Las palabras del asistente, primero animaron al CEO. Pero después lo tiraron hasta el suelo. ¿Sería posible que Emma lo odiara tanto como para ponerle su nombre al cobayo? Si así era sabía que se lo tenía merecido. Después de tomarse el café que tanto le hacía falta por la cruda fatal que se cargaba, salieron a reunirse con los socios. — ¿Llevas ya los contratos que vamos a presentarles, Emma? — Si, aquí llevo todo lo que vamos a necesitar. ¿Y... el asistente Rogelio no viene con nosotros? — Preguntaba la pelirroja, estar tanto tiempo a solas con ese hombre no le auguraba nada bueno. — ¿Qué pasa? ¿No estás segura de tus capacidades? Pensé que querías mostrar tus habilidades, ¿Me equivoco? — No... Claro que puedo con esta reunión yo sola. — La joven movía la mano en negación, ambos subieron al elevador privado del empresario, cuando el imprimió los botones para la planta baja, se acercó demasiado a Emma, ella se paralizó al sentir su calor, aspirar su varonil perfume la e
Emma recordó que escuchó un mensaje en su teléfono pero en ese mismo momento el cobayo comenzó a hacer ruiditos adorables y ella se quedó entretenida escuchándolo. Entonces no lo abrió, pudo ser el mensaje de su enfadado jefe. — ¿Tú... Me enviaste un archivo? Debiste haberte equivocado, y enviárselo a otra persona, a mí no me llegó nada. — Emma negaba que algo le hubiese llegado. — Dirijo una compañía internacional con cientos de empresas de las que me hago cargo, ¡¿De verdad estás queriendo decir que no estoy seguro de haberte enviado un simple archivo?! Saca tu teléfono, ahora mismo vamos a salir de dudas. En dónde esté ese archivo ahí y no lo hayas ni siquiera abierto, te voy a apretar ese blanco cuello que tienes. Emma sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, en realidad no estaba segura de no haber recibido el bendito archivo, pero... ¿Ahora como podía hacer para calmar al enfadado CEO? — Me... quedé sin carga, es mejor que me digas lo que debo saber a grandes rasgos y así
El CEO no se esperaba recibir esa llamada de su abuelo. Por lo visto Joana al cortarle la llamada decidió llamar a su abuelo para manipularlo con su llanto. — Abuelo, estoy en medio de una reunión con los Medina, tengo que dejarte después hablamos. — ¡Rafael... Rafael no me vayas a cortar la llamada muchacho obstinado! Pero era tarde, el CEO ya había colgado, solo se quedó unos segundos más afuera enviando un mensaje. Dentro del restaurante la que no la estaba pasando nada bien era Emma, el menor de los Medina había quedado prensado de su belleza y al ser solo la asistente de un empresario, importante, si. Pero al fin y al cabo una simple empleada, creyó que tenía oportunidad para llevársela a la cama. — Lindura, ¿Desde cuándo trabajas para el CEO Mendoza? — Soy la señorita De León, con él señor Mendoza trabajo desde hace poco tiempo. Señores Medina, si tienen alguna otra duda pueden preguntarme y se las aclararé. — Lo que yo quiero es tenerte en mi cama desnuda y co
Los médicos se quedaron en su mesa perplejos y furiosos juraron vengarse de la ofensa que Rafael Mendoza les había hecho. Esos miserables eran unos traicioneros de mala entraña. El CEO subió a Emma a su coche y arrojó sus cosas a la parte de atrás, le abrochó el cinturón de seguridad y pronto subió el también al auto para salir de inmediato del estacionamiento. Emma no pudo resistir más y habló. — Rafael, regresa allá y arregla las cosas. — ¿Arreglar qué? No haré negocios con esos malditos canallas, ¿Qué clase de hombre crees que soy? Te faltaron al respeto, ¡¿Querías que me quedara como si nada viendo?! — ¡Solo... solo soy tu asistente, y en lugar de ayudarte a cerrar el contrato lo arruiné, por mi culpa todo salió mal, debiste traer a Rogelio en mi lugar, debí quedarme en la oficina a pedirte el café y programar tu agenda! Emma se sentía realmente mal, no solamente había pasado un momento bastante desagradable al proponerle que se portará bien con uno de los señores M
