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Capítulo 10: En el juego.

- No toques mi ropa interior, pervertido- refuté irritada. Después de una discusión, un beso robado y otra discusión, acepté el mudarme con Christopher, ahora me encontraba empacando mi ropa en algunas maletas, mis demás pertenecías las mandaría a guardar después. 

— ¿Sigues enojada?—  Preguntó burlón. A veces odiaba el que se viese tan jodidamente atractivo. 

«Cálmate Andrea, aún sigue siendo tu profesor»

—Eres un lobo odioso— Exclamé guardando las últimas prendas.

- Andrea tenemos muchas cosas de que hablar, ¿lo sabes no?- Cuestionó con la mirada sería. Suspiré y asentí con la cabeza. Chris subió todo a su auto, me preguntó ¿cuántos automóviles tiene? La última vez traía una camioneta. Al salir me quedé viendo una botella de brandy bacía que yacía arriba del mostrador. Lo que es verdad es que Luciana de vez en cuando le gustaba darse sus escapadas a mi casa y beber mientras veíamos alguna película.

La tomé pensando en una idea loca, ya sabía cómo nos conoceríamos más Chris y yo. 

Estaba abrochadome el cinturón de seguridad. Él subió al auto y me sonrió para después fijar camino hacía su departamento. Le mandé mensaje a Luciana contadole todos lo sucedido, está parecía por mucho más emocionada que yo. Incluso me dijo que hiciéramos una pijamada el fin de semana. Cómo si eso fuese a suceder.

Veinte minutos es lo que tardamos en llegar a la zona de los departamentos más lujosos del aquí.

Christopher subió por un estacionamiento, al llegar llamó a dos personas encargadas de llevar las maletas a su hogar. Me sentía un tanto fuera de lugar, nunca había estado en esta área de la región, mucho menos me he subido a algún asesor y eso era algo que me tenía con los nervios de fuera. 

- Vamos cielo- sonreí al escucharlo decirme de esa manera. ¿Esto podría ser real? Después de todo lo que viví, de todo lo que pasé, ¿sería feliz?

Llegamos a lo que era una resepción y bastante hermosa. Caminé a lado de Chris teniendo la mirada de los demás.

Seguimos por un pasillo hasta que dimos con esa caja metálica. Tragué saliva y dejé de caminar.

- Yo, yo subiré por las escaleras- agregué con desconfianza. Él se dió la vuelta frunciendo el ceño, su expresión cambió como si nada. 

- ¿Eres claustrofóbica? ¿Por qué no me lo dijiste?

— Es que yo nunca me he subido a uno y, no me gusta estar en espacios tan pequeños- admití avergonzada. De un momento a otro aquellos recuerdos que enterré hace tiempo amenazaban con salir. 

 —Lo lamento de verdad lo siento, subiré las escaleras, no hay problema.

Volví a sentir ese nudo en la garganta, negué con la cabeza y dí un paso hacía atrás temiendo algo que, sabía él no haría. La preocupación rodeó sus facciones, se acercó a mí y su pulgar acarició mi rostro, sin saber que estaba llorando quitó algunas lágrimas de mi rostro.

— Andrea, calma, no te obligaría ha subir jamás, tranquila- Pero la pena seguía ahí, mucho más cuando los dos chicos que traían las maletas llegaron a preceinciar la escena.

— Suban las maletas- ordenó sin siquiera separar la mirada de mis ojos. Ambos entraron al ascensor, supongo que ya sabían que habitación sería. 

- Vamos, iremos por las escaleras- me tomó la mano guiándome hasta la puerta, una vez entramos Christopher me tomó en brazos, un leve jadeo salió de mis labios por la impresión.

- Son muchas escaleras, pero llegaremos en unos segundos- Fruncí el ceño, iba a hablar pero en eso, sentir como empezaba a correr a tal velocidad que no lograba destinguir los barrotes de las escaleras, escuché otra puerta abrirse y una luz cegarme,  lo que pudo habernos tomado más de diez minutos, solo tardó menos de medio minuto. 

