—Fue en defensa propia- me crucé de brazos. Estaba en la oficina del director Portillo. A mi lado se encontraba la pelirroja de supermercado y Christopher.
—Bien, según los guardias que acaban de revisar la cinta de seguridad todo muestra que la señorita Ramos solo platicaba con el joven Esparza y de pronto llega usted a atacarla— señaló a Marleny.
— Como todos saben no permito esta clase de comportamiento, Andrea se te llamará la atención, mientras que Marleny— Observa serio a la pequeña urraca. — Serás suspendida tres días por infringir con el reglamento y las demás participantes sancionadas con servicio comunitario— quería reírme por la cara que puso la susodicha.
— ¡Esto no es justo, ¡¿por qué a ella no la suspenden también?!
—Porque las pruebas demuestran que Andrea no tuvo nada que ver en esto, ni física y menos verbalmente.
—¡Mi padre pondrá una queja! Usted solo la libra del castigo por lástima, por lo que le pasó a su familia— aprieto mis manos en puño cuando escupe cada palabra. Quiero romperle la cara.
—¡Basta! No permitiré este comportamiento, hágame el favor de salir de mi oficina y acatar con la sanción debida— reprendió el director. Marleny salió hechando humo, mientras mi mente solo luchaba para no pensar en lo que dijo.
— Lamento lo sucedido Andrea, no tomes en cuenta el comentario de tu compañera, creo que será mejor que vayas a descansar, pasaré un justificante a tus maestros— Suspiré y asentí con la mirada gacha. El director Maller conoció a mis padres, fueron amigos. Desde que sucedió el accidente se volvió un poco compadeciente de mí.
Suspiré saliendo de la oficina. Ni siquiera me importó la presencia de Christopher. Porque a este pequeño punto, con lo que me había dicho, ya no podía llamarlo profesor. Todos aquí fueron muy considerados conmigo cuando ocurrió lo sucedido. Sé que la mayoría aún susurra por los pasillos;
¡Pobrecilla!, ¡Oh es una pena lo que pasó!, ¡Siento lástima por Andrea!
Y sé que la verdadera razón por la cual no fui castigada fue esa. Ha pasado tan poco y a la vez tanto, lo superé, pero nunca lo enfrenté. El vacío vive en mí, y sin embargo siento como si algo pudiese llenarlo.
Camino a paso lento por los pasillos, de reojo veo como un par de maestros están dándole su sanción a Clara y Luciana. Ya me disculparé con ella por haberle causado un problema. Doy vuelta en un pasillo, estoy cerca de la salida cuando escucho unas pisadas fuertes, previamente siento como soy levantada de la cintura y metido a uno de los salones de cómputo vacíos.
— ¡¿Pero qué diablos haces?!— el hombre que está frente a mi luce, molesto, con un ligero aire de preocupación y sensualidad.
Alto, lo último no debí pensarlo, ese hombre no es para nada sensual.
—Me encanta saber que mi mate es todo una salvaje— soltó con un tono de voz que me puso los pelos de punta.
—Eres un tonto, ahora déjame salir no tengo humor de discutir contigo.
— Un día de conocerme y ya me tratas como cualquiera— se acercó cortándome la respiración. Su perfume entró a mi sistema como una droga. Por alguna razón causaba una reacción en mi cuerpo.
—Eres mi mujer Andrea— levanté una ceja divertida y me crucé de brazos. Cambié el peso de un pie a otro tratando de lo mostrarme nerviosa.
—Yo solo soy su alumna.
— Te equivocas, tú eres MÍA.
— Hace mucho que dejé de ser propiedad de alguien— Susurré lo último dándome la vuelta y saliendo del aula, sin embargo algo me lo impidió. Él me lo impidió.
— Te demostraré que eres mía— me empujó de los hombros hasta la pared, su cuerpo estaba pegado al mío, nuestra respiración se mezclaba con el otro. Sus ojos se clavaron en los míos y sin previo aviso me retiro mis lentes dejándolos en algún lado.
—Tus ojos son los más bellos que he visto en mi vida— acarició mis labios con la yema de sus dedos. — y tus labios son los únicos que deseo
probar— sus manos se amarraron a mi cintura apretándome. Un jadeo involuntario salió de mi boca por la situación y el momento.
— Calma mi Luna, es solo tú cuerpo que reacciona a mi presencia, porque tu corazón, y todo tu ser me pertenecen— mi mente estaba completamente en blanco, y no tenía palabras. Era como si este hombre me tuviese bajo algún encantó mágico. Bajo alguna droga.
Le pertenezco, en alma y carne propia, es mi dueño, mi mate.
Pensó mi parte sumisa, mi parte idiota como humana.
— Ya no puedo esperar más— susurró con voz ronca.
Me acercó más a su pecho mientras unía sus labios con los míos. Algo dentro de mi se encendió y mi corazón empezó a latir tan rápidamente que era incapaz de pensar con claridad y separarlo. Me dejé caer, me dejé guiar por todas estas emociones y sensaciones que amenazaban con doblegarme.