En la oficina de los hermanos Lombardi, Dominic observaba al cobayo de vez en cuando para asegurarse de que seguía dentro de la jaula, si se escapara tendría que perseguirlo y no lo quería tocar. Sentía que lo iba a morder con esos dientes de conejo que tenía. Por el contrario Doménico se acercaba para darle una zanahoria, o una manzana, el conejillo de indias se la recibía encantado, de seguir cuidándolo se iba a convertir en una bola de carne. Kui... kui... kui... — Por dios, ese sonido me eriza los cabellos. — El imponente gemelo no podía evitar su aversión al cobayo por qué se le asemejaba a una rata. — No seas exagerado Dominic, ¿Qué te puede hacer este animalito indefenso? — No lo sé, y tampoco quiero averiguarlo, me preguntó a qué horas va a dejar libre Rafael a Emma, creo que debería de enviarle un mensaje. Tener al señor CM aquí no me deja concentrarme. En ese momento se escuchó el flash del teléfono del entrajado Doménico. — Envíale esta foto donde come, as
Los cuerpos se frotaban con intensidad mientras los besos no cesaban. Emma podía sentir la dureza del falo del CEO, eso la hacía sentir que las cosas realmente estaban pasando. Ese amor de adolescentes se había convertido en una enorme llamarada de pasión que ya nadie podría detener. Emma sentía una descarga eléctrica en cada caricia de Rafael, lo anhelaba también al igual que él, lo necesitaba de una forma en la que jamás necesitó a nadie. — Pídeme que pare, pídeme que me detenga en este momento y lo haré, te dejaré ir y nunca más volveré a cruzar esta línea. Pero si no lo haces te prometo que nunca más te dejaré ir, serás mía para siempre y no quieres saber lo posesivo que soy con lo que es mío... — Hablaba el CEO intentando hacer un último esfuerzo por no tomarla, se conocía y sabía que la iba aprisionar en su sus brazos para siempre, él pedía que ella no lo dejara avanzar más. Pero la bella pelirroja buscó los gruesos labios de su primer amor y los besó de forma que le hizo
El asistente Rogelio, tal como Rafael se lo ordenó, pasó a la compañía Lombardi a recoger al conejillo de indias. Apenas llegó sintió el ambiente algo tenso. — CEOS Lombardi, el señor Mendoza me ha enviado por el cobayo, veo que está bien en su jaula. Lo tomaré para retirarme. Solo que uno de los CEOS se puso de pié y caminó hasta el asistente. — Nosotros podemos cuidarlo sin problemas hasta que la señorita De León pueda venir a recogerlo. — Dijo Doménico, el hombre no quería dejar ir al animalito, tenerlo ahí significaba que podría ver pronto a Emma. — Eso no va a ser necesario CEO Lombardi, ya tengo todo resuelto para llevarme al señor CM. — Rogelio de inmediato supo lo que significaban esas iniciales, y recordó la conversación con su jefe. — así que tomó la jaula y se despidió respetuosamente de los dos empresarios. Kui... kui... kui... El animalito hacia ruiditos, el asistente entró al ascensor y apenas cerró, Doménico fue a su escritorio a sentarse de muy mal humor
Mientras tanto el asistente Rogelio llegaba a su casa y ponía al cobayo en su sala de estar. El justo se sentaba frente a él — Ahhh... Creo que no me pagan lo suficiente como para también cuidar de una mascota... Afortunadamente el hombre vivía solo. No tenía novia, ni amante, ni esposa, así que por un momento pensó que le vendría bien la compañía del cobayo y lo sacó de su jaula para jugar con el y darle un poco de lechuga. Kui... kui... kui... — Tienes muchas energías, eh... (...) Emma se quedó en silencio por unos momentos, no quería despertar al CEO pero tenía muchas ganas de hacer pipí. Despacio quitó los dos brazos del hombre de encima suyo y corrió al sanitario. — Oh, carajo, me duela la... ahhh... Tendrá algún analgésico Rafael por por aquí. — La pelirroja buscaba por ahí pero no encontró nada. Estaba por regresar a la cama pero tenía dificultad para caminar. Más al abrir la puerta, el atractivo hombre se encontraba del otro lado, a punto de abrir. — Emma