Subí los peldaños de las escaleras de dos en dos, corrí como si cientos de demonios me persiguieran, hasta llegar a la habitación donde estaba hospedándome, mi corazón latía desbocado del miedo, de la rabia, realmente no tenía certeza de que sentimiento me dominaba en ese momento.
Me lancé en la cama y comencé a llorar. Me molestaba que todos vieran como incestuosa una relación entre Camillo y yo, cuando por mis venas no corría ni una gota de su sangre, tampoco lo veía como familia. Inmediatamente recordé cuando mi papá me dijo que Camillo no era nada mío, que solo se trataba del hermano de mi tío.
Briggitte y Valet, permanecían una al lado de la otra, se miraron apenas fracciones de segundos, pero yo me percaté y furiosa las increpé a que me dijeran la verdad.—Dime Briggitte ¿Acaso fue Camillo el hombre que te hizo daño? —la interrogué ansiosa, mi corazón iba a escaparse de mi pecho por el temor de que su respuesta fuese afirmativa.—¡Estás loca mujer! —me respondió mi amiga inmediatamente —. ¿Piensas que si hubiese sid
Iba en el taxi con destino a la oficina de Camillo, me sentía incómoda con ese sobretodo, porque debajo solo cargaba un conjunto de ropa interior y ligueros que me había comprado Briggitte, no estaba segura si esto sería una buena idea, durante toda la noche había velado en mi habitación, esperado con ansias su llegada para ir a su encuentro, sin embargo, las horas fueron pasando y no apareció. Supuse que fue porque tenía mucho trabajo en su taller y no quise molestarlo allí, pensando que quizás era importante lo que estaba haciendo.Por e
Camil me dio un pisotón que casi me rompe el pie, me voy caminando a mi silla y me quito el zapato y el calcetín, me arde el pie, me siento para calmarme porque me cabrea su actitud infantil, bueno Camillo "que puedes esperar si ella aún es una chiquilla" me digo en la mente para tratar de justificarla.Tomo los documentos de mi escritorio y estoy decidido a ignorarla para que sepa que estoy molesto por su actitud, se para frente a mi escritorio con las manos en la cintura y yo trato de ignorarla, pero mis intentos resultan infructuosos cuando la veo que se dirige a la puerta, le pone seguro y se zafa
La besé con pasión y acaricié su espalda, luego recorrí su cuello y la chupe dejando una marca en su cuello. Ella me recriminó de inmediato —¡No hagas eso! Me vas a dejar marcada y la gente hablará.—No me importa Camil, así todos sabrán que estás comprometida y que eres mía, no quiero que nadie te vea —. Expresé con posesión bajando mi boca hasta capturar uno de sus pezones y mordisquearlos, ante un gemido de protesta de ella.
Estaba demasiado molesta, no sé cuando todo comenzó a enredarse, habíamos tenido los momentos más apasionados o por lo menos para mí lo habían sido y entonces salió Camillo haciendo una declaración de posesión sobre mí y diciendo que me amaba. No sabía lo que pretendía con eso, ¿Será que esa era su forma de hacer que las mujeres se enamoraran y cuando uno cedía, terminaba despreciándolo?Agradecí que mis amigas me hubiesen preparado para eso, porque de lo contrario yo habría
El hombre definitivamente era osado, la rabia bulló en mí y luego de apretar mis manos en puños a un lado de mi cuerpo, pude controlarme, solo esbocé una sonrisa de burla, mientras percibí como mi padre se levantaba de su asiento y con un rostro sin ninguna expresión se dirigió a Domenico y lo empujó con violencia para hacerlo sentar, lo tomó por el cuello y le espetó unas palabras que sonaron como leves murmullos, pero que fueron ininteligibles para el resto. En ese momento pensé que después de todo mi padre aún tendría algún afecto por mí, aunque las palabras del hombre coincidían perfectamente con las mismas que me expresó hacía unos días, en definitiva para mí las pronunciadas de su boca habían tenido un efecto más doloroso.
Caminé con paso firme para la oficina de Camillo, minutos antes me separé del lugar donde se encontraba terminando de dar sus declaraciones, porque debí ir al baño con urgencia porque estaba a punto de orinarme, pues cuando estaba nerviosa parecía una chicharra.Cuando llegué a la antesala de la oficina, donde se encontraba en el stand de la secretaria, nada me preparó para lo que escuché de boca de la secretaria, a tal punto que por unos segundos sentí que mis pies se soldaron al piso. Ante el silencio de ambos, me atreví a preguntar —¿Pueden responder la pregunta?El señor Sebastián se giró y dio un golpe en la pared mientras su cuerpo se estremecía por el llanto —Papá, no pierdas la fe. Esperemos los resultados del análisis —le habló mi tío.—¿Es que no entiendo? ¿Cómo puede ser posible que no sea él? Taddeo es su auto, sus objetos. En las cámaras de seguridad del estacionamiento del CAPÍTULO 27. RESULTADOS