversación superficial. No le pegaba. Conocía suficiente a Hitoshi como para saber exactamente como era en realidad. —Sí, lo han llevado todo a tu casa hace cosa de una hora.Él ya lo sabía, por
Hiro carraspeó y se apartó a un lado. —Hay una cosa más que te quiero enseñar. Subieron otro tramo de escaleras y entraron a una sala ante la que Aiko se quedó sin aliento. Una de las paredes era todo cristal, con vistas a varios acres de jardines bien cuidados e iluminados y una fantástica cascada ( un enorme cascada artificial ) estaba decorada con luces de un amarillo resplandeciente. Y, allí mismo, delante de aquella maravillosa vista, había un espacioso escritorio. —¿Es en serio?- exclamó. —Esta es tu oficina, para que estudies, trabajes, o pases tiempo a solas, lo que quieras. —¡Es increíble! - susurró ella, con la mirada fija en los ventanales. Hiro se quedó mirándola, notando el asombro de su expresión, su evidente júbilo; y su corazón dio un vuelco. Era tan fácil hacerla feliz...con cualquier mínima cosa. Nada de ostentaciones ,nada de cosas vanales, solo un paisaje bonito y ya estaba al borde de las lágrimas. En silencio, la condujo al piso de abajo, al comedor, y Aik
Dos semanas más tarde, Aiko se alegró de que llegara el fin de semana para quedarse en la casa nueva y organizar su habitación. Estaba arrastrando una pequeña silla cuando escuchó un grito detrás de ella. —¡¿Qué demonios estás haciendo?! Ella se echó la mano al pecho, se giró y miró boquiabierta al origen de aquel grito. —En serio, Hiroshi, me has asustado. Pero él no se rió, sino que frunció el ceño y la miró enfadado, como si ella acabara de cometer un crimen. —¿Qué estás haciendo?- repitió, y Aiko se enderezó, sintiéndose confusa. —¿Que qué estoy haciendo? —Estás arrastrando una silla de roble. Estás haciendo un esfuerzo físico innecesario cuando guste inseminada ayer.— Masculló él. Y ella comprendió lo que ocurría se golpe, aunque le sorprendió la furia que se reflejaba en sus ojos. Ahora que estaba más cerca, se dio cuenta de que no bromeaba y de que no estaba de humor para tonterías. — necesito poner unas cosas encima del armario y no alcanzo... —Pues te compro un puñeter
Desde aquel ángulo, la simetría de su rostro femenino resultaba abrumadoramente delicada y hermosa, con la pequeña nariz, los enormes ojos café y los rosados labios suplicando ser besados. El buen humor de Hiroshi se desvaneció y la observó, notando que ella evitaba su mirada. «Lo sabía » Había sentido como ella lo había acariciando con la mirada, no había imaginado su hambre desenfrenada y su curiosidad por él, pero esos eran sentimientos que no tenían cabida allí. De igual forma que su creciente atracción por ella tampoco era apropiada. Debía combatirla e ignorar lo que le estaba sucediendo. — Muñequita, lo último que quiero es hacerte sentir incómoda. Aiko abrió la boca para decir "no te estaba observando", pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. No podía mentir, ni siquiera para salvar su orgullo. —Estaremos juntos al menos unos meses más, ¿verdad? Voy a estar en casa. Tú estarás aquí. Y pasaremos tiempo juntos. Tenía la esperanza de que hubieran problemas
Aiko apartó el vaso de jugo tan pronto como la empleada lo puso delante de ella, y se cubrió la boca, alejándose a toda prisa de la mesa del comedor en dirección al dormitorio de invitados. Hiroshi la siguió y la encontró arrodillada en el suelo del cuarto de baño y vomitando en el inodoro. Se agachó junto a ella de inmediato, sujetándole el cabello y acariciándole la espalda. — ¿Qué sucede, te has puesto enferma? Ella negó con la cabeza, poniéndose en pie para lavarse la boca. —¿Puedes abstenerte de seguirme al baño la próxima vez? Me haces sentir terriblemente tonta. —Estoy preocupado por ti. Ella se dio la vuelta, enojada, pero se detuvo al ver su expresión. Era evidente que él estaba preocupado, tenía el ceño fruncido y una vena palpitaba en su sien. —Perdona. No me gusta que me vean así. No hace falta que estés aquí. —Sí que hace falta. Eres mi husped y esta es mi casa. Tu salud es importante para mí. ¿Qué te sucede? Aiko gimió, alejándose de él. — Algo de lo que comí debió
Estaba loco por aquella mujer. Era un cínico, un asesino y un mafioso hijo de puta, pero tenía que reconocerlo. Ella le encantaba. La tenía allí, sentada sobre sus rodillas, y la deseaba con una ferocidad tormentosa. Además, sabía que ella también le deseaba a él. El beso no era un remolino de deseo oscuro y pasional , como lo hubiera querido, era una danza delicada, suave y dulce de sus labios sobre los de ella y lo estaba poniendo impaciente. Sus dedos se deslizaron lentamente por la espalda de ella, recorriéndola y acariciándola con una lentitud enloquecedora. Para su sorpresa, Aiko no se apartó. Sino que se acercó más de forma instintiva, suspirando bajo sus caricias. En un instante, ella liberó un sollozo ahogado, tomando la iniciativa y cambiando de posición, sentándose sobre él a ahorcajadas. Sus pequeñas manos aferradas a su nuca le hicieron imaginarse otros momentos, otros escenarios y posiciones que avivaron sus ganas. Tenía los femeninos senos de ella aplastados con
— Acuéstate con las piernas en alto. Aiko arrugó el entrecejo. — Perdón, no comprendo... — Para que no se derrame mi semen, acuéstate con piernas en alto.— repitió Hiroshi. Y la burbuja de placer en que se había encontrado Aiko explotó estrepitosamente. « Eres una tonta.» Se regañó internamente. Era obvio que para Hiro lo que acababa de suceder no había sido tan especial como para ella. ¿Qué hombre enamorado terminaba dentro de su mujer y le ordenaba una cosa así? «Precisamente» Se burló su subconsciente. « Él no es un hombre enamorado, solo es el hombre que te pagará por tener a su bebé» Despacio, Aiko se recostó sobre el sofá, posicionando sus piernas en alto. Hiro miró su reloj y se acomodó el cinturón de su pantalón. —Me voy arriba. Tengo que hacer unas llamadas— anunció, girándose sobre sus talones y dirigiéndose al umbral antes de desaparecer. El corazón de ella dio un vuelco. Su voz había sonado completamente fría y falta de emoción. El hecho de que hubieran tenido