—Te ves despreciable —Milo levantó la mirada y frunció el ceño al ver a su mejor amiga entrar sin tocar.
—¿Qué quieres Gianna? —su amiga puso los ojos en blanco.
—Verte, Milo, tienes días que no sales de aquí, debes ir a casa a descansar, tu m*****a mujer te está acabando.
—No es así — trató de volver a defenderla, pero su amiga levantó la mano silenciandolo.
—Sí es así, — suspiró no tratando de ser tan dura con él — sé que acaban de perder un tercer bebé, pero para mí no es normal que cada vez que esté embarazada, pierda al bebé, según ella necesita gastar mucho dinero para no sentir dolor y tú te esclavizas trabajando para no sentir dolor y para cumplir sus caprichos, Milo, tienes 6 años casados, sabes que a mi nunca me gustó Sabira, y creo que no soy la única, pero como amiga te apoyé, ahora necesito que te vayas a casa, descanses y hables con esa bruja antes que termines en un hospital.
—No necesito ir a un hospital — fue lo único que dijo, al saber que su amiga tenía razón, haciendo que ella volviera a poner los ojos en blanco.
—No, claro que no, eres el dueño de las mejores farmacéuticas del país, estoy hablando enserio Milo — su amigo levantó las manos en señal de rendición.
—Tienes razón, pero me iré hasta las cinco, tengo cosas muy importantes que hacer, recuerda que Rosa se jubila, y se va en dos días, así que quiero que todo esté en orden cuando llegue su nieta.
—Bueno, pero a las 5 en punto y ni un minuto más.
— De acuerdo mamá — dijo divertido.
—¿Crees que la nieta de Rosa será tan buena haciendo su trabajo como ella?
—Eso espero, sé que como mi vieja Rosita, no van a ver dos, esa señora es un ángel a estado con nosotros 30 años, pero según me dijo su nieta, es mejor que ella, estudió y se esforzó mucho para sacar su carrera, además me dijo que necesitaba el trabajo con urgencia, yo no la contraté directamente, pero di la orden en recursos humanos, la verdad Rosa me dijo que su nieta era un ángel, y le preocupaba mucho su situación actual, así que le hice el favor de darle el empleo, pero le dije que tenía que ser muy eficiente, así que me dijo que no me iba arrepentir, y la verdad eso espero.
—Verás que todo va ir bien, ahora me voy a seguir trabajando, le voy a dar la orden a Rosa que me avise apenas te vas, porque si no cumples y vuelves amanecer aquí, vengo a sacarte yo misma, ¿está claro? — le habló mientras lo señalaba con el dedo.
—Clarísimo — Gianna sonrió a su amigo, le tiró y un beso y salió de ahí, Milo, se levantó de su asiento para dirigirse hacia la gran ventana, y observó el gran big ben, que se veía a lo largo, su familia había llegado de Italia, su padre quería ser un gran empresario, por lo que había construido una farmacéutica en Londres, una con mucho prestigio y que a lo largo de los años, se volvió una de las mejores, y no sólo tenía una sino varias en todo el reino unido, e incluso en Italia.
Era el mayor con 31 años y seguía su hermana Marena, que tenía 27 años, ambos trabajaban para la empresa familiar, sus padres les habían enseñado a ser personas humildes y trabajadores por más dinero que tuvieran, todo era perfecto, hasta que se enamoró, ya no sabía si amaba a la mujer con la que se había casado.
Había conocido a Sabira a los 24 años, era una italiana alegre, cariñosa, llena de vida, no podía negar, que esa actitud lo enamoró, a parte de ser preciosa, su cabello era rojo, y sus ojos eran de un verde precioso, su piel era tan blanca y suave, que lo volvía loco, todo marchaba bien, hasta que en menos de un año de estar juntos le dijo que sino se casaban se iría, porque eso demostraría que él no la amaba, por lo que decidió casarse, fue cuando su vida empezó hacer un infierno, su esposa, empezó a cambiar, pasaba de fiesta en fiesta, gastando dinero, su actitud alegre y risueña cambió, por una mandona e insoportable, tanto que ni su familia la soportaba, había tratado de dejarla, varias veces, pero siempre terminaba embaraza y a los dos meses después perdiendo al bebé, eso era lo que más le dolía, la vida de sus hijos que no nacieron, sabía que sería un gran padre, pero después de 6 años de matrimonio seguía sin serlo y con su esposa, tenía muy poca intimidad con ella y cuando lo hacían, era porque ella se lo exigía, no le era infiel, nunca lo había sido debía respetar a su mujer.
