La semana había pasado muy rápido, Milo estuvo buscando una casa que sintiera suya, no iba a negar que le gustaban las casas grandes y hermosas, pero no tan exagerada como en la que vivía, la había amueblado a su gusto, en realidad todo estaba a su gusto y lo mejor se sentía un lugar cálido, hogareño. Había extrañado demasiado a Maddie, había hablado con ella solo en dos ocasiones, porque al parecer sus amigos se iban a encargar de todo, pero en esas dos ocasiones todo era exclusivamente de trabajo, no había podido hablar nada de aquel beso, de eso tan bonito que había nacido en él. Su celular sonó y lo sacó de su bolsillo. —Ginna — dijo en cuanto contestó y al ver que era su amiga. —¿Cómo van las vacaciones con la loca? — Milo frunció el ceño al oírla. —¿Qué? — dijo sin entender nada, Ginna no pudo evitar poner los ojos en blanco. —Que se que pediste esta semana para irte de vacaciones con Sabira, la muy perra vino el viernes histérica, trató mal a Maddie y me advirtió en que no
—¿Y este lugar? — preguntó Rosa al ver la mansión tan linda. —Mi nuevo hogar — le dijo Milo con una sonrisa. Rosa abrió los ojos de par en par. —¿Y qué hago yo aquí? Si la bruja de Sabira me ve me va a echar a patadas, y hoy no quiero empañar mi felicidad. — Milo abrazó a la anciana. —Sabira no te va a echar, primero porque es mi casa no de ella y segundo porque yo vivo solo aquí — Rosa lo miró sorprendida. —¿Qué has dicho? — no quería hacerse ilusiones. —Ven, quiero que te sientes — Milo la había llevado al hermoso jardín trasero, con vista a la piscina y un pequeño bosque. —Hace casi una semana me separé de Sabira. —Ay gracias al cielo — dijo la anciana interrumpiendolo cosa que lo hizo reír. — Perdón mi niño, pero la verdad lo he deseado siempre. Eso es lo mejor que has hecho en 6 años. — Milo suspiró. —Rosa, me he dado cuenta de que casarme con Sabira ha sido un gran error, ¿Sabes de lo que me entere? — Rosa negó con la cabeza. — Que nunca a querido tener hijos, que nunca a
—¿Sé puedes saber dónde estabas? — preguntó Maddie enojada, su abuela había llegado media hora tarde y no había contestado las llamadas, solo le había contestado por mensaje y fue con un "Llegaré tarde" solo eso, nada más. —Andaba viendo a mi novio, ¿algún problema Madison? — La joven abrió sus ojos sorprendida y dio un paso atrás, ¿Qué diablos le había dicho? — cómo veo que te han comido la lengua el ratón iré a que me pongan más bella de lo que ya soy, así que apúrate, en una hora tenemos que estar en la empresa. — Rosa siguió su camino con una hermosa sonrisa al ver la cara de asombro de su nieta mayor, Tara no iba a poder estar, en su trabajo no le habían dado permiso. Ambas mujeres se encontraban listas cuando una limosina llegó por ellas. —¿De dónde salió eso? — Maddie estaba más que sorprendida, caminaba muy contenta hacia el lujoso auto —Él Joven Milo la envío para nosotras, como no va a poder asistir — Madison inmediatamente se detuvo. —¿Él no va a ir? — dijo entre triste
—Pero… ¿Pero qué haces aquí? — dijo asombrada, Milo la miró sonriente y le tendió la mano, ella la miró y luego volvió a mirar los hermosos ojos casi negros, para luego tomar la mano de Milo, él con algo de fuerza la jaló hasta pegarla a él. —Vine a decirte que te extrañé — y antes de que Maddie pudiera responder la besó, ella estaba más que sorprendida pero por unos minutos olvidó todo, y siguió ese beso, porque lo necesitaba, porque ella también lo había extrañado, y mucho.Milo no había pensado en hacer las cosas así, pero en cuanto la vio tan sensual no pudo evitar besarla. Sus manos recorrieron la espalda descubierta de ella. Maddie sintió un calor recorrerla por entera, pero aunque sentía ganas de llevar ese calor más allá se separó de él. —¿Qué haces? No debemos, usted está casado, ¿No era que estaba en su segunda luna de miel? — Milo sonrió y la besó en la cabeza. —Ven, vamos a hablar Madison O'Neill. — Él la llevó y la sentó junto a él, luego miró a la auxiliar de vuelo y
