NARRA EMERSONEn la lejanía sentía como si alguien estuviera junto a mí.Poco a poco fui despertándome y ubicándome en donde estaba. Levanté mi cabeza pero había algo que se atajaba de mi camiseta. Miré hacia esa dirección y vi el pequeño cuerpecito de Dante aferrando mi ropa de dormir profundamente dormido. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Lo último que me acordaba antes de dormirme fue haber llevado a una Berenice dormida hacia su habitación.Me levanté con sumo cuidado, deshaciendo el abrazo de Dante, me puse a su altura y deje un casto beso en su frente. Agarré mi ropa y me encaminé hacia al baño para asearme.Dejé que el agua caliente me relajara. ¿Qué se sentiría tener una familia como ellos? Tan hermosos, cariñosos y dulces. Llegar a tu hogar después de un día agotador de trabajo este tu pequeño hijo recibiéndote con los brazos abiertos y tu dulce esposa te espere para darte un dulce beso en los labios. Dormirte todas las noches acompañado, leerle un cuento antes de dormir a tu
NARRA BERENICEMe quedé estática en mi lugar, tratando de proteger a Dante envolviéndolo con mi cuerpo y sintiendo el brazo de Emerson tomarme por la cintura. Una de mis peores pesadillas estaba justo en frente mío, y lo que era peor era que tenía a Dante presenciando este reencuentro.—Hasta que por fin te dignas a regresar —fueron las palabras de la mujer que hizo mis últimos años en Forks un verdadero infierno—. ¿Cómo llevas la muerte de mi hijo en tu espalda? —siseó ácidamente.—¡Señora por Dios! —Rugió Emerson—. ¿Es que no ve al niño delante de usted? —volvió a decirle, colérico.Yo solo atiné a proteger a Dante, tratando que no escuchara nada de lo que este individuo decía.—Ese niño nunca tendría que haber nacido —bramó entre dientes.La ira recorrió mi sangre.—¡No voy a permitir que hable de mi hijo, antes de nombrarlo lávese muy bien su boca! —Grité roja por la furia, escuchando los sollozos de mi pequeño—. Emerson, por favor lleva a Dante lejos de aquí, no quiero que escuch
Habíamos comenzado a platicar en la clase de matemática, a él lo habían asignado como mi tutor, ya que esa asignatura no era mi fuerte. Comenzamos a vernos más seguido, compartíamos muchas cosas juntos y al pasar los días me había dado cuenta que me había enamorado perdidamente de él. No sabía que pensaba él de mí; si le parecía muy simple a su lado o no. Tenía entendido que su familia era una de las más poderosas, económicamente hablando, de la zona. Pero eso a mí no me importaba, yo me había enamorado de su persona, no de su dinero. Fue una de las personas que me ayudó a salir adelante después del fallecimiento de mi madre, fue mi gran sostén junto con mi hermana.A los seis meses de conocerlos profundamente, por fin me declaró sus sentimientos y por alguna invocación divina él también me amaba. Fue uno de los días más felices que tuve. Mis amigas y Rosario siempre me habían dicho que él estaba muerto por mí, pero mi frase era: “ojos que no ven, corazón que no siente”, nunca les cre
NARRA EMERSON—Tú no me abandones, por favor —suplicó y estampó sus labios en mi boca.Tardé solo unos instantes en corresponderle el beso. Me había sorprendido el giro que había dado nuestra conversación, pero me encantaba lo que estaba pasando. Fue tan brusco el impacto que terminamos tendidos a lo largo del sofá, quedando ella arriba de mí.Los labios de Berenice eran insistentes, cálidos y tenían un gusto salino por sus lágrimas. No era un beso tierno, sino uno más demandante, apasionado y quizás hasta salvaje. Mis manos volaron hacia su cintura y traté de estrecharla más a mi cuerpo. Saqué tímidamente mi lengua y le pedí permiso delineando sus labios, ella gustosa me dio un rápido acceso, donde velozmente comenzamos una placentera batalla entre nuestras lenguas. Una de sus manos viajó a mi nuca, jugando con los cabellos de ésta, mandando placenteros estremecimientos a mi cuerpo. Su otra mano estaba en mi pecho agarrando mi camiseta en un puñado.Cuando tuvimos la necesidad de res
