Su atrevimiento causó mi desconcierto por un momento, pienso ya no hay rastros de licor en su sangre, para actuar de esa manera, pero ella adivina mis pensamientos.
—No estoy ebria, si estás pensando eso, además estoy poniendo en práctica la lección de mis amigas, “si solo quieres al tipo nada más para follar, sin romanticismo ni nada de esa mierda, sé directa y ve por lo que quieres”, no quiero nada de cursilerías románticas, solo quiero sexo y ya ¿Estás dispuesto a complacerme o debo ir a buscarlo en otra parte, por ejemplo al tipo de anoche? —pronunció mientras no dejaba de moverse encima de mí.
Sus palabras me dejaron descolocado, los engendros se las traían, estaban haciendo de la ingenua Camil un demonio como ellas y eso de manera incomprensible causaba mi excitación y desagrado en partes igual
Cuando Camil escuchó la voz de mi padre, tomó una sábana, cubrió su cuerpo y salió corriendo al baño, dejándome en la habitación para enfrentarlo, la diferencia del tiempo entre su salida y la entrada de mi papá apenas fueron milésimas de segundos.Cuando entró, movió negativamente la cabeza.—¿Cuándo vas a permitirte madurar Camillo Alonso? ¿Cómo es posible? La empresa esté pasando por una gran crisis mientras tú estás viviendo tu vida cuan adolescente? ¿Qué mierda significa esto? —me lanza en la cama un tabloide.Lo tomo, al abrirlo aparezco golpeando al hombre con quien tuve problemas en la madrugada y luego saliendo del club cargando a Camil, para mí buena suerte no se le visualizaba el rostro.—Esto no es totalmente cierto, so
Salí del departamento de Camillo con el señor Sebastián, a quien quería como un abuelo, por supuesto le tenía mucho respeto, mis padres siempre me dejaban en su casa, crecí junto con su hijo menor, Sebastián Junior, quien era un año mayor a mí; aunque no había tenido contacto con Camillo en los últimos años, pues él se cambió joven de casa de sus padres, si lo mantuve con el resto de su familia. Hicimos el recorrido al auto en completo silencio, así seguimos una buena parte del trayecto a la casa, hasta ser roto por él señor Sebastián. —Camil…—comenzó a hablar titubeante— Dime ¿Acaso Camillo te sonsacó… te obligó de alguna manera a tener sexo con él? ¿Te acosó, abusó de ti, te drogó? —interrogó con un atisbo de preocupación en la voz. No me gustaron sus palabras, causándome irritación tan solo conocer sus pensamientos en contra de Camillo ¿Por qué no confiaba en él? ¿No lo conocía? Además en honor a la verdad, él t
El señor Sebastián no se calló frente a las palabras de la señora Bella, sino las debatió. —Tu hijo muy bien pudiera buscar manera de ser más serio en su vida privada y dejar de comportarse como un párvulo. En cuanto a la decisión de sacarlo de la presidencia de la empresa, reconozco ha dedicado y ha hecho un buen trabajo durante todos estos años atrás, sin embargo, ha sido con la ayuda de los muchachos; aunque ahora cuando se ha quedado solo por unas semanas, la tiene a punto del precipicio. ¡Se ha equivocado! No puedo dejar desplomar el legado de los Ferrari, mientras me quedo de brazos cruzados —Pues tengo una objeción, yo también soy accionista de esa empresa, por ello tengo voz y voto en la junta de accionistas. Sebastián Ferrari, no tienes mi voto para destituir a Camillo. Si debo pedir una asamblea general para someter tu decisión al criterio de esa instancia, ¡Lo haré! A mi hijo lo defenderé con uñas y dientes. Por lo cual la des
El hombre se acercó decidido y amenazador, me quedé observando con mis manos a los lados del cuerpo, a la expectativa de cuál sería su próximo movimiento; cuando se percató de que no lograría su objetivo de intimidarme, retrocedió. —¿Te atreves a enfrentarme? No te olvides Ferrari, puedo acabarte en apenas segundos —declaró el hombre con una expresión de furia, transformando su rostro violentamente. — No te tengo miedo Mackenzo DellaCroce, estoy acostumbrado a lo rastrero de tu actitud, siempre buscas atacar en la sombra, con artilugios, nunca de frente —expresé con tranquilidad, sentándome en mi escritorio —¿A qué has venido? — A escuchar de ti tu rendición. Para dejar tranquilo a las empresas Ferrari, debes a aceptar el matrimonio con mi hija, si no quieres arrepentirte toda tu vida de las consecuencias —pronunció de forma altanera el hombre. No pude evitar carcajearme en su cara.
Estaba relajada en la piscina de la casa de Camillo, flotando de espalda, dejando al radiante sol dorarme la piel, escuché los fuertes rugidos en el estómago confirmando una vez más el hambre que me agobiaba, porque a decir verdad no comía desde la tarde anterior; decidí salir de mi relajante baño para buscar algo de comer y beber, no solo para mí sino también para mis hermanos y primos.—Ya vengo chicos, buscaré algo de comer —manifesté mientras caminaba con destino a la cocina, La señora Bella había ido a preparar unos entremeses para nosotros y yo estaba pensando en ayudarla.Me sentía feliz de estar de vuelta en la casa de Camillo, porque quería estar cerca de él, era extraño, pero percibía una extraña fuerza atrayéndome para estar con él.Cuando llegué a
Subí los peldaños de las escaleras de dos en dos, corrí como si cientos de demonios me persiguieran, hasta llegar a la habitación donde estaba hospedándome, mi corazón latía desbocado del miedo, de la rabia, realmente no tenía certeza de que sentimiento me dominaba en ese momento.Me lancé en la cama y comencé a llorar. Me molestaba que todos vieran como incestuosa una relación entre Camillo y yo, cuando por mis venas no corría ni una gota de su sangre, tampoco lo veía como familia. Inmediatamente recordé cuando mi papá me dijo que Camillo no era nada mío, que solo se trataba del hermano de mi tío.
Briggitte y Valet, permanecían una al lado de la otra, se miraron apenas fracciones de segundos, pero yo me percaté y furiosa las increpé a que me dijeran la verdad.—Dime Briggitte ¿Acaso fue Camillo el hombre que te hizo daño? —la interrogué ansiosa, mi corazón iba a escaparse de mi pecho por el temor de que su respuesta fuese afirmativa.—¡Estás loca mujer! —me respondió mi amiga inmediatamente —. ¿Piensas que si hubiese sid
Iba en el taxi con destino a la oficina de Camillo, me sentía incómoda con ese sobretodo, porque debajo solo cargaba un conjunto de ropa interior y ligueros que me había comprado Briggitte, no estaba segura si esto sería una buena idea, durante toda la noche había velado en mi habitación, esperado con ansias su llegada para ir a su encuentro, sin embargo, las horas fueron pasando y no apareció. Supuse que fue porque tenía mucho trabajo en su taller y no quise molestarlo allí, pensando que quizás era importante lo que estaba haciendo.Por e