Gianna tenía razón no era normal lo que pasaba con Sabira, además que su aspecto no le gustaba, le parecía que bebía mucho, y eso que él estaba muy poco en casa, además que a veces la veía como pérdida en otra dimensión, frunció el ceño, cuando empezó a juntar muchas piezas, debía averiguar antes de decir o hacer.
Suspiró frustrado y cerró los ojos.
—Sólo quiero ser feliz, tener una familia y sentirme pleno — dijo en voz alta — ¿Tan difícil es?.
—No, no es difícil, sólo hay que tener paciencia — Milo se giró al escuchar la dulce voz de Rosa.
—Paciencia, eso se me acaba Rosita — dijo frustrado, no le daba vergüenza que ella lo hubiera escuchado, porque era como una segunda madre para él. — ya no sé si Sabira cambiará algún día
—Ay mi niño, perdón por lo que voy a decirle pero yo no creo que esa mujer sea para usted, siempre se lo he dicho, el amor es algo bueno, puro, cuando se está con la persona correcta, el tiempo se detiene, siempre hay respeto, hay emoción al ver a esa persona que amas, es querer ver feliz a esa persona sin importar nada más y Sabira no es para usted ni usted para ella.
—Pero es mi esposa y debo respetarla y tratar de reparar nuestro matrimonio — Rosa negó con la cabeza.
—Usted mi niño, es igual de terco que mi nieta, esa jovencita cree que estar enamorada es soportar humillaciones, maltratos, espero que ahora que empiece a trabajar, se haga independiente y vea lo capaz que es — Milo frunció el ceño al oír a Rosa hablar con tanto dolor y frustración.
—Tu nieta es maltratada — Rosa empezó a llorar en silencio y Milo la abrazó.
—Ella está acostumbrada a eso, su madre nunca la quiso, y su padre siempre la maltrató, hasta que ella quiso irse de casa, por lo que agarró a Tara su hermana menor por 3 años, se fueron a vivir conmigo, yo tenía tanto miedo de que algo malo les pasara que se volvieran inseguras, o tristes, pero por el contrario siempre fueron unas niñas muy alegres, ayudando a los demás hasta que Madi conoció al desgraciado con el que anda ahora, un tal Sander, hace poco llegó golpeada, nunca había pasado, dice que discutieron y no pensaba seguir más con él, pero hace dos días el maldito llegó a casa, a convencerla de que lo perdonara, no sé si está enamorada, o simplemente piensa que eso es lo que merece, solo espero que vea que es una gran mujer que merece todo lo mejor del mundo, al igual que usted mi niño, ahora, váyase a casa, yo dejo todo listo para mañana, quiero que descanse y mañana venga afeitado, y tranquilo — Milo miró con cariño a Rosa, le dio un beso en la cabeza y sonrió.
—Vas a ver como tu nieta es muy inteligente y lo deja, no se preocupe que me le puede hacer daño, mientras yo le prometo descansar y hacer todo de mí para arreglar mi situación y ser feliz.
—Eso espero mi niño, eso espero, ahora me voy a terminar mi trabajo y usted váyase a casa.
—Así será mi capitana — Rosa salió de ahí sonriendo, mientras que Milo empezó a recoger sus cosas, no pudo evitar pensar en la nieta de Rosa, esperaba que esa mujer reaccionara e hiciera lo correcto, porque ninguna mujer debía ser agredida de ninguna forma.
Él por su parte iría hablar con Sabira, debía hacer algo bueno por su vida, hasta que terminara odiando a su esposa.
