CAPÍTULO 19. ERRORES DEL PASADO

Subí los peldaños de las escaleras de dos en dos, corrí como si cientos de demonios me persiguieran, hasta llegar a la habitación donde estaba hospedándome, mi corazón latía desbocado del miedo, de la rabia, realmente no tenía certeza de que sentimiento me dominaba en ese momento.

Me lancé en la cama y comencé a llorar. Me molestaba que todos vieran como incestuosa una relación entre Camillo y yo, cuando por mis venas no corría ni una gota de su sangre, tampoco lo veía como familia. Inmediatamente recordé cuando mi papá me dijo que Camillo no era nada mío, que solo se trataba del hermano de mi tío.

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