Pasé mis brazos por su cuello correspondiendo al beso con tal intensidad que no fui capaz de notar en que momento me había levantado y posicionando sobre un escritorio, sus manos recorrían mi espalda. Mordí su labio como una salvaje, como si estuviese viviendo en una fantasía. El sonido de la puerta de abierta y el grito fugas de Luciana me hizo separarme abruptamente.
Me faltaba la respiración, ambos miramos como la castaña tenía sus ojos y boca abiertos con sorpresa.
—No es lo que parece— chillé, pero toda intención por intentar convencerla se fue a la m****a cuando descubrí la posición en la que mi profesor y yo estábamos. Tragué saliva negando.
—Claro, continúen— hizo un movimiento con la mano restándole importancia.
Sin embargo sabía lo molesta que estaba. La conocía perfectamente.
Se dió vuelta y salió.
—Tengo que ir por ella— Murmuré tratando de bajar del escritorio.
— No pospongas más tiempo esto Andrea, ambos nos necesitamos± no respondí. Lo único que me importaba era hablar con Lucy.
«¿Cómo diablos iba a decirle que nuestro profesor es un hombre lobo y para acabarla de regar mi pareja de vida?»
...
— ¡Te estoy diciendo la verdad
Luciana!— medio grito por la calle. Ella no a parado de caminar hacía su casa.
—¡Estás drogada si crees que voy a creer semejante estupidez, las historias que lees te están comiendo el cerebro!— regresó acelerando el paso. No podía segurle era mucho más rápida que yo. Aunque Le dije la verdad en cuanto la encontré antes de salir de la universidad, se negó a creerme.
Me quedo parada allí viendo como ella desaparece de mi campo de visión.
El timbre de mi celular empieza a sonar, frunzo el ceño al ver que no conozco el número. Me debato en contestar o no, cuando termina la llamada y vuelve a iniciar decido hacerlo, deslizo mi pulgar en la pantalla y me llevo el teléfono a la oreja.
— ¿Hola?— Susurro.
— ¿En dónde estás?— abro mi boca para hablar pero ningún sonido sale de si.
—Andrea ¿en dónde coño estás?
— Avenida Vallarta Central Norte— me dí un golpe mental por haberle contestado.
— No te muevas de allí voy por ti— no me dió tiempo de replicar para cuando había colgado. Me mantuve de pie sobre la banqueta, viendo los autos y personas pasar. Eran las once de la mañana en unas horas debía empezar ha trabajar.
Entonces veo a un auto estacionarse justo en frente de mí, bajando la ventanilla.
—Sube— ordena. Sinceramente no quiero discutir. Me adentro al automóvil, e inmediatamente su olor me hace suspirar.
—Me pasa lo mismo contigo— giro mi cabeza para verlo confundida.
— Tu olor, es como una droga, vainilla y bombones, eso hueles para mí.
Y no sé porque m****a sonreí.
— Iremos a desayunar porque sé que no has comido nada, puedo escuchar tu estómago gruñir desde un kilómetro de distancia, y luego pasaremos a la casa de tu amiga, si quieres explicarle lo que soy, se lo mostraré— formuló parándose en un semáforo. Me encogí en mi lugar por la vergüenza, aunque Tania razón, no había ingerido ningún alimento, mucho menos mis medicamentos.
Pero entonces recordé que no tenía tiempo, debía ir al trabajo. No podría estar con Luciana.
— No puedo tengo un empleo, no me dará tiempo para ambas cosas— una pequeña risa sale de su garganta. Lo miro sin saber por qué m****a se a burlado. Me mira sonriente.
—Debiste decir, tenías un empleo.
— ¿Disculpa?— arrugué la nariz confundida.
— El dueño del local te corrió. Piensa que no mereces trabajar tantas horas y menos en un lugar tan estresante.
Santiago jamás haría eso, él y Emily su esposa se han portado muy bien conmigo. Nunca han tenido alguna queja de mí.
— Lo que dices es mentira, Santiago jamás me correría.
—Santiago ya no es el dueño Andrea.
— ¿Qué?
— Compré la tienda, y te despedí.
Hijo de...