Madison preparaba la cena para su abuela y su hermana, como era posible que habiendo tenido una madre tan ejemplar, su propia madre no la hubiera querido, su abuela había sufrido mucho por la actitud de su hija. Pero a estas alturas ya no le importaba nada, no sabía nada de su padre desde que huyó de casa, y desde muy pequeña había aprendido a vivir sin su madre, suspiró algo melancólica, no entendí porque nadie la quería, si era una joven buena, dulce, estudiosa, Tara también era muy estudiosa, una niña buena, a la que siempre había defendido de los maltratos de su padre, prefería mil veces que la lastimarla a ella con 7 años y no a su hermanita que tenía 4 en aquel entonces, pero al parecer nadie las quería excepto su abuela, ni su antiguo novio la quiso, el muy desgraciado le había pegado, y ella no pensaba aguantar eso a nadie. Sander Mills, era un hombre guapo, de cabello castaño, alto, y ojos claros, pero tenía unos cambios de humor muy drásticos y aunque nunca le había levant
Milo llegó a su gran casa, suspiró profundo, se bajó del auto y miró la gran fachada de su mansión, la miró con tristeza, tenía todo, dinero, salud, pero no tenía lo más importante amor y con quién compartirlo, porque aunque se había casado porque quería a su esposa, después de 6 años, nada era igual. Decidió entrar y así poder hablar con su esposa de una vez por todas, todo en la casa estaba en silencio, lo que era normalmente aburrido, pero siguió sus pasos hasta llegar a dónde tenía el bar, su esposa, siempre estaba ahí, y está vez no fue la excepción, estaba sentada en un sillón, con el celular en la mano, una botella de whisky en la mesita de al lado. y al lado un vaso ya vacío pero que se veía usado —puso lo ojos en blanco — definitivamente su esposa se había vuelto una alcohólica. —Deberías buscar algo más valioso en qué invertir tu tiempo —Sabira brincó del susto al oírlo, no se había dado cuenta que su esposo había llegado. —Lo tendría, si mi esposo pasara más tiempo en ca
Maddie sabía que no podía decepcionar a su abuela por lo que se levantó temprano preparó el desayuno para las tres, luego decidió darse un baño y preparase para su primer día de trabajo, no podía negar que estaba más que nerviosa pero en verdad quería hacerlo bien, buscó en toda esa ropa que su abuela había comprado y escogió un pantalón de vestir el cual traía una cinta en la cintura, una blusa color beige de seda de tirantes y al borde de sus senos era encaje, la cual uso con falsas por dentro, un saco negro y unos hermosos zapatos altos del mismo color de la blusa. Se maquilló y resaltó sus hermosos ojos azules, su cabello era muy lacio, pero quiso hacerse unas ondas para verse diferente, le gustaba lo que veía en el espejo, en especial no ver rastros de golpes en él. Bajo a desayunar y ya su hermana y su abuela estaban ahí, cuando la vieron llegar, su abuela no pudo evitar sentirse orgullosa de su hermosa nieta. —Te ves realmente hermosa, como deberías estar siempre. —Madison le
Madison no podía creer lo que estaba viendo, ese hombre era más que hermoso, su piel oscura estaba casi segura que contrataba con la de ella, su cabello era negro, casi igual que sus ojos, tenía unos labios gruesos y muy apatecibles. Ninguno podía dejar de verse a los ojos, era como si una gran y extraña conexión hubiera empezado a existir entre ellos. Milo por un momento miró hacia atrás ¿había bajado en el piso correcto? Estaba seguro de que sí, pero con sólo mirar a su alrededor sabía que era su piso, ¿estaba muerto? Sacudió su cabeza al ver por donde se estaban yendo sus pensamientos. Madison observó cómo él miraba todo confundido, por lo que armándose de valor se aclaró la garganta para llamar la atención del hombre cosa que consigo, con mucho nerviosismo sonrió y extendió su mano. —Hola, soy Madison O'Neill, un gusto conocerlo. Supongo que usted es el señor Milo Bianchi. — Milo la miró de pies a cabeza ¿Esa mujer tenía algún defecto? Aparte de hermosa su voz era increíblemen
