Maddie sabía que no podía decepcionar a su abuela por lo que se levantó temprano preparó el desayuno para las tres, luego decidió darse un baño y preparase para su primer día de trabajo, no podía negar que estaba más que nerviosa pero en verdad quería hacerlo bien, buscó en toda esa ropa que su abuela había comprado y escogió un pantalón de vestir el cual traía una cinta en la cintura, una blusa color beige de seda de tirantes y al borde de sus senos era encaje, la cual uso con falsas por dentro, un saco negro y unos hermosos zapatos altos del mismo color de la blusa. Se maquilló y resaltó sus hermosos ojos azules, su cabello era muy lacio, pero quiso hacerse unas ondas para verse diferente, le gustaba lo que veía en el espejo, en especial no ver rastros de golpes en él.
Bajo a desayunar y ya su hermana y su abuela estaban ahí, cuando la vieron llegar, su abuela no pudo evitar sentirse orgullosa de su hermosa nieta.
—Te ves realmente hermosa, como deberías estar siempre. —Madison le sonrió a su abuela y se sentó a desayunar, en cuanto hubo terminado subió a su habitación de lavó los dientes, se pintó los labios, tomó su maletín y un bolso a juego con los zapatos y bajó, aún faltaban quince minutos para las ocho según su reloj de mano.
—Abu, estoy lista, debemos irnos. Estás muy lenta. — dijo sonriendo solo para molestar a su abuela. Justo en ese momento el timbre sonó y ella fue a abrir, ya que su hermana ya se había ido a estudiar, su sorpresa fue inmensa al ver a Sander ahí con una gran sonrisa.
—Hola, ¿Qué haces aquí? — dijo realmente sorprendida. Él le sonrió.
—Sólo vine a desearte mucha suerte cariño. Estás bellísima —Maddie sonrió sincera y lo abrazó.
—Gracias — justo cuando pensaba decir algo más salió su abuelo.
—Vamos Maddison se nos hace tarde. — pasó al lado del joven y no lo alzó a ver. Maddi observó nerviosa a Sander.
—Ve tranquila, y que seas la mejor en tu trabajo. — Sander le dio un pequeño beso en los labios. — en la noche paso a verte.
— De acuerdo, nos vemos — Maddi entró corriendo a su casa tomó sus cosas y salió directo al auto de su abuela, hoy iba a conducir ella. Por lo que en cuanto subió su abuela la miraba sería. — ¿quieres no ser tan grosera abuela?
—Él no me agrada — dijo aún mirando a su hermosa nieta.
—Lo sé, solo no quiero que cada vez que me veas con él me veas así de seria, molesta. —su abuela suspiró.
—Te amo Maddie, es sólo que ese hombre te está mintiendo y volverá hacer peor de lo que fue.
—Puede que no. —Rosa torció los labios.
—Eso espero cariño, de verdad que solo deseo lo mejor para ti. Ahora, andando que quiero llegar antes de que llegue mi niño — Maddie no pudo evitar poner los ojos en blanco, pero de inmediato arrancó para dirigirse a su primer día de trabajo.
Por otro lado Milo estaba enojado dando vueltas en la habitación.
—Sabira — dijo en tono de advertencia.
—Ya te dije mil veces que no pienso ir a ningún lado, ¿Porque no respetas mi decisión? — él no era tonto sabía que ella algo le ocultaba, y si era lo que pensaba juraba por Dios que se iba a divorciar y hacerla pagar. Miró la hora en su reloj y notó que ya era tarde, debía estar llegando a su oficina.
—Perfecto, no vayas, voy a respetar tú decisión, ahora mismo hablo con mis abogados, necesito que me preparen los papeles del divorcio. — Sabira se levantó de inmediato de la cama y con ojos llorosos se acercó a él.
—Ya no me amas ¿cierto? Es por eso que estás buscando cualquier pretexto para poder deshacerte de mí — su dolor sonó tan sincero que Milo dio un paso atrás, deseaba el divorcio, sí, pero no por lo que ella pensaba, sólo quería ser feliz, tener una familia, ¿Es que no lo podía entender? Dio otro paso atrás sin saber qué hacer con su vida.
—Bien, no voy a insistir con el tema Sabira — Milo vio como ella soltaba el aire que al parecer estaba reteniendo. — Pero sólo si dejas de beber tanto y de drogarte — ella abrió los ojos tanto que parecía que se iban a salir, ella empezó a negar — Y no se te ocurra negarlo, porque ahí si te llevo a rastras dónde un doctor a que te hagan miles de exámenes. De verdad quiero que mi matrimonio funcione y quiero una m*****a familia y te juro que es la última oportunidad que te doy, ya hablé con tu familia. No voy a quedar como el malo cuando no lo soy.
—No puedes hablarme en serio. — dijo sorprendida, aunque le gana más el miedo de que Milo cumpliera la promesa de divorciarse de ella.