Christopher me bajó cuando estuvimos en el corredor, sin embargo al poner los pies en el piso estos no me sostuvieron y caí torpemente al suelo riendo.

Su rostro lo miraba triple. 

- Carajo- escuché un gruñido de su parte.

- ¿Estás bien?

Reí, pues sus rostros se miraban graciosos.

- Ni siquiera las borracheras que tomaba con Luciana me dejaban así de mareada- comenté.

- Debí decirte que cerrarás los ojos- asentí con la cabeza. Pasó sus brazos por debajo de los míos y me levantó recargándome en su pecho.

- Adivinaré ventajas de lobo- una risa esquisita llegó a mis oídos.

- Ven, te ayudo- Volvió a cogerme en brazos, la cabeza aún me daba vueltas pero en menor cantidad. Observé las maletas que yacían bien acomodadas al pie de la puerta.

- ¿Dos moradas? Yo solo tengo una.

Volvió a bajarme y está vez tomó mi rostro haciendo que lo mirase fijamente. Un pequeño destello irradio en sus pupilas. Cerré mis ojos y al abrirlos ya no me sentía mareada.

- Wow- comenté- Ahora es una- señalé la maleta que veía doble.

Abrió la puerta mientras tomaba algo del equipaje, al entrar me quedé en shock. El lugar era verdaderamente hermoso, nunca había visto un departamento tan elegante y clásico a la vez.

- ¿Te gusta?- preguntó.

- Es hermoso- límite a decir. 

- Dejaré las cosas en la habitación- me giré y quedé un poco aturdida, en cuestión de un minuto Christopher ya había dejado las maletas creo yo en la habitación.

- ¿Y qué quieres hacer ahora? ¿Tienes hambre?, ¿quieres que pida algo de comer? 

Negué con la cabeza, lo que realmente me importaba y ansiaba a la vez era conocerlo.

- Quiero conocerte, saber quién eres y quiero que tú me conozcas, porque una vez sepas cual es mi pasado, temo que me corras de aquí- bajé la cabeza y suspiré. Sería la segunda vez que me desahogara con alguien después de Luciana. Y eso me daba terror.

Saqué de mi bolso la botella de brandy. Encaró una ceja y se cruzó de brazos.

- No me digas que me golpearas con ella- negué con la cabeza y reí levemente. 

Miré a mi alrededor, frente había una gran sala, lo guíe hasta el centro de esta y me senté en la alfombra recargando la espalda en el sofá que no lucía nada barato.

- Am, se supone que debes sentarte en los sofás- Exclamó con burla. Rodé los ojos.

- Siéntate- estaba algo nerviosa. Sin pensárselo mucho, se quitó su saco y sentó frente a mí.

- Bien, vamos a jugar a la botella- se carcajeo, sonreí, verlo reír era, satisfactorio.

- La última vez que juegue algo parecido tenía ciento diez- mordí mi labio inferior. ¿Cuántos jodidos años tenía Chris?

- Bien pues, lo volverás hacer hoy, no hay retos si no preguntas, la persona que más cerca este de la punta deberá preguntarle algo a la que esté del otro lado, ¿estamos?- asintió con la cabeza.

- Bien daré la vuelta- giré la botella, ambos estábamos atentos para ver a quién le tocaba. Sonreí mayormente, al ver que me había tocado hacer la pregunta.

- ¿Cuántos años tienes?- me atreví va preguntar.

- Cuatrocientos cincuenta y seis- abrí los ojos hasta no más poder. 

- Okey, am, y cuántos tienes en...

- Treinta y dos Andrea- asentí con la cabeza un tanto más relajada. Esta vez fue el turno de Chris. 

- Yo  iré al grano Andrea. Quiero saber, ¿porque tienes esas marcas en tus brazos?

Y el momento que tanto temí enfrentar había llegado.

 ¡Gracias por leer!

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