CAPÍTULO 39: UNA MADRE EQUIVOCADA.

CAPÍTULO 39: UNA MADRE EQUIVOCADA.

Boston, Estados Unidos.

—¿¡Cómo que usaron mi esperma?! —la voz de Marco era fría, dura, y sonaba amenazante. Se puso de pie de un salto y sus ojos se entrecerraron.

Al otro lado de la línea, el hombre de la clínica tartamudeó, visiblemente nervioso.

—Se… se debió a una confusión —respondió, la voz temblándole—. Le aseguro que…

Marco lo interrumpió de inmediato.

—Más te vale darme toda la información sobre la mujer que lleva a mi bebé —amenazó, con una calma que resultaba aterradora—. De lo contrario, su cuerpo será comida para tiburones.

—Sí, sí, señor… —dijo el hombre temblando— tendrá toda la información que necesite cuanto antes.

Marco lanzó una última advertencia antes de colgar y, al hacerlo, se dejó caer en la silla, frustrado. Había acudido a esa clínica de fertilidad en Boston para cumplir un deseo que lo apremiaba a sus 37 años: tener un heredero. Bien podría casarse y tener una esposa. Pero no lo deseaba.

No quería casarse ni complicarse c
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