—Muy en serio, tienes todo el maldito día para que pienses lo que quieres hacer, ahora debo irme a trabajar. — agarró sus cosas y salió de ahí, en cuanto subió a su auto no pudo evitar limpiar esas malditas lágrimas que salían de sus ojos, no podía controlarlas cuando tenía tanto dolor en su interior, cuando sentía que ya no podía más.
Su madre había hecho un hombre amoroso, cariñoso, que pensara siempre en una familia, su padre había hecho un hombre increíble en los negocios, y ambos le habían inculcado a luchar por sus sueños, por aquello que tanto anhelaba, y de todo lo que era odiaba ser tan sensible, odiaba llorar, menos cuando debía ser fuerte, cuando debía demostrar fortaleza. Respiró profundo mientras limpiaba su rostro y decidió irse a trabajar, realmente iba una hora tarde y odiaba llegar tarde.
En todo el camino iba pensando en Sabira, en cómo esa mujer lo había envuelto tan estúpidamente, esperaba que con lo que le haya dicho la hiciera reaccionar.
En cuanto llegó a la empresa saludó con mucho cariño a sus empleados, como lo hacía todos los días, al llegar al último piso como siempre hacía se fue en busca de su amada secretaria.
—Rosita de mi vida, dime que me tienes café — había notado a alguien casi debajo del escritorio, pero nunca imaginó ver como una hermosa rubia saliera detrás de él, pero lo más impactante no fue su belleza, no, lo más impactante eran sus ojos, esos que eran un celeste precioso, no parecían ser reales, algo muy dentro de él despertó y su corazón empezó a latir muy deprisa.
Madison no podía creer lo que estaba viendo, ese hombre era más que hermoso, su piel oscura estaba casi segura que contrataba con la de ella, su cabello era negro, casi igual que sus ojos, tenía unos labios gruesos y muy apatecibles. Ninguno podía dejar de verse a los ojos, era como si una gran y extraña conexión hubiera empezado a existir entre ellos. Milo por un momento miró hacia atrás ¿había bajado en el piso correcto? Estaba seguro de que sí, pero con sólo mirar a su alrededor sabía que era su piso, ¿estaba muerto? Sacudió su cabeza al ver por donde se estaban yendo sus pensamientos. Madison observó cómo él miraba todo confundido, por lo que armándose de valor se aclaró la garganta para llamar la atención del hombre cosa que consigo, con mucho nerviosismo sonrió y extendió su mano. —Hola, soy Madison O'Neill, un gusto conocerlo. Supongo que usted es el señor Milo Bianchi. — Milo la miró de pies a cabeza ¿Esa mujer tenía algún defecto? Aparte de hermosa su voz era increíblemen
Milo observaba a Rosa con preocupación. —¿Tan malo es? Además ¿cómo sabe que ella volverá con él? — Rosa suspiró.—Ayer cuando llegué ella estaba con él afuera de la casa, y hoy Sander fue a casa a desear que tuviera un buen primer día de trabajo — dijo poniendo los ojos en blanco. — No estoy diciendo que el hombre sea un demonio, pero a mi Madison no me engaña, estoy segura que él está en drogas, ella a querido ayudarle, aparte que tienen cierto tiempo juntos, se que ha sido su primer hombre y que ha sido muy importante para ella, pero también sé que no es para ella y que no está enamorada — Milo no sabía lo que crecía en su interior, eran sensaciones extrañas que nunca había sentido. —¿Cómo sabe todo eso? — Rosa sonrió. —¿Por qué? Porque soy vieja, porque conozco a mis nietas, supe el mismo día en que ella había estado con él, yo no debería estar hablando de todo esto contigo, pero de verdad le tengo confianza y no tengo con quien hablar. Además una mujer cuando está enamorada se
En cuanto los cuatro llegaron a la puerta de la oficina de Milo, se quedaron sorprendidos al ver el hermoso ramo de flores que Madi admiraba. —¿Y esas flores mi niña? — sonrojarse. Ginna y Eddy estaban desconcertados al ver la mirada de molestia de Rosa y de Milo, cosa que les pareció más extraña aún, en especial a Ginna. —Creo que seguiré trabajando. — dijo nerviosa al ver la mirada de todos en ella. —Madi yo iré con la señorita Ginna y el señor Eddy a una reunión, Milo se quedará en la oficina para que estés pendiente — Madi se sintió incómoda por la que su abuela le habló, no le gustaba que se enojara con ella, cada que Sander aparecía o tenía un bonito gesto con ella. No pudo evitar que sus ojos buscarán los de Milo, esos increíbles ojos casi negros la miraban serio, como molesto. —De acuerdo abuela. — dijo tímida.Luego de una hora, Madi seguía poniéndose al día en cómo se trabajaba en esa oficina, era algo cansado, pero para ser su primer día iba de maravilla. Miró hacia la
