— Solo hay un pequeño problema, madre. No quiero a otra mujer. Vientre de alquiler o no, solo la quiero a ella para esto. — Pero hijo...— protestó Valery.— lo más lógico y natural, sería que despidieras a la muchacha y contrarases a otra. — Estas cosas llevan tiempo, madre. — Lo sé, cariño. Pero ya van casi cuatro meses de este loco experimento tuyo y no creo que... Hiro apretó el móvil entre sus dedos, deseando furiosamente arrojarlo contra la pared más cercana. — ¿Sofía te ha pedido que intervenidas, no es así?— Masculló.— no me importa lo que haya dicho mi hermana, la chica está conmigo. Es mía ahora, ¿lo entiendes? ¡Mía! ¡Y no voy a renunciar a ella solo porque mi hermana quiere a su juguete de vuelta! Hiro colgó y de paso apagó su celular. ¿ Quien se creía que era su hermana para querer quitarle a su muñequita? ¡ No lo permitiría! Aiko era suya, toda , completa e irremediablemente suya...eso lo había sonreír como un perro satisfecho. Dejó el celular sobre la cómoda, y se f
El líder de la Yakuza, más terrible y asesino que nunca, atravesó el pasillo de aquel horrendo edificio en la Bahía Norte de San Francisco y se preguntó cínicamente cómo podría ella preferir subsistir como una andrajosa muerta de hambre a gozar de todos los lujos que él había puesto a sus pies. Sus informantes había hecho bien su trabajo y aunque él había estado ocupado asesinando pandilleros, la habían encontrado cuatro semanas justo después de su partida de Japón. Lamentablemente, ya habían pasado cuatro meses desde entonces. La muy tonta había creído que podía escapar de él. Había creído que podía ocultarse utilizando un nombre falso y cambiando su aspecto. Tan lista que era como para ser aceptada en Harvard, y sin embargo era bien cretina si creía que él renunciaría a lo que habían acordado.Ella le daría un hijo. De regreso a Japón él la esposaría a su cama y se la follaría sin compasión todas las jodidas noches hasta que ella terminase preñada.¡Había llegado el momento de la c
Le sonó el móvil y, al mirar el identificador de llamadas, comprobó que era su hermana. Rodó los ojos. Genial... Lo más probable era que Sofía se hubiera enterado después que él se lo contó a sus padres. –¿Qué quieres? –¡Eres un cabrón y un hijo de puta!– Ladró ella en seguida. — Dime algo que no sepa.— Farfulló él. — ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste abandonarla así ?, ¡ella espera un hijo tuyo, Hiroshi! Hiro se sintió un poco incómodo. Desde que su hermana se había enterado de la desaparición de Aiko se había convertido en una verdadera bruja, culpandolo a él de todo y amenzando con arrancarle las pelotas si ella no aparecía. — Me estás acusando de algo que no he hecho, Sofía. Ella fue quien me abandonó a mí. No lo olvides y ahora la llevaré de regreso a Tokyo. Cuando tomo una decisión, actúo rápido. –Ya lo creo. ¿Cuando regresas? En cuanto llegues la quiero aquí, me oyes. Me la traes de regreso a mi casa. Ya bastante le has hecho pasar a la pobre. Yo la cuidaré. Tú no te preoc
–¿Te molesta? Él hizo una pausa y la miró con gesto grave. –No. A mis padres les encantará, eso es seguro. Ella lo observó y permaneció en silencio. Hiro se apartó. — Me quedaré a hacerte compañía esta noche. A la mañana siguiente, ella confirmó sus temores. No lograba acostumbrarse al peso del anillo en su dedo. Se levantó de la cama, agradecida de que le quirasen las esposas y se fue al baño a llorar. Se sentía impotente y aterrada. Sabía que su futuro sería incierto. Después de recuperarse, se mojó la cara con agua y se enjuagó la boca. Respiró hondo e intentó calmarse. Ella vio a Hiro acercarse a lo lejos. Su corazón se sobresaltó. Hasta hacía muy pico, nunca se atrevió siquiera a soñar con casarse con él. Existían demasiados obstáculos. Una vez más, lamentó haberse metido en aquel problema. Había sido una tonta, esperanzada en que él la amara alguna vez. De momento una ráfaga de Chanel número cinco inundó sus sentidos y se encontró abrazada por Sofía de un mo