••••••••••••••••🍂🌛🍂•••••••••••••••Christopher:Se quedó sin palabras, como si una gran y tormenta hubiese nublado sus sentidos. De pronto sus ojos se abren con asombro— ¡Te voy a matar!— gritó dándome manotazos con las manos. No pude evitar soltar una carcajada, le tomé las manos mientras está respiraba con dificultad.— Conmigo no te hará falta absolutamente nada, ahora vamos a desayunar.Bajé del auto y observando como se quedaba pensativa. Frunció el ceño y bajó cruzándose de brazos.Su semblante se me hacía de lo más tierno, entramos al restaurante que elegí, un mesero nos guí
“Todo estaba lleno de neblina, pero entonces llegaste tú”•••••••••••••••••🍂🌛••••••••••••••••••Abrí la puerta de mi casa, mis manos temblaban un poco a causa del nerviosismo que amenazaba con doblegarme. Cerré con llave y caminé con lentitud hasta mi habitación, quedándome de pie observando todos a mi alrededor. No buscaba algo en sí, más bien, sentía esa sensación que durante mucho tiempo, y hasta el día de hoy, persiste en mí, soledad.Estaba a punto de tener un ataque de ansiedad. Me dirigí al baño y cuando mi cuerpo careció de prenda alguna, dejé que la lluvia artificial de la regadera tratará de relajar mis múscul
—¿Es aquí?— Señaló la casa de Lucy.— Sí, te dije que no teníamos que venir en auto, su casa está solo a unas calles de la mía— rodé los ojos y bajé de su automóvil.Me había duchado, cambiado de ropa y maquillado, estaba como nueva, eran las cinco de la tarde, a esta hora los padres de Luciana aún están en sus trabajos.Miré de reojo a Christopher, alisaba su traje como si fuese a hacer aparición en algún reality show.— Alto ahí— Frené con la palma de mi mano.— Yo hablaré con ella primero y, después te llamaré si— asintió con la cabeza jalando la parte baja de su traje.Entré a su porche y toqué la puerta. Detrás pude escuchar sus pasos, abri&oac
- No toques mi ropa interior, pervertido- refuté irritada. Después de una discusión, un beso robado y otra discusión, acepté el mudarme con Christopher, ahora me encontraba empacando mi ropa en algunas maletas, mis demás pertenecías las mandaría a guardar después.— ¿Sigues enojada?— Preguntó burlón. A veces odiaba el que se viese tan jodidamente atractivo.«Cálmate Andrea, aún sigue siendo tu profesor»—Eres un lobo odioso— Exclamé guardando las últimas prendas.- Andrea tenemos muchas cosas de que hablar, ¿lo sabes no?- Cuestionó con la mirada sería. Suspiré y asentí con la cabeza. Chris subió todo a su auto, me preguntó ¿cuántos automóviles tiene? La última vez traí
Christopher:Sus ojos no tenían ninguna expresión. Un largo suspiro salió de sus labios.— No todos tenemos una vida fácil, siempre hay problemas en ella, o algo en lo que no estemos de acuerdo- se encogió de hombros. Bajó la cabeza y prosiguió.— La mía no era diferente a las demás, te pido por favor que me escuches sin interrumpirme, porque es más difícil de lo que parece- tomé sus manos acariciándola, esta me miró con ojos llorosos.— Te escucho- Susurré.Sabía que había algo dentro de Andrea que se estaba conteniendo a no salir, sabía que estaba rota, pero me encargaría de unir cada uno de esos pedazos aún así fuesen los más diminutos.- Cuando era niña, siempre estuve sola, vivíamos en una reg
Hay inviernos que son tan fuertes que, con un solo soplo son capaces de congelar todo a su paso. Llegué a creer que uno de ellos había terminado con mis sentimientos. Cuando tu vida cambia de la noche a la mañana te cuestionas sobre qué es lo que haces mal y a su vez, que es lo que haces bien. Han pasado días desde que me hospedo en el departamento de Chris, ambos hemos creado una rutina por así decirlo. El saber que tenía genes de vampiros me desconcertó a tal grado que durante dos noches la pasé en vela leyendo relatos sobre ellos. Claro hasta que Christopher descubrió mis ojeras antes de maquillarme y me reprendió tal niña pequeña. Para llegar al colegio lo hacía estacionarse detrás de este y entrar primero yo. No sé como hacíamos este tipo de papel alumna profesor, casí todas sus clases me daba puntos extras sin ninguna razón. Fue tan tedioso que llegué a decirle: « Meta sus puntos extra por el culo» Ese día no
POV: Christopher:Tenerla entre mis brazos era uno de las mejores cosa que me pudo haber pasado. Su cuerpo estaba invadido de mi olor, ahora cualquiera sabría que es mía, la marca que sobre sale a lado de su cuello es como una pequeña cicatriz. Forma un infinito rojizo con su misma piel.Me siento mejor que nunca, ahora que he completado el vínculo bebiendo por primera vez su sangre, mi sistema se elevó dándome las habilidades y fuerza de un vampiro por completo, así como el espíritu y calor de un hombre lobo.Sé que al volver habrá muchas cosas que hacer y aclarar, mi manada ya tenía conocimiento de mi genética al igual que el Clan. Lo único que me preocupa es que con mi cambio, la noticia no tardará en llegar a manadas y clanes enemigos de Inglaterra he incluso Polonia.No me considero una amenaza, pero para otros sí, soy el
—¡Andrea ábreme la puerta con un demonio!.—¡Vete Christopher, déjame sola!—Estás en un jodido congelador a una temperatura de menos cinco grados.Bufé cansada cruzándome de brazos tratando de darme calor.Genial arruine mi primera impresión, ahora todos allí fuera deben pensar que estoy loca. Lo primero que hice al enterarme de que esa vampiresa operada fue esposa de Chris fue correr y encerrarme en la primera habitación que viera, en este caso fue un enorme congelador.¡Cielos! ¿Por qué hay tanta carne?- Amor sal por favor, te enfermaras.- No, todos afuera creerán que estoy loca.- Vanessa ya se fue, solo queda tu amiga y mi hermano en la sala, déjam