Madison lo miraba a los ojos sin quitar su mirada en ningún momento, ella sabía que lo que sentía por Milo era aún mucho más grande e intenso que lo que alguna vez sintió por Sander.—Quiero ir poco a poco, no sé si andar con usted antes de dejar a Sander sea correcto y mucho menos si usted aún sigue casado. — Milo se acercó y volvió a besarla, Maddie aceptaba sus besos, no lo rechazaba y eso lo motivaba aún más. —¿Sientes esto? — Milo le hablaba en un susurro — Tú y yo sentimos lo mismo, aunque queramos no vamos a poder estar alejados, por favor Middie, intentémoslo, al menos yo ya estoy separado de ella, Madison, no dejes escapar esto que sentimos. — Milo no quería darse por vencido, esa mujer le encantaba, sabía que estaba enamorado de ella, si lo que sentía era muy fuerte y nunca lo había sentido era porque era realmente amor. Madison suspiró en los labios de él, no podía negar que de verdad quería estar con él, por lo que en un acto de valentía llevó sus manos al cuello de él y
—La cena estuvo deliciosa — dijo Maddie entrando a la habitación, aún estaba sorprendida del lugar tan grande y hermoso, incluso la vista era preciosa. —Sí, pero lo mejor fue la compañía — dijo Milo abrazándola desde atrás — ¿Quieres ir a la terraza? — Maddie se giró sin salir de los brazos de Milo y también lo abrazó por el cuello. Ambos se miraban a los ojos, Maddie estaba tan enamorada de ese hombre, por lo que sin pensarlo lo besó, fue un beso dulce, que le hizo a Milo latir aún más su corazón. — ¿Eso es un sí? — preguntó aún con los ojos cerrados. —Sí — Maddie lo tomó de la mano y juntos salieron a la terraza, Milo como había hecho en toda la noche, la sentó en sus regazos. —¿Qué tal si nos conocemos aún más? — Maddie sonrió y asintió, realmente quería conocer absolutamente todo él. —¿Has viajado antes? — Maddie se mordió los labios. Y volvió a asentir. — ¿Qué pasa? —Es que no sé si quiera hablar de Sander — Milo alzó las cejas con sorpresa, pero inmediatamente comprendió qu
La semana había pasado muy rápido, Milo estaba sorprendido por lo bien que se desenvolvió Madison en el trabajo, hacían un gran equipo, mientras ella fue por unos documentos, él se quedó hablando con el gerente del lugar. —Señor Bianchi, ahora que lo recuerdo, podría decirle a su esposa que puede venir por lo que solicitó — Milo se detuvo de inmediato al escuchar al hombre. —¿De qué está hablando? ¿Sabira está aquí en España? — El hombre abrió los ojos como platos al oír a su jefe. —Sí señor, pensé que usted sabía que habían venido juntos, ella había venido unos días antes que usted. —Pues no, ni vine con ella, ni sabía que ella estaba aquí. ¿Qué fue lo que ella pidió? — el hombre movía sus manos nervioso, pensando que había metido la pata y podrían despedirlo. —Ella pidió una cantidad grande de Nembutal, Z bar, opioides, Anfetaminas… — Milo levantó su mano para callarlo, definitivamente él era un estúpido recordó todas las veces que su mujer había ido a la empresa pero nunca iba
Maddie caminaba por la ciudad de Madrid y aún no entendía ¿cómo había sido tan estúpida? Sander tenía diez años de estar con esa mujer, ¿entonces porque estaba con ella? Sonrió amargamente, ella que no quería empezar nada con Milo por no engañar a Sander, por tratar de hacer lo correcto, incluso el siguiente paso no lo había dado por miedo a sentirse la peor mujer del mundo. ¿Cómo era posible que Sabira teniendo un hombre como Milo lo engañara? Él no merecía algo así, realmente era un hombre bueno, dulce, leal, fiel, cariñoso, amoroso y sabía que era muy apasionado, características de esos hombres que ya no existen. Le dolía que saber que Sander siempre la había engañado, cuando ella no hizo más que ayudarlo y quererlo, pero darse cuenta de lo que era realmente le quitaba un peso de encima, porque realmente se había enamorado de Milo, está semana para ella había sido mágica, dormir junto a él, sentir sus fuertes brazos protegiéndola toda la noche era algo increíble, hablaban durante