Maddie se quedó en shock, no podía creer lo que estaba pasando, ¿acaso estaba soñando? No lo sabía, pero lo que sí sabía era que debía de aprovechar la oportunidad, porque tal vez nunca volvería a pasar, por lo que correspondió al beso con fuerza, con ese que sabía que sentía por él. Ninguno de los dos podía describir lo que en ese momento estaban sintiendo. Milo nunca en su vida había sentido unos labios tan suaves y un sabor tan exquisito, no quería ni imaginarse cómo sería probar otras partes de ella, sus otros labios, imaginarselo lo excito demasiado, y con un gruñido de animal, se alejó de ella. La observó jadeante y aún con los ojos cerrados, era una maldita tentación, Milo retrocedió unos pasos, aún respiraba con dificultad, Madison al sentir que él se alejaba, abrió los ojos. Ella no pudo evitar sentirse mal, y él lo notó por lo que respiró profundo y volvió a acercarse. —Lo lamento, no debí hacer eso, no lo mereces Maddie, eres única y especial, y yo soy un hombre atado. —
Milo iba conduciendo hasta su casa, no podía sacarse a Madison de la cabeza. Ella con su dulzura y pureza lo estaba volviendo loco, nunca había sentido celos de Sabira y ahora sentía que podía matar a cualquiera que la viera, verla besarse con Sander lo había enfurecido, igual que cuando Eddy la tenía abrazada ¿pero qué podía hacer él? ¿Agarrarla y encerrarla? ¿Y de paso encerrarse con ella? A él no le molestaría, de hecho usaría su imaginación para poder hacer entretenido su encierro. Aún podía sentir en sus labios los de ella, la forma en que le devolvió el beso, ¡Mierda! Estaba excitado, muy, muy excitado, pero estaba tan harto de sentirse sucio, ¿por qué si estaba con su esposa? En realidad no estaba haciendo nada malo. En cuanto llegó a su casa de inmediato se arrepintió, sabía que iba a hacer una noche larga, se bajó del auto molesto y siguió directo hasta de dónde provenía la música, apenas puso un pie dentro, la rabia aumentó, no sólo se podía sentir el olor a cigarrillo y a
Antes de salir de la casa, su ama de llaves lo detuvo. —¿Qué pasa? — preguntó él con cariño y poniendo sus maletas en el suelo. —¿Puedo irme usted? Sabe que yo no me llevo con la señora y al no estar usted, seguro me despedirán como a querido hacerlo desde hace tiempo. — Milo le sonrió. —Por supuesto, ve por tus cosas — en ese momento bajaba el padre de Sabira — te espero aquí. —Milo, quiero disculparme, se que eres un gran hombre, espero que esto haga a Sabira abrir los ojos y ver el hombre que está perdiendo. — Milo se llevó las manos a los bolsillos mirando al hombre que había sido un gran suegro y era un gran hombre. —El problema no es que ella abra los ojos y vea lo que perdió, el problema es que el que haya matado a mis hijos no se lo voy a perdonar nunca — el hombre también se sentía dolido por ese acto tan horrible que había tenido su hija. — Sí ella me hubiera dicho desde un principio que no quería hijos no me hubiera casado, pero igual si lo hubiera hecho lo haría consc
Maddie estuvo toda la mañana muy ocupada, estuvo de un lado a otro, su abuela ya no iba a trabajar, así que ahora sí era la mano derecha del presidente de la compañía. Había tenido una reunión muy importante de la cuál había salido exitosa, Ginna y Eddy eran grandiosos trabajando juntos, de hecho ella podía llevarle el ritmo a ambos, amaba su trabajo y siempre se había propuesto ser mejor cada día. Al medio día, llegó una mujer increíblemente hermosa, su cabello pelirrojo natural resaltaba sus hermosos ojos verdes y un cuerpo que cualquier mujer envidiaría, pero no le gustó la mirada de esta y ver como la ignoraba mientras seguía directo a la oficina de su jefe. —Disculpe señorita no puede pasar — dijo deteniéndola antes de que entrara —¿Sabes acaso quién soy? — preguntó la mujer toda prepotente y con ganas de matarla, la mirada que ella le dio, causó miedo en Madison — No, la verdad no creo que sepas quién soy, así que voy a presentarme, soy Sabira de Bianchi, esposa de Milo Bian
