Al abrir la puerta de su oficina, Damián se encontró con Kevin sentado frente a su escritorio, y se acercó lentamente.—Tenía que imaginar que estarías en el país cuando vi a tu novia ayer—, le dijo con un tono de desaprobación, y Kevin, con la mirada perdida, se dio la vuelta lentamente, revelando sus ojeras.—¡Ufff!, definitivamente Brasil no te asentó bien —, comentó Damián, chasqueando la lengua. Kevin intentó sonreír, pero sus labios apenas se movieron.—Sé que debes estar enfadado porque estoy aquí sin tu autorización, pero si quieres despedirme, hazlo.Damián negó moviendo la cabeza mientras se sentaba en su silla.—Créeme, más enojado de lo que estoy no puedo estarlo, así que no te preocupes. No me molesta que hayas abandonado el trabajo en Brasil. Lo supe hace dos días. Pero al menos dame una razón para entender por qué cometiste tal imprudencia profesional.Kevin bajó la cabeza, evitando el contacto visual con Damián. —Hermano, soy un estúpido. He perdido a Karen —, admiti
Aylin entró al comedor con una mano en la cadera, caminando ligeramente encorvada y su modo de andar no pasó desapercibido para Chris y para Damián. Como si se estuvieran leyendo los pensamientos, Chris apretó sus labios formando una línea recta, mientras que Damián le guiñaba un ojo, creando una mueca que hizo que el niño no pudiera contener la risa y ambos estallaron en carcajadas. —Mi mamá parece una ancianita andando de ese modo—, musitó el niño entre risas, y Helen se unió al coro, riendo e incapaz de llevarse un bocado más a la boca. Aylin tocó la nariz de Chris con el dorso de su dedo índice. —¿Te estás burlando de tu mamá? —, le preguntó con fingida indignación y él sacudió la cabeza, tratando de contener la risa. Para sentarse en su lugar, Aylin hizo malabares, tratando de mantener el equilibrio. —Es una lástima que no utilices la silla de ruedas, porque quería darte un tour por el supermercado y luego por casa de mis suegritos—, se burló Damián, dejando escapar una r
En ese momento, en Aylin todos los demonios se despertaron y sintiendo una mezcla de decepción e ira, le volvió a dar otra bofetada, haciendo que la cabeza le girara hacia un lado; sin embargo, Damián no se inmutó y, manteniendo su agarre, la atrajo aún más hacia él, provocando que sus labios se encontraran una vez más, pero sin besarla, solo mantenía los labios entreabiertos, creando una tensión eléctrica entre ambos. Aylin, sintiendo rabia y deseo, intentó soltarse, pero él la mantenía tan cerca que ambos podían sentir el calor de sus cuerpos.—¡Basta, Damián! No tienes derecho a tratarme así—. Terminó mordiéndole el labio con rabia.Con el pulgar, él se acarició el labio, quitando los rastros de sangre.—Eres un tóxico y un idiota que no ve cuán enamorada estoy de ti. Yo no debería sentir esto, porque no te lo mereces. No mereces que me gustes tanto ¡Patán!Enfurecida consigo misma, dejó escapar varias lágrimas y se echó a reír sin gracia. —Y lo más irónico es que nunca me había
Los escoltas parados frente a Damián parecían presas ante un depredador, a pesar de ser hombres altos, y tan o más fornidos que Damián, su sola mirada asesina los hacía sentir pequeños.Lo veían moverse de un lado a otro con un andar rígido y metódico, con la respiración agitada, con la frente brillosa, con una fina capa de sudor y el ceño fruncido que albergaba una ira que apenas contenía. Y de vez en cuando, ladeaba la cabeza y clavaba su mirada en los escoltas, pero continuaba su andar, tocándose el mentón pensativo y marcando repetidamente el número de Aylin en su teléfono.“El número que usted ha marcado se encuentra fuera de servicio”. Esa vocecilla lo estaba sacando de quicio.—¡¡Put@ máquina!!—, gruñó histérico.—¿Cómo rayos mi mujer pudo irse con mi hijo y sus equipajes? ¡Y ustedes, recua de inútiles, me dicen que no pudieron darse cuenta! —, les vociferó, con la vena en su cuello, palpitando con cada palabra, y los escoltas bajaron la cabeza, avergonzados. Son profesionale
Aylin ignoró olímpicamente la sugerencia de su amiga y caminó hacia Chris, quien seguía en el sillón, y su llanto se había convertido en un sollozo suave. Le pasó un trozo de carne, pero él, en un arranque de malcriadez, lo lanzó al suelo. —¡Quiero comer con mi papá! —Si no comes, te vas a enfermar—, le advirtió preocupada, pero el infante se encogió de hombros y siguió llorando hasta que se quedó dormido. —Aylin, como has entregado el departamento, no tenía a dónde ir, más que a casa de mi madre, la cual queda bastante lejos del hospital y no me resulta. Por lo tanto, tuve que alquilar esta habitación de hotel, pero mañana debo irme, ya que no tengo suficiente dinero para pagar más días. Así que ahora debemos buscar otro lugar —, le dijo Karen, en un intento de ponerla en una posición difícil. Pero, en cambio, Aylin corrió hacia su cartera y sacó su billetera. Extendió un puñado de billetes hacia Karen, quien peleó internamente antes de aceptarlo. —¿Esto es todo lo que tienes?