—Gracias — le dijo él, mientras seguía mientras la seguía abrazando. —No tiene porqué, ahora vaya a tomar su café, que no quiero que se enfríe, yo seguiré trabajando. — Milo se separó de ella para poder mirarla a los ojos. —Tienes un hermosa pureza por dentro Maddie, espero nunca la pierdas — ella simplemente asintió con su rostro sonrojado, luego salió de ahí. Milo la siguió con la mirada hacia tanto no se sentía así de bien.….Los días empezaron a pasar y Madison cada vez se acoplaba más al trabajo, era una mujer muy trabajadora, pero no sólo eso, también era muy leal, honrada, honesta, servicial y justa, Milo empezó a sonreír más, estar en el trabajo era su refugio desde siempre pero ahora lo sentía más, Rosa solo estaba hasta el mediodía, por lo por las tardes Madison lo acompañaba por las tardes a tomar un café mientras hablaban, Ginna lo había notado desde un principio y aunque a Eddy le costó más también lo notó y saber que Milo estaba interesado en alguien que no fuera la
—No quiero ir a ningún bar, Sander, ni a ningún lado, solo quiero ir a casa. — volvió a decir más molesta que antes, se sorprendió cuando lo vio ahí, ya le había dicho que no podían verse, en realidad tenía un mes diciéndole lo mismo. Pero en cuanto Sander empezó a reclamarle por no pasar tiempo con él. —No eso ya lo sé, me los dicho muchas veces últimamente, pero resulta que soy tu hombre, así que vas a venir conmigo — Sander la pegó a él y empezó a besar su cuello — me haces falta, te deseo — dijo antes de besarla con arrebato, Milo salió en ese instante y no pudo evitar quedarse sorprendido, lo que sintió nunca en su puta vida lo había sentido, quería matar a ese hombre, pensaba en dar la vuelta y largarse de ese lugar cuando vio que Madison empujó al hombre. —Basta Sander, no me gustan las cosas así, y no voy a ir contigo a ningún lado. — iba a dar media vuelta e irse cuando él la agarró con fuerza y la zarandeó. —Te vienes conmigo — cuando ella iba a empezar a protestar, sinti
Madison no pudo evitar ponerse nerviosa, al oírlo, pero de igual forma su corazón empezó a latir muy feliz de lo que acababa de escuchar. —Gracias — le contestó tímidamente. Milo cómo hacía cuando estaba con ella, actuó impulsivamente y besó su cabeza. — Ven, voy a prepararte algo de cenar, mientras llamas a Rosa y le dices que llegarás más tarde. — ella como una mansa paloma lo siguió, sin dejar de mirar el lugar y Milo lo notó — luego de cenar te llevaré a un tour por el lugar, Madison solamente asintió. Ya en la cocina él empezó a buscar que le cocinaba, hacía mucho tiempo que no cocinaba para alguien, y menos para alguien que le estaba robando el corazón. Madison llamó a su abuela.—¿A qué horas llegas mi niña? Te estamos esperando para cenar — fue lo primero que contestó la anciana al otro lado. —Abu, te llamaba para decirte que acabo de salir del trabajo, pero que no iré a cenar con ustedes, para que no me esperen. —¿Por qué no vendrás Madison? — el tono de voz de su abuela
Maddie se quedó en shock, no podía creer lo que estaba pasando, ¿acaso estaba soñando? No lo sabía, pero lo que sí sabía era que debía de aprovechar la oportunidad, porque tal vez nunca volvería a pasar, por lo que correspondió al beso con fuerza, con ese que sabía que sentía por él. Ninguno de los dos podía describir lo que en ese momento estaban sintiendo. Milo nunca en su vida había sentido unos labios tan suaves y un sabor tan exquisito, no quería ni imaginarse cómo sería probar otras partes de ella, sus otros labios, imaginarselo lo excito demasiado, y con un gruñido de animal, se alejó de ella. La observó jadeante y aún con los ojos cerrados, era una maldita tentación, Milo retrocedió unos pasos, aún respiraba con dificultad, Madison al sentir que él se alejaba, abrió los ojos. Ella no pudo evitar sentirse mal, y él lo notó por lo que respiró profundo y volvió a acercarse. —Lo lamento, no debí hacer eso, no lo mereces Maddie, eres única y especial, y yo soy un hombre atado. —
Milo iba conduciendo hasta su casa, no podía sacarse a Madison de la cabeza. Ella con su dulzura y pureza lo estaba volviendo loco, nunca había sentido celos de Sabira y ahora sentía que podía matar a cualquiera que la viera, verla besarse con Sander lo había enfurecido, igual que cuando Eddy la tenía abrazada ¿pero qué podía hacer él? ¿Agarrarla y encerrarla? ¿Y de paso encerrarse con ella? A él no le molestaría, de hecho usaría su imaginación para poder hacer entretenido su encierro. Aún podía sentir en sus labios los de ella, la forma en que le devolvió el beso, ¡Mierda! Estaba excitado, muy, muy excitado, pero estaba tan harto de sentirse sucio, ¿por qué si estaba con su esposa? En realidad no estaba haciendo nada malo. En cuanto llegó a su casa de inmediato se arrepintió, sabía que iba a hacer una noche larga, se bajó del auto molesto y siguió directo hasta de dónde provenía la música, apenas puso un pie dentro, la rabia aumentó, no sólo se podía sentir el olor a cigarrillo y a