Dos días después, de regreso en Tokyo y tras llorar durante horas porque había regresado al principio, Aiko no podía soportar el descanso obligatorio que le había impuesto. Necesitaba con desesperación salir al mundo exterior. El ama de llaves frunció el ceño al verla abrir la puerta principal. –¿Va a salir? –preguntó la mujer con gesto de preocupación. Elle se giró. –Sí. El médico dice que puedo salir. Según las ecografías, todo está bien. Me vendrá bien algo de ejercicio físico. –Al señor Yamamoto no le va a gustar. –Sí, bueno, pero si no salgo un rato, acabaré volviéndome loca. Y no pretendo alejarme del jardín –dijo Aiko con firmeza. –La entiendo, pero comprenda que después que usted desapareció el señor enloqueció de furia. Se vivieron días terribles en esta casa y en toda la ciudad cundió el pánico. Aiko palideció. –¿Qué quiere decir? No comprendo. ¿Qué tiene que ver mi huída con todo eso. — Verá, señora...—El ama de llaves comenzó, pero en ese momento sonó el teléfo
Hiro miró su plato. –Te has comido toda la cena, muy bien. Me alegra que te estés comportando. Ella suspiró y señaló a su plato vacío. –Me apetecen mucho los carbohidratos. Me voy a poner como una vaca. –Serías una vaca preciosa –comentó él con voz suave. –¿Eso crees de verdad? –Sí. Aiko quiso preguntarle si la había echado de menos mientras ella estuvo en Estados Unidos y si había pensado en ella, pero temió que a él le pareciera una pregunta tonta. –¿Qué tal te ha ido el día? –preguntó ella. –Bien. Mejor de lo que esperaba. He conversado con un posible socio de negocios. Lo conocí a través de mi tío Viktor . –contestó él y se levantó de la silla. –Suena muy bien –señaló ella, esperando que le contara más cosas. –Este sujeto, el tal Augusto Cuellar tiene el mismo problema que mi tío. Hay un búlgaro tocandoles las narices y estábamos evaluando la mejor forma de... Bueno, quitarlo del medio. –indicó él y a ella la recorrió un escalofrío.– Ven arriba. Podemos darnos un bañ
Esa noche, mientras ella se acomodaba entre sus brazos, Hiroshi la notó más calmada y relajada que nunca. La sensación de su piel y su sensual aroma lo envolvían. Pero se resignó a otra noche más de frustración y cerró los ojos.Minutos después, sintió que Aiko le recorría el pecho con la mano y bajaba, acariciando su abdomen. Él la agarró justo antes de que llegara a su gran erección.–No me provoques –advirtió él con voz ronca.Ella acercó sus labios a la boca de él.–¿Y si la provocación va seguida de satisfacción?–Pensé que necesitabas tiempo…Elle deslizó la lengua por sobre sus labios. –He tenido tiempo, te deseo, Hiroshi –confesó ella–. Eso es algo que no va a cambiar.–Si estás segura…–dijo él y le soltó la mano.Al instante, Aiko le acariciaba en su parte más íntima y lo besaba como si el mañananno existiera. Hiro se preguntó si alguna vez conseguiría aburrirse de ella. Esa noche, hicieron el amor y, cuando se despertó por la mañana, se vio dividido entre su deseo de tomar
Él la observaba en silencio.Su mirada la hacía sentir seductora y atrayente. De hecho, nunca se había sentido tan atractiva en su vida. La miraba como si fuera la única mujer en la tierra.Y solo sonrió, porque ya conocía si secreto.Hito llevaba el torso desnudo, pero ella se estremeció de emoción al ver que se desabrochaba los vaqueros. Los dejó caer hasta el suelo junto con sus bóxer, quedando ambos desnudos en su dormitorio.Tendiéndole la mano, lo animó a subir al colchón con ella. La cubrió con su cuerpo sin apenas rozarse. Y al besarla, Aiko apenas podía resistirse a atraerlo hacia sí. Quería estar bajo él, a su lado y que la poseyera de toda su las formas posibles.aElla arqueó la espalda, rozando con sus pezones su suave pecho. La fricción la hizo estremecerse.. Apoyó las manos en su vientre, descendiendo hasta llegar a su entrepierna.Él por su parte, estaba ocupado besándole el cuello y los hombros. La suavidad de sus labios contrastaba con sus dientes al mordisquear su p