Damián se acercaba con una sonrisa ladina, moviéndose con una elegancia felina que la dejó aún más desconcertada y mirando a su alrededor, en busca de una salida o cualquier excusa para alejarse de él, dado que, su presencia, de por sí, la pone en guardia, y ahora junto a eso, le despierta una mezcla de fascinación y sobresalto.—¿Y el ingeniero arquitecto? —, balbuceó Aylin tratando de recuperar la compostura.La respuesta de Damián fue una sonrisa aún más amplia y una mirada penetrante.—No necesitamos a nadie más. Yo puedo mostrarte el edificio —, le aseguró en tono sugerente.Aylin tragó saliva, sintiendo cómo la garganta se le secaba.—Quiero que quede claro que, te pagaré todo lo acordado. Vine aquí porque sabes que teníamos un trato con el ingeniero—, trataba de justificarse con voz entrecortada, tartamudeando ligeramente por los nervios, pero, en cambio, él se acercó aún más, acortando la distancia entre ellos.Ella odiaba sentirse tan vulnerable frente a él, pero era algo que
“¿Papá sabes algo?, el pollo frito tiene mejor sabor cuando lo comemos a tu lado”, recordaba Aylin, el comentario que hizo Chris mientras comían.«Mi hijo me salió desleal», pensó mientras movía la cabeza para los lados.Se encontraba frente al espejo de su tocador, arreglándose meticulosamente, y con habilidad se aplicó una capa ligera de base de maquillaje, realzando su belleza natural. Luego, eligió una paleta de sombras de ojos en tonos neutros y los aplicó con cuidado en sus párpados, resaltando sus ojos color avellana.Mientras, buscaba en su joyero un fino colgante de oro que le había regalado su madre hace mucho tiempo, pero al no encontrarla frunció el ceño y murmuró para sí misma: «Juraría que no la saqué de aquí. De seguro está en la mansión». Se pasó los dedos por los labios, pensativa, y decidió dejar la búsqueda para más tarde.Justo en ese momento, Damián entró a la habitación arrastrando una maleta y la interrupción la sacó de concentración, y lo miró con desaprobación
El auto se balanceaba ligeramente debido a la carretera irregular por la que circulaban, Damián y Aylin, sentados en el asiento trasero.—¡Qué vergüenza con Antuan y con esa señora! —, exclamó ella, y su cara aún ardía de vergüenza tras el espectáculo que había protagonizado por los celos.Mientras que Damián, con la mirada fija en el camino que se desdibujaba por la ventanilla, gruñó en respuesta.—Tardé meses en concretar esa reunión, y no me estoy quejando tanto como tu lo haces por tu amado Antuan.Aylin giró en su asiento para enfrentarlo, y su mirada era un desafío.—Para empezar, no debiste seguirme. Podrías haber tenido tu reunión tranquila y de paso me hubieras ahorrado el bochorno que siento ahora —, le reprendió señalándolo acusadoramente.Damián le atrapó el dedo en el aire, devolviéndole una sonrisa ladeada.—No te seguí—. Se encogió de hombros con simpleza.En cambio, ella rió sarcásticamente, y sus ojos rodaron en sus órbitas.—No, claro que no me seguiste. ¡Fue todo pu