#24:

Esa noche, mientras ella se acomodaba entre sus brazos, Hiroshi la notó más calmada y relajada que nunca. La sensación de su piel y su sensual aroma lo envolvían. Pero se resignó a otra noche más de frustración y cerró los ojos.

Minutos después, sintió que Aiko le recorría el pecho con la mano y bajaba, acariciando su abdomen. Él la agarró justo antes de que llegara a su gran erección.

–No me provoques –advirtió él con voz ronca.

Ella acercó sus labios a la boca de él.

–¿Y si la provocación va seguida de satisfacción?

–Pensé que necesitabas tiempo…

Elle deslizó la lengua por sobre sus labios.

–He tenido tiempo, te deseo, Hiroshi –confesó ella–. Eso es algo que no va a cambiar.

–Si estás segura…–dijo él y le soltó la mano.

Al instante, Aiko le acariciaba en su parte más íntima y lo besaba como si el mañananno existiera. Hiro se preguntó si alguna vez conseguiría aburrirse de ella. Esa noche, hicieron el amor y, cuando se despertó por la mañana, se vio dividido entre su deseo de tomar
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