La semana había pasado muy rápido, Milo estuvo buscando una casa que sintiera suya, no iba a negar que le gustaban las casas grandes y hermosas, pero no tan exagerada como en la que vivía, la había amueblado a su gusto, en realidad todo estaba a su gusto y lo mejor se sentía un lugar cálido, hogareño. Había extrañado demasiado a Maddie, había hablado con ella solo en dos ocasiones, porque al parecer sus amigos se iban a encargar de todo, pero en esas dos ocasiones todo era exclusivamente de trabajo, no había podido hablar nada de aquel beso, de eso tan bonito que había nacido en él. Su celular sonó y lo sacó de su bolsillo. —Ginna — dijo en cuanto contestó y al ver que era su amiga. —¿Cómo van las vacaciones con la loca? — Milo frunció el ceño al oírla. —¿Qué? — dijo sin entender nada, Ginna no pudo evitar poner los ojos en blanco. —Que se que pediste esta semana para irte de vacaciones con Sabira, la muy perra vino el viernes histérica, trató mal a Maddie y me advirtió en que no
—¿Y este lugar? — preguntó Rosa al ver la mansión tan linda. —Mi nuevo hogar — le dijo Milo con una sonrisa. Rosa abrió los ojos de par en par. —¿Y qué hago yo aquí? Si la bruja de Sabira me ve me va a echar a patadas, y hoy no quiero empañar mi felicidad. — Milo abrazó a la anciana. —Sabira no te va a echar, primero porque es mi casa no de ella y segundo porque yo vivo solo aquí — Rosa lo miró sorprendida. —¿Qué has dicho? — no quería hacerse ilusiones. —Ven, quiero que te sientes — Milo la había llevado al hermoso jardín trasero, con vista a la piscina y un pequeño bosque. —Hace casi una semana me separé de Sabira. —Ay gracias al cielo — dijo la anciana interrumpiendolo cosa que lo hizo reír. — Perdón mi niño, pero la verdad lo he deseado siempre. Eso es lo mejor que has hecho en 6 años. — Milo suspiró. —Rosa, me he dado cuenta de que casarme con Sabira ha sido un gran error, ¿Sabes de lo que me entere? — Rosa negó con la cabeza. — Que nunca a querido tener hijos, que nunca a
—¿Sé puedes saber dónde estabas? — preguntó Maddie enojada, su abuela había llegado media hora tarde y no había contestado las llamadas, solo le había contestado por mensaje y fue con un "Llegaré tarde" solo eso, nada más. —Andaba viendo a mi novio, ¿algún problema Madison? — La joven abrió sus ojos sorprendida y dio un paso atrás, ¿Qué diablos le había dicho? — cómo veo que te han comido la lengua el ratón iré a que me pongan más bella de lo que ya soy, así que apúrate, en una hora tenemos que estar en la empresa. — Rosa siguió su camino con una hermosa sonrisa al ver la cara de asombro de su nieta mayor, Tara no iba a poder estar, en su trabajo no le habían dado permiso. Ambas mujeres se encontraban listas cuando una limosina llegó por ellas. —¿De dónde salió eso? — Maddie estaba más que sorprendida, caminaba muy contenta hacia el lujoso auto —Él Joven Milo la envío para nosotras, como no va a poder asistir — Madison inmediatamente se detuvo. —¿Él no va a ir? — dijo entre triste
—Pero… ¿Pero qué haces aquí? — dijo asombrada, Milo la miró sonriente y le tendió la mano, ella la miró y luego volvió a mirar los hermosos ojos casi negros, para luego tomar la mano de Milo, él con algo de fuerza la jaló hasta pegarla a él. —Vine a decirte que te extrañé — y antes de que Maddie pudiera responder la besó, ella estaba más que sorprendida pero por unos minutos olvidó todo, y siguió ese beso, porque lo necesitaba, porque ella también lo había extrañado, y mucho.Milo no había pensado en hacer las cosas así, pero en cuanto la vio tan sensual no pudo evitar besarla. Sus manos recorrieron la espalda descubierta de ella. Maddie sintió un calor recorrerla por entera, pero aunque sentía ganas de llevar ese calor más allá se separó de él. —¿Qué haces? No debemos, usted está casado, ¿No era que estaba en su segunda luna de miel? — Milo sonrió y la besó en la cabeza. —Ven, vamos a hablar Madison O'Neill. — Él la llevó y la sentó junto a él, luego miró a la auxiliar de vuelo y