¡Hola, mis queridas lectoras mafiosas!
Así concluimos este emocionante viaje con la serie “Pequeñas Alianzas”. Sé que hay muchas emociones encontradas con la muerte de Natalia, pero quiero que entiendan que cada historia tiene su propio camino y desde el principio así estaba planeado.
Muchísimas gracias por acompañarme en esta aventura con mis queridos personajes mafiosos.
Aprovecho para aclarar la duda de Adriana: Enzo es quien le da la información de Rocco a André y es amigo tanto de él como de Santino. He explique un poco sobre él, y además, ¡su historia será la siguiente!
Pronto podrán disfrutar de “Esposa Rusa: Cautiva del Tío Mafioso de mi Ex”. Así que estén atentas y espero que me acompañen a conocer a Enzo y Svetlana. Y no se preocupen, Marco también tendrá su historia.
Un beso enorme, y las amo.
PRÓLOGOPRISIÓN DE MÁXIMA SEGURIDADEl sótano oscuro y húmedo de la prisión vibraba con la energía de una brutal competencia. Los gritos de los reos resonaban en la jaula de peleas clandestina, donde el sudor y la sangre se mezclaban en el aire cargado de violencia. Luces parpadeantes apenas iluminaban las caras distorsionadas por la excitación de los espectadores.En el centro de la jaula, el reo 201 se erguía como una sombra de muerte, un hombre de cabello rubio y ojos grises que destellaban como cuchillas. La furia hervía en su interior, una fuerza imparable que lo impulsaba a moverse con la precisión letal de un depredador. Cuando su oponente lanzó el primer golpe, 201 lo esquivó con agilidad felina y contraatacó sin piedad. Su puño se hundió en el estómago del otro hombre, arrancándole un grito de dolor mientras se doblaba en dos.―¡Vamos, 201! ¡Acaba con él! ―rugió un reo, sus palabras alimentando la furia en el pecho de Artem Vasiliev.Los demás prisioneros aullaron en aprobaci
CAPÍTULO 1: UNA PROPUESTAArtem observó a Vittorio Moretti con una mezcla de desdén y cautela. Los Moretti eran una de las familias más poderosas de Italia, su influencia extendiéndose desde Sicilia hasta Nueva York. Sin embargo, la sola idea de tratar con un italiano le revolvía el estómago. Sus pensamientos lo llevaron inevitablemente a Santino D' Luca, y la desconfianza en sus ojos se profundizó.—Supongamos que estoy de humor para escuchar tu propuesta, Vittorio. Así que date prisa. Me estoy aburriendo.Artem no se molestó en sentarse. En lugar de eso, giró para fijar su mirada en un antiguo retrato, su mente alejada de la presencia del anciano. Pero Vittorio, apoyándose en su bastón, se puso de pie con esfuerzo, con el rostro marcado por el paso de los años y la culpa que lo corroía por dentro.—Me estoy muriendo, Artem... —empezó, pero la risa seca de Artem lo interrumpió.—¿Y qué tiene eso que ver conmigo? —preguntó con una frialdad que cortaba—. ¿Quieres que te diga que lo sie
CAPÍTULO 2: UNA VISITA INESPERADA.En la mansión Antonov, el ambiente era festivo y alegre. El jardín estaba decorado con globos de color rosa y mesas adornadas con flores. La familia y los amigos se reunían para celebrar el bautizo de Milenka, la hija de Alexei y Tatiana. La música suave llenaba el aire mientras los invitados charlaban y reían.―No puedo esperar a ver cómo te las arreglas con la fila de pretendientes que tendrá Milenka cuando crezca ―dijo Santino, dándole una palmada en la espalda―. Con esos ojos y esa sonrisa, seguro que va a romper más de un corazón.Alexei, con su hija en brazos, miró a su amigo. Su expresión era fría y calculada, pero había un destello de diversión en sus ojos.―Te aseguro que cualquier chico que se acerque a mi hija tendrá que pasar primero por mi pistola ―respondió, con voz calmada pero amenazante. Y créeme, no es conocida por ser particularmente amable con los que tratan de quitarme lo que es mío.Santino soltó una carcajada, sin dejarse intim
CAPITULO 3: ELLA ES UNA MONJA.—¿O sea, que estás heredando una organización? —preguntó Alexei, aún procesando la situación.—Sí y no. Verás, ¿recuerdas a Vittorio Moretti? —respondió Artem.Alexei asintió.—Lo recuerdo, está metido en el negocio de armas y casinos.—Bueno, acaba de morir —dijo Artem con calma.Esa fue la segunda vez que Alexei se atragantó. Y Artem continuó, sin inmutarse.—Y dejó todo a nombre de su hija, su única hija.—¿Vittorio tuvo una hija?—Sí. Por lo que investigué, debe tener unos 20 años. Según Vittorio, la llevó a un convento a los 17. Tenía que casarse con Víctor Rossi, pero, tras romper el compromiso, la escondió allí.Alexei no dijo nada y procesó la información. Sus ojos se estrecharon de repente.―¿Estamos hablando del Víctor Rossi de la costa sur?―¿Sabes quién es?―No lo conozco, pero dicen que prefiere a chicas de 18. Y según los rumores, ninguna ha salido viva de su casa.Artem asintió mientras apretaba sus manos.―Bueno, entonces no mintió.Alexe
