#32:
Tres matones jugaban a las cartas dentro del taller de reparaciones abandonado en lo que el resto montaba guardia afuera. Caminando de un lado para otro.

Aiko entornó los ojos, intentando descifrar a qué pandilla pertenecían esos hombres.

La tenían atada de pies a manos a una silla y amordazada.Intentaba respirar profundamente por la boca, porque si lo hacía sucumbiría al pánico.

Habían pasado veinte y cuatro horas desde que la habían secuestrado, y sin embargo aún no contactaban con Hiroshi para pactar un rescate. Intentó no ponerse nerviosa de más, pero aquello no le daba buena espina.

Si los secuestradores no tenían intensión de negociar por si libertad, entonces...¿Planeaban asesinarla?

Pasaban las horas, y aunque luchaba por no perder la fe, Aiko se veía cada vez más perdida.

***

Por sobre el suelo de la mansión Yamamoto, roja, tibia y pegajosa, corría la sangre...

Hiroshi Yamamoto caminaba descalzo por sobre ella, la expresión en su rostro una de rabia.

El arma en su
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