Milo observaba a Rosa con preocupación. —¿Tan malo es? Además ¿cómo sabe que ella volverá con él? — Rosa suspiró.—Ayer cuando llegué ella estaba con él afuera de la casa, y hoy Sander fue a casa a desear que tuviera un buen primer día de trabajo — dijo poniendo los ojos en blanco. — No estoy diciendo que el hombre sea un demonio, pero a mi Madison no me engaña, estoy segura que él está en drogas, ella a querido ayudarle, aparte que tienen cierto tiempo juntos, se que ha sido su primer hombre y que ha sido muy importante para ella, pero también sé que no es para ella y que no está enamorada — Milo no sabía lo que crecía en su interior, eran sensaciones extrañas que nunca había sentido. —¿Cómo sabe todo eso? — Rosa sonrió. —¿Por qué? Porque soy vieja, porque conozco a mis nietas, supe el mismo día en que ella había estado con él, yo no debería estar hablando de todo esto contigo, pero de verdad le tengo confianza y no tengo con quien hablar. Además una mujer cuando está enamorada se
En cuanto los cuatro llegaron a la puerta de la oficina de Milo, se quedaron sorprendidos al ver el hermoso ramo de flores que Madi admiraba. —¿Y esas flores mi niña? — sonrojarse. Ginna y Eddy estaban desconcertados al ver la mirada de molestia de Rosa y de Milo, cosa que les pareció más extraña aún, en especial a Ginna. —Creo que seguiré trabajando. — dijo nerviosa al ver la mirada de todos en ella. —Madi yo iré con la señorita Ginna y el señor Eddy a una reunión, Milo se quedará en la oficina para que estés pendiente — Madi se sintió incómoda por la que su abuela le habló, no le gustaba que se enojara con ella, cada que Sander aparecía o tenía un bonito gesto con ella. No pudo evitar que sus ojos buscarán los de Milo, esos increíbles ojos casi negros la miraban serio, como molesto. —De acuerdo abuela. — dijo tímida.Luego de una hora, Madi seguía poniéndose al día en cómo se trabajaba en esa oficina, era algo cansado, pero para ser su primer día iba de maravilla. Miró hacia la
—Gracias — le dijo él, mientras seguía mientras la seguía abrazando. —No tiene porqué, ahora vaya a tomar su café, que no quiero que se enfríe, yo seguiré trabajando. — Milo se separó de ella para poder mirarla a los ojos. —Tienes un hermosa pureza por dentro Maddie, espero nunca la pierdas — ella simplemente asintió con su rostro sonrojado, luego salió de ahí. Milo la siguió con la mirada hacia tanto no se sentía así de bien.….Los días empezaron a pasar y Madison cada vez se acoplaba más al trabajo, era una mujer muy trabajadora, pero no sólo eso, también era muy leal, honrada, honesta, servicial y justa, Milo empezó a sonreír más, estar en el trabajo era su refugio desde siempre pero ahora lo sentía más, Rosa solo estaba hasta el mediodía, por lo por las tardes Madison lo acompañaba por las tardes a tomar un café mientras hablaban, Ginna lo había notado desde un principio y aunque a Eddy le costó más también lo notó y saber que Milo estaba interesado en alguien que no fuera la
—No quiero ir a ningún bar, Sander, ni a ningún lado, solo quiero ir a casa. — volvió a decir más molesta que antes, se sorprendió cuando lo vio ahí, ya le había dicho que no podían verse, en realidad tenía un mes diciéndole lo mismo. Pero en cuanto Sander empezó a reclamarle por no pasar tiempo con él. —No eso ya lo sé, me los dicho muchas veces últimamente, pero resulta que soy tu hombre, así que vas a venir conmigo — Sander la pegó a él y empezó a besar su cuello — me haces falta, te deseo — dijo antes de besarla con arrebato, Milo salió en ese instante y no pudo evitar quedarse sorprendido, lo que sintió nunca en su puta vida lo había sentido, quería matar a ese hombre, pensaba en dar la vuelta y largarse de ese lugar cuando vio que Madison empujó al hombre. —Basta Sander, no me gustan las cosas así, y no voy a ir contigo a ningún lado. — iba a dar media vuelta e irse cuando él la agarró con fuerza y la zarandeó. —Te vienes conmigo — cuando ella iba a empezar a protestar, sinti