CAPÍTULO 4: TU PADRE HA MUERTO.Liana sonreía con dulzura mientras limpiaba la herida del pequeño José, aunque por dentro su corazón pesaba con los recuerdos de su propia infancia.—Tal vez deberías portarte mejor y dejar de hacer travesuras. Si sigues así, no van a querer adoptarte, José —dijo, esforzándose por mantener su voz ligera.El niño desvió la mirada hacia la ventana, su pequeño rostro endurecido por una amargura que Liana conocía demasiado bien.—No me importa si no me adoptan. No quiero tener papás; solo quiero crecer y poder hacer lo que quiera.Liana dejó la gasa a un lado y suavemente giró su rostro hacia ella, obligándolo a mirarla a los ojos. En esos momentos, se preguntaba si alguien la había mirado así cuando tenía la edad de José, cuando aún anhelaba el calor de un hogar que nunca llegó.—Sabes que eso no es cierto —respondió con suavidad—. Lo dices para protegerte, pero en el fondo, como cualquier niño de diez años, quieres tener una familia.José frunció el ceño,
CAPÍTULO 5: LE PERTENEZCO A DIOS.La sonrisa de Liana se desvaneció en un instante. El mundo a su alrededor pareció desmoronarse, como si el suelo se abriera bajo sus pies, tragándola en un abismo de desesperación. Su corazón, que hacía apenas unos segundos latía con la dulce expectativa de una noticia alentadora, ahora estaba roto, aplastado por el peso del dolor. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, pero con un esfuerzo casi sobrehumano, logró mantener la compostura, aferrándose a la frágil coraza de control que había construido con los años.—¿Cómo...? —balbuceó, incapaz de completar la pregunta que se ahogaba en su garganta.El abogado suspiró, pero su voz carecía de verdadera empatía.—Tu padre falleció hace una semana. He venido a informarte personalmente y a entregarte algunas cosas que él dejó para ti.El dolor se apoderó de Liana, su cuerpo se debilitó, y se dejó caer pesadamente en una silla. La madre superiora, testigo silenciosa de su sufrimiento, se acercó y
CAPÍTULO 6: VAS A CASARTE CONMIGO.Dos días después, Artem se encontraba frente a un edificio de más de doscientos años.—Pase —dijo la monja.Artem hizo un esfuerzo por mantener la calma. Siguió a la mujer por los pasillos del convento; las imágenes religiosas parecían juzgarlo. Finalmente, la monja lo dejó delante de una oficina donde la madre superiora lo esperaba.—Usted está aquí para ver a Sor Liana, ¿verdad? —preguntó la madre superiora, observándolo con atención.—Así es, madre —respondió Artem, sintiéndose fuera de lugar. Estaba en la casa de Dios, pero en su espalda llevaba una Glock 17 cargada.—Ya es la segunda persona que viene a verla —dijo la madre superiora, poniéndose de pie—. Está por tomar los votos en unos días. Espero que su visita no la ponga otra vez nerviosa. Acaba de perder a su padre.Artem no prestó atención a lo último. Lo único que resonaba en su mente era que alguien había venido a ver antes que él.—Perdón, madre, ¿dijo que vino alguien? —preguntó, trata
CAPÍTULO 7: EL OBJETIVO ES ELLA.—¿Perdón? —Liana aún estaba en shock y, por un momento, pensó que había escuchado mal.—Sí —afirmó Artem con naturalidad—. Un matrimonio es muy beneficioso para ambos.Contrario a lo que él esperaba, Liana negó con la cabeza y retrocedió.—Mi padre… ¿él dijo que debía casarme con usted?—Sí —respondió Artem dando un paso hacia ella, por alguna razón le incomodaba que huyera de él—. Incluso fue él quien me propuso el trato cuando estaba en la cárcel.—¿La cárcel? ― Liana abrió los ojos, atónita. ―Además, ¡¿eres un exconvicto?!Artem rodó los ojos y bufó.—Oh, claro, porque tú puedes juzgarme. Tu padre también tenía negocios sucios.Ella hizo una mueca y no dudó en replicar.—Yo estuve alejada de los negocios de mi padre por muchos años. No es justo que me incluya en su mundo. Y tampoco es justo que tenga que casarme. ―Sus labios se apretaron de impotencia. ― Solo porque él lo decida, aun estando muerto. Además, ya vino aquí su abogado. Él me dio la cart