NARRA BERENICEYa estaba, lo había hecho; me había abierto completamente a Emerson. Le había detallado mi doloroso pasado y no me arrepentía para nada de haberlo hecho.Él era la segunda persona a la que le conté lo que había sucedido tres años atrás, la primera fue mi hermana. Me sentía a gusto conmigo misma por haber confiado en un hombre una vez más. Desde que Benjamín se había ido, nunca me había fijado en otros hombres, pero… creo ahora eso estaba cambiando y le tenía terror a ello.No sé que me había llevado a besar a Emerson tan febrilmente, supongo que fue esa opresión en el pecho al pensar que se podía ir de mi lado. Su boca era exquisita, tenía una forma tan apasionada de besar, que te encendía con tal solo un roce.Era consciente que estábamos jugando con fuego y me podía quemar, pero en ese momento no me importó nada. Ni tampoco me importó cuando fui a buscar el calor y la protección de sus brazos. Casi sin pensar, mis pies dieron marcha hasta la habitación en donde se est
NARRA BERENICE—Señores pasajeros, por favor abrocharse los cinturones de seguridad para el aterrizaje. —Resonó dentro de todo el avión y todos los viajeros, hicimos caso.Estábamos de regreso a Chicago, habíamos partido esta misma mañana. Me costó volver a dejar todo, pero era necesario. En este caso, me había traído casi todas mis cosas, como fotos de mis padres, fotos de Benjamín y hasta los recuerdos materiales que tenía de ellos.Me sentía feliz conmigo misma, por ser capaz de tratar de cerrar esa etapa dura y difícil de mi vida. Dante estaba más que contento porque había “conocido” a sus abuelos y a su padre. Cuando nos fuimos del cementerio me había dicho que a él no le importaba que su papá no esté con él porque ahora lo tenía a Emerson. Me había dejado de una sola pieza ese comentario, pero Emerson rápidamente le dijo que él iba a estar cuando lo necesite y que lo quería mucho. Estaba más que agradecida con Emerson por ayudarnos tanto a los dos.Con respecto a Emerson, no sé
NARRA EMERSONEl viaje a Forks me había cambiado completamente y Berenice era la culpable. Desde que volvimos no pude dejar de pensar en ella en ningún momento, mis labios todavía sentían el roce de los suyos. Despertar con ella a mi lado fue una de las mejores experiencias que había sentido, deseaba amanecer así todos los días.Estaba más que claro, que necesitaba ser parte de esa pequeña familia, necesitaba tener a Dante y a Berenice junto a mí todo el tiempo. Ser yo el que los proteja, los quiera, les de mimos, pero por sobre todo, darles amor…El gran egoísta, solitario, gruñón, mandón y todos los apelativos que le habían dado a mi persona, había caído rendido a los pies de Berenice Swan, su fiel secretaria.Ya no tenía sentido ocultarlo más, o combatirlo porque era obvio que estaba enamorado hasta la médula de Berenice. Esa personita tan sencilla, humilde, dulce, comprensiva, cariñosa se había clavado directamente en mi corazón. Era una de las únicas personas que me entendían y s
NARRA BERENICE—Cuidado con esa caja Ernest, son las cosas de Dante —le avisé a mi cuñado cuando lo vi levantando sin cuidado la caja de los objetos de mi pequeño.Estábamos empacando las pertenencias indispensables para mudarnos a la mansión de Emerson.Si les dijera que no me había sorprendido la proposición de Emerson al ofrecernos su casa para hospedarnos unos días, les mentiría. Me sorprendí y mucho, pero no podía negarme, y menos todavía cuando estaba la salud de mi hermana, de mi futuro sobrino y de mi pequeño en juego. Además, ¿Dónde íbamos a conseguir una casa para alquilar donde quepamos todos en la gran ciudad de Chicago, en un solo día? Era la mismísima misión imposible.Una vez que terminamos de empacar algunas ropas, elementos de aseo y las cosas indispensables salimos rumbo a la mansión de mi jefe.Dante estaba más que entusiasmado, lo había retirado del jardín de niños y le di la noticia, se puso a dar brincos en todo el camino a casa. Ernest